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CAPÍTULO 4

ISABELLA

No me había sentido tan utilizada desde que estuve con André, ahora entiendo algunas cosas que ignoraba. Me caló hondo todo esto, el dolor es tanto que empiezo a creer que de verdad lo amaba.

Toda la noche estuve pensando en eso, tanta emoción por verlo, follar en el momento que llego para que a la final me dejara tirada porque ahora no valgo lo mismo, porque ahora no tengo el dinero de mis padres.

Hoy debo estar a las cinco en el bar del tío de Marga para iniciar mi fase de prueba, espero que me vaya bien porque es lo único que tendré como sustento hasta que consiga otro trabajo.

Tengo mi título como administradora de empresas, pero por el momento pausaré eso, no quiero trabajar en algo que pueda recordarme a mi familia.

—Estoy abajo. —Recibo un mensaje de Marga y salgo de inmediato.

Siento que ya llevo mucho utilizando esta habitación, así que decidí ver algunos lugares antes de ir al bar, Marga me acompañara porque ella conoce mejor esta ciudad.

—Parece como si hubieras llorado toda la noche. —Me mira con intriga.

—No quiero hablar de eso, —digo —¿Cómo van las cosas con José? —Desvió la conversación para que no me hiciera preguntas.

—Cada vez mejor, como siempre, —Responde a mi pregunta —no te preguntaré nada, pero sé que me ocultas algo.

De algo han servido estos siete años, ella me conoce muy bien y sabe cuándo algo me pasa, y sí, me pasó un «no quiero nada contigo porque ya no tienes el dinero de tus padres».

Salimos del hotel y no hago algo más que seguir a Marga por donde se mete, llegamos hasta un callejón que a primera vista se ve que el alquiler por estos lados debe valer un ojo de mi cara y en estos momentos no puedo darme ese lujo.

Entramos a un edificio que grita «soy lo más caro que verás en tu pobre vida» la sigo, pero mi intención no es vivir aquí, no puedo darme el lujo de arrendar un apartamento en una zona tan prestigiosa.

—¿Qué vale este? —Le pregunto al señor que nos va a mostrar algunos apartamentos el día de hoy.

—Se pide un depósito de veinte mil dólares y mensual se pagan diez mil dólares. —Me atraganto con mi propia saliva.

Haciendo cuentas solo podría vivir diez meses aquí y eso que no tendría con qué comer y tampoco creo que en el bar vaya a ganar tanto dinero.

—No lo voy a mirar. —Digo antes de que el señor inicie a mostrar los lugares del departamento.

—No te preocupes por el dinero, —Habla Marga —José y yo te ayudaremos con eso.

—No. No voy a vivir del dinero de ustedes, puedo conseguir algo más económico, puedo conseguir un alquiler de cinco mil dólares y amoblar todo a mi gusto. —El tipo hace un gesto de molestia y no me importa, él no es quien gastara todos sus ahorros en un estúpido apartamento.

—¿Tiene algo de ese precio? —Le pregunto al tipo que comienza a detestarme.

—Sí, pero no en lugares muy seguros, en estos momentos está disponible uno en dos mil dólares. —Dice tratando de intimidarme, pero aceptaré eso.

—Acepto ese, llévanos allí y dependiendo el estado del mismo lo tomaré hoy mismo.

—Piénsalo bien, —insiste Marga, pero la ignoro —nosotros podemos ayudarte.

—No insistas, mejor vamos que se nos hace tarde. —La sostengo del brazo y salgo con ella.

Salimos y voy casi que, arrastrando a Marga, ella está loca, si opina que yo me quedaré aquí habiendo casas más económicas, debe entender que ahora no soy una niña rica.

Nos subimos al carro del tipo, el cual emprende el viaje de inmediato, sé que no está nada feliz por haber perdido un negocio tan bueno, pero, ja, ese apartamento lo hubiera cogido si aún tuviera mis tarjetas, aunque nunca he derrochado el dinero de mis padres.

—Tu familia tiene edificios en esta ciudad. —Dice Marga mientras el auto avanza.

—Mis padres tienen propiedades regadas por todo el país y fuera de él, pero eso no me importa en estos momentos. —Realmente no me importa, no quiero pensar en ellos hasta que aparezcan, porque sé que lo harán y no será nada agradable para ambos lados.

—¿A veces no te intriga con quien querían casarte tus padres?

