CAPÍTULO 12
RONALD
Estoy sumamente enojado conmigo, con la rubia y sobre todo con Greta. ¿Quién en su sano juicio se mete con la mujer del alemán? Solo Greta, porque ella se cree con un poder inexistente.
—Deberías ser más inteligente, Greta —le dice Evans con fastidio.
Al parecer a Evans le caen bien pocas personas y Greta no entra en ese grupo.
—Ya les dije que no fui yo, no hay nada que me acuse, deberían mirar las cámaras —insiste con las putas cámaras —quién sabe con quién estaba esa chiquilla.
—Muy bien, sabes que en ese lugar no hay cámaras, pero las del pasillo indican que las personas que fueron detrás de la Barbie fuiste tú con tu mejor amiga.
—Eso no me culpa.
—Si lo hace, porque cuando ustedes salieron al rato entré yo —le confieso.
—Le dijiste a ella que estaba equivocada, me defiendes allí para culparme ahora aquí —habla con enojo.
—Yo sé que estás muriendo porque Ronald encontró una verdadera mujer—. Golpe bajo —debes saber cuál es tu lugar.
—Sé cuál es mi lugar —dice ella.
—No quiero volver a saber que la tocas o le dices lo más mínimo—. Digo —no te acerques a la mansión, no tienes derecho a ir, además ella te lo dijo y allí se hace lo que ella dice porque esa es su casa.
—Como digas —sale mientras maldice a todos a su paso.
No puedo acabar con la vida de Greta porque la aprecio y no quiero romper los negocios con su padre, la empresa de ellos me genera buenos ingresos. Pero si llego a enterarme de que le hizo algo a la rubia, por más mínimo que sea, no me detendré hasta destruirla a ella y a toda su familia.
—Siempre te lo digo, pero nunca me crees —dice Evans mientras se pone de pie —personas cómo Greta y Antón deben mantenerlas vigiladas.
—Sé cómo debo tratar a mis perros.
—Tus perros se te están escapando —dice.
—No insistas con esa mierda.
No menciona nada y sale de la oficina.
El resto de la tarde-noche me quedo aquí en la bodega haciendo cuentas y recibiendo la carga de las balas con la pólvora de los rusos.
—¡Señor! —entra Marco apresurado.
—Dime.
Debe ser algo malo, para que me interrumpa y se vea de esa manera, algo está sucediendo.
—La señora salió de casa hace unas horas y no ha regresado —suelta.
—¿Con quién salió? —pregunto.
—Sola, Lucas no quiso llevarla y ella decidió ir sola, así que cogió uno de sus autos y se fue.
—Quiero a Lucas buscándola hasta debajo de las piedras, si cuando llegue a casa, la rubia no está allí o algo le ocurrió, sabrá lo que pasará.
Marco sale de la oficina mientras yo cojo mi saco y me dirijo a la salida; me acerco a la oficina de Evans y agradezco que esté ahí.
—¿Puedes buscar uno de mis autos? —pregunto, él es experto en esto de rastreo.
—¿Te robaron? —pregunta escandalizado.
—Pero, la rubia se escapó.
Obvio no se iba a quedar sin hacer nada, después de que la deje en casa y decidí marcharme con Greta, era obvio que haría algo, pero nunca creí que huyera tan rápido de casa.
Lastimosamente, para ella, no saber que la ciudad me pertenece tanto como ella.
Evans teclea rápidamente en su computadora y al instante tiene señal de todos mis autos, los puntos indican que todos están en casa, pero al mirar bien logró observar que falta uno y el más importante.
—Se llevó el… —no termina la frase, ya que la terminó por él.
—El Audi.
—Esa mujer está loca —se ríe mientras teclea nuevamente.
Al instante parpadea una luz verde en la computadora, la cual nos indica dónde está el auto.
—Mal lugar para llevar ese auto —susurra Evans.
—Mal para la persona que se atreva a tocarlos, en este instante ya todo el país sabe que Isabella Benz es la futura reina.
—Pensé que te preocupaba más el auto.
—Me preocupan los dos, pero a ese punto Isabella ocupa toda mi cabeza.
—¿Cuál? —pregunta el imbécil con burla.
—No estoy de humor para tu mierda.
—Calmado—. Dice —seguro que está con sus amigos.
—Ruega para que sea así, de lo contrario si no la encuentro, seguramente muchas vidas acabarán hoy —amenazó y salgo de su oficina.
Me dirijo hacia donde se indicó que estaba el auto mientras reviso la ubicación de su celular, pero nada concuerda, según su celular se ha estado moviendo por muchos lugares y en muy poco tiempo. El auto sigue dónde indico el localizador, pero la rubia sigue moviéndose.
—¿Opinas que la hayan secuestrado? —le pregunto a Evans.
Es una teoría, desde la noche de ayer ya muchos saben quién es. Pueden hacerle daño creyendo que con eso me debilitan o pueden llegar hacia mí.
