CAPÍTULO 27
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ISABELLA
Me moví por toda la cama tratando de encontrar nuevamente el calor de la piel de Ronald, pero no estaba. Antes de quedarme dormida me dijo que sería lo primero que vería, pero no estaba en la cama.
—Idiota —hablo para mí al levantarme de la cama.
—¿Quién? —La voz de Ronald retumba por toda la habitación.
Me llevo una gran sorpresa al verlo sentado en el sofá que da a la ventana, creí que no estaba, pero está ahí sentado, tan limpio y organizado como siempre —¿en qué momento se arregló? — tiene sus manos sobre sus rodillas y su mirada tan penetrante me desnuda completamente.
—¿A quién estás insultando, dulzura? —pregunta.
Odio que me diga dulzura, me hace vulnerable, hace que mis sentimientos hacia él incrementen y que mi cuerpo lo desee aún más.
—Debería ir a desayunar —digo mientras me levanto rápidamente de la cama.
—Considero que estabas tan cansada de lo que paso, que perdiste la noción del tiempo —habla mientras recorre todo mi cuerpo con su mirada.
Sigo su mirada hacia mi cuerpo y quise arrepentirme en ese momento de haberme levantado de la cama y exhibirme tan abiertamente a él.
¿Puede considerarse esto como doble moral?
Ayer en la mañana me devoro el coño como nunca nadie lo había hecho y en la noche por mi imprudencia me follo hasta el punto de dejar cada uno de mis músculos tensionados, no sentí ningún tipo de vergüenza cuando lo mire a los ojos y le insistí que no se detuviera hasta alcanzar mi satisfacción.
No debería avergonzarme ahora, pero su mirada está llena de lujuria. Esa mirada que me recuerda todo lo que sucedió anoche justo en este lugar, que me promete que si alguno hace algún movimiento no saldremos de esta habitación en las próximas horas.
—¿Qué hora es? —pregunto mientras envió mis pensamientos a los rincones más profundos de mi cerebro.
—Es hora de almorzar —se levanta de donde está y camina hacia mí. —Por mucho que me guste verte desnuda, por mucho que admire tu cuerpo y aunque deseo de hundirme una y mil veces en tu coño mientras susurras mi nombre no puedo hacerlo.
«Yo si lo deseo y puedo hacerlo». Como siempre, trato de que mis pensamientos no se vuelvan palabras.
—Debo ir a mi habitación —doy un paso hacia atrás para estar más alejada de él.
—Te dije que esta es tu habitación, tienes lo necesario para tomar una ducha y estar lista en media hora —da dos pasos que lo hacen estar cerca de mí.
—Tengo mi ropa allí —habló mientras observo cómo sus músculos se marcan en sus brazos.
—La mitad de tu ropa está aquí. Así que tienes lo suficiente para que te vistas —habla.
O sea, que trasladaron la mitad de mis cosas mientras yo estaba dormida y completamente desnuda en la cama de Ronald.
—¿Voy a salir contigo? —pregunto.
—Sí —responde —vamos a almorzar a un lugar donde he querido llevarte y luego iremos a una de mis empresas —habla.
Dios, creo que ahora llegó mi momento, me va a llevar a un sitio donde ha querido llevarme.
—¿Debo usar algo en específico?
—No, ponte con lo que te sientas cómoda de igual manera para mí te ves perfecta, así como estás.
Estaba tratando de ignorar que no llevaba nada que cubriera mi desnudes, pero la mirada penetrante de Ronald me lo impidió.
—¿Y si mejor nos quedamos aquí? —Quiero ser atrevida con él.
—Te dije que no puedo resistirme durante mucho tiempo a ti y tenerte así con tus tetas apuntando hacia mí y esos ojos tuyos me debilitan —habla —pero debo resistir un poco más porque debes comer algo y tenemos que hablar.
—¿Qué tienen mis ojos?
—¿No te lo había dicho? —niego con mi cabeza —tus ojos son perfectos, ese color, ese brillo que perdura a pesar de todo lo que te ha pasado. Tus ojos son hipnóticos para mí, es lo que más me gusta de ti.
No puedo resistir a reír sobre lo que ha dicho y no porque sea algo divertido, sino porque es mucho más de lo que un hombre pudo admirar de mí. Unos admiraban mi cuerpo, el dinero de mis padres o lo que yo les podía ofrecer, pero a Ronald le gustan mis ojos.
—Entonces debería arreglarme ya —digo apartándome de él.
Me giro y comienzo a caminar hacia una puerta que considero debe ser el baño, pero Ronald me detiene.
—¡Joder! Moviste ese hermoso trasero para provocarme, ¿verdad? —sonrió cuando termina de hablar —no lo hagas más —empieza a repartir besos por todo mi cuello —es importante lo que tenemos que hablar.
—Lo podemos hacer aquí —trato de acercar más mi cuerpo a él.
—Si nos quedamos aquí no podremos hablar, de eso estoy seguro —sus besos empiezan a ser más constantes y húmedos.
—Yo... Mmm... —jadeo cuando una de sus manos recorre el interior de mi pierna.
—Tienes el don de seductora —susurra en mi oído —pero esta vez no funcionará.
Se aparta como si nada y me ofrece una jodida sonrisa.
—El baño está al otro lado —dice mientras alisa su traje.
Sale de la habitación mientras yo me dirijo al baño con mi entrepierna húmeda y mis labios deseosos de sus besos.
«¿para qué necesita un baño tan grande?» es lo primero que pienso al entrar al inmenso cuarto. De aquí saldría la mitad del apartamento que alquilé. Todo está tan impecable como lo es él.
Hay una ducha grande y al frente de ella hay una bañera; tiene dos lavados junto a un mueble donde supongo están todas sus cosas de aseo. Esto es demasiado para una sola persona.
Entro a la ducha y efectivamente hay algunas de mis cosas que había en el baño de la habitación donde estaba. Me aseguro de bañarme rápido porque mis tripas están rugiendo y siento curiosidad por lo que vaya a decirme Ronald.
En menos de media hora ya estaba lista, decidí usar un vestido azul oscuro que me llegaba hasta las rodillas, unos tacones un poco más altos de lo común y un abrigo blanco para opacar un poco el azul de mi vestido.
—¿Te pusiste bragas? —es lo primero que dice Ronald cuando me acerco a él.
—Sí —respondo poniendo los ojos en blanco —aunque este vestido se ve mejor sin ellas —digo.
—Vamos a salir, por eso es importante que te las pongas, estar en casa con el coño al aire libre es muy diferente que estar por fuera —dice.
—Sabes que puedo ponerme lo que yo quiera, ¿verdad? —digo.
—Soy consciente de eso, nunca te exigiría utilizar algo, pero lo único que te pido es que nunca salgas de casa sin bragas, ¿me entiendes? —habla.
—Deberíamos irnos, muero de hambre.
☙❧
El lugar donde estamos es hermoso, nada comparado a lo que pensé que me traería. Es un restaurante que su arquitectura es antigua, pero está muy bien cuidado y huele a café, a café puro y del bueno. De fondo suena una canción que no reconozco, pero que su melodía es perfecta para este lugar, el momento y la persona adecuada.
—No creí que frecuentaras lugares como este —menciono mientras observo la carta.
—Este lugar es mío —responde.
—¿Tienes muchos negocios? —cambió la conversación.
—De manera directa unos cuantos —me mira —de manera indirecta tantos como no te imaginas.
Es obvio, una persona como él en el mundo, que esta debe tener muchas fachadas, las cuales puedan justificar sus ingresos porque, aunque tengan a la policía en su bolsillo, no faltan los que sigan sus pasos para encontrar la mínima falla.
—¿La empresa de mis padres y los hoteles entran en el grupo indirecto?
—No, esos negocios son tuyos —responde —todo lo que obtuve y obtendré de ellos es para ti.
