CAPÍTULO 53
RONALD
Llevamos tres días aquí en la cabaña y aunque al principio fue extremadamente complicado convencer a Isabella de que este es el mejor lugar para nuestra seguridad, al final termino aceptando, aunque tuvo condiciones de las cuales rechace algunas —como el traer a su amiga—, no lo acepte porque entre menos persona tengan conocimiento donde estamos, más seguros estaremos.
—La única ventaja de estar aquí es el maravilloso lago y tu compañía todo el día —sale del baño con una toalla envuelta en su cabello y otra cubriendo su cuerpo.
Si tuviera conocimiento que mañana tendrá que quedarse sola durante todo el día.
—También que estás más segura, aquí es casi imposible que... —no puedo terminar de decir, porque ella aún no sabe lo que sucedió con André.
—Sé que me ocultas algo —empieza a vestir su cuerpo con la ropa más cómoda que trajo de la mansión —no eres de las personas que se ponen nerviosos y estos últimos días te he notado con los nervios al tope.
—Cualquiera en mi posición estaría nervioso, no sé en qué momento o por donde puedan atacarme —bueno, es obvio que sí lo sé, ya que es lo que todos los hombres que hemos capturado han revelado.
Tu mujer. Por ahí llegaremos a ti.
Por esa razón es que estoy tan paranoico con su seguridad.
—Pero no ha pasado nada estos días, todo está en calma, así que creo que podemos retomar todo —asegura.
—No puedo arriesgarme —termina de vestirse y se acerca —no voy a bajar la guardia en este momento.
—No te digo que la bajes, sino que...
—Sé lo que estás pensando, pero no volveremos a la mansión hasta que termine lo que tengo pendiente —pone sus ojos en blanco en señal de desaprobación, luego se acomoda en mi regazo.
—Me gusta la cabaña, el lago y amo rotundamente el jacuzzi, pero me acostumbré a nuestra cama de la mansión, a mi baño, mi cocina. Estoy acostumbrada a nuestra casa.
Las caricias que reparte desde mi cabello hasta mi cuello me hacen perder la noción, me entretengo solo en ello y este simple acto de mi mujer me doblega.
—Te aseguro que para la próxima semana estaremos nuevamente en nuestra casa —¡Dios! Confieso, aunque relativamente todo depende de cómo salgan las cosas mañana.
—Eso quiere decir que para tu... —abro mis ojos, su frase se quedó a medias, pero me mira con sorpresa.
—¿Tu? —inclino mi cabeza hacia atrás para poder observarla mucho mejor mientras espero su respuesta.
—Que tu hermana y mi amiga pueden visitarme de nuevo —sonríe tímidamente y puedo jurar que algo está escondiendo.
Al parecer no soy el único con secretos.
—También que volverás a la empresa —sé que lo que le digo la pone feliz y por eso me encargaré de mañana dar con el paradero de Charles.
Si Axel me dice lo que quiero escuchar, el riesgo en mi vida disminuirá drásticamente, ya que mis enemigos en el país están aliados con mi tío porque creen que Charles les dará lo que ellos piden, pero al acabar con mi tío volverán a mí como putos perros.
—¡Oh Dios! —Se levanta de un salto, me da un corto beso, pero luego comienza a caminar por toda la habitación —¿hablas en serio? —se detiene al preguntar, su mirada está aún más brillante que de costumbre —¿puedo regresar a mi trabajo?
Sabía que ama trabajar, pero no estaba al tanto de que le gustaba hasta este punto.
—Volveremos a nuestra casa, volverás a la empresa y después de fin de año viajaremos a Bora Bora —revelo.
Primero tenía planeada nuestra luna de miel en otro lugar, pero cambié la decisión porque esta playa es mucho más hermosa y además tendremos un lugar para nosotros, algo aún más privado.
Todo esto pasará después de que Axel me confiese la ubicación de Charles. Eso será mañana que lo visite, ya que no ha querido soltar más información. Aunque lo único que falta por salir de su boca es la ubicación de su padre.
—Las buenas noticias las tenemos que celebrar.
Se sube nuevamente a mi regazo y me abraza antes de poder hablar, pero debo decirle que mañana no estaré y mucho más ahora que la noticia la dejó feliz.
—Mañana voy a salir.
—Dijiste que estarías todo el tiempo en la cabaña, fue una condición —me recuerda.
—Debo salir para poder llevarte nuevamente a casa —explico mientras ella me escucha atentamente —debo solucionar algo y si todo sale bien, el lunes estaremos en casa.
—¿Pero no estarás en peligro?
—No, solo me aseguraré de recibir una información y luego terminar con algo y estaremos de nuevo en nuestra casa.