—No lo creo—. Responde mientras observa su teléfono —te conseguiste a una mujer demasiado inteligente, mira —me entrega su teléfono. Detengo el auto para poder mirar.
Desde que salió de casa evito algunas cámaras, ¿cómo lo hizo? Eso no lo sé, no puedo ver con exactitud qué hace o a dónde va porque los videos del auto me lo impiden, pero estoy seguro de que está evitando las cámaras.
—En ese cruce se pierde —señala mi amigo.
—¿Cómo supo dónde estaban las cámaras? —hago la pregunta.
—No las vio todas, de lo contrario no tuviéramos imágenes de por dónde pasa—. Responde —esa mujer es una caja de sorpresas, deberías investigar más sobre ella.
Seguramente me lo plantee, debo saber más sobre ella, pero eso era lo que no quería hacer. La investigué, pero no a fondo, quería saber de ella, pero que todo saliera de su boca, quiero saber qué hizo en estos doce años, que le ha pasado y que ha aprendido.
—Quería ganarme su confianza y que ella me contara lo que nadie sabe.
—Pero se está haciendo difícil —dice mi amigo.
—No más difícil que mi trabajo, estaré con ella por mucho tiempo, ahí la puedo conocer —realmente no quiero invadir su espacio, no más de lo que ya lo hice.
—¿Te enamoraste de ella? No me respondas, sé sincero contigo —dice él cortando mis palabras.
—¿Quién se enamora en un mes o una semana? —preguntó con ironía.
—Llevas más de eso tras ella, desde el minuto uno que la viste la elegiste.
—Evans —odio que tenga la boca llena de verdad.
—La amas tanto como yo a tu hermana.
—No la amo, solo es un negocio y la obsesión me la quito cuando me la folle—. Mi cabeza piensa otra cosa, pero mi boca se niega a decir la verdad —y mi hermana está en los límites, a Anja no la miras, no la tocas, para ti ella no existe.
—Deja que ella escoja.
—Tiene solo diecinueve años y tú veintiséis, para ti es una niña ¡Joder! —me exaltó.
Mi hermana está prohibida para cualquiera y más si trabaja en este jodido negocio, no puedo exponerla más de lo que está.
—Eres un jodido doble moral. ¿Cuántos años tiene Isabella? —pregunta con ironía.
—Esto es diferente.
—Muy diferente, tú le llevas una década a ella, no la amas, es solo un negocio para ti—. No sé en qué momento nuestra conversación pasó a esto —a tu hermana le llevo siete años, la amo y esperaré hasta que ella quiera estar conmigo.
Tiene la jodida boca llena de verdad, pero no, yo soy quien tiene el mando aquí, se hace lo que yo digo y él es uno más de mis trabajadores.
—Sé lo que estás pensando, soy un simple perro tuyo, pero un día me cansaré de ser quien te diga las verdades, me iré tan lejos y te arrepentirás, de paso me llevaré a tu hermana.
—No juegues conmigo Evans, sabes mis alcances.
—Por eso mismo, conozco tus alcances.
Casi siempre es el último en hablar y dejarme sin que decirle, no quiero perder al único amigo que tengo, la única persona que ha estado para mí y me trae de regreso cuando me pierdo, pero es que a veces odio sus jodidos reproches.
Sé que Anja lleva mucho tiempo enamorada de Evans como el de ella, pero ¿Qué le puede ofrecer él? Lo mismo que yo a la rubia, peligro.
Comienzo a conducir nuevamente e ignoró a Evans que sigue concentrado en su teléfono, no demoró mucho llegar hasta donde está mi auto sin ningún rastro de la rubia.
—Señor —me habla Lucas con un nerviosismo que se le nota a la distancia.
—¿Cómo se te ocurre dejarla salir sola?
—Yo pensé que… —no lo dejó terminar.
Golpeó su cara y luego me acerco a ella.
—Tú no piensas, solo sigues órdenes y si ella te dice que la acompañes lo haces. No te mato ahora porque tendrás que arrodillarte ante ella y pedirle perdón como el perro que eres.
—Su señal ha estado en el mismo punto, los últimos diez minutos —dicen.
—Ruega para que no tenga ni un rasguño, porque cada minuto que tenga, se multiplicará veinte veces en ti.
Esta vez Evans conduce el auto en el que llegamos y yo me voy en el Audi que la rubia dejó abandonado, «fue un milagro que no lo hayan destruido o robado una de sus partes».
Una trayectoria larga, muy larga. ¿Cómo hizo Isabella para llegar hasta este lugar? Es lo primero que me preguntó al bajar del auto, se supone que ella no conoce el país y menos esta ciudad, pero me está sorprendiendo demasiado.
El lugar está muy oscuro y desolado, es de esos dónde solo se encuentra el vendedor de drogas y la prostituta buscando su cliente, huele a moho, droga, alcohol y sucio.
—Debemos separarnos señor.
