Malos entendidos. Parte 1
Después de aquel incorrecto beso con Milo, no le volví hablar.
No sabía si era por vergüenza, pena o no sabía que decirle y ni hablar de arruinar aún más lo que queda de amistad.
Sabía que lo que pasó estaba mal... Muy mal... Éramos amigos, por así decirlo, y yo estoy casado.
Pero... — toco mis labios inconscientemente — me gustó... Besarlo me gustó y lo disfruté. Cada caricia, cada suspiro y cada roce.
Recargo mis brazos atrás de mí cabeza... Recién me había despertado y aún estaba acostado en la cama pensando.
Miro a mí costado y veo los cabellos rojos de Surt, aún duerme. Contemplo detenidamente sus facciones y no puedo evitar compararlas con las de Milo, son muy distintos.
— Buen día amor — Surt saluda despertándose.
— Buen día cariño — le doy un beso y me levanto — me voy a duchar, Afrodita no tarda en llegar.
— ¿Afrodita? — pregunta reincorporándose en la cama.
— Hoy debo ver a Shura por el embarazo y luego veré a mí hermano. No me presentaré a trabajar hoy y él lo cuidara.
— Esta bien, nos duchamos juntos.
Surt me alcanza en el baño. Me busca para tener sexo pero lo evado. Desde que me enteré del embarazo no tenemos relaciones. Tengo un terrible apetito sexual que quema mí cuerpo, gentileza del embarazo, pero, por alguna razón extraña, no siento atracción hacía mí esposo. Es como si mí cuerpo lo rechazara.
Quizás fue ésa una de las razones por el cual termine entre los labios de Milo. Él despierta en mí sanaciones inexplicables. Lo deseó y me asusta. Quizás por eso lo dejé de ver.
Mientras me bebo mi té con vainilla, hago la lista de compras y anotaciones para Afrodita. Miro el jardín a través de la ventana, y caigo de cuenta que cada vez que voy a París me veo con Milo, ya sea para que los niños jueguen, tomar helado o simplemente pasar el tiempo. Cualquier escusa era buena pará vernos.
Está vez sería diferente, no lo vería.
Surt me abraza por la espalda y recarga su pera en mí hombro, a mí cuerpo le da escalofrío.
Rechazo.
— Mañana es nuestro aniversario mí amor — besa mí cuello — reservé uno de los restaurantes más finos de París. Pasaremos una velada muy romántica.
— Eso me gustaría — acarició sus manos que rodean mí cintura. Él acaricia mí pequeño vientre.
— Llámame para saber cómo te fue con Shura — besa mí cabeza.
Comienza acariciarme el cuerpo, se que busca algo de contacto, presiona más su cuerpo al mio, siento su leve erección.
Rechazo.
— Debo irme — me separó de sus brazos, él gruñe frustrado, le doy un beso rápido — llevaré a Shijima al colegio. Tengo que pasar por unas cosas al consultorio y me ire con Shura.
— Ve tranquilo, yo recibiré Afrodita y luego me ire al trabajo.
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Milo... Milo... Milo.
— ¡Monnier! — la voz de Shura me hace reaccionar.
Camino desde la sala de espera hasta su oficina.
Él me recibe con esa típica sonrisa, amplia y hermosa, que últimamente se le ha echó costumbre a su rostro mostrar.
Apenas me ve, se levanta de su silla y me abrazas, otra cosa que últimamente también hace, contacto físico.
— Hola Cam — aún abrazos besa mí mejilla.
El contacto con mí amigo, me hace sentir calor, las hormonas no ayudan y la falta de desahogo sexual tampoco. Lo beso.
No sé por qué pero lo besé, un beso efímero, pero un beso en fin. El me corresponde... Pensé que no lo haría, pero corresponde.
— No hagas estás cosas Cam — acaricie mí mejilla y sonríe, pero triste.
— Lo siento, no me pude contener, mí cuerpo está acelerado y no tengo como calmarlo.
Shura se separa de mí y se sienta en su lugar. Yo imitó su acción haciendo lo mismo en el sillón.
— ¿Tu esposo?
—No lo deseo, mí cuerpo lo rechaza ¿Cómo es posible?
— ¿Tu mente también lo rechaza? — pregunta intrigado.
— Mí mente es un caos, mí mente no piensa en sexo — ¿O si?
— Cam, yo no puedo darte lo que necesitas, lo sabes... Aparte tengo pareja ahora — se levanta de su lugar y se acerca a mí, recarga sus manos en los apoya brazos de mí sillón. Su cercanía vuelve a quemar — ¿Probaste la masturbación?
De echo si, varias veces. Últimamente he tenido sueños con Milo. Sueños eróticos que provocan que me despierte por demás excitado. Tengo a Surt a mí lado y aún así recurro a desahogarme en el baño. Odio todo esto.
— Algunas veces, pero no es suficiente.
— Pues ese yo ahí ya no tengo nada que ver... Acuéstate — señala la camilla — te punzare.
