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CAPÍTULO 11

IISABELLA

Estoy segura de que todo el alcohol que ingerí en la tarde fue el que me impulso a darle ese beso al idiota, es que estoy segura de que si no hubiera tomado tanto, no hubiera sido capaz de hacerlo.

¿Me gustó probar sus labios? No puedo mentirme a mí, desde que lo vi por primera vez en el hotel, sus labios se llevaron mi atención, es que a simple vista me gritaban que los besara, pero llevaba resistiéndome todo este tiempo, porque no quiero estar con él, no quiero generar sentimientos por él y dejar que mi padre gane.

Pero cuando los probé, algo en mí explotó, es como si jamás hubiera besado a nadie más o sencillo, cómo si mis labios hubieran estado esperando a los suyos.

Según mi plan es seducirlo, pero estoy segura de que fracasaré en el. Ronald tiene algo que me atrae, algo que me invita a quedarme con él.

—Este es Marcelo —menciona Ronald sacándome de mis pensamientos.

—Isabella Benz —lo saludó dándole mi mano y ofreciéndole una sonrisa.

El hombre tiene más o menos la edad de Ronald y a su lado va una mujer muy hermosa que posiblemente ronde los veintiocho años, o eso pienso, en fin, no es que sea buena deduciendo la edad de las personas, por la misma razón no he decidido la del narcisista. Posiblemente, diría que tiene cuarenta años, pero seguramente estaría muy equivocada.

Simple, debo preguntarle, eso es más sencillo.

—¡Amigo! —veo cómo un hombre se acerca y abraza a Ronald.

—¿Todo en orden? —le pregunta y este asiente —Isabella, este es Evans, mi amigo y mano derecha.

—¡Oh! —exclama él y pareciera que va a hablar de lo rubio de mi cabello, pero dice algo aún más estúpido—. Barbie —me extiende su mano.

—Idiota—. Susurro antes de aceptar su mano —mi nombre es Isabella.
—Odia que le digan rubia, así que abstente a eso.

—Odio aún más que me llamen Barbie, yo tengo cerebro —digo tratando de alejarme de ellos.

—Me gusta, ella me gusta —dice Evans sonriendo.

—Es bueno, porque se quedará con nosotros —menciona el narcisista.

Pasamos mucho tiempo saludando a diferentes personas, para mí fue una eternidad. Aquí se encuentran muchas personas influyentes, cómo la familia de José e incluso el canciller de Rusia.

—Reúnete con tus amigos, pero tendré mis ojos en ti, no hagas o digas locuras y mucho menos tomes alcohol —dice —estaré allí hablando —señala una mesa donde se encuentran varios hombres.

Tal como lo dijo, me dirigí hasta donde estaban mis únicos amigos, quienes me dieron un fuerte abrazo, empezamos hablar y al darme cuenta de que Ronald estaba más que concentrado en su charla decidí acercarme a la barra. Me tomé tres tragos de vodka y luego me dirigí nuevamente a ellos.

—¿Harás algo mañana? —pregunta Marga.

—Posiblemente sí —sonrió.

—¿Bebiste mucho? —pregunta José acercándose a mí.

—Un poco, necesitaba algo para resistir esta noche.

Aunque estoy ebria, todavía soy consciente de lo que hago. Mi hermano se acerca junto a su esposa, la cual parece que va a parir en este instante, tiene el vientre más grande de como lo vi la última vez.

—Deberías parar, a simple vista se nota lo ebria que estas —dice mi hermano mientras me quita la copa que acababa de recibirle al mesero.

—Esto me ayuda, además aún estoy consciente —le sonrió.

Creo que aparte de beber lo que más he hecho el día de hoy es sonreír, por cada palabra que digo, les regalo una sonrisa.

—Aún no va ni la mitad de la fiesta y ya estás ebria, das vergüenza Isabella —menciona Ida apenas se acerca.

—Sapa—. Digo —eres una maldita metida. ¿De quién es la fiesta? —le preguntó con ironía —¡aaaa! Verdad que él no te eligió a ti.

Le hiere el orgullo, estuvo a punto de decir algo, pero fue interrumpida por Ronald, quien se acercó a mí y me sostuvo de la cintura.

—Vamos a anunciar esto para que vayamos a casa y puedas descansar —acaricio mi mejilla.

Caminamos hasta donde está el escenario y Ronald me ayudó a subir. Llama la atención de todos y empezó hablar.