—Vayan ustedes por ese lado, Evans y yo iremos por aquí.
Continuo mi camino sin mirar hacia atrás, quiero encontrar a la rubia lo más pronto y llevarla a casa, luego quiero descansar «aunque esto último es imposible».
—¡Si ganas es todo tuyo!— mientras más nos acercamos, más ruido se escucha en el lugar.
—¡Si lo dejas sin poder levantarse, te quedarás con todos los que quieras!
—Aron, te dejaras ganar de una puta.
—Esa mujer está loca.
A paso rápido me acerco, algo me dice que es la rubia quien se encuentra allí. Mis ojos se abren más de lo normal, lo que vemos con Evans es una completa extrañeza para nosotros, no puede ser ella. Una mujer tan delgada y baja no puede estar jodiendo a un hombre tan grande.
—Tu mujer está loca, completamente loca —exclama Evans con una sonrisa en sus labios.
—Esa no puede ser la rubia —primer estado, la negación.
—Confirmado que es ella, ahora viendo lo que acaba de hacer, debes tenerle miedo —dice con burla.
Pudo golpearme cuando estrelle su moto, pudo hasta matarme, pero no lo hizo.
—¡Alemán! ¿Qué lo trae por aquí? —dice un tipo que jamás había visto.
—Vine por mi mujer y si está herida, tú y toda esta gente morirá —suelto sin atenerme a las consecuencias.
—¿Su-su mujer? —pregunta con miedo.
Sé que mi reputación y el número de muertos que tengo en mis manos me hacen una persona temible, pero deberían tener orgullo y no demostrarlo fácilmente, no es divertido verlos en ese estado con solo dos palabras.
Camino hacia donde está la rubia acabando con el tipo; se pone de pie cuando ha terminado y luego me mira con una sonrisa en sus labios «no la que quiero».
—Tardaste narcisista —camina hacia mí—. Creí que tendría que volver sola.
—¿Sabes a lo que te expones?
—No me expongo a nada, acabas de evidenciar que puedo estar sola.
—Barbie, eso fue increíble —se acerca Evans y la abraza sin importarle mi presencia o lo que estuviera diciendo.
—Puedo enseñarte cuando quieras.
—Sé pelear, pero no tanto como tú, entonces lo tomo —dice él.
La rubia le da una sonrisa sincera y luego mira al tipo que me saluda cuando llegue.
—Ahora es mío y te aseguro que me los llevaré a todos —dice mientras se acerca a una caja.
—Si nos hubieras dicho de dónde venías, te aseguramos que te los dábamos sin tener que hacer todo esto —le dice el hombre.
—Estoy acostumbrada a tener lo que quiero con mis esfuerzos —le responde la rubia.
Se inclina hacia la caja y saca un perro que a simple vista se ve terrible.
—Ya no estarás solo —lo acaricia mientras le habla.
—Eso no lo llevarás a mi casa —le digo antes de que se acerque.
—Tranquilo, tengo mi casa y allí estaremos muy bien los dos. ¿Verdad, pequeño?
A Eike no le gustará nada eso, ese perro es territorial y al parecer la rubia no se ha topado con el. Eike es un gran danés, no permite que nadie a excepción de yo se le acerque, destruye todo a su paso con solo darle una orden.
—Escoge ¿Me voy con ron a mi apartamento?
—Quiero ver eso, Eike se lo comerá de un bocado —le dice Evans a la rubia.
—¿Eike? —pregunta ella.
—El mismo satán, no sabes los alcances de ese perro, es peor que Ronald —habla de más y cae en cuenta cuando me mira.
—Disfrutaré viendo a Eike comiendo su cena —digo para luego agarrarla del brazo.
—Veremos quién se come a quien —sonríe y luego se suelta de mi agarre.
—Perdone nuestras vidas, alemán, le aseguramos seguir sus órdenes, pero no nos mate —grita alguien y la rubia me mira confundida.
Me alejo del lugar y hago que la rubia me siga, ignoro todo lo que dijeron allí y trato de que ella haga lo mismo, pero es imposible.
—¿Alemán? ¿Muerte? —se detiene y pregunta.
—No responderé nada.
—No lo hagas, tarde o temprano sabré todo de ti.
—Lo mismo digo, Isabella.
NOTA DEL AUTOR
Pido perdón a todas las personas que se quedaron esperando la actualización del martes, pero como ya lo había mencionado, la universidad me consume.
Estoy pensando hacer maratón, pero no tengo definido el día. Todo dependerá del apoyo que le den a este capítulo.
¿Ronal está enamorado de la rubia?
¿Que hizo Isabella en esos doce años?
¿Eike se comerá a ron?
Descubre todo en los próximos capítulos.
De antemano pido perdón por los errores que encuentren, si pueden señalarlos se los agradezco. Abrazo desde la distancia.
Ya somos 5k, ¿Cuando llegamos a tanto? Gracias todos los que van llegando.
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