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CAPÍTULO 35

ISABELLA

Es como si todo hubiese sido un sueño. Me desperté, pero Ronald no está en la cama y pensé que había soñado todo lo que pasó desde que llegó, pero al ver la camisa manchada de sangre me confirmó que nada fue un sueño.

Me levanto y me dirijo al baño con el deseo de que Ronald esté allí, pero al entrar cualquier deseo que tenía se desvaneció. No está por ningún lado —seguramente se marchó—, pero ¡joder! Qué hombre tan terco, debe estar en cama, pero lo primero que hace al despertarse es marcharse.

¿Es que no se quiere?

A mi parecer está muy herido —y no, no estoy exagerando— pero él cree que no le paso nada, que puede salir en ese estado.

Era obvio que no se quedaría en la cama, pero por lo menos hubiese intentado estarlo un tiempo más porque yo estaba junto a él, hasta ahí llegó el "quiero descansar con mi mujer".

Mi mujer mis pelotas.

Bajo a la cocina para hacerme algo de comer, «no voy a dejarme morir de hambre solo porque el jodido imbécil decidido que su puto trabajo era prioridad ante su salud».

—Señora, estaba a punto de llevarle la cena —habla Blanca cuando entro a la cocina.

—No hay problema, puedo comer aquí —digo.

—Pero el señor informo que debería llevarle la cena hasta la habitación —informa.

—Puedes ignorar las órdenes del señor. —digo—. No tienen algún efecto en mí.

—Dijo que usted debería descansar.

—¡Ja! —bufo con irritación —¿descansar, yo?

Desgraciado, hipócrita, descuidado y un sinfín de palabras tengo para él en ese momento.

—¿Sabes dónde está? —posiblemente Blanca pueda darme la información que necesito en este momento.

—Lleva dos horas en su oficina—bingo.

¿Por qué no lo pensé antes? Por supuesto que estaría allí.

¿Qué debo hacer primero? ¿Insultar? No, sería una burla para él.

¿Golpearlo? No, puedo lastimarlo y es lo que menos quiero ahora.

¿Reclamarle el porqué me dejo sola en la cama?

Las tres opciones son perfectas y posiblemente haga las tres, primero lo golpeó, luego lo insultó y por último le reclamó, sí, así será.

—¿Está con alguien?

—Con Evans y Oliver —responde ella.

—Muchas gracias. —intento caminar, pero me detengo—. ¿Puedes llevarnos algo de comer? —pido.

—Sí señora.

—Deja de decirme señora, soy mucho menor que usted —le pido antes de retirarme.

Golpear, insultar y reclamarle... repito la secuencia para que no se me olvide «obvio que eso no pasará».

—¿Crees que después de esto volveré a confiar en ti? —escucho como habla con alguien.

—Puedes no creerme, puedes matarme, pero en mi conciencia está que jamás te he traicionado y nunca lo haré —esa es la voz de Evans.

—Tus visitas a casa de Charles dicen todo lo contrario —habla nuevamente Ronald —tu mala puntería para matarlo lo confirmaron.

—¡Joder! Te dije que fui una sola vez a su casa y fue porque me juro que tenía información de mi madre, lo acepto caí en su estúpido juego y mi puntería ¿Cómo te atreves a preguntar por ella? Soy un puto hacker, no un tirador —responde con ira.

—Sabes muy bien que estamos buscando a tu madre, juntos, no tienes que acudir a otros —soy una jodida chismosa.

—Dijo que la había visto, que tenía las coordenadas de donde la tenían —su voz se entrecorta al hablar.

—Debiste decírselo a Ronald —le dice Oliver —sabes que es el único en que podemos confiar.

—Lo sé, pero es mi madre, nuestra madre Oliver, llevamos seis años sin saber de ella.

Eso sí que debe ser duro, si sufrí yo y eso que sabía dónde estaba mi madre.

—No regreses a ninguno de mis depósitos, no hasta que te lo permita.

Escucho pasos acercándose a la puerta. Trato de esconderme, pero fue demasiado tarde porque Oliver alcanzo a verme.

—Buenas noches —los saludo a ambos con algo de timidez.

—Buenas noches —me responden los dos antes de pasar por mi lado.

Espero hasta que desaparezcan en la curva del pasillo para ingresar a la oficina.

Golpear. Insultar. Reclamar.

No se me olvido, esto es algo que debo solucionar.

Me acerco hasta donde está Ronald, el cual está sonriendo como si no estuviera a punto de recibir una paliza.

—¿Puedo saber que estás haciendo aquí? —lo sabía, me iría solo por la última opción.

—Tenía que arreglar algunas cosas. —responde—. Ahora podemos irnos a dormir, mi amor.

