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CAPÍTULO 41

RONALD

Isabella se levantó más temprano de lo normal y evito desayunar conmigo, según ella porque su amiga la necesitaba con urgencia, pero estoy seguro de que salió para alejarse un poco y no la juzgo, pues está en todo su derecho de pensar las cosas. Las emociones de ayer fueron demasiado fuertes para ella.

—¿Pudiste confirmar lo que dijo André? —le pregunto a Evans. No quería involucrarlo en todo esto, pero es el único que puede ayudarme en este caso.

—Hablamos con Alexey y no tiene conocimiento de lo que dijo André, pero aseguró que hablaría con su hermano —responde.

Luego de que mi mujer saliera de casa, me dirigí al depósito del norte, ya que quería asegurarme que la llegada de este tipo no tenga nada que ver con la amenaza que dejaron en la mansión la noche que estuvo Isabella sola. Las grabaciones de ese día desaparecieron y los hombres que prestaron guardia esa noche aún no han confesado nada.

—Voy a estar en mi oficina hasta las diez porque debo ir a la empresa a solucionar algo —digo al entrar en ella.

—Estaré en la sala de abajo, si me necesitas no dude en hacérmelo saber —dice Evans mientras se dirige a la salida.

Lo veo salir e inmediatamente le marcó al ruso, no puedo quedarme con lo que dijo Evans, así que necesito asegurarme por mis propios métodos que es lo que está planeando André.

—alemán —responde este de inmediato.

—Necesito un favor tuyo —voy directo al grano, no me interesa saber como está y mucho menos lo que hace.

—Tan directo como siempre —espeta.

—Hay alguien que asegura que tú secuestraste a su hijo —menciono.

—No he secuestrado al hijo de nadie —confiesa.

—Asegura que fueron ustedes los rusos y tú eres alguien que tiene una posición alta allí —le recuerdo.

—Tengo un rango alto, pero no soy la cabeza de la organización —declara— en estos momentos no estoy al frente de nada porque me estoy encargando de mi familia —confiesa.

Si Jasha no tiene nada que ver y posiblemente no esté al tanto, eso significa que hay algo raro aquí, que el inglés está mintiendo o sus planes tienen un diferente objetivo.

—Puedo averiguar con mis conexiones y hacerte saber lo que descubra —propone —solo dime el nombre de las personas involucradas.

—El sujeto se llama André y es hijo del jefe de la mafia en Inglaterra —expresó.

—Te llamaré cuando tenga información —dice.

—Sé perfectamente que en este mundo no se hacen favores gratis. ¿Qué quieres? —pregunto.

—Que embaraces a tu mujer —dice con gracias —que tengas una niña igualita a ella para que sea la reina en Rusia junto a mi hijo —lo escucho reír sonoramente cuando termina de hablar.

Ni en sus más grandes sueños pasaría algo como eso, que su mocoso se haya ilusionado con la belleza de mi mujer, no significa que mis hijos estén al alcance de esa familia. Además, si llego a tener hijos, ellos serán quienes gobiernen mi imperio.

—Eres un jodido imbécil, si llego a tener una hija, esa pequeña será inalcanzable. Tu mocoso será insignificante a su lado —sé que lo que acabo de decir puede no gustarle —además tendré un niño para que se case con esa pequeña copia tuya.

Al parecer el ruso tuvo dos hijos con esa mujer que vi en la fiesta de su fallido compromiso.

—Hijo de puta —dice antes de terminar la llamada.

¿Qué es lo que quieres, André? Me hago esta pregunta mientras sigo investigando su vida en Inglaterra.

Se casó con la hija del gobernador de su ciudad, tuvieron un hijo dos años después de su matrimonio. Pero hay algo que no logro entender o no me convence en nada.

En este informe aparece que el pequeño desapareció hace tres meses, pero no saben la causa de eso. Su madre entró en una depresión, la cual hizo que la mantengan en un hospital.

Salgo de mi oficina y me dirijo a la sala donde se encuentran las cinco personas que hicieron guardia aquella noche, alguno de ellos sabe quién estuvo en mi casa.

—¿Confesaron algo? —le pregunto a Arno. Es el más veterano aquí y quien le servía a mi padre, así que es el único que tiene la entera confianza de toda la familia.

Aunque no hay nadie que se haya ganado mi entera confianza.

—Todos tienen la misma versión —me informa.

—¿Entonces debo matarlos a los cinco? —les pregunté esta vez a ellos.

—¡Señor, le juro que yo no tengo conocimiento de nada! —grita uno de ellos.

