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CAPÍTULO 46

RONALD

Después de hablarlo con mi mujer y estar seguro de lo que iba a hacer, decidí decirle a Evans que fue mi padrino de bodas. Las cosas no pueden estar bien ahora, pero es la persona que ha estado junto a mí desde que era apenas un crío.

Es como ese hermano que nunca tuve.

—Creí que aún sospechabas de mí —mi pregunta lo tomó por sorpresa, es obvio que no se la esperara.

—Aún lo hago, sospecho de todos a mi alrededor, pero tengo un porcentaje de confianza que está desafiando el porcentaje alto de desconfianza —me inclino en mi escritorio esperando su respuesta.

—¿La barbie que dice? —pregunta.

—Isabella, se llama Isabella —le recuerdo el nombre de mi mujer. Ella odia que él le diga de esa manera—. Ella fue la que te propuso.

Y así fue, la opción que teníamos era reducida. Su hermano, el novio de su amiga, Arno o Evans. El hermano quedó descartado porque no me genera confianza, José y yo no tenemos una buena relación y Arno es demasiado viejo para esa posición, así que solo quedaba Evans, «debería ser sincero, lo quería a él cómo padrino de mi boda».

—Tu mujer no desconfía de mí —la rubia solo desconfía de un hombre y aún no descifro el porqué. Antón se ha mostrado respetuoso ante ella.

—Para tu buena suerte —revelo—. Necesito respuesta, la boda es en tres días.

—Aunque debería estar ofendido por pedirme esto a último momento, déjame decirte que me siento halagado por ser el padrino de tu boda.

Había procrastinado decirle esto porque no tenía las palabras exactas, pero mi mujer ayer me obligó a que lo hiciera porque no quiere que nada salga mal en la boda. Suficiente tuvo con la escena que hizo su hermana en aquella boutique.

—Ahora hablemos del trabajo —cambió el tema porque estoy seguro de las palabras que saldrían de su boca a continuación.

—He enviado todos los correos de André, pero el tipo parece ser muy astuto —responde.

El hombre tiene muy claro lo que está haciendo. Pero está en una ciudad desconocida y peor aún, se está metiendo con el dueño de ella y esto le costará.

—Aunque descubrí algo —saca su teléfono y empieza a enseñarme algunas fotos—. El tipo ha estado hablando con los mexicanos.

—¿Qué dice Juan sobre eso? —Si Juan me traiciona, perdería muchas cosas y no estoy en posición de perder algo ahora.

—Sabe que André tiene problemas con los rusos y se negó a negociar con él, este es uno de los perros que André está utilizando para el intercambio de información.

—Encárgate de que esté en una de las bodegas cuando yo llegue del viaje. Por ahora no voy a actuar porque quiero un matrimonio fuera de guerra.

—¿Qué hacemos con el inglés?

—Le daré dos días para que se marche del país, si no lo hace ya sabes lo que debes hacer.

Termina dándome las cuentas de los ingresos de este mes antes de marcharse. Debo hacer cuentas con Cristal sobre las ganancias de las empresas y darme cuenta si aún está faltando dinero, ya que de esa manera sabré donde se encuentra Charles. Los movimientos del dinero no fallan y por medio de las cuentas donde está llevando mi dinero sabré de su paradero.

—Es hora de almorzar y me prometiste llevarme a un restaurante —Isabella interrumpe en mi oficina como lo ha hecho en los últimos días.

—Acabo de terminar con Evans y quería esperar que tú lo hicieras con flor —me pongo de pie y caminó hacia ella.

—Flor y yo terminamos hace un momento —responde—. ¿Qué te dijo Evans? ¿Aceptó ser nuestro padrino?

Sus hermosos ojos azules me miran expectantes esperando una respuesta positiva.

—No pudo haber dicho que no —nadie más que ella puede negarme algo—. Si ese hubiera sido el caso, lo hubiera obligado.

—Qué sutil, espero no hayas sido duro con él.

—Es un traidor.

—No lo es —responde con seguridad.

—No lo conoces.

—No ha demostrado ser un traidor —asegura, pero está equivocada.

—Se reunió con Charles a mis espaldas.

—Por su madre, te lo dijo.

—¿Cómo sabes eso?

—Escuche un poco ese día —revela—. No quería interrumpir, así que me quedé detrás de la puerta.

—Como un espía.

—Como una persona que respeta las conversaciones de los demás.

—Entonces debería creer lo que dice mi mujer —besos sus labios mientras mis manos se aferran a su cintura—. Estabas dándonos espacio— digo al separarme de ella.

—Podemos llamarlo así. Ahora vamos a comer que muero de hambre.