—Como muchos saben, ya es hora de formar mi familia. Estoy envejeciendo y no quiero quedarme sin disfrutar esta etapa —me acerca un poco más a él.

Habla por un momento y da una historia de su vida que a simple vista se nota más falsa que las tetas de mi hermana, luego cuenta cómo me conoció y aunque algunas cosas son mentiras, las otras se asemejan un poco a la realidad.

—Por eso he decidió pasar mi vida con Isabella y convertirla en mi reina.

Todos aplauden mientras él desliza una argolla por mi dedo, sin pensarlo me besa y no me da tiempo de reaccionar. Con una mano sostiene mi espalda baja y con la otra mi nuca haciendo presión entre nuestras bocas.

—Te juro que te haré vivir en un infierno —le susurro cuando logro separarme.

—Ya vivo en el —dice con una sonrisa —llevo muchos años construyéndolo y precisamente soy el diablo en el.

La manera en que lo dice me eriza la piel y no sé si es miedo o ganas de conocer más de ese infierno en el que dice estar viviendo.

Creo que el alcohol me ha puesto a suponer cosas que no debería.

Nos bajamos del escenario y se acercan personas a felicitarnos, muchos por hipocresía, otros con alegría.

—Estoy seguro de que tendrán un excelente matrimonio —dice el padre de Ronald cuando se acerca.

—También estoy seguro de eso, padre —sonríe Ronald mientras habla.
—Yo de ti, no estaría tan seguro.

Luego de decir eso me retiro, hace ratos, quiero ir al baño y no había podido ir gracias al circo que montó ese narcisista enfrente de todos. Camino a paso apresurado y me sorprende no chocarme con algo, ya que mi nivel de ebriedad sobrepasó el límite.

Después de hacer mis necesidades, me enjuagó las manos y salgo de ese lugar, pero alguien o mejor dicho dos personas me bloquean el camino.

—Permiso —pido, tratando de pasar, pero ellas me lo impiden.

—La futura reina —dice la mujer que me despertó el día de ayer.

—¿Quién? —pregunto mostrando una sonrisa.

—Ese puesto es mío —habla nuevamente ella mientras me empuja un poco.

—¿Si es tuyo, por qué ruegan por mí?

—Tú solo eres un peón en el juego, pronto te desechará, cuando ya no le sirvas —dice ella.

—Te aseguro que estaré con él hasta que yo lo decida—. Creí que sólo Ida estaba interesada en él, pero ya veo que no —mi coño lo tiene muy contento y no creo que se canse de él por estos días.

¿Por qué dije eso? Tal vez por molestarla, lo único que he llegado hacer con el narcisista es besarlo.

—Un coño como el tuyo lo encuentra en cualquier lugar, mocosa, Ronald necesita una mujer de verdad —exclama ella acercándose a mí.
La mujer me dobla en estatura y posiblemente en peso, mi metro y medio no me ayuda. Agarra fuertemente mi cuello y me pega contra una pared dejándome sin aire.

—Toda mi vida he trabajado para estar ahí, así que tú no lo impedirás —susurra en mi oído.

La presión que ejerce en mi cuello es tanta que me está impidiendo respirar, la vista se me nubla más de lo debió. Mi cuerpo se relaja y lo único que siento es como si cayera en cámara lenta.

Ella me deja ahí y luego sale como si no acabará de hacer nada, todo me da vueltas y lo último que alcanzó a ver son unos zapatos completamente negros acercarse a mí.

☙❧

Joder. Es que todo me duele, me duelen los pies, la cabeza y la garganta me quema, todo el trago que bebí el día de ayer parece estar haciendo el efecto contrario en mí, además es tanto el dolor en mi cuerpo que estoy segura, me duele el culo.

Cuando me desperté tenía una ropa diferente a la que llevaba anoche y estoy casi segura que no fui yo quien la cambió, eso resume que fue Ronald. Entonces me vio desnuda y también… ¿Me follo?

No —susurro para mí— no pudo haber hecho eso, no pudo haberse aprovechado de mí.

Porque eso es, si él me follo, lo hizo sin mi consentimiento, yo estaba ebria. Las marcas en mi cuello revelan que algo sucedió después de la fiesta, no recuerdo nada de lo que pasó después de bajar del escenario.

De solo pensarlo que eso podría ocurrir nuevamente, mis manos sudan y mi cuerpo reacciona a eso.

—¿Qué me hiciste miserable? —Le grito cuando entró a su despacho sin permiso —te aprovechaste de mí.