No caigas por dos palabras, por favor no lo hagas.

—No me llames así —pido.

—Lo haré por el resto de mi vida —responde—. Porque tú eres mi amor.

Idiota, se supone que las personas como él no deben ir por la vida diciendo este tipo de palabras.

—Sabes que debes descansar —ignoro lo que me dico—. No han pasado ni veinticuatro horas y tú estás como si nada.

—Ya no duele —camina con seguridad hacia mí —tus cuidados hicieron que el dolor desapareciera en poco tiempo.

—Ronald.

—Mi amor.

—Descansa tres días como mínimo —le pido.

—No puedo darme ese lujo —informa.

—Claro que si puedes —aseguro—. Puedes quedarte en cama todo el tiempo que quieras, tú eres tu propio jefe.

—Pero no puedo hacerlo. —Acaricia mis mejillas mientras habla—. Tenemos muchas cosas que hacer, otras por aprender y solo nos quedan diez días.

—Diez días —repito sus palabras en voz baja.

Diez días para empezar con mi venganza. Diez días para acabar con el hombre que me llevo hasta esa habitación e intentó profanar mi cuerpo nuevamente.

—Por esa razón no podemos perder ni un día —habla —necesitamos aprovechar cada segundo.

—¿Crees que aprenda a disparar en estos diez días? —desvió la conversación al nuevo tema.

—No lo supongo. —dice —estoy seguro.

—Tienes mucha confianza en mí.

—Por supuesto, eres mi mujer.

—No es para tanto —trato de abrazarlo, pero retrocedo.

—No te limites, puedes tocar mi cuerpo y abrazarme en el momento que quieras y lo desees —dice.

—Puedo lastimarte. —digo —y no quiero hacerlo.

Me jala de un brazo y me abraza fuertemente sin importarle la herida que tiene en el torso.

—Voy a lastimarte —trato de no moverme.

—Déjame estar así, por un rato, hasta que tu olor a fresas se impregne en mi ser —pide.

Que recuerde, nunca me había abrazado de esta manera «puede ser una absurda idea mía», pero el sentimiento que me trasmite a través de este abrazo es indescriptible.

—Deberías comer algo. —Habló después de estar un rato abrazando el uno al otro —muero de hambre

—Le pedí a Blanca que te llevará algo hasta la habitación —responde.

—Tus órdenes no funcionan en esta casa.

—¿Estás segura?

—Muy segura. —me aparto de él para poder mirarlo mejor —estoy segura de que las únicas órdenes que atenderán a partir de hoy son las mías —expongo.

—Estoy contigo, aquí todos seguiremos las órdenes de la mujer del alemán.

—Tú también estás incluido en ese todos —digo.

—Seguiré todo lo que me digas, excepto quedarme en cama por cinco días —responde.

—Nos quedaremos en cama todo el día de mañana, después volveremos a nuestra rutina.

—Solo mañana, ni un día más —dice.

Pareciera que la enferma soy yo, ya que soy quien quiere quedarse en cama todo el día.

—Entonces podemos ir a comer y luego a descansar —inicio a caminar y Ronald imita mi acción.

Cenamos unas papas al vapor junto a un pollo salteado que preparó la señora Blanca —espero poder hacer nuestro almuerzo mañana— todo estaba delicioso como siempre, las manos de Blanca son mágicas.

☙❧

Cuando subimos a la habitación a dormir caímos como troncos, literalmente dormimos profundamente o podría decir que yo dormí profundamente y lo necesitaba.

Me desperté primero que Ronald y esta es de las pocas veces que puedo admirar su belleza. Su lindo rostro con esa pequeña barba que lo adorna y lo hace ver más atractivo de lo que es. Sus espesas cejas son incluso más negras que su cabello, sus labios entreabiertos, pero perfectamente delineados y el pequeño lunar que tiene junto a su ojo derecho.

Cada que lo observó encuentro algo nuevo en él.

Salgo de la cama silenciosamente para bajar a la cocina y hacerle el desayuno —sé que ama las fresas— así que ellas no faltarán en el desayuno de hoy.

Me pongo la camisa que él llevaba puesta la noche anterior, la cual cubre hasta la mitad de mis muslos haciéndome ver aún más pequeña, agarro mi cabello en un moño alto y salgo de la habitación.

En una sartén revuelvo algunos huevos y en la otra me encargo de hacer unas tostadas francesas, las cuales según marga son mi especialidad. Pico algunas fresas que encontré en la nevera y exprimo tres naranjas para el jugo de Ronald. También le preparo una taza de café porque sé que le encanta el café tan oscuro como sus pensamientos.

