Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Paraíso de amor

La luz de un nuevo día se hacia presente dentro de la habitación donde los amantes se entregaban a la pasión.

Habían logrado dormir una horas y despertar con más deseo que la noche anterior.

En esa paredes, sellados  en su mundo, los gemidos placentero que salían de la boca de Camus era todo lo que se escuchaba en el ambiente.

Se estaban entregando al erotismo y sus bajos instintos sin tregua, recuperando todo el tiempo que habían perdido.

— Ahhhh Milo, ¡Por todos los dioses griegos! — gritaba y gemía sin control vociferando — ¡Dios bendigan Grecia!

El heleno en un intento desesperado, atrapó los labios del francés, así con esto podía evitar que todo el piso, incluyendo su familia, se enteraran que el orgasmo matutino de Camus estaba llegando.

Las estocadas del escorpiano se hacía cada vez más intensas y profundas golpeando aquel punto dulce que hacía delirara al hombre bajo suyo.

Soltó sus labios con la intención de tomar aire y eso permitió al acuariano volver a gritar el goce que su pareja le hacía experimentar. Milo era un dios en la cama, de eso no tenía dudas.

— Aahh Cam ... Aahh mí amor... Voy, voy a terminar — el rubio aceleró sus movimiento convirtiéndolos en violentos cosa que a Camus lo llevo a la cúspide del placer.

Con un grito incontrolable, el aguamarina hizo explotar su orgasmo, manchando el abdomen del griego con su elixir. El otro hombre, se dejó caer totalmente sobre el cuerpo debajo suyo, hundiendo su rostro en el cuello de Camus, mordiendo con saña mientras derramaba todo su semen dentro de él... Dejando una marca que en unos minutos sería muy notoria.

Ambos, exhaustos, se dejaron caer sobre las blancas y suaves sábanas de la cama que había sido testigo de aquella entrega  eterna que había durado casi toda la noche y parte de la mañana. Sus pechos subían y bajaban desesperados buscando calmar la agitación que los dejó sin aire.

— Te amo Cam — logró pronunciar entre bocanadas extensas intentando llenar sus pulmones con aire.

Volteó su cuerpo para mirar ese bello rostro que lo tenía suspirando cada vez que lo veía, esos ojos de un color azul tan oscuro y profundo como el océano Atlántico, que usualmente solían tener un tinte de frialdad, pero en ese instante, lo miraban con ternura y devoción. Podía estar horas mirándolo y jamás se cansaría de admirar la perfección de sus fracciones, sus finos labios y sus características cejas. Sin duda era el rostro más hermoso que había podido admirar.

Una sonrisa se dibujó en los labios del galo al ver el rostro del griego perdido.

— También te amo, Milo — contestó, acercando su rostro para besarlo con pasión y sin pensarlo, Milo volvió a subirse arriba de Camus.

Un ligero golpe en la puerta de la habitación interrumpió el momento, que seguramente terminaría en otra entrega pasional.

— Debe ser Degel — suspiro el francés — creo que es hora del desayuno.

— No quiero salir de esta fantasía — rió mientras llenaba de besos la cara del galo.

— ¡Milo! Ya suéltalo — se escucharon los gritos de Kardia y un regaño a este por parte de Degel por su falta de discreción — sus hijos están preguntando por ustedes.

Ambos rieron aún acostados en la cama, uno encima del otro.

— Creo que dejaremos esto para más tarde, Milo.

El nombrado se levantó de la cama frustrado, aunque no del todo, ya que tenía planeado algo especial para cuando volvieran a Francia. Debía  asegurarse de hablar con Ángelo para que la casa del viñedo estuviera lista.

— Vamos amor mío — extendió su mano hacia Camus con la intención de ayudarlo a incorporarse — hay que desayunar e ir de compras, el hotel dará una fiesta de fin de año, he oído que aquí suelen vestirse de blanco para la celebración.

— Bien — lo besó — vamos a ducharnos y bajaremos — le guiñó un ojo

En la ducha, el trasero desnudo de Camus golpeaba constantemente en los azulejos grises de la pared, con sus piernas enrolladas en la cadera de Milo, que lo penetraba sin tregua mientras el clímax se apoderada nuevamente de sus cuerpos.


— Por fin aparecen — exclama Kardia apenas los amantes insaciables aparecen en el comedor del hotel — ya pensábamos que se habían quedado abotonados.

Degel escupió el jugó tropical que bebía al escuchar semejante comentario obsceno salir de la boca de su esposo.

— ¡Kardia! — regañó —  por el amor de Athena, como se te ocurre decir algo como eso — le dió un correctivo en la nuca — nos te das cuenta que los niños en la otra mesa te puede escuchar, bestia.

— Degel, ni saben su significado — respondió ofendido.

— Quizás Mystoria y Shijima no, pero Shun es más grande — lo miró con reproche — aparte los niños repiten todo — Kardia rueda los ojos.

— ¿Qué planes tienen para hoy? — cuestiona Camus para aligerar el ambiente mientras se sienta en la mesa junto a Milo.

— Desayuno, pileta, compras, almuerzo en el centro, playa y la cena de año nuevo — contesta Degel mientras comía mango.