Con lo que hizo me hace saber que es una muy mala persona, mis manos y labios tiemblan de solo saber que mi cuerpo volvió a pasar por eso.

—Como pudiste hacer eso —no me importa quién está aquí con él.

—¡Salgan todo de aquí, ya! —se exalta, pero todos siguen sus órdenes.

—¿Por qué me hiciste eso? —el dolor de mi pecho incrementa.

—Tú querías, me insististe tanto que no pude resistirme —sonríe al hablar y siento que lo odio, me odio y que todo aquí me da asco.

—Nunca te voy a perdonar que le hayas hecho eso a mi cuerpo, que lo hagas pasar por eso de nuevo —digo.

Mis piernas tiemblan y mi vista se nubla, puede ser por el miedo al recordar ese pasado, posiblemente sea mis lágrimas o no sé. Él se acerca y yo retrocedo.

—¿Cómo que hacer pasar a tu cuerpo de nuevo por eso? —pregunta mientras me sostiene de los brazos.

El miedo es tanto que mi cuerpo empieza a tener espasmos y las lágrimas bajan de manera desenfrenada.

—Nunca te perdonaré esto —intenté zafarme de su agarre.

—Está bien, perdóname —. Dice —solo quería jugar contigo, no soy tan poco hombre como para hacerle eso a una persona y más en el estado que te encontrabas.

—Eres un imbécil —logro separarme de él.

—Lo que digas. Ahora dime qué lo que dijiste no es lo que estoy pensando —pregunta, esta vez totalmente serio.

—Vete al infierno —digo tratando de salir, pero este me lo impide.

—¿Qué pasó Isabella?

—Nada que te importe.

—Mi paciencia y empatía tiene un límite y contigo se está acabando —me lleva hasta el sillón y hace que me siente —¿Abusaron de ti?

Suelta la palabra prohibida para mí y en mi familia, nadie debe saber eso, yo debía olvidarlo, pero como se hace eso. ¿Cómo se olvida a una niña de diez años rogando para que no la tocaran, rogando por la compañía de su madre después de vivir eso?

De mi boca no sale ni una palabra, es como si mi lengua hubiera desaparecido y mis labios estuvieran sellados.

—¿Fue tu padre? —pregunta con asco—¿Cómo un padre pudo hacerle eso a su hija?

No fue mi padre, pero él tuvo la culpa, todo lo que me pasó allí fue por ellos, mis primeros años en ese lugar fueron un infierno, y aunque quise olvidarlo y hacer como si esos años no hubieran pasado para mí, mi memoria no ha podido.

—Eso es algo que no te importa —me pongo de pie como puedo y salgo de ahí.

Imbécil, desgraciado, ¿cómo pudo jugar conmigo así? Logró hacerme decir algo que muy pocos saben.

Subo nuevamente a la habitación y le pongo seguro cuando entró, después de eso no quiero ver a nadie, mucho menos quiero ver la compasión en los ojos de ese imbécil.

Si mis padres no la tuvieron por mí, porque otros deben tenerla, además salí de todo eso sin ayuda de ninguno, con poca edad tuve que ser valiente para enfrentar todo lo que me pasaba allí.

Todo el resto de tarde me la pasé acostada, no pude hacer lo que tenía planeado para hoy, pero para ser sincera, no tenía ganas de hacer nada después del ridículo juego de Ronald.

—Señorita—. Escucho la voz de la señora Blanca —le traje un poco de comida porque no ha salido en todo el día.

—¿Aún no sale?

Su voz, esa perra, me las va a pagar. Creyó que porque estaba ebria iba a olvidar todo, fue ella quien dejó las marcas en mi cuello, la muy perra intentó matarme —no creo que su intención fuese matarme, pero si darme un susto—.

Me pongo de pie como rayo y me dirijo a abrir la puerta, el enojo me lo desquitaré con ella, no soy tan débil como piensa.

—Tú. —la señaló mientras me acerco a ella —no debes estar aquí, no te quiero volver a ver aquí.

Me acerco a ella de manera desafiante, pero la muy perra se queda en su lugar mirándome de manera retadora.

—¡Señorita! —Me llama, Blanca.

—¿Supones que olvide todo lo que hiciste y dijiste ayer? —sus ojos se dilatan por un momento y después sonríe.

—No sé dé que hablas —dice de manera muy fingida —estabas muy ebria.