Salimos de la empresa y nos dirigimos al restaurante que está a unas pocas cuadras de la empresa. Isabella insiste cada día en caminar porque según ella, esto ayuda a nuestros cuerpos, aunque más ayuda nuestras sesiones en la cama.

—Mañana iré a un bar con tu hermana y Marga —me confiesa antes de que podamos entrar al restaurante.

—No —esa palabra se desliza de mi boca rápidamente.

—No te estaba pidiendo permiso, te estoy avisando —está decidida a ir y al parecer no podré detenerla—. Es una despedida de "soltera" — hace señal de comillas en la palabra soltera.

—Creí que íbamos a pasar la noche juntos.

—Quiero salir con ellas, hace mucho que no salgo, además estaremos en un bar que conoces muy bien.

—¿A dónde irán? —no tengo conocimiento, pero ella dice que el bar lo conozco muy bien.

—El escondite —responde.

Es una broma la que me está haciendo, no creo que vaya allí y me niego a que lo haga. Puedo darle una tarde de Spa con ellas o un viaje, pero no quiero que vaya a ese bar. De todos los bares ¿Por qué eligió ese?

—Sirven bebidas calientes —ríe al hablar, sabe que no quiero que vaya allí, pero me está provocando.

—Te daré un día de Spa —menciono al momento que tomo asiento.

—Ya tenemos reserva, vamos a estar allí mañana a las seis —ya tiene todo preparado.

Anja me pagará esto, estoy seguro de que todo esto es obra de ella.

—Tomaré muchas bebidas calientes —ríe sonoramente haciendo que las personas a nuestro alrededor nos miren.

—Ve, diviértete, pero no bebas —me debo resignar porque ella sí o sí irá a ese lugar—. No eres tolerante al alcohol.

—He tomado una copa de vino diaria para volverme tolerante —revela, pero el vino es muy diferente a lo que dan allí.

—Hablemos de esto en casa, ahora solo quiero comer —intentó cambiar el tema, me enoja que ella quiera ir allí.

—Te diría que me acompañaras, pero es una noche de chicas.

—¿Hasta qué horas estarán? —Si van tan temprano no creo que se queden toda la noche, además nos casamos el sábado.

—Hasta las diez, el viernes debo madrugar para asegurarme que todo quede perfecto para el sábado —se inclina haciendo que su rostro quede cerca al mío.

—Pediré que cierren el lugar para que solo sean ustedes allí —sé porque lo hago.

—No lo hagas, no queremos ser las únicas allí —cuando termina sus palabras, se lleva un bocado de puré a su boca.

—El lugar se llena demasiado y mañana mucho más porque es jueves —es de los bares más apetecidos de la ciudad y siempre está lleno.

—Mucho mejor.

—Terminemos de comer y hablaremos cuando estemos en casa —digo. Estoy seguro de que si empiezo a enumerar por qué no debería ir a ese lugar, eso la incitaría aún más, a mi mujer le gusta el peligro.

«Por algo me eligió».

☙❧

Aproveche a hacer ejercicio parte de la mañana porque no sé en qué otro momento de los próximos quince días pueda hacerlo, aunque haré mucho cardio con mi mujer en la cama en esos quince días.

—Deberías calmarte un poco —me acerco hasta la nevera para poder agarrar una botella de agua. Estas tres horas fueron agotadoras.

Desde antes de que me marchara al gimnasio, Isabella estaba impaciente y gritando a alguien por teléfono. No la había visto tan enojada desde aquella vez que recibí un disparo y no quise quedarme en cama.

—No puedo hacer eso —responde furiosa—. Mi mesa para trece personas no se ha conseguido, ¿sabes lo que eso significa?

—Que debemos repartir a esas trece personas en dos mesas.

—Y es lo que no quiero, quiero a las personas que amo junto a mí.

—Podemos hacer que las dos mesas estén muy cerca —yo no le encuentro problema a que estemos en mesas separadas.

—Son nuestros familiares y amigos, ellos deben estar junto a nosotros —insiste.

Se mueve rápidamente por toda la cocina con señales de nerviosismo. Eso puede ser, no le está preocupando la mesa. Ella está nerviosa por la boda.

Todo este tiempo se ha visto emocionada y ha planeado cada parte de la boda sin que se le escapara algo, así que sus nervios o preocupación estaban muy lejos de ella.

—¿Estás nerviosa? —me acerco a ella y sostengo sus mejillas haciendo que su mirada choque con la mía.

—¿Se nota mucho? —sus hombros se hunden e intenta agachar su mirada, pero impido esto último.

—Mucho. No debes preocuparte, es nuestra boda y todo será como tú lo quieras.

—Quiero que todo sea perfecto.

—Lo será —digo con total seguridad—. Será único, perfecto e inolvidable.

