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Sospechas

Sentado en la cama aún, escuchaba a su hermano contarle entre llanto y enojó, todo lo sucedido con Shaka.

En algunos momentos del triste relato, Shion pensó que Mu moriría en ese momento por la forma que se ahogaba e hiperventilaba perdido en el llanto.

Entendía la reacción de su hermano, no creía que el podría haber reaccionado distinto, pero también pensaba que había sido muy duro para el rubio decir la verdad y afrontar la situación en estado de gestación.

El llanto y la voz fuerte de Mu logró despertar al bebé que descansaba en su cuna. Shion se estiró hacía la cuna para agarrar al pequeño niño entre sus brazos y acunarlo.

Dohko, atento a los gritos que se escuchaba en su casa, con su oído agudo distinguió el llanto de su hijo menor entre las voces de los mayores.

Con cautela, ingreso a la habitación para llevarse a Okko consigo.

- Amor, dame al niño, lo llevare abajo y le daré la mamadera.

Shion le colocó al recién nacido en brazos de su pareja.

Mu miró la situación de su hermano. Una vez que el más bajo abandonó la habitación este hablo.

- ¿Por qué yo no puedo tener algo así? Algo como tu tienes con Dohko... No, yo tenía que enamorarme del niño rico.

- Mu ¿Qué dijo él exactamente? ¿Qué las niñas no son tuyas? ¿Qué mantenía una relación con su ex?

El de cabellos lilas se sentó en la cama junto a su hermano mayor. Shion agarró la mano del menor esperando respuestas.

- Me dijo que me ama. Que solo estuvieron una vez juntos... Fue antes que nuestra relación comenzará y después no quise escuchar más.

- ¿Entonces?

- Me oculto la verdad todo este tiempo Shion y ... No entiendes, no sabes quién es Shura Maldonado, él lo tiene todo. Y si, quizás mí orgullo está herido.

Shion comprendía a su hermano, sabía bien que siempre tuvo complejo de inferioridad e inseguridades. Para el menor fue todo un reto aceptar salir con Shaka, sabiendo que no tenía nada que ofrecerle más que su amor.

- Pequeño, por un memento deja tu enojo de un lado y ponte en su lugar.

- No puedo, no puedo... Necesito tiempo eso es todo

- Amor, ayúdame a colocar las cajas de los expedientes en el auto.

_ Claro.

Camus tomó las cajas que eran de Surt y ayudó a guardarlas en el auto. El ruso solía traer algunos expediente a la casa cuando estos paciente tenían operaciones en poco tiempo.

- ¿Seguro que podrás con todo hoy?

- No te preocupes, Afrodita me llamo que hoy no vendría, se sentía mal y estaba con vómitos. Llevaré a Shijima con mí madre ¿Aún necesitas que vaya al consultorio de París?

Ambos hombres hablaban apoyados en el deportivo del pelirrojo.

- No cariño, ya tienes mucho aquí sin Afrodita para ayudarte. Yo me las arreglo allí solo. Tan solo es una reunión de trabajo.

- ¿Volverás a dormir?

Surt recibía correos personales desde su celular.

- Supongo que sí, cualquier cosa te aviso. Te amo.

El teléfono del ruso comenzó a sonar y esté atendió al mismo tiempo que ingresaba a su auto.

Saludó con la mano a Camus y se marchó, sin darse cuenta que se había olvidado algunas cajas dentro de la casa.

Camus desde su lugar, en la entrada del garaje de la casa, observo el auto de su pareja alejarse. Una vez que lo perdió de vista entró a la casa.

- Shijima, hijo vamos a la escuela.

Sintió un teléfono vibrar constantemente. Buscó por todos lados su teléfono y no lo encontraba.

Después de revolver los almohadones del sofá con desespero, se dio cuenta que su propio móvil lo tenía en su bolsillo delantero del pantalón.

Lo saco para mirar quien lo llamaban tan temprano, pero se llevó la sorpresa que el teléfono que vibraba no era de él.

Volvió a escuchar nuevamente la vibración de un celular. Miró las cajas que Surt había olvidado.

Quizás provenga de allí, pensó el acuariano.

Guiado por el sonido y las vibraciones del aparato, revolvió las dos cajas olvidadas en la sala.