—Puedo tomar todo el alcohol que me ofrezcan, pero jamás olvidaré algo como lo que me hiciste —es mentira, pero si puedo recordar su rostro cuando ejercía presión en mi cuello con su mano.

Me acerco a ella y la agarró del cuello tal como lo hizo ella ayer, mi agarre no es tan fuerte como el de ella, pero la manera en la que hice mi agarre, le impide el oxígeno.

—¡Suéltala Isabella! —grita el idiota, desde no sé dónde.

—Esta perra me las pagará— no la suelto, lo que hago es aumentar mi fuerza y la mujer empieza toser.

En un tiempo muy corto, Ronald llega hasta donde estoy y hace que mi brazo del cuello de la mujer.

—¿Qué pretendes hacer con esto? —está furioso y efectivamente es conmigo.

—¡¿Sabes lo que me hizo?! —Si él está furioso, yo lo estoy dos veces más.

—Pudo ser alguien más, ya estoy buscando quien fue que te hizo eso, pero estoy seguro de que Greta no fue —dice con seguridad.

—Fue ella, lo recuerdo perfectamente.

—Estás confundida, yo no tengo nada que ver —finge inocencia la muy perra.

—Estás confundida, así como creíste que yo había… —Sus palabras quedan en el aire, no quiero que hable de eso delante de ella.

—No lo digas, nunca más menciones eso—. Lo miro suplicante —haz lo que quieras, pero estoy segura de que fue ella— sin decir una palabra más, entró de nuevo a la habitación.

Ella está enamorada de él, siempre lo ha estado, ella misma lo dijo. Debo salir de aquí, debo tomar aire y despejar la mente.

Me visto y siendo que supere mi récord del menor tiempo en arreglarme, ¿pero cuánto puede tardar ponerse un pantalón, camisa y zapatos? Para mí fueron cinco minutos.

Salgo de la habitación luego de coger mis documentos y un poco de dinero «no voy a huir, pero no volveré hoy». No había nadie cerca, así que salgo de la casa y me acerco a uno de los tipos que hay en la entrada.

—Llévame al centro de la ciudad —digo mirándolo a los ojos.

—El señor salió, así que no puedo llevarla a ninguna parte —dice ignorando mi petición.

—¿Él te dijo que no podían llevarme a dónde pidiera? —estoy segura de que él no dijo eso.

—No, pero…

—Pero nada, puedo entrar y salir cuando quiera, si no quieres llevarme, pues lo entiendo, me voy sola.

Entró a dónde supongo tiene los autos, efectivamente ahí hay más de seis autos. Estoy segura de que estos no los utilizan sus guardas, me subo en el que está más cerca a la salida y agradezco a Dios de que tiene la llave pegada.

El motor ruge en cuanto lo enciendo y salgo de allí a toda velocidad.

—¡Señora! —Escucho a varios de ellos gritar, pero los ignoro y continuo mi viaje.

Miro a través de las ventanas y logro observar algunas cámaras, aunque no conozco esta ciudad, logró identificar algunos lugares que pueden estar llenas de ellas y trato de evitarlas.

No sé por cuánto tiempo conduje, pero según el mapa de mi celular estoy cerca de la estación Spandau del metro. Aparco el auto en un callejón y antes de bajar agarro mi cabello en una cola y me pongo la chaqueta que llevaba.
Sólo llevo mis documentos, mi teléfono y el poco dinero que agarre. ¿A dónde voy? Ni yo sé, pero voy a relajarme por un rato, a creer que todo está igual a como fueron mis últimos años en Inglaterra.

Después de caminar por algunos minutos, por fin llegó a la estación, compró un pasaje y me adentro a ella.

Me pongo mis audífonos después de estar dentro del tren y me pierdo un rato.

NOTA DEL AUTOR

Ni yo creía que actualizaría dos días de seguido. Es bueno que no tenga trabajos de la universidad y tenga tiempo para dedicarle al libro.

Empiezan a salir temas sensibles y los que vienen están aún más, así que si continúa leyendo espero no critique nada ya que se lo digo con anticipación.

Tampoco me gustarían ver qué compren la historia con otras, cómo diría la yuya «te conozco mosco».

Espero disfruten el capítulo y comenten mucho ya que eso me ayuda a saber que están ahí y la historia les está gustando.

Si encuentra errores por favor señalarlo, esto me ayuda a corregir ya que estoy subiendo el capítulo sin editar. :(

Comentando y votando estás apoyando la historia.

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