Dejo las tostadas a fuego lento y salgo a darle comida a mis bebes, no los veo desde ayer que llegó Ronald.

—¡Eike, ron! —empiezo a llamarlos. —Mis bebes.

—Están en la caseta del fondo —me responde Oliver.

—Creí que descansarías hoy —le hablo —¿has comido algo? — pregunto.

—Ya me voy a casa —responde —y sí, acabo de comer algo, muchas gracias por preguntar.

—Nos vemos mañana —digo para caminar hacia la caseta que me dijo.

No he terminado de llegar hasta ellos cuando saltan sobre mí, mis pequeños.

—No puedo quedarme con ustedes porque alguien me está esperando —les habló mientras le echo comida en sus platos —pero les prometo que mañana sacaré un rato para estar con ustedes.

No demoró mucho con ellos porque deje las tostadas en la estufa y pueden quemarse y no le voy a dar comida quemada a Ronald.

—¿Saliste así? —pego un brinco cuando escucho la voz de Ronald.

—Me asustaste —ignoro la pregunta.

—¿Saliste así? —pregunta nuevamente —¿Quién te vio?

—Ronald.

—Isabella. ¿Saliste así? Es la última vez que pregunto.

Se escucha enojado, pero no hay razón para eso. Salí por el jardín, además llevo puesto uno de mis pantalones.

—Es obvio que salí así. ¿De qué otra manera pude haber salido? —digo.

—¿Quién te vio? —pregunta.

—No sé si alguien me vio —miento.

—Cada uno de los hombres que se encuentre allí afuera y halla puesto sus malditos ojos en ti, estarán muertos —empieza a caminar después de que habla.

¡Mierda!

—¡Ronald! —grito su nombre —detente maldita sea.

—Te pedí que cuidaras como te vestías cuando vas a salir —dice con enojo.

—Me dijiste que no opinarías sobre qué llevar puesto —le recuerdo —además llevo una de tus camisas que es lo suficientemente grande.

—No llevas sostén —revela.

—No se me nota nada —digo.

—Se nota y mucho —se acerca a mí, pero retrocedo.

No puedo permitir que me hable de esa manera.

—No se nota para nada y no quiero discutir contigo, no ahora.

—Dul... Mi amor.

—Solo fui a darle comida a mis bebes, nadie me vio, así que puedes estar tranquilo. —desvió mi mirada de sus ojos que parecen saber la verdad.

—Lo siento —habla.

—¡Oh, mis tostadas! —corro ignorando sus disculpas cuando siento el olor a quemado.

—¿Tus qué? —Ronald me sigue hasta la cocina.

—Por tu culpa, por tus celos, se echaron a perder mis tostadas —lo juzgo mientras trato de recuperar alguna de ella.

Me fui por mucho tiempo, debí apagar la estufa y cuando volviera terminarlas.

—Deberías sentarte, te prepare el desayuno —empiezo a llevar la comida hasta el comedor.

—Dulzura —me sigue —lo siento, de verdad lo siento.

—¿Qué sientes Ronald? —pregunto —¿Qué me hayas hablado de esa manera? ¿Qué quisieras matar a esos hombres que nunca me dirigen su mirada? O peor aún, ¿Qué quieres opinar sobre lo que me pongo?

—Lo siento todo, no quería hablarte así, pero si quería matarlos, tampoco quiero opinar sobre lo que lleves puesto. —explica puntualmente—. Solo que no quiero que nadie más mire a la mujer que amo, no como yo lo hago.

—Nadie me mira como tú lo haces —digo —eres el único a quien le brillan los ojos cuando me mira, el único que me transmite amor, pero lo que hiciste allí me causó miedo —confieso.

Estoy exagerando con él, no lo sé, pero tuve miedo cuando amenazó que mataría a todos esos inocentes.

—Te he dicho que no quiero que sientas miedo de mí.

—No te tengo miedo. —confieso —tu reacción me dio miedo. —ahora desayunemos.

—Desayunemos dulzura —sonríe antes de sentarse.

Pasamos todo el día en cama tal como me lo prometió ayer, su comportamiento fue muy diferente al de esta mañana.

☙❧

Nueve días llevamos viniendo al campo de tiro, ya que en casa no pudieron adecuar como lo pidió Ronald. En estos nueve días no me volví una experta en disparar y mucho menos en conocimiento de arma —creo que eso tomará mucho tiempo— pero he podido darle al número cuatro en diferentes ocasiones sin tener que cerrar los ojos.

Según Ronald, estoy más que preparada para nuestra primera venganza, porque sí, aún insiste que esta venganza es nuestra y no puedo negar porque hasta yo la empecé a ver de esa manera.