Me acuesto y el saca todo lo que usará. Y de repente entra una joven, supongo que es la ayudante de Shura.
— Bien Cam, te presento a Anette , es enfermera y me ayudará. Te dolerá un poco. Sacaré líquido amniótico. Solo necesito que te relajes.
Cierro mí ojos y pienso en un lugar lindo, uno al que me gustaría ir... Milo Milo Milo... Basta, le ordeno a mí mente.
Comienzo a divagar e imaginarme lugares que visitar, playas... El ruido de las olas me duermen y dejo a Shura y Anette hacer su trabajo.
— Listo cariño — Shura toca mí hombro.
— ¿Salió todo bien? — exijo saber sentándome en la camilla.
— Si cariño, todo salió perfecto. Solo tienes que descansar todo el día de hoy — me sonríe — en 7 días tendré los resultados.
— Confío en ti amigo, si dices que todo va a estar bien, es por qué lo estará. Debo irme quedé en almorzar con Degel.
— Adiós Cam, descansa por favor.
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— Milo y yo nos besamos.
Le confieso a Degel mientras ambos recibimos masajes en el lujoso The Spa at Mandarin Oriental. Necesitábamos un descanso y nos dimos el gusto. Un día entero de relajación y desconexión.
— ¡¿Te besaste con Milo?! —grita sorprendido. Más que alarmado suena contento. La joven que le hacía masajes lo mira sería — lo siento... Cuéntame todo y no te guardes detalles.
Le dedico una mirada extraña. Mí hermano actúa raro. En vez de enojarse o algo parecido por besar a un hombre que no es mí esposo, se ve divertido, alegre y hasta intrigado. Cómo si fuéramos dos adolescentes y le estuviera por contar mí primer beso con el chico que me gusta de la secundaria.
— Después que todos se retiraron de la fiesta de cumpleaños de Shun, me quedé solo con Milo. Debía irme con Shura pero no quería arruinar su noche con Afrodita — hago una pausa y el me mira sonriendo, como si disfrutara del relato. Le faltaban las palomitas — Milo y yo no pusimos a charlar y escuchar música. Me ofreció bailar y acepté... No sé que pasó... El momento no llevo a besarnos y confieso que me moría de ganas por hacerlo, de probar sus labios... Sus ojos me vuelven loco, su cuerpo y comenzó acariciarme y ... — me detengo al darme cuenta que estoy divagando y hablando de más.
No mentía por supuesto, lo deseaba, mí cuerpo lo deseaba... Aún lo desea.
El rostro de Degel tiene pintada la fascinación por el relato y el muy maldito ni siquiera se esfuerza en disimularlo.
— ¡¿Yyyyy?! — pregunta sonriendo.
— Los besos se volvieron más apasionados. Nos sentamos en el sillón, yo arriba de él, lo volvimos locos. Nos acariciamos, yo lo franeleaba y el me desvestía. Hasta que me dijo "Te amo". Ahí hermano, me di cuenta lo lejos que estábamos llegando y me asuste... Me asuste de sentir algo por él, me asuste de poder lastimarlo. Maldición hermano, no puedo ofrecerle nada, estoy casado y esperando un hijo de Surt. En carajo estaba pensando. Me lance a los brazos de Milo sin pensar en las consecuencias. Y él no paraba de repetir que me amaba. Así que hui de ahí y lo dejé sólo... Desde esa noche no hablamos.
Ya para cuando termine el relato las masajistas se habían ido. Supongo que para darnos intimidad. Degel se quedan pensando en lo que mí boca acababa de escupir nerviosa.
— ¿Qué sientes por Milo?
Su pregunta me agarró con la guardia baja.
¿Qué sentía realmente por Milo? ¿Amor, cariño? No lograba decifrarlo, pero si de algo estaba seguro, era que lo extrañaba.
— Realmente no se que siento en este momento ¿Lo extraño? si ¿Lo amo? No, yo amo a mí esposo. Tenemos una familia.
— Camus, suenas como si trataras de autoconvencerte... No tiene nada de malo que sientas algo por Milo. Haz pasado últimamente mucho tiempo con él y es normal que por ello desarrolles sentimientos. Sé por boca del mismo Milo que le pasa lo mismo contigo, con la diferencia que él se permite sentir por qué no tiene compromisos... Se sincero ¿Cómo están las cosas en tu matrimonio?
Esa era una muy buena pregunta y difícil de contestar.
¿Estábamos bien? En líneas generales diría que si, estábamos bien...
Pero si me ponía a pensar determinadamente y profundizar el tema, ya no estaba tan seguro.
En mí mente me puse a enumerar cada cosa entre nosotros.
Últimamente se la pasaba de viaje y salidas extrañas. Los te amó, por parte de ambos, últimamente brillaban por su ausencia. No compartíamos nada, rutina y más rutina. No teníamos sexo, aunque fuera mí culpa también tenía que ponerlo en la lista, mí cuerpo realmente no lo deseaba... Y ahí está el gran dilema de todo ¿A, quién deseaba?
Milo, Milo, Milo
— Diría que bien, pero eso sería mentir... Estamos, solo estamos. Tienes sus arranques de atención pero y ya. Mañana es nuestro aniversario y me invitó a una cena romántica. Pero dentro mío se que será mañana y después a la rutina otra vez.
— ¿Piensas que tiene un amante?
— No creo, lo pensé por un momento, pero no creo. Solo estamos sumergidos en la rutina de casados y ninguno está haciendo esfuerzo en salir. Y lo peor es que yo voy y beso a Milo. No ayudo en nada. Te juro que no quiero verlo por qué dudo que me resista a no tirarme a sus brazos. Mí cuerpo está loco.
— Camus, no lo lastimes. Él te ama de verdad, se le nota a leguas. Aclara tu mente y no juegues con él, es una buena persona y ha sufrido mucho por amor.
— No hermano, solo necesito tiempo para pensar como seguir nuestra amistad, si es que hay algo que salvar.
— Vamos a comer que Orfeo tiene hambre y supongo que tu pequeño también.
Dimos por terminado el tema. Supongo que ahora solo queda pensar en mis sentimientos y como seguiría ahora. No era fácil, es más, ni siquiera debería pensarlo, estoy casado y embarazo. Que locura. Debo alejarme por mí propio bien de Milo.
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El martes se hizo presente regalándonos los últimos días de calor y sol antes de darle paso al otoño.
Era nuestro aniversario y una cena romántica me esperaba.
El día pasó normal, me duche y me puse uno de los mejores trajes. Un Gucci que Shura me regaló en mí último cumpleaños.
— ¡Ya estás listo amor! — grita Surt desde el pie de la escalera.
Bajo despacio y lo oigo hablar con Dita, pero no logro distinguir que dicen
— ¡Camus te ves muy bien! — comenta Dita.
— Cariño te ves precioso.
— Tu también. ¿Vamos?
— Disfruten su noche, yo cuidare de Shijima.
— Dita nosé a la hora que volveremos.
— No importa, me quedo a dormir, no hay problema.
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Llegamos a la puerta del Restaurante, gritaba lujo y elegancia por todos lados.
Atravesamos la enorme puerta de vidrio y una joven de cabello azul–violeta nos recibe.
— Buenas noches sean bienvenidos al L'Oiseau Blanc Restaurant, mí nombre es Kyoko ¿Tiene reservación?
— Si, por supuesto a nombre de Andreev por favor — Surt suena serio y solemne.
— Por supuesto Dr. Andreev, síganme los llevaré a su mesa.
Ambos seguimos a la joven a un ascensor que nos llevo a una espectacular terraza techada y vidriada con vista a la Torre Eiffel. El lugar era muy elegante y romántico. Estaba maravillado con la atmósfera y la viste del restaurante.
— Por aquí está nuestra mejor mesa, con la espectacular vista a la Torre Eiffel. Que disfruten su velada.
La jovencita se retira y ambos nos sentamos. Hicimos nuestro pedido.
— Cariño debo ir al toilette, ya vuelvo.
— Si claro, te espero.
Mientras camino hacia el toilette degustó con la mirada todo a mí alrededor, hasta que...
Me me encuentro a Milo, sentado en una mesa, acompañado de una joven de cabellos color durazno. Ambos mantenían una charla amena.
No podía creerlo. Decía amarme y no le hablo por días y ya está con una joven.
Celos...
Paso a su lado para que note mí presencia pero lo miro indiferente y paso se largo al baño. Noto que Milo me mira mitad sorprendido, mitad horrorizado.
Me encierro en unos de los cubículos del baño. Escucho que alguien entra.
Cuando salgo Milo me estaba esperando.
— Hola — saludo lo más seco y frío en puedo sonar.
Estaba celoso.
— Hola Camus por fin te veo. No me contestas las llamadas ni los mensajes — parecía desesperado
Si, Milo me estuvo llamando y mandando mensajes constantemente estos días, jamás tuve el valor de contestar.
— Milo... — las palabras se atoraban en mí garganta.
— ¿Qué haces aquí? ¿Con con quién estás?
— Con Surt, festejamos nuestro aniversario — sigo fingiendo indiferencia.
— Ha, con tu esposo — espeta con desagrado y desaprobación.
— Y tú se ve que disfrutas de tu cita — mis palabras salen gélidas y despechadas.
No quería montarle una escena, no tenía por qué. Milo no era nada mío, solo amigos.
Pero admito que estaba celoso, locamente celoso como un niño caprichoso que lo quiere todo.
— No es una cita, solo salí a cenar con una compañera de trabajo y ya.
— No parecía solo una compañera, hablaban muy a gusto y ella te miraba mucho.
¿Dije que no haría una escena? Pues la estoy haciendo.
— Es solo una amiga y tú estás con tu esposo — se cruza de