—No. —Miento, si tengo intriga, pero no es algo que me quite el sueño —Sé que es un vejestorio como todos los socios de papá.

—Te imaginas que sea un galán mucho mejor que el tonto de Eric.

—Puede ser el mismísimo príncipe de Inglaterra e incluso el amor de mi vida, pero si me debo casarme por decisión y poder de mis padres, nunca lo haré.

El tipo nos mira mientras hablamos, pero lo ignoro, debe estarse preguntando de qué si tengo tanto dinero porque busco un lugar tan ruin.

Llegamos casi al centro de la ciudad y justo como lo había dicho él, el lugar no se ve muy bien, hay varios edificios con el mismo aspecto, todo se ve antiguo y juro que me daría miedo caminar de noche por aquí, pero es para lo único que me alcanza, por ahora.

—No creo que sea buena idea que vivas. —Menciona Marga.

—Sé cuidarme sola, lo he hecho durante doce años, —le restó importancia —además no se ve tan mal.

Se ve terriblemente mal el lugar, pero estoy segura de que me acostumbraré, además corro más peligro en otra parte que aquí.

Entramos a uno de los edificios y no se ve tan mal por dentro; subimos cuatro pisos por las escaleras porque el ascensor está malo, «típico de estos sitios».

—José morirá cuando le cuente donde quieres vivir. —Dice marga cuando entramos al apartamento.

— Estás exagerando, no está tan mal.

Seguimos hablando mientras recorro el apartamento, tiene dos dormitorios, una sala pequeña al igual que su cocina, pero lo mejor es que cuenta con dos baños «uno de ellos en el dormitorio principal», no puedo decir que tiene una vista linda porque solo puedo ver edificios por todo el lugar.

—Entonces, ¿se queda con este? —Pregunta el tipo aun con cara de molestia.

Debería agradecerme que tomaré uno de sus contratos.

—Sí, ¿Cuándo puedo mudarme? —Si fuera mañana mismo para mí sería excelente.

—Podemos firmar el contrato mañana y al finalizar se le entregarán las llaves. —Sonrió al escucharlo, realmente me gusta.

Recorro por última vez el apartamento y me hago una idea de todo lo que compraré y como lo puedo acomodar, aunque está en un sitio no muy bueno, el apartamento se ve acogedor.

—¿Nos vemos mañana después de medio día? —Le digo a Arturo, así que llama el hombre tan simpático, «lea mi sarcasmo».

Me confirma con un asentimiento de cabeza y nos despedimos de él, nos toca pedir un taxi porque Marga no llegó en carro y andábamos en el auto del señor simpatía.

Fue algo complicado que un taxi llegará hasta nosotros, siento que vivir aquí será un verdadero reto.

Llegamos al hotel pasada la 1 pm y tuvimos que hacer todo contra reloj, almorzamos en mi habitación y luego Marga me esperó para poder acompañarme al bar de su tío.

Ahora mismo vamos en el auto de José, quien se ofreció a llevarnos y se lo agradezco, ya que soy un poco lenta en algunas cosas y me demore más de lo requerido en terminar de arreglar.

—Estoy muy feliz porque conseguí un lugar donde vivir. —Digo realmente emocionada, siento que veo la luz al final del túnel.

—Un muy mal lugar. —Me cuestiona Marga.

—Isa, Marga me contó donde está ubicado el apartamento y realmente no veo necesario que estés en un sitio así. —Habla mientras su mirada sigue fija en la carretera.

—Es para lo que me alcanza, no puedo gastar todos mis ahorros en un lujoso apartamento donde solo estaré diez meses si mucho. —Calcule muy bien cuando el señor simpatía dijo el valor de ese apartamento.

—Sabes que por dinero no deberías preocuparte, —Dice —es mejor tu seguridad, sabes que tu familia es muy importante y si descubren quién eres no será nada bueno, teniendo en cuenta que no hay nadie que te cuide.

No lo había pensado desde ese punto, pero por ahora nadie en Alemania sabe quién soy, bueno, uno que otro, pero hace mucho no viajaba a este país y para ser sincera he cambiado mucho.

—Nadie me reconocerá, además no utilizaré mi apellido. —Eso ya lo había supuesto, mi apellido, nadie más que mis amigos lo sabrán.

—Las cosas no son tan fáciles como las pintas, tu familia tarde o temprano empezará a buscarte.

