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Verte de nuevo

Nota: Para que se entienda mejor. Las 3 narraciones pasan al mismo tiempo. Para que tengan una idea.

Una semana había pasado desde la partida de Surt a Estados Unidos.

El estrés y el cansancio acumulados en mi cuerpo estaba comenzando a pasar factura.
Mi semana se había convertido en una locura. Una maratón diaria de tareas, a la mañana mis pacientes, buscar a Shijima al colegio y por la tarde los pacientes de París. Sumándole que mi madre hace 2 días que no podía quedarse con Shijima obligándome a llevarme conmigo al niño a París y dejarlo en la guardería de las oficinas. Mí casa era un caos, parecía que allí vivían 12 niños como la película que vimos hace dos noches con mi pequeño pelirrojo. Mi cuerpo ya se notaba cansado. Lo único que hacía al final del día era la cena y apenas dormir. Necesitaba contratar ayuda o terminaría internado.

Me encontraba en la oficina de París, estaba acomodando algunas carpetas cuando escucho un suave golpe en la puerta. Con un Adelante, Afrodita abre la puerta.

— Buenas tardes Dr. Andreev ... Oh disculpa, creo que me confundí de consultorio — lo veo sorprendido.

— Si buscas al Dr. Andreev, está de viaje... Me presento Soy el Dr. Camus Monnier su esposo — extiendo mí mano amable en forma de saludo — lo cubro cuando el no está. Dime ¿Tienes turno?

— Oh no, no solo venía por el puesto de secretario — lo noto un poco nervioso.

— Lo siento, ya no está disponible.

— Lo siento ¿Te conozco de algún lado?

— Si, soy el mejor amigo de Shura, nos vimos en el bar. Nunca tuvimos la oportunidad de presentarnos formalmente.

— Oh pero mira que casualidad. Te invito un café, así nos conocemos ¿Quieres? Así me cuentas un poco de Shura, me encantaría conocerte el habla mucho de ti — comenta con una enorme sonrisa.

Miro mí reloj de pulsera — No tengo mucho tiempo, en 30 minutos tengo un paciente y ...

— Con eso es más que suficiente — me interrumpe — vamos es un rato.

— Bueno pero tendrá que ser aquí. Ahora traigo unos cafés de la máquina.

Me levanto y me dirijo a la máquina expreso que tenemos aquí y sirvo dos cafés.

— Toma — le extiendo la tasa y me siento en el sillón del consultorio.

— ¿Hace mucho está casado con su esposo?

— Casados hace 8 años y nos conocemos desde que tenemos 10 años, tenemos un hijo se llama Shijima— tomo mí café.

— ¿Y a Shura?

— A Shura prácticamente lo conozco desde que nací — río y el me mira intrigado. Supongo que esto se convertirá en un cuestionario — ¿Qué tal tu relación con mí amigo? Me ha hablado maravillas de ti, nunca lo vi tan interesado en alguien.

— Shura es fantástico, es un gran hombre —se sonroja — me gusta mucho.

— Cantas muy bien  ¿Te dedicas solo a la música?

— Gracias... No, buscó otro trabajo aparte del que tengo en el bar, por qué la plata a veces no alcanza. Pero... Veo que llegue tarde para esté trabajo.

— Y ¿Qué tipo de trabajo buscas? ¿Te gustan los niños? — preguntó interesado, quizás pueda ayudarme en mí casa.

— Me adapto a todo, si me gustan mucho los niños.

— Mira, perdona si te parece atrevido de mí parte. Estoy buscando alguien que me ayude en mí casa, cuidé a mí niño y mantenga en orden mí hogar. Hasta que al menos el viaje de Surt termine. Luego será solo ayuda un par de días a la semana. Pero yo vivo en Versalles, no es lejos pero igual tendrías que viajar.

— Me encantaría, y no te preocupes, tengo auto pará movilizarme. Me ha costado conseguir trabajo y esto me viene bien.

— Bueno, bien entonces, te daré mí tarjeta y arreglamos el pago, horarios y demás. La verdad traer a mí niño hasta aquí todos los días es cansador para el y preferiría que se quedará en casa.

El teléfono suena y es la secretaria indicando que el paciente ha llegado.

— Afrodita, me encantaría seguir hablando pero ya llegó mí próximo paciente — menciono levantándome del sillón.

— Bueno Camus... Te puedo decir Camus ¿verdad? — pregunta y  asiento — te llamaré pará coordinar, gracias de verdad por la oportunidad.