Nunca he querido ser dueña de tanto, lo único que quería era volver junto a mi familia y trabajar junto a mi padre en su empresa de hoteles y tal vez mucho tiempo después de haber ahorrado una gran suma y tener mucha experiencia en el manejo de hoteles, empezar una cadena de hoteles no lujosos, con temática hogareña.
—Nunca he querido ser dueña de tanto —digo.
—Pero eso te pertenece —dice.
—Nada de ellos me pertenece —insisto —deberíamos ordenar.
—¿Ya elegiste? —pregunta y yo asiento con la cabeza.
Ronald le hace señas al chico que nos está atendiendo y este de inmediato se acerca.
—Quiero la carne marinada en vino tinto con espárragos salteados y un mojito sin alcohol, por favor —digo —por favor no utilicen ajo —pido.
—Para mí un salmón en salsa negra con las croquetas de queso y una botella de vino blanco —pide Ronald —y como postre un pastel pequeño de fresas.
Sonrió al escuchar esto último. El chico se retira luego de apuntar lo que hemos pedido.
—Eres consciente de que no puedo comer ni probar nada de lo que pediste, ¿verdad? —digo —solo puedo comer el pastel.
—Pero no vas a comer de mi plato —dice.
—Pero puedo besarte y morir por eso.
—No vas a morir por besarme —declara —en cuanto termine mi almuerzo iré a quitar cualquier rastro de salmón que haya en mi boca.
Hablamos por un rato hasta que nos trajeron nuestros almuerzos.
—Todo se ve delicioso —digo.
—Sabe tan bien como se ve —dice Ronald.
—Su olor lo confirma —manifestó.
Empezamos a comer y realmente como lo dijo Ronald, todo está tan delicioso como su olor y pinta, la carne está jugosa y el sabor del vino le da un toque especial, el salmón de Ronald se ve aún más rico, pero por mi estúpida alergia no podré nunca comer algo como eso.
—Deberías tomar un poco de vino —empieza a llenar la copa que está de mi lado.
—No creo que sea prudente —declaró.
—No te he visto beber desde la fiesta de compromiso.
—El alcohol y yo no somos muy buenos amigos —reveló.
—Pero te vi tomar y aguantar toda una noche —me recuerda.
—Cuando salí con Marga solo tomé tres copas y se me olvido la mitad de lo que hice y para la fiesta de compromiso fueron unas cuantas copas de vino —«aunque siempre supuse que fueron más» —y eso me hizo besarte por primera vez —confieso.
—Solo una copa —insiste.
La acepto, pero no hago el intento de tomar un trago de ella, suficiente tengo con el vino de la carne.
—¿Qué era lo que ibas a decirme? —pregunto.
—Sabes que te dije que tenían que aprender algunas cosas, como a defenderte —habla —así que necesito que aprendas algo antes de tus cumpleaños.
—Sé defenderme —explico —tú mismo lo viste.
—Sabes pelear y atacar los puntos débiles de una persona, eso es una gran ventaja —menciona —pero debes aprender otras cosas.
Puedo imaginar lo que me va a pedir, pero no me siento lo suficientemente valiente para llegar a ese punto.
—Te aseguro que mis golpes noquearían hasta a un gigante —trato de bromear.
—Eso puede ser cierto —me da la razón —pero ¿qué harás si te atacan más de tres personas? —pregunta.
—Huir, si no puedo con mi enemigo debo correr y refugiarme —explico.
—No podrás correr si las personas que te atacan tienen un arma —dice —puedes intentar correr, pero morirás.
Sus palabras me causan escalofríos, es cierto que con solo intentarlo puedo morir, ya que ellos serán mucho más rápidos y su ventaja será mayor.
—Tienes razón. ¿Qué piensas que debo hacer si tres personas me atacan? —pregunto.
—Deberás enfrentarlos —no duda en decir aquello.
—Pero ellos tendrán armas —afirmó.
—Y tú también.
—No sé disparar —confieso lo obvio —lo más cerca que he tenido un arma ha sido en mi cabeza —le recuerdo.