La atraigo hacia mí haciendo que su rostro quede en mi pecho desnudo y mis manos rodean su pequeña cintura. Esto puede darle un poco de tranquilidad, sentirme aquí con ella y que esté segura de que no la dejaré sola en nada.

—Voy a ir a la oficina al mediodía porque debo arreglar unos documentos con flor —su aliento pega en mi pecho y me produce un pequeño escalofrío que ignoro de momento.

—Deberías considerar la tarde de Spa —insisto.

Anoche, después de que llegamos, se decidió que iría al escondite con mi hermana y su amiga, pero no pierdo la esperanza de que cambie la noche alocada por una tarde agradable y divertida.

—La tarde la tengo comprometida con cosas de la empresa —desde que inició a trabajar, ha estado muy activa con todo lo que respecta a los proyectos.

—Entonces no nos veremos hasta las nueve que vaya por ti al bar —digo. Debo asegurarme que la mercancía que va para Rusia pueda pasar las fronteras sin ningún altercado.

Me inclino ante ella y doy un rápido beso en sus labios antes de apartarme.

—Eso significa que no almorzaremos juntos.

—Lo recompensaré —aseguro —debes llevar a Oliver, no intentes salir sin él.

—No lo haré.

ISABELLA

Ocupar mi mente todo el día en cosas de la empresa me ayudó a que mis nervios por la boda disminuyeran. Toda la mañana estuve alterada y me desquité con la organizadora, así que tuve que disculparme con ella cuando Ronald se marchó porque odia que me disculpe con los demás.

Cuando eran las cuatro de la tarde decidí marcharme a casa para poder hacer un cambio en mi ropa e irme con las chicas al bar donde venden bebidas calientes.

Anja me contó esto. ¿Cómo sabe ella eso? Imagino que sus escapadas han servido para explorar el mundo externo del que tanto la protege Ronald.

Me puse una falda negra que llega hasta mis muslos, pero que tiene un velo transparente que baja hasta mis rodillas; en la parte superior me puse una camisa con el mismo diseño de la falda con la diferencia de que esta solo cubre mis pechos y por último unos tacones que me ayudan a verme un poco más alta.

No demore mucho en cambiarme de ropa porque las chicas querían llegar lo antes posible al bar para poder disfrutar allí, ya que solo estaremos aproximadamente cuatro horas.

—¿Crees que pueda conseguirme un sexy hombre? —pregunta Anja antes de subirse al auto.

Como Ronald me pidió que llevara a Oliver conmigo, decidí que era mejor que todas llegáramos juntas. Así que cuando recogimos a Marga emprendimos la búsqueda de Anja.

—Tú dijiste que había chicos calientes —menciona Marga con picardía— así que espero que las tres podamos encontrar chicos sexis y calientes.

—No necesito un chico sexy y caliente porque mi esposito tiene esas características —sonrió al hablar de Ronald. No miento, él tiene mucho más de lo que pueda encontrar en ese bar.

—Yo también tengo un chico sexy, pero no está de más apreciar a los que hayan allí.

—Solo espera que José se entere y tú— señalo a Anja—. No creo que a tu hermano le guste que andes pensando en tipos calientes —me dedica una sutil sonrisa cuando le menciono a Ronald.

—Gracias a ti ya no vive pendiente de mí —eso cree ella, pero no la bajaré de su nube por el momento.

—Espero que los bailarines sean sexis porque no tendrían que bajar a la pista a buscar un galán.

—¿Bailarines?

—Hay chicos y chicas, pero supongo que hoy solo se presentarán los chicos —pareciera estar al tanto de todo—. Tengo un informante si es lo que te estás preguntando.

—Alguien morirá hoy —exclama Marga cuando Anja termina de hablar.

—Nadie morirá hoy.

No caímos en cuenta en qué momento llegamos al bar hasta que Oliver estaciono en auto y bajó a abrirnos la puerta.

Caminamos hacia la entrada del lugar en la cual se encuentran algunas personas haciendo una fila para poder ingresar al ruidoso bar.

Las personas se apartan mediante Oliver empieza a caminar haciendo que quedemos al inicio de la fila. Un tipo que se encuentra en la puerta se hace a un lado para que podamos ingresar, mientras que algunas personas murmuran porque ellos estaban primero.

—La zona de ustedes se encuentra en el segundo piso —dice Oliver mientras intenta llamar a alguien.

—Puedes quedarte aquí abajo, no hay necesidad de que nos acompañes —dice Anja antes de iniciar a caminar.

—Mi deber es con la señora, debo estar atenta a ella —nos sigue hasta que estamos en nuestra zona.

Dos chicos se acercan a nosotros para tomar nuestro pedido —no me resisto a la bebida caliente que tiene un nombre realmente raro "picanhot"— al beberlo siento que mi garganta pica y luego como un fuego recorre todo mi cuerpo.