—Entonces, ¿dime cuál crees que es el culpable? —me acerco a él y le preguntó sosteniendo su rostro.

—No lo sé, señor, hicimos rotación de nuestro puesto a media noche como estaba acordado, yo estuve todo el tiempo con Marín y Joan —menciona lo que ya sabía.

—Separa a los cinco —informo —lleven a tres a la sala cuatro y dejen a otros dos aquí.

Mi paciencia se acaba y el tiempo para descubrir quién está detrás de todo esto también.

—Ya no hay necesidad de hacer— me giró a mirar a la persona que empezó a hablar —sé perfectamente que no saldremos vivos de aquí —muestra una sonrisa incluso más siniestra que la mía.

—Ya veo —empiezo a retroceder los pasos que había avanzado y me posiciono frente a él —¿Quién está detrás de esto? —preguntó con la mayor calma que he llegado a tener.

—Todo esto es una venganza hacia ti y tu familia —habla —hay alguien que está vengando algo que perdió a manos de tu familia —continúo escuchando cada palabra que dice —ahora nos revelaste algo importante, tu debilidad.

—¿Mi debilidad? —me acerco mucho más a él hasta sujetarlo de su camisa —el alemán no tiene debilidades.

—Hace un tiempo la conseguiste, llegó a ti y se convirtió en lo que puede destruirte —se ríe sonoramente sin importarle que mi puño esté acabando con su rostro.

—¿Crees que alguien sería capaz de tocarla? —sonrió al hablar.

—Y harán más que tocarla. No me arrepiento de ayudar en tu caída, alemán —habla —Tú, tu preciado imperio y la delicia que conseguiste, caerán y no me importa morir sin ver eso porque la satisfacción de verte en el infierno como el perro que eres me será mucho mejor.

¿Cómo se le ocurre hablar de esa manera de mi mujer? Adelantó su muerte, y lastimosamente nunca verá mi caída, porque el infierno donde estaré es el que yo mismo he construido.

—Estoy seguro de que no dirás nada que me sea útil —sus ojos conectan con los míos y no veo miedo o arrepentimiento en ellos, así que no dudo en disparar haciendo que su cabeza cuelgue hacia el otro lado.

Todos los presentes me miran con miedo, pero es lo que menos me importa, ahora las cosas se complican mucho más. Salgo de allí para poder dirigirme a la empresa y poder terminar los pendientes para llegar pronto a casa y asegurarme de que ella está bien.

—Vamos para la empresa —le digo a Arno que se encuentra al volante —asegúrate de que las personas encargadas de Isabella no se separen de ellos, no me importa si se dejan ver de ella.

—Oliver la está acompañando, los demás rodearon el perímetro de la casa de la señorita Margara —me informa Arno.

—Necesito que los nuevos empiecen a ocupar sus lugares —digo mientras reviso mi teléfono —también quiero información sobre la búsqueda de mi tío.

—Recibimos una llamada donde aseguraban haber visto a Charles.

—Pero resultó siendo mentira —es obvio, Charles no se va a mostrar hasta que se asegure de que baje la guardia.

—Como toda la información que ha llegado, pero seguimos trabajando en ello.

A partir de ahora las cosas se pondrán difíciles, con Charles fuera de mi radar, la persona que me está traicionando y el inglés que llegó pidiendo algo que no pienso darle, me estoy cargando de problemas. Así que debo mezclar los tres y resolverlos en el menor tiempo, porque quiero disfrutar con mi mujer.

Cuando llegamos a la empresa recibí un mensaje de Oliver donde me decía que venía con mi rubia porque ella se lo pido y me alegro saberlo, me emociono de que posiblemente sus pensamientos se acomodaron y ahora me ha perdonado por lo sucedido en la reunión.

—Faltan dos muebles para terminar la oficina —dice el hombre que tuve que conseguir para que terminara esto, que le quedó grande a los demás.

—Los necesito para mañana —digo.

—Estarán hoy por la tarde —confiesa.

Cambiar de diseñador fue lo mejor que pude hacer. La oficina quedó perfecta, me aseguré que tuviera un aspecto que refleja lo que es Isabella, algo que la hiciera sentirse cómoda y lo lograron.

Regreso a mi oficina, pero la inesperada entrada de Arno me deja desconcertado, él no es imprudente.

—Están siguiendo el auto donde va la señora —informa con desespero.

«Encontramos tu debilidad», esas palabras se repiten en mi mente y me estremezco.

—¿Están cerca? —pregunto mientras salgo de la oficina.