—Eso lo sé, por eso estaré lo más alerta posible.

No sigo hablando del tema, porque entre más lo pienso, más temor me da y empiezo a dudar de la decisión que tomé, quiero demostrar que yo puedo sin ellos, que todo este tiempo, alejada de ellos, sirvió para algo, que su dinero no me llenó como lo hubiera hecho tenerlos cerca.

Llegamos hasta el bar del tío de Marga y por fuera se ve que no es cualquier bar, debe haber invertido una gran suma de dinero; afuera hay una fila que a simple vista se ve interminable, se aprecia que es un lugar bastante famoso y concurrido.

«Imagino que solo permiten personas con buen dinero».

☙❧

Luego de un extenso interrogatorio por parte del tío de Marga estoy detrás de una barra, recibiendo pedidos como lo dijo Lucían, por el momento solo recibiré los pedidos y despachará desde la barra.

«No es lo mejor ni lo peor que he hecho, pero recibiré una buena paga».

La música del lugar es buena y aunque está a tope el ruido no me molesta, podría decir que me incentiva a mover un poco mis caderas mientras ejerzo mi trabajo.

Lo malo de estar aquí es que estaré despierta toda la noche y posiblemente mis piernas mañana no me respondan.

—Te ves feliz —habla el chico que me está enseñando a no morir mientras recibo y entrego pedidos.

—Diría que entusiasmada, —respondo con una sonrisa— he trabajado en tantas cosas, pero nunca en un bar. —Me confieso con el desconocido.

—No tienes cara de que necesitaras estar aquí, —es lo que piensan muchos, pero se equivocan.

—Te sorprendería de donde vengo, —digo más por crear curiosidad en él. —Pero confía en que necesito este trabajo incluso más que tú.

Le dedico una sonrisa y me dirijo nuevamente a la barra a entregar el trago de aquel hombre panzón que no hace nada más que comerme con la mirada, «pobre, ni en sus sueños estaría con alguien como yo».

—Aquí tiene su pedido —le extiendo las cervezas. —¿Algo más? —Pregunto al ver que no quita su mirada de mis pechos.

—Esta es para ti, —me extiende una de las cervezas que acabo de entregarle.

—Muchas gracias, pero no puedo beber en jornada laboral. —Más que sentirme incómoda, me divierte el viejo.

—Puedes tomarla cuando tengas un descanso, esto no hará efecto en ti, guapa. —Se aleja al mencionar esto último.

Pongo la cerveza en un lado porque no la tomaré, la cerveza y yo no somos amigos o mejor diría, el alcohol y yo somos enemigos, si tomo esa cerveza les aseguro que tendrán un show exclusivo de Isabella Benz y les aseguro no querrán ver eso.

La noche transcurre con normalidad con la única excepción que los hombres de aquí me comen con la mirada, «podría jurar que si vengo vestida de monja estarían haciendo lo mismo».

Mi jornada laboral termina y me veo despidiendo de todos los trabajadores que se cruzan en mi camino; la noche estuvo muy agitada, realmente este bar es muy reconocido, hoy apenas es jueves y ya estaba a tope, no quiero imaginar cómo estará el sábado.

Salgo del bar y un frío me recorre todo el cuerpo, mi piel se eriza momentáneamente; sonrió al ver a Marga y José abrazados, a veces si quisiera tener un amor tan sano como el de ellos.

—Los tórtolos, —digo cuando me acerco a ellos— les agradezco todo esto, pero no veo necesario que vengan a esta hora por mí.

De verdad que es muy lindo de parte de ellos hacer esto, pero ya siento que hacen más de lo que deberían «más que mi propia familia».

—Pasábamos por aquí —dice José.

—Aja y yo no estoy trabajando en este bar, —se ríen al escucharme.

—Bueno, si compras un auto te dejaremos en paz —dice Marga esta vez.

—¿Un Mercedes? —Preguntó con sarcasmo.

—No estaría nada mal, puedo dártelo si quieres —dice Marga.

— Si tienen tanto dinero por derrochar, deberían donarlo, hay muchos niños que sí necesitan de él.

—Tú y tus influencias de caridad.

—Me compraré una moto, —la cara que ponen es un verdadero poema.