Los padres de Ronald están en nuestra casa porque según ellos hemos desaparecido por mucho tiempo, aunque recuerdo que los visitamos hace cuatro días y Anja me confesó que logre que su hermano estuviera más en casa que antes.

—¿Ya tienen fecha para la boda? —pregunta el padre de Ronald—. Estoy viejo y necesito ver a mi hijo casado y yo siendo abuelo.

—Tenemos una fecha —habló antes de que lo haga Ronald.

Yo fui quien le propuso matrimonio después de todo, aunque ya estábamos comprometidos —Ronald insiste en que debe arrodillarse y darme un anillo— pero no es necesario, lo que quería hace algunos días me lo dijo.

—¿Qué día será? —pregunta Kristin con expectativas.

—El veinte de noviembre —reveló —aunque decidimos que será algo pequeño entre familia.

Esta fecha la decidimos esa tarde que estuvimos en cama hablando de lo que pasaría en nuestras vidas y lo que queríamos priorizar.

—En un mes —habla Kristin.

—Queremos que sea antes de mis cumpleaños, madre —habla Ronald.

—Tenemos muchas cosas para preparar —habla nuevamente Kristin.

—Queremos algo sencillo —le recuerdo —solo será nuestra familia y algunos amigos.

—No puedes tener una boda sencilla —le habla Carl a Ronald —debe haber como mínimo trescientos invitados y eso que solo estamos hablando de algunos en la organización.

¿300, de donde sale tanta gente?

—Decidimos algo sencillo y así será —manifiesta Ronald.

—Cuando yo me case podremos tener hasta más invitados, papá —habla Anja.

—No tienes novio y ya estás pensando en boda —le reprocha Ronald.

—El próximo año cumplo veinte y saldré de tus ojos y podré presentar un novio en casa —dice —espero que si tienes una niña dios se apiade de ella.

Trago grueso ¿niña? Con nuestra boda es suficiente, además ya tenemos dos bebes.

—Dejemos esos temas para más adelante, Isabella apenas tiene veinte años y necesita explorar otras cosas —solo lo miro cuando termina de hablar.

—Cien invitados es lo mínimo que tendrán —dice Carl, —todo el mundo debe enterarse de que mi hijo contrajo matrimonio con una excelente mujer.

Me halaga cada vez que el padre de Ronald se refiere de esa manera a mí, me hace sentir mucho más especial.

—Yo te ayudaré a conseguir todo lo que tengas y no tengas en mente —se me acerca Anja —además ¿seré una de tus damas de honor?

No lo había pensado, solo pensé en Marga, pero ella puede ser otra. Pues estoy segura de que a Ida no le interesa serlo.

«¿Cómo es que puedo seguir pensando en mi familia en estos momentos?». En los últimos días, solo he recibido mensajes con amenazas camufladas por parte de mi padre.

Seguramente se enteró de que estaré en la fiesta de Fred.

Hablamos hasta que anochece y siento que el tiempo pasó volando, cuando estoy con la familia de Ronald me siento verdaderamente cómoda.

—Tendremos que hablar todos los días, además te presentaré a un excelente planeador de bodas —dice Kristin antes de despedirse.

—Se lo agradeceré eternamente señora —digo.

—Nada de señora, ya podemos decir que somos una familia —acaricia mi cabello y hace que la mire —soy la madre del hombre con el que te casaras, así que pasaré a ser tu madre, si así lo quieres.

—Muchas gracias —agradezco sin responder a lo que me dijo, es algo que debo procesar.

—Nos veremos el domingo —le dice Ronald a su padre.

Terminamos de despedirnos de ellos e ingresamos a casa, fue un día largo, pero no puedo quejarme porque me incluyeron en todo momento y casi que me sentí como si hubiese vivido con ellos durante toda mi vida.

—¿Preparada para mañana? —me pregunta Ronald cuando estamos en nuestra habitación.

—No estoy preparada, pero te tengo a ti, así que eso lo resuelve todo —confieso.

—Cuando amanezca iniciaremos algo que no tendrá marcha atrás —opina.

—No quiero que la tenga, quiero terminar con todo y que desaparezca todo lo que me atormentan.




NOTA DEL AUTOR 

 Ya hay fecha para la boda y no saben lo feliz que estoy. 

 El próximo capítulo es sobre la primera venganza y tengo mucho miedo a como vaya a salir.

 Espero disfruten mucho este capítulo, siento que todo está siendo muy lindo para ser real. :) 

 Sí, les dije que actualizaba los viernes, pero muchos saben que este es mi horario disponible.

 Tenemos nueva portada y todo gracias a  quien hace unas portadas maravillosas. 

 Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.

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