Saco papeles y sobres, hasta que al fondo de una de ellas, encontró un sobre de cuero negro.

Allí se encontraban el mentado teléfono del que provenían las vibraciones y tarjetas de crédito a nombre de Surt.

Tomo el teléfono y lo inspeccionó. Era el móvil de su esposo efectivamente. La misma marca y color. Intentó entrar con la clave que el sabía y no tuvo éxito.

¿La habrá cambiado?

Golpeó con el celular su mentón pensando.

Quizás Surt se haya olvidado el celular junto con las cajas.

Imposible él vio que antes de irse el ruso tenía ambos teléfonos.

Entonces ¿De quien era este móvil?

Tomó su propio móvil y llamo al número de Surt.

- Amor, estoy manejando ¿Sucede algo?

- Te olvidaste unas cajas.

- Oh! No importa, no la necesito igual. Mañana me las traigo ¿Amor, paso algo?

- No, era solo eso.

Camus colgó la llamada con una sospecha plantada en su mente.

Tenía que averiguar a quien pertenecía ese celular o si era del mismo Surt y el desconocía de su existencia.

- Papi - lo llamó su pequeño pelirrojo - ya estoy listo.

Camus al verlo sonrió, le dio mucha gracia su uniforme mal acomodado. Se le hizo muy tierno.

- Ven pequeño, te acomodare.

Después de una noche intensa de sexo y pasión, se quedó dormido junto a su pareja en el apartamento de este.

Se había despertado con la luz del sol mañanero que se colaba en la ventana.

Miraba el delicado cuerpo desnudo que descansaba a su lado. Los cabellos color celestes estaban desparramados en la almohada.

Lo observaba con amor. El sueco era amoroso y atento con él.
El pisciano le entregaba todo y el no lograba olvidar a su amigo.

Tenía que intentarlo, Camus jamás le correspondería y era una pérdida de tiempo reservarse para él.

Tenía que lograr abrir su corazón y dejar entrar a alguien más. Dejar entrar a Afrodita.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el despertar repentino del pisciano. Que al incorporarse, corrió al baño tapándose la boca.

Shura lo siguió con la mirada atento. Escucho unas arcadas seguidos de vómito.

Rápidamente se levantó para alcanzarlo en el baño.

Se encontró al sueco sentado en su inodoro estilo vintage, que hacía juego con todo el estilo del baño y la morada.

- Bella rosa ¿Estás bien?

El sueco asintió con la cabeza y se reincorporo para lavarse la cara.

- Si, creo que la comida tailandesa de anoche me cayó mal. Lo picante no es lo mío.

- ¿Seguro? - ya se imaginaba que no era la comida y no le extrañaría.

El de cabellos celestes asintió mientras se lavaba los dientes y lo miraba a través del espejo.

- Llamaré a Camus, no creo serle útil en este estado. Prefiero quedarme en casa y descansar.

Shura tembló solo con la mención se ese nombre.

- ¿Queréis que me quedé? Puedo cancelar mis tareas hoy por ti.

- No amor - beso los labios de su pareja - estaré bien. Solo necesito sacar de mí sistema la comida de anoche.

- Entonces me retiro amor, debo ir a trabajar. Cualquier cosa me llamas y yo vengo enseguida.

- Lo haré. Te amo Shuri.

- Y yo a ti mí bella rosa.

Afrodita sabía muy bien lo que le sucedía, solo que no quería contarle a su pareja. Él tenía otros planes.


Volvió a su casa luego de dejar a Shijima en el colegio. Tenía pacientes que atender, pero la intriga del celular no lo dejaban pensar.

Lo busco nuevamente en la caja. Con el móvil en sus manos se acomodó en el sillón de la sala.

Suspiro, y trató de desbloquear el celular nuevamente con la contraseña que el sabía.

Nada.

Intentó con el nombre de Shijima, fecha de cumpleaños.

Nada.

- Maldita sea... Que carajos con este celular.

Solo podía notar llamadas de alguien agendado como "mí bello cielo celeste".

Definitivamente Surt estaba metido en algo y él lo averiguaría.

Reviso ambas cajas a profundidad pero no encontró nada extraño. Solo el celular y las tarjetas de crédito.

¿Por qué las tendría?