—¡Esto sabe horrible! —dejo el vaso sobre la mesa antes de ponerme de pie.

☙❧

Llevamos dos horas en este lugar y he bailado y tomado como nunca antes lo había hecho. Siento mi cuerpo un poco sudoroso por el calor que está haciendo, «agradezco haber traído ropa ligera, aunque estoy segura de que a Ronald no le gustara».

—¡Allí vienen! —Anja pega un grito que estoy segura, se escuchó mucho más alto que la música del lugar.

Giro hacia la dirección donde su dedo está señalando y lo que veo hace que mi mandíbula se desencaje en ese instante.

Cinco hombres semidesnudos se acercan hacia nosotras mientras mueven su cuerpo al compás de la música, no creí que existieran hombres tan sexis y que a la vez desbordaran sexo desde su mirada, pero mi esposito es mucho mejor. Tan enamorada estoy que no puedo dejar de pensar en él mientras estos cinco especímenes se acercan hasta donde estamos.

—¡Isabella, estos hombres son de otro planeta! —veo como ambas chicas acarician los cuerpos semidesnudos de los tipos.

—Mi hombre tiene mejor cuerpo —desearía tenerlo en este precisamente junto a mí.

—No deberías desaprovechar estos galanes —aparentemente la más emocionada es Anja porque es la única que sigue tocando sus cuerpos.

Uno de los tipos se me acerca e inicia un baile casi que encima de mí, pero lo único que puedo hacer es reír. Si supiera lo horrible que se ve haciendo esos movimientos, no los haría.

—Si no quieres morir, deberías alejarte ahora mismo —el tipo hace lo que Oliver le indica.

—Deberías irte, le quitas sentido a la fiesta —lo mira Anja con los ojos entrecerrados antes de poner en marcha su baile con los tipos.

Agarró uno de los vasos que hay en la mesa y me tomo el último trago de inmediato —al parecer estoy más ebria que sobria porque mi mente está recreando a mi hombre— tambaleo hasta donde está Marga para poder avisarle que iré al baño.

—Cuida a Anja, no demoraré.

Cruzo el pasillo que me lleva hasta el baño que se encuentra en este piso. Antes de poder entrar giró para ver si Oliver me siguió, pero lo que veo es la imaginación de mi esposito.

—Te estoy deseando tanto que ya te imagino en todos lados —me rio antes de entrar al baño.

—¿Quién te dice que soy una imaginación?

RONALD

Cuando terminé el encargo de los rusos me dirigí al bar. Estaba seguro de que Isabella tomaría más de lo que su pequeño cuerpo podía aguantar y estaba en lo cierto.

Cuando la vi de pie mirando hacia la pista mientras sonreía como si en su mente estuviera haciendo planes macabros, confirme que estaba demasiado ebria.

—Estás tan ebria —la sostengo de los hombros cuando su cuerpo tambalea.

—Tanto que hace que te esté imaginando —sonríe — te estoy deseando tanto esposito.

—Y yo a ti, pero deberíamos ir a casa.

—Un hombre me bailo supersexy —suspira mientras continúa hablando —ya que eres producto de mi imaginación. Baila para mí.

—Primero, ¿Quién es ese hombre? —no puedo creer que alguien en este lugar se haya atrevido a acercarse a mi mujer— segundo, no voy a bailar.

—Eres tan malo.

—Muy malo, dulzura.

—Baila para mí —insiste con el dichoso baile.

—No voy a bailar.

—Entonces bésame.

Esto no se lo niego. Ver su rostro sonrojado y esa puta falda que me muestra todo lo que es mío, me vuelve deseoso, así que la beso con intensidad. Acaricio su cintura y bajo mis manos hasta llegar a su trasero.

—Qué imaginación tan real.

—Debemos irnos o te follaré justo aquí.

Se aparta de mí y su sonrisa se amplía de una manera perversa. ¿Quiere que lo haga aquí?

—Deberías hacerlo.

—No voy a follar a mi mujer en un baño tan ruin.

Además, no puedo aprovecharme de su estado, así que decido que lo mejor será llevarla a casa y que pueda descansar, ya que mañana será un día agotador para ella.



NOTA DEL AUTOR 

 Tal vez no se lo esperaban, pero creo que esto es una recompensa por esperarme tanto tiempo.

 Enviarme mensajes de apoyo y preocuparse por mí, debo decir que ustedes son los mejores y les agradezco mucho por tenerlos. 

 ¿Preparados para la boda? Creo que este capítulo se dividirá en dos. :( 

 Agradecería mucho si dejaran comentarios porque ellos son la recompensa que ustedes me dan. 

 Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.

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