Nos despedimos y llamó al paciente

— Vasilakis— grito para que me escuche en la sala de espera y entro otra vez a la oficina.

Narra Milo:

— Mystoria, no corras, ¡Espérame! — le gritó al niño que corría delante mio. Mendigo niño, tenía que salir hiperactivo como mí hermano Kardia.

— Tío, eres lento, apúrate o llegaremos tarde con el doctor.

Comencé a correr para atrapar a ese niño loco. Maldito Kardia a la hora que me pidió que llevé a su hijo al cardiólogo por qué el no podía.
Detesto los médicos.

Una vez que logré atrapar a ese escurridizo niño lo cargo a upa.

Llegamos al enorme y lujoso edificio.

— Séptimo piso bicho — me dice mí sobrino.

— Mystoria, ya te dije que no me digas así.

— Papá te dice así — alza los hombros.

Llegamos y nos dirigimos el piso del cardiólogo que atiende a Kardia y Mystoria.
Mí pequeño sobrino nació con la misma  afección que su padre.

— Buenas tardes señorita, tenemos turno con el Dr. Andreev — le comunico amablemente a la secretaria

— Si, apellido por favor — pregunta tecleando en la computadora.

— Vasilakis... Mystoria Vasilakis.

—  Bueno, espere un momento y será llamado por el doctor. Tome asiento.

Nos sentamos con Mys en los cómodos sillones de la sala de espera. A los 5 minutos escucho que nos llaman.

Caminamos por un pasillo hasta entrar a la oficina y nos cruzamos con Afrodita que al pasar me guiña un ojo con un  Milo de saludo.

Abro la puerta y me encuentro con la belleza personificada. Esos bellos ojos color zafiro y su cabello aguamarina tan peculiar. Cómo podría olvidar a tan perfecto ser que me dejó sin aliento en el baño del bar aquella noche.

No podía creer la suerte que tenía de volver a verlo. Gracias Kardia decía internamente, agradeciendo a mí hermano por pedirme esté favor.

Ahora que volvía a encontrarlo no iba a poder perder la oportunidad de aunque sean obtener su número.
Creo que empiezo amar a los doctores.

— Buenas tardes Dr. Andreev —  extiendo mí mano en forma de saludo con una enorme sonrisa esperando que me reconozca.

— Buenas tardes señor Vasilakis, mí nombre es Camus Monnier, esposo del Dr. Andreev. El se encuentra de viaje. Espero que no le moleste que lo atienda yo — no cariño, lo único que me molesta es tu esposo.

Espera ¿Que? ¿Acaso dijo esposo? ¿Esté perfecto ser tiene un maldito esposo?
No podía creer que estuviera casado después de lo que paso en el baño del bar, y encima lo dice así con total naturalidad.

— Bueno señor Vasilakis, cuénteme como ha estado su hijo esté mes y como ha reaccionado al medicamento — preguntó con total desinterés sin ni siquiera mirarme.

Mí corazón se rompió en mil pedazos.

— Mi nombre es Milo y el no es mí hijo, es mí sobrino — al mencionar mí nombre el posa sus zafiros en mí. Le sonrió — el padre mencionó que se agita mucho en clases de gimnasia en la escuela y que el medicamento a reaccionado muy bien — escribe en un anotador.

— Bien pequeño, siéntate aquí — se levanta de su silla y con ese caminar hermoso que posee, se dirige a la camilla.

Mystoria se levanta de un salto del sillón y camina contento hasta Camus que lo levanto en brazos pará sentarlo en la camilla. Se veía a leguas lo mucho que a él le agradan los niños. Y sobre todo era hermoso ver cómo miraba a Mys.

Los ojos violetas de Mystoria.

Camus lo revisaba y mí sobrino le regalaba enormes sonrisas, como si el niño lo conociera, con mucho amor y confianza.

Ambos se sentaron cada uno en su silla. Camus escribía en una libreta. No aguantaba mas su indiferencia. Necesitaba saber si se acordaba de mí al menos. O  estaba tan borracho esa noche que no me reconocía.

Levanta su cabeza apenas termina de escribir, supongo que una receta, y clava su mirada tan profundo como un océano en mí.

— Milo, aquí tienes la receta de los medicamentos. Su condición aunque esté mejorando, todavía tiene prohibido actividad física — hace una pausa, como si quisiera decirme algo, su silencio me hace pensar que es algo malo — me gustaría hablar con sus padres. Si podría decirles que se acerquen aquí cuando puedan le agradecería por favor.