¿Qué tiene de malo una moto? Yo en Inglaterra vivía feliz encima de esas cosas, aunque en algunas ocasiones me reprendieron por ello, nunca me quitaron el gusto. Las amo.

Nos subimos al auto y continuamos nuestra conversación hasta llegar al hotel. Luego de despedirme de ellos llegó a mi habitación, llegó muerta y lo único que puedo hacer es quitarme el pantalón.

He trabajado duro «o eso pienso yo», pero trabajar en un bar no se compara a trabajar en tiendas, ayudar en deberes sencillos de una casa e incluso dar clases.

☙❧

Llevo cuatro semanas trabajando en este bar, un mes para explicar mejor. Me mudé a mi pequeño apartamento y lo amoblé a mi gusto, es una cosa pequeña, pero que tiene mi esencia. Me compré esa moto que tanto quería y aunque casi se lleva todos mis ahorros, valió la pena, ahora ando por la ciudad como si realmente la conociera.

De mi familia literalmente no he sabido nada y presiento que ellos saben donde estoy, la última semana me he sentido observada y les juro que no es paranoia, he visto varios hombres, pero cuando los enfrento no dicen nada y simplemente se alejan.

Estuve tentada a llamar a mi nana, pero Marga me dijo que no, que era mejor hacerlo más adelante, cuando llevé más días en esta ciudad.

Salgo del bar como todos los días que trabajo aquí y me subo a mi moto, la brisa golpea mi rostro, pero es una sensación buena.

Como las calles están solas acelero un poco más, amo esto, la velocidad y el peligro corre por mis venas.

Me detengo en un semáforo y vaya la casualidad, un idiota tenía que golpear la parte trasera de mi moto y hacerme caer; me pongo de pie como si de un rayo se tratara.

—Serás cabrón— gritó cuando me acerco a su auto.

Es un auto muy parecido a uno de los que tiene mi familia, un Porsche modelo 718; nadie sale del auto y mi ira aumenta, sea quien sea me las pagara.

Golpeó varias veces la ventana del piloto hasta que siento como abren la puerta.

Sorpresa fue la que me lleve al ver que era el mismo idiota que me invito a follar cuando mis amigos me estaban consiguiendo mi habitación.

—Pero mira a quien me encuentro —Joder, no creo en las coincidencias.

—Eres un cabrón, me pudiste haber matado —digo con la ira recorriendo todo mi cuerpo.

—Créeme, —se acerca más de lo que me gustaría —puedo matar, pero a ti no, contigo tengo otros planes.

Jadeo al sentir su aliento a mentolado con un atisbo de vodka. Joder, el cabrón tiene todo lo que me gusta, pero al ver lo patán que es, todo eso se reduce a odio.

—En tus sueños imbécil— retrocedo con la intención de levantar mi moto, pero él se acerca y me agarra de la cintura. — ¡SUÉLTAME IMBÉCIL! —grito con la intención de que alguien me escuche, pero para mi mala suerte las calles están más que vacías.

—Quieta, Isabella —mi nombre se desliza entre sus labios y me tenso.

No, él no puede ser gente de mi padre, me niego a que me haya encontrado tan rápido; mis ojos se nublan en el instante y un temblor recorre mi cuerpo.

—¿Cómo es que sabes mi nombre? —Pregunto queriendo que él no diga lo que pienso.

—Creí que ya me conocías o que tu padre te había dado la información.

Me gira con más fuerza de la requerida y un chillido sale de mí cuando sujeta uno de mis brazos.

—Mucho gusto Isabella Benz, soy tu futuro esposo, Ronald Richter. —dice con una jodida sonrisa que quiero acabar a golpes.

Me suelta cuando termina de hablar y retrocedo más de lo debido, no proceso sus palabras. ¿Él me reconoció en el hotel? ¿Supo de mí desde el primer momento?



NOTA DEL AUTOR 

Apareció nuestro galán. ¿Cómo consideran que es Ronald? Los leo.

Mis actualizaciones están siendo lentas, pero les aseguro que el rumbo que está tomando esta historia es totalmente diferente a lo que pensé, tenía algunos capítulos escritos, pero al cambiar la trama todo empezó casi desde cero.

Para ser sincera me siento más cómoda con lo que estoy escribiendo y los sentimientos que generan en mí ¡Dios!, espero poder publicar otro capítulo esta semana o si no, nos leemos la próxima semana, cada semana tendrán capítulo de GAA.

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