—Oliver tuvo que desviarse y los demás lo perdieron —confiesa.

—El anillo que ella lleva tiene un localizador —digo sacando mi teléfono del bolsillo.

—Prepararé el auto —camina delante de mí mientras observo donde se encuentra mi mujer.

—Aún sigue con Oliver —decido bajar por las escaleras porque es lo más rápido en este caso.

Si ella se dio cuenta de que la están siguiendo, debe creer que es Benno y el hijo de Kurt quienes están detrás de ella porque fue la amenaza que hicieron antes de morir.

—Están a siete cuadras de aquí —me subo de copiloto al auto.

Arno inicia a conducir con una gran velocidad y agradezco que sea él quién va manejando, porque yo no estaría respetando ninguna señal de tránsito.

—Los demás acaban de alcanzarlos —manifiesta.

—Que hagan que el auto donde va mi mujer se separe de ellos y logren perder a quienes los siguen —digo. —quiero que atrapen a todos los que estén ese auto.

—Oliver ingresó a la principal —revela.

—Acabo de darme cuenta —le enseñó el teléfono donde parpadea la luz roja.

Puse el rastreador en el anillo por si algo como esto llegaba a suceder, entonces no me arrepiento de haberlo hecho porque esta es mi esperanza de encontrarla.

Oliver detiene el auto unos metros delante de nosotros. Bajo para poder asegurarme que mi mujer se encuentra bien, pero en el momento que la sacó del auto empieza a luchar con desespero.

—No me hagas nada, por favor, te lo juro que no fui yo —habla con miedo.

—Soy yo —le hablo —mírame, por favor —pido.

—¡Oh por Dios! —grita cuando se asegura que soy yo quien la sacó del auto —creí que ellos habían venido por mí.

—Soy yo y estoy aquí —la atraigo hacia mi cuerpo.

—Tengo miedo —su labio inferior tiembla al mencionar eso.

No quiero que sienta miedo, quiero que ella se sienta segura, con confianza, que nada le pasara porque yo la estaré protegiendo.

—Ellos vendrán por mí —sabía que estaría pensando eso.

—Ellos no vendrán por ti —afirmo, porque si ellos vienen, primero llegarán a mí y no tendrán la mínima oportunidad de acercarse a ella —nunca se acercarán a ti.

Hago que ella suba al auto, esta vez de copiloto porque seré yo quien conduzca hasta nuestra casa.

—¿Por qué ibas para la empresa? —le pregunto mientras conduzco.

—Quería hablar contigo —dice —también llevaba comida —vira su rostro hacia la parte trasera del auto donde se encuentran unas bolsas.

—¿De qué querías hablar? —quiero que su mente se distraiga en algo más.

—De lo que sucedió anoche, de mi reacción en la madrugada y de tus celos que me aterran —confiesa.

—¿Aún quieres hablar? —detengo el auto por un momento para poder observarla.

—Sí, quiero que estemos bien.

—Lo estamos dulzura, estamos bien —menciono.

—Quiero que estemos mejor. Que esto —nos señala a ambos —nosotros podamos tener una confianza mutua.

—Entonces vamos a un lugar para que estemos cómodos y podamos resolver todo como se debe —digo mientras emprendo camino hacia la pequeña cabaña del lago donde le propuse matrimonio.

Tome la decisión de ir a allí porque tendremos privacidad y aunque en la mansión también la tenemos, después de lo que me confesaron hoy, quiero que todos los hombres que están allí sean retirados para que los nuevos inicien su labor —sí, sé que entre los nuevos puede haber un traidor, pero en este punto ya no confió en nadie—.

Isabella se sorprendió cuando llegamos al lago, supongo que no creí que la traería aquí. Pero es el mejor lugar, ya que solo una persona tiene conocimiento de el.

—¿Quieres tomar algo? —me quito el abrigo mientras camino hacia la cocina.

—Deberíamos calentar un poco esto —levanta las bolsas donde supongo, viene la comida —también traje esto —saca una botella de vino de una de las bolsas.

—¿Qué compraste? —pregunto cuando le recibo las bolsas.

—Para ti traje pavo, para mí raviolis rellenos.

—Entonces comamos antes de que me digas todo lo que tienes en mente.

Caliento todo lo que ella trajo para luego llevarlo a la mesa donde empezamos a comer en completo silencio «estoy seguro de que esa pequeña cabeza está llena de preguntas en este momento, espero poder responderlas todas».

—No tomes, no cuando no hemos hablado —la detengo antes de que la copa toque sus labios.