— ¿Sucede algo malo? — me mira y niega con la cabeza y luego dirige su mirada a Mys. Me doy cuenta que no quiere hablar delante del niño — entiendo. Les diré.

— Bueno, eso es todo, adiós Mystoria, fue un gusto conocerte — se agachó para quedar a la altura del niño sonriéndole con suma dulzura. Ese doncel es especial.

— Camus... — lo llamo con nervios y dudas — si alguna noche estás libre tu y Shura pueden ir a verme cantar cuando quieran — lo invito, mí voz temblaba pero necesitaba acercarme a el, aunque sea como amigos.

Sus ojos se abren enormes, y ahora su mirada hacia mí era más intensa. Como si recordara algo, me escrutinio detenidamente.

Si, recuérdame por favor... Recuerda ésos besos, las caricias y como hicimos el amor en el baño.

No me importaba su estúpido esposo, necesito estar con el, estar cerca de el. Mí corazón había sido flechado y no había vuelta atrás.

— Espera... ¿Milo? Eres ese Milo, el amigo de Shura — bingo me recordó — el hermano de Saga — meh.

— Ese mismo — sonrió de lado orgulloso.

— Ahora te recuerdo, me eras familiar... Perdona, tengo un mal beber y después no recuerdo nada — ahora entiendo por qué no recuerda nuestro fogoso encuentro... Maldición — la verdad cantas muy lindo — me sonroje por ese alago.

— Bueno, entonces estás invitado cuando quieras a verme cantar — la felicidad en mí cara es notable — Camus, con Mys iremos por un helado ¿Vienes?

— Me encantaría — mira su reloj — mí turno termina en una hora, no quiero hacerte esperar mucho.

— No importa, si aún estamos paseando te buscamos.

— Bueno... — la secretaria toca la puerta interrumpiendo — si, Liseth, ¿Qué necesitas?

— Siento interrumpir doctor pero tengo una emergencia y necesito irme.

— No hay problema, ve tranquila, yo me ocupo — voltea a mirarme — Milo, fue un gusto verte, nos estamos viendo algún día en el bar.

Se despide de nosotros y ambos salimos de la oficina. Recibo un mensaje de Saga.

Para Milo:

Ey bicho, ven a buscar a tu hijo por favor, necesito salir, un cliente me necesita. Lo siento hermano.

Para Saga:

Enseguida voy, recién salgo del médico de Mys.

— Mystoria iremos por Shun a lo del tío Saga y después por el helado.

— ¿Y después veremos por el doctor? Es lindo y le sonreías mucho — maldito niño.

— Quizás, ahora vamos.

Nos subimos al auto y fuimos a la casa de mí hermano. A decir verdad hacer tiempo me venía al pelo, después pasaría "casualmente" por las puerta del trabajo de Camus.

— Bicho, por fin llegas — Saga abre la puerta — ¡Shun! Tu padre ya llegó... Hola Mys — le revuelve el cabello al niño.

Shun llega a la puerta y Saga me pasa su mochila.

Shun es mí único hijo, estoy divorciado, bueno es rara la cosa. El matrimonio con Shaina no funcionó.

Estaba muy evocada en su carrera como cantante, aunque no sea famosa, si es muy reconocida por varios artistas. Cuando quedó embarazada de Shun, dejó por 3 años de cantar en escenarios.

Pero cuando le ofrecieron ser telonera de artistas famosos no se negó. A partir de ahí comenzó ausentarse mucho de casa, a veces pasan hasta meses. Nos abandono a ambos.

Me canse de la situación y ofrecí separarnos. Ella no se negó y firmamos los papeles, pero nunca separamos bienes.

Ambos acordamos que podíamos compartir la casa ya que ella nunca estaba y si venía era por escasos días. No le veíamos el sentido que se mudará. De esta manera compartiría tiempo con Shun. Por suerte logramos llevarnos bien para hacer así más amena la convivencia cuando ella está en casa.

Me convertí en el apoyó de ese niño. Su única compañía ya que su madre nunca estaba.

Soy profesor de música en su escuela y también doy clases en mí casa. De esa manera estoy con el y cuidarlo.

Por suerte es un niño muy tranquilo y bondadoso, nada que ver al revoltoso de su primo.

— Vamos niños, iremos por un helado.

Los 3 nos fuimos en el auto y estacione cerca del edificio de Camus.

Mientras caminábamos mí teléfono suena.

— Kardia

— Bicho, como le fue a Mys del cardiólogo ¿Te dijo algo ese estúpido pelos de zanahoria?