Da un suspiro antes de hablar, es obvio que no la convenzo. Yo tampoco lo estoy, ya que le estoy prometiendo algo que no estoy seguro de que cumpliré, pero haré hasta lo imposible por sacarle esa información a Axel.
—Si no estarás en peligro y si con eso podemos volver a nuestra casa, está bien —vuelve a abrazarme y esta vez deja un casto beso en mi cuello que me hace estremecer —entonces que dices, ¿celebramos nuestro regreso a la mansión?
Su insinuación es tentadora y no puedo resistirme. ¿Quién se resistiría a una mujer como la mía? Solo un loco desquiciado.
—¿Deberíamos utilizar el jacuzzi? —pregunta.
—Está haciendo frío, celebremos aquí —señalo la cama.
—El agua estará caliente y nosotros terminaremos calientes después de un rato.
Jesús. Esta mujer.
—No me digas que lo estás pensando —se pone de pie y se despoja del pantalón que se había puesto hace un rato— debemos usar ese jacuzzi antes de volver a nuestra casa.
—Estoy pensando en otra cosa.
No quiero que nadie nos vea o que alguien se deleite con la desnudez de Isabella y aunque es imposible que alguien externo a la cabaña pueda vernos por el lugar donde se encuentra el jacuzzi, no es imposible que alguno de mis hombres pueda llegar a observarnos.
—Listo, quedémonos aquí y celebremos en esa cama —esta vez se quita la camisa haciendo que sus preciosas tetas sean mi visión completa.
Ahora mismo solo quedan las diminutas bragas que lleva puesta y me encanta. Joder. Amo verla con esa pequeña prenda y poder quitarla de su cuerpo, eso es un verdadero regalo.
Se sube a mi regazo y empieza los movimientos tortuosos sobre mi polla, la cual empieza crecer rápidamente —es la única mujer que tiene ese poder, ponerme duro con un par de movimientos—, sus profundos ojos me miran llenos de lujuria.
—¿Por qué no quieres ir al jacuzzi? —no detiene sus movimientos, al contrario, los convierte en una tortura —¿temes que se te encoja la polla?
Una estruendosa risa sale de mí haciendo que mi pecho vibre, ¿se me encoge la polla? Ni el agua más fría logrará eso.
—Sabes que eso nunca pasará y menos si tus tetas están frente a mí.
De un rápido movimiento me pongo de pie aun sosteniéndola y camino hacia donde se encuentra el jacuzzi. Voy a disfrutar con mi esposa porque puedo y quiero.
—Ooo, sí. Tendremos una noche larga e intensa —sacude sus caderas haciendo que choque con mi polla.
Subo los tres escalones que hay para poder salir al balcón de la cabaña y la dejo en el borde del jacuzzi mientras yo me quito la única prenda que llevaba puesta —mi pantalón de chándal—, mi mujer recorre todo mi cuerpo a la espera de mi segundo movimiento.
Acaricio su rostro mientras sus ojos se detienen justo en mi entrepierna, la cual palpita al instante. Mierda. Esta mujer me pone cachondo con solo esa mirada.
—Quisiera follar... —acaricio su rostro hasta llegar a sus labios— deseo follar esta boca.
Isabella nunca me ha dado una mamada y la única vez que lo insinuó fue cuando me hirieron, pero estaba seguro de que ese día no haría nada. Pero hoy deseo hundirme en su boca y hacer que trague cada parte de mi longitud.
—Hoy no —dice.
¡Oh Dios! ¿Hoy no? No creo que pueda seguir aguantando, llevo mucho fantaseando con esa boca, pero no la voy a obligar a algo que seguramente no esté dispuesta a hacer.
Mierda. Sacrifico tantas cosas. Pero todo sea por la comodidad de ella.
—Te prometo que lo haré, pero no hoy —trata de ponerse de pie, pero se lo impido.
La quiero ahí donde está, con las piernas muy separadas para mí, porque si ella no quiere tenerme en su boca, para mí no es un problema llevar la mía a su dulce coño.
—Quítate las bragas —pido. Hoy no seré yo quien las quite, quiero que ella lo haga.
Hace lo que le pedí sin dudar un segundo.
—¿Alguna vez te has masturbado? —sus ojos brillan con una intensidad que me indica algo positivo a mi respuesta —quiero ver como lo hacías.
—No se siente como cuando tú lo haces —sonríe.
—Quiero verte, que tanto placer puedes darte.
Su mano se desliza lentamente entre sus piernas sin separar su mirada de la mía y esto se ve. Jodidamente. Caliente.
—Separa más las piernas —pido. Arrastró una silla para poder sentarme y observar el gran espectáculo que me regala mi mujer.