—Entonces podemos hablar ya —dice poniéndose de pie.

Imito su gesto y la sigo hasta la sala donde se acomoda y me observa mientras me siento enfrente a ella.

—Te escucho —trato de no acercarme a ella para no agobiarla.

—Me das miedo —dice con seguridad.

—Nunca ha estado en mis planes causarte miedo, solo quiero que te sientas a gusto conmigo —confieso.

—En realidad no eres tú. Son tus celos los que me causan miedo— corrige—. Cada vez que salen quieres matar a alguien.

—Eso no lo puedo controlar —afirmo —no puedo estar tranquilo al pensar que alguien puede verte, tocarte e incluso desearte.

—Pero debes entender algo, Ronald —se pone de rodillas frente a mí —yo quise quedarme contigo.

—Pero ellos no entienden eso, ¿sabes? —me inclino ante ella para poder mirar fijamente sus ojos —Y si alguno se acerca, te toca o simplemente te mira de una forma que no debe, debo hacer lo que siempre hago.

El brillo que tiene sus ojos es de tristeza y lo sé por cómo sus ojos se cristalizan al instante.

—No deberías suponer eso— trata de tocar mi mejilla, pero se detiene —si ellos se acercan yo los alejaré, si intentan tocarme lo impediré.

—¿Y si te miran? —hago que su mano toque mi mejilla como lo iba a hacer.

—Los ignoraré porque mi mirada está puesta solo en ti.

—Joder dulzura.

—Además, te amo a ti, quiero estar contigo y que podamos construir algo que sea solo nuestro.

Sonrió mientras la escucho hablar. Esta mujer supera mis expectativas día a día y me asegura que nunca podrá haber alguien que se compare con ella porque Isabella no es nada diferente a las demás. Isabella es única e incomparable.

—También te amo —acaricio su cabello.

—Reduce tus celos y por favor no le apuntes a todo el mundo con tu arma —pide antes de ponerse de pie.

Me apego a su cintura antes de que se aparte de mí.

—No puedo prometerte eso —y no lo puedo hacer, es algo que sale y me domina de una manera loca.

—Puedes hacerlo, podemos trabajar en ello —propone.

—¿Crees que pueda manejarlos? —le pregunto.

—Estoy segura —me da un casto beso que para mí sería el primero del día, pero no duró lo que necesitaba.

—¿Entonces ahora estamos bien?

—Estamos trabajando en eso.

—¿Qué falta para que estemos bien?

—Que me ayudes en algo —solicita —hay alguien que quiero alejar, pero no quiero que lo alejes a tu manera.

Alguien que quiere alejar. Tal vez sea André, pero eso no lo necesita, pues me encargaré de eso sin que ella lo pida.

—André, no te molestará, puedes estar tranquila.

—No es él. Una persona con la que estuve en Inglaterra —no tengo que ser adivino para saber quién es esa persona, al parecer mi amenaza no le quedó clara.

—¿Quién? —ella no sabe que lo conocí y mucho menos de la golpiza que se llevó por haber hablado de esa manera.

—Eric, no lo conoces, pero asegura que vendrá y me buscará —ni en los sueños de ese idiota la volverá a tener.

—Yo me encargaré de él, no te preocupes.

—Dices tanto esa palabra que hasta siento preocupación por ella —veo como se dirige hasta la mesa donde estábamos comiendo.

—No deberías hacerlo, hay muchas personas que se encargaran de protegerte sin importar que sus vidas corran riesgo.

—¿Nos quedaremos aquí por hoy?

—Sí.

Hablamos por un rato y disfrutamos de una buena manera el vino que ella compró para nuestro almuerzo. Decidí posponer lo que tuviera que hacer y pasar la tarde con ella.

Las personas que los siguieron lograron escapar y estoy seguro de que esto debe ser una jugada de Charles y las personas que presumen me destruirán, lo que no saben es que yo voy una vida entera delante de ellos y cuando ellos quieran mover una ficha yo ya acabé el juego.



NOTA DEL AUTOR 

 Les dije que no podían creer todo lo que digo, pero corren ustedes y caen en mis mentiras. :)

 ¿Maratón? Obvio, pero dije que iba a publicar durante el día y no iban a saber en qué momento saldría el capítulo. 

 Las ediciones que le doy a los capítulos son súper rápidas, así que si encuentran fallas en la ortografía se los agradezco si no hacen saber de una buena manera. 

 Ahora sí. Nos leemos el próximo viernes... 

 Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.

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