Golpeó con fuerza un almohadón que le hacía compañía en el sillón. Estaba por arrojar contra la pared un adorno que se encontraban en la mesa de café, pero el sonido su propio celular lo detuvo.

Era su secretaria.

- Cierto, debo ir a trabajar.

No sabía si se había quedado dormido desde que Mu se había ido. Solo sabía que le ardían los ojos y las mejillas de tanto llorar.

Sus gemelas le hicieron saber que tenían hambre y no estaban dispuestas a esperar.

Se levantó con eterna lentitud de la cama. Su enorme barriga le impedía todo tipo de movimiento.

Mientras preparaba algo ligero para comer decidió llamar a la única persona que acudiría a su llamado urgente.

- Shaka ¿Cómo estás? - pregunto la voz grave del otro lado.

- Shura - nombró rompiendo en llanto.

- Shaka ¿Qué pasó, estás bien?

- No amigo, Mu se enteró de todo y me dejó. Ven por favor no estoy bien.

- Oh Shaka, maldición. Ya voy para allá no te preocupes.

Una hora más tarde, después de manejar como un loco por la ruta llegó a la casa del rubio.

- Shakita - apenas vio a indio lo abrazo para reconfortarlo mientras el otro se desasía en llanto acunado es sus brazos y pegado a su fuerte pecho - tranquilo, vamos a sentarnos y me cuentas.

Shaka se puso cómodo en el mullido sillón mientras Shura le traía agua.

El rubio le contó todo lo sucedido. Shura quería decirle "te lo dije" pero supo que ya no valía la pena regañar a su ex pareja.

Vería la posibilidad de arreglar las cosas hablando con Mu si era necesario. Pero Shaka pensaba que no era buena idea.

El español estuvo un largo rato hablando y consolando a Shaka hasta que logró calmarlo.

- Debo irme Shakita, es tarde y tengo que ir a ver Afrodita que no estaba bien.

Ambos se levantaron y salieron al porche de la entrada de la casa de Shaka.

- Gracias por venir, de verdad me hizo bien.

- No hay de qué amigo, sabes que siempre puedes contar conmigo.

Shura lo abrazó fuerte a modo de despedida.

-¡¿Es una maldita broma?! - grito Mu al ver a los otros abrazados mal interpretando la situación.

Shaka se separó de los brazos del español de un salto al escuchar la voz de tibetano.

- Mu ¿Qué haces aquí?

- Viene a verte, estaba preocupado por ti porque estabas sólo... Claramente me equivoqué por que a la primera oportunidad llamaste a este - espeto despectivamente señalando a Shura - soy un idiota por venir.

- Espera Mu - intervino Shura - vuelve, hablaremos como adultos.

- No tengo nada que hablar contigo, no tengo nada que hacer aquí. Ya me di cuenta que sobro en la vida se Shaka.

- ¡Mu no te vayas! - gritaba Shaka desesperado.

- Déjame en paz, no quiero saber nada más de ti. Quédate con ese imbécil. Terminaste siendo un cualquiera.

- ¡Ey! No le hables así - Shura alcanzo a Mu para tomarlo del cuello de la camiseta - eres un cobarde y poco hombre si te atreves a insultarlo.

Dohko que esperaba en el auto, se bajó rápido para separar a los hombres.

- Ey Ey, calmasen. No es necesario llegar a los golpes. Hablaremos adentro.

- No, no tengo nada que hablar con ellos.

- A eso vinimos Mu - mencionó el chino.

- Vamos adentro Mu - pidió Shaka - por favor.

El de cabellos lila miró a todos los presentes con un notable odio en su mirada. El ariano estaba cabreado.

- Necesito irme Dohko - luego caminó hacia el auto y se subió el lugar del copiloto.

- Lo siento - se disculpó el castaño e imitó a Mí.

Shaka quedó en un estado se shock por lo sucedido, mientras Shura tenía ganas de golpear a Mu.

Esto sería más difícil de lo que pensaban pero no se rendiría hasta hacerle entender al cabeza dura del ariano que Shaka lo amaba a él y no al español.


Hola bellos lectores.

Les dejó otro capítulo para que se entregan este fin de semana.

Nos acercamos a lo más interesante. Próximo capitulo Camus se entera del engaño de Surt!!!!

Nos leemos pronto.

Gracias por leer.

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