—Por eso necesito que aprendas a disparar y no solo eso, que aprendas cómo se manejan alguna de ellas —espeta —además quiero que tengas una y la lleves a cada lugar que vayas.
—Pero no aprenderé a disparar antes de mi cumpleaños, solo faltan veinte días —reveló.
—Estoy seguro de que lo harás, solo necesitas saber apuntar y halar el gatillo con el objetivo de matar a alguien —habla.
—No quiero volverme una asesina —al ver su rostro me arrepiento de lo que acabo de decir.
—Dijiste que querías venganza y eso sólo conlleva a la muerte de las personas que nos hicieron daño —me recuerda —si no eres capaz de apuntar y disparar a uno de tus agresores, nunca iniciarás y mucho menos terminarás tu venganza.
Habla con seriedad y sin despegar su mirada de la mía.
—¿Si no soy capaz de disparar o cumplir mi venganza? —pregunto —¿si en el momento de apuntar a alguno de ellos mi miedo sale a flote y un ataque vuelve a controlar mi cuerpo?
—Nada de eso sucederá porque yo estoy un paso atrás de ti, soy tu sombra y la persona que se encargará de hacer realidad todo lo que quieras.
—Tus promesas me causan miedo.
—No debería ser así, mis promesas solo tienen el fin de hacerte sentir segura, confiada y asegurarte de que siempre voy a estar ahí.
—Eso es lo que temo, que un día te levantes y me deseches como lo hacen todos, que te des cuenta de que soy muy joven o que esto solo era un momento que querías pasar. Que un día te arrepientas de haber hecho un acuerdo con mi padre porque te diste cuenta de que te equivocaste y que tus promesas queden solo en eso, una simple promesa que insinuó tanto, pero no llegó a nada.
—Isabella, no existe ni existirá el día donde no cumpla mis promesas —toma una de mis manos por encima de la mesa —No soy diferente a los demás porque soy único, escogí estar a tu lado porque así lo quise y lo seguiré queriendo hasta que mi jodido corazón deje de latir.
—Aún tengo miedo.
—Lo sé, sé que todo esto te aterra, sé que aún te causo miedo, pero también sé que ese miedo se está convirtiendo en el sentimiento opuesto al odio —dice.
—No deberías decir eso con tanta seguridad —trato de sonreír para quitar lo tenso que se tornó el espacio.
—Sé que no me amas, pero estoy seguro de que no me odias como tanto lo dices.
—No duermo con las personas que odio —digo.
—Tal como te prometí y cumplí mi promesa de llegar con algo tan simple como tu pastel.
—Para mí no fue algo tan simple —revelo.
—Cumpliré cada cosa que te he dicho hasta hoy y lo que diré por el resto de nuestras vidas.
—Eres tan dulce, —le sonrió —y tierno, —enumero —cariño y un sinfín de cosas positivas que solo veo yo.
—Porque solo te las muestro a ti —confiesa.
—Quiero que sea así para siempre.
—Para siempre —repite mis palabras —ahora quiero que me des respuesta, ¿aprenderás a disparar?
—Solo si tú estás ahí.
—Nunca dejaría que alguien viva un momento tan especial y mucho menos toque un centímetro de mi mujer.
—¿Tuya?
—Mía.
NOTA DEL AUTOR
Yo no sé ustedes, pero yo en cada capítulo quedo más enamorada y con unas expectativas altísimas, pero también con miedo de lo que pueda pasar en los siguientes capítulos.
Faltan tres capítulos para el cumpleaños de Isabella y la pregunta aquí es: ¿Qué creen que Ronald le regale su dulzura? Los leo.
Recuerden que al inicio del capítulo les deje una meta y espero la logren cumplir antes de que se acabe el día porque el siguiente capítulo está como les gusta. :)
Muchas gracias por la espera... OFICIALMENTE ESTOY EN VACACIONES.
Recuerden que votando y comentando están apoyando el libro.
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