—¿Así? —preguntan mientras lleva su mano libre a su pecho.
—Estoy seguro de que puedo correrme con solo verte, dulzura.
Mis manos pican por tocarla, por sustituir sus dedos por los míos e incluso por mi boca, pero me abstengo porque lo que está haciendo es la cosa más caliente que he visto en mi vida.
Un gemido sale de su boca cuando uno de sus dedos se desliza dentro de su coño y yo tengo que reprimir mi impulso de levantarme. Sujeto mi polla y empiezo a bombear suavemente.
—¡Jesús! —su grito resuena por todo el lugar cuando se corre.
Me levanto rápidamente y la sujeto de la cintura haciendo que quede de pie y la giro hasta que está de espalda a mí. Inclino su cuerpo y de una sola estocada me hundo en ella.
No podía esperar más. Mis pelotas estaban templadas y mi polla parecía que iba a explotar en cualquier momento y quería que eso sucediera cuando estuviera dentro de ella.
—Creí escuchar que habías dicho que no se sentía como yo te lo hago —hablo en medio de mis rápidas respiraciones.
—No es lo mismo, contigo es más intenso —revela, el movimiento de sus caderas toma el mismo ritmo que los míos.
—Pero no demoraste, pude haber contado los segundos.
—Porque tú estabas ahí, tocando esa enorme polla tuya e hice como si mis ¡Ahh!... —sus gemidos no la dejan terminar sus palabras.
—Dulzura.
—Más —pide cuando logro tocar ese punto que hemos descubierto no hace mucho —mierda, no vayas a parar, por favor.
Escucharla rogar por esto.
Sus gemidos son la evidencia de que disfruta de esto.
Su cuerpo temblando bajo el mío.
Toda ella para mí.
—Voy a follarte toda la puta noche —confieso —voy a follarte, aquí y en cada lugar de esta cabaña.
Estas palabras son lo suficientemente poderosas porque su cuerpo se estremece nuevamente y un segundo orgasmo se derrama por toda mi longitud.
Sus piernas pierden fuerza y la sujeto para que no pueda caerse. Acelero mis movimientos buscando mi satisfacción y liberación, la cual no tarda mucho en llegar.
Con las pocas fuerzas que tengo me deslizo dentro del jacuzzi haciendo que ella quede sobre mi regazo.
—El sexo contigo cada día es más intenso —susurra con su frente pegada a mi pecho.
—Y bueno —agrego.
—Muy bueno, dos orgasmos en tan poco tiempo.
—Te faltan unos cinco más —su cara es un verdadero poema.
—No podré levantarme, mis piernas terminarán como gelatina —confiesa.
—Y no necesitas hacerlo, puedes descansar todo el día.
—No puedo pasar todo el día en la cama.
—Claro que puedes.
—Si puedo, pero no quiero.
—¿Entonces no quieres montar la polla de tu esposo?
Hago que su entrepierna quede justo en mi polla que inicia a endurecerse nuevamente.
Se desliza suavemente hasta que su coño se traga toda mi longitud.
—¡Joder, Ronald! Somos unos malditos pervertidos.
—Celebrar con mi mujer teniendo sexo, no me hace pervertido —digo—corrijo, no nos hace pervertidos.
Las siguientes horas cumplí lo que le dije y más. Folle con mi mujer en cada lugar de esta cabaña y en cada uno de ellos tuvo un potente orgasmo que la hacía gemir mi nombre y maldecir a la vez.
Luego de terminar en la cocina nos detuvimos para poder cenar, pero al terminar reanudamos nuestra celebración y puedo asegurar que esta ha sido la mejor celebración que he tenido en años.
No, en mi vida entera.
—No siento mis piernas —susurra cuando me retiro.
—¿Quieres un masaje?
Aunque estoy igual o más exhausto que ella, estoy dispuesto a masajear sus piernas.
—Ahora mismo quiero dormir y recargar energía.
Acomodo la cobija en su pequeño cuerpo, acaricio su espalda desnuda mientras vamos perdiendo la noción del tiempo. su respiración empieza a tornarse más lenta revelando que el sueño la ha vencido.
Mañana será un gran día.
Me desharé de las ratas.
Volveré a mi casa.
Haré feliz a mi mujer.
Con este pensamiento y un abrazo a mi mujer, el sueño me gana.
NOTA DEL AUTOR
Después de trece días volví, pero es que si supieran todo lo que he pasado en esos trece días tendría el dm lleno de sus mensajes mandándome las mejores vibras.
Dude mucho en subir el este capítulo e incluso lo reescribí un montón de veces porque no estaba conforme y me costó mucho terminarlo. Solo espero que lo puedan disfrutar.
Espero poder publicarles pronto.
Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.
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