— Mmm ... No, me atendió su esposo Camus, el doncel más bello que pueda existir — suspiros salen de mí boca.

— ¡Que! ¿Camus? ¿Dijiste Camus? — se nota sorprendido y hasta alarmado — es el hermano menor de Degel... ¡Degel, ven rápido! ¡Milo vio a Camus!

Se escuchan pasos rápidos

Degel toma el teléfono — Milo, cuéntame, ¿Camus reconoció a mí pequeño? ¿Te dijo algo?

— No, no lo sé ¿ Que está pasando? — realmente no entiendo nada.

— Después te explico Milo ¿ Cómo lo viste? ¿Está bien? — se nota que está preocupado.

— Si, supongo que estará bien, no es muy expresivo que digamos.  Lo invite a tomar un helado. Estoy esperando que salga del trabajo.

— Milo... No le hables de mí si, no le digas que Mystoria es su sobrino. Es complicado de explicar, pero te prometo que lo haré. Prométemelo.

— Lo prometo Degel, sea lo que sea, no seré yo quién diga algo. Pero necesito una explicación... Te seré sincero, el me gusta y pienso acercarme a el.

— Por mí no hay problema, de todos modos no me cae bien su esposo... No sé lo que planeas Milo, pero no te será fácil — si supieras Degel que ya tuvimos lo nuestro aunque no se acuerde.

— Lo intentaré. Adiós Degel.

— Cuídame a Mys.

Cortó la llamada por qué lo veo salir sosteniendo de la mano a un pequeño niño pelirrojo, supongo que es su hijo.

Levanta su mirada y me hundo en ese océano profundo que posee. Tan profundo que me ahogo en el y mí único salvavida es la presencia de aquel hermoso doncel. Siento la necesidad de aferrarme a el por qué es la única manera de poder respirar. Sus ojos... Sus bellos zafiros no me dejen salir. Estoy flechado, Eros me ha flechado.

No me importa de que manera lo haga pero entrare en vida. Seré lo que el quiera, un amigo, un amante...

Narra Camus:

Después que Milo se fue, recién ahí puede respirar. Su mirada... Su maldita mirada me dejaba sin aliento. Esos ojos turquesas que miraban intimidándome logrando que mis manos sudaran.

Sentía con mí cuerpo que ya lo conocía, de algún modo ya lo hacía. Eso se sentía extraño.

De pronto unos mareos y unas ganas terribles de vomitar se apoderaron de mí. Corrí hasta el baño privado y vomité en el inodoro todo mí al almuerzo y el café que tome con Afrodita.

Sentado en el piso, me recosté en la pared. Me había bajado la presión, todo a mí alrededor de movía. Me quedé unos minutos ahí hasta recuperarme.

Vomité otra vez.

Cuando el mareo paso, me levanté y enjuague mí boca en el lavabo. Mojé un poco mí rostro. Tenía que seguir atendiendo. Lo Bueno era que solo me quedaba un paciente.

Una hora más tarde mí jornada laboral había terminado.

Caminé hasta dónde se encontraba la guardería del edificio dónde había dejado a Shijima mientras me encontraba trabajando.

Una vez ya con el pelirrojo de lo mano caminamos hasta la salida y ... Otra vez esos malditos turquesas mirándome.

Narra Afrodita:

— Bueno Camus... Te puedo decir Camus ¿verdad? — preguntó inocentemente, asiente — te llamaré pará coordinar, gracias de verdad por la oportunidad.

Nos despedimos y en el pasillo me cruzo con el sexy Milo, le guiño un ojo de forma coqueta. Me encantaría meterlo en mí cama pero el nunca me dio bola. Desistí cuando conocí a Surt y luego llego Shura. Ahora me veo envuelto en un triángulo amoroso.

Salgo del edificio contento.

Fui con la intención de encontrarme con mí amado Surt, pero lo que halle fue mucho mejor, por qué no solo conocí a la persona que me está robando el amor del cardiólogo si no que logré meterme en su casa, su intimidad.

Eso era mucho mejor para ejecutar mí plan. Lograré separar ese par a como de lugar. Surt será mío, solo mío.

Camus, Camus... Metiste al enemigo en tu casa.

Al enemigo en tu casa...

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Mis bellos lectores, les dejó un capítulo nuevo.

Comienza un poco de drama.

Me encanta el drama.

El bicho se nos enamoró.

Camus y Milo si tuvieron sexo en el baños.

Y nuestro cubo conoció a su sobrino.

Gracias por leer.



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