— Vaya cuñado, que organizado tienes el día, ¿De casualidad no tendrás anotado por ahí el tiempo para ir al baño también? — bromeó Milo ganándose una mirada asesina del acuariano mayor.

— Veo que los hermanos se han levantado bromistas hoy — responde — me parece que está noche no podré cuidar a los niños — siguió mirando a Milo — estoy muy cansado, que lástima — le hizo cara burlona.

— Ok, ok lo siento.

— Como decía — Degel se acomoda los lentes — iremos al centro de la ciudad para comprar ropa y algunos recuerdos, tu madre nos matará si no le llevamos algo.

— Yo quiero llevarle algo a Dita, ha sido muy bueno conmigo — habló Camus.

— Degel amor, sabes que odio las compras. Mejor ve tú con tu hermano y Milo y yo nos quedamos con los niños en la piscina — suplicó Kardia — estarán más tranquilos  y tu conoces a la perfección las tallas que usamos, apelo a tu buen gusto por la ropa.

— Bien — suspiró el peliverde — mejor así, no quiero estar soportándote como niño caprichoso.

— Amor — llama el griego rubio al francés — quiero aprovechar para enseñarle a nadar a Shijima ¿Qué te parece la idea? — le sonríe con ternura.

— Eres una amor Milo, se supone que Surt le enseñaría y nunca se hizo el tiempo — lo beso en los labios — lo apreciaría mucho.

Mientras Degel, con dificultad, intentaba vestirse para salir de compras con su hermano, Camus recordaba, mirando la ventana, la noche de pasión que había tenido con Milo.

Hace mucho que no disfrutaba tanto en la cama, y se sentía tan libre a lado de este. Recordaba con amargura lo vívido junto a su ex esposo. Las mentiras dichas por los labios rusos, los te amo que ahora perdían valor, las caricias que siempre fueron compartidas con la joven de cabellos celestes, ella no tenía la culpa, era una víctima al igual que él.

Todo su matrimonio había sido un mundo de mentiras, fantasías irreales, una invención echa por Surt, que como un verdadero ilusionista, colocó una venda en sus ojos  y sumergirlo en una burbuja, la que se rompió estrepitosamente, sin aviso y retorno.

Ahora solo podía... No, debía concentrarse en reconstruir los pedazos de su vida, por él, por su hijo y estar listo para Milo.

No estaba seguro del todo si entablar una relación tan rápidamente con el griego, sin embargo estar a su lado le había echó muy bien. Desde que lo conoció, el rubio se había convertido en esa luz reconfortante que lo abrigó en tanto frío, le dio las esperanzas del amor nuevamente. Lo había amado desdé el primer momento que lo vio, con esa sonrisa radiante que lo llevaba al paraíso.

— Cam — el llamado de su hermano lo distrajo de la reflexión — me ayudas a abrocharme las sandalias.

— Claro — abandonó la ventana para ayudar Degel, que al tener a su hermano muy cerca se percató de las marcas en su cuello.

— Camus, creo que necesitas cubrirte eso — señaló el peliverde tocando con su dedo índice el cuello del francés menor — no es apropiado que un sofisticado y reconocido cardiólogo se deje ver las heridas de guerra.

— No me había dado cuenta — instintivamente tapó con la palma de la mano el cuello — Milo... Es muy pasional — confesó — no tengo nada para cubrirlo.

— Déjame a mí — Degel se levantó para buscar en el neceser de su maleta un poco de base para cubrir las marcas moradas — déjame darte la bienvenida a la familia Vasilakis hermanito, dónde los griegos de esta, son tan hermosos como bestias en la cama y lo digo en el buen sentido — Degel vertía un poco de la base en una esponja — acaso no haz visto a nuestro suegro, es muy inteligente y caballeroso, pero apuesto que a sus 60 años debe mover la cama seguido, solo mira la cara de felicidad de su esposa, te aseguro que el hermano gemelo Defteros le debe dar duro a la tía Vane y ni hablar de la querida Andrea, esa niña no sabe con quién se casó, solo mírala nada más, no lleva ni un año de casada y ya Kanon la dejo embarazada, no me extrañaría que ese bestia le haya echo 4 hijos de una — Camus no pudo contener la risa por los dichos de su hermano — que dios se apiade de la persona que se case con Saga.

— ¿Qué hay de Kardia? — interrogó con un tinte de burla.

— Ese es el peor de todos, solo mírame — se señaló su vientre — ya voy por el segundo hijo, no me extrañaría que me haga más, no me perdona ni en este estado — ambos comenzaron reír mientras Degel cubría las marcas.

— Milo es muy dulce y cariñoso — agrego el aguamarina.

— Nadie dice lo contrario, lo que tienen de dulces y cariñosos, lo tienen de apasionados. Con esas sonrisas hermosas, sus cabellos largos y ese porte griego, y son unos infantiles.

— Que cosas dices.

— Vamos hermano, se nos hace tarde

Hola bellos lectores, volví por fin. Disculpen lo ausencia.

Les dejo un capítulo, espero que les guste

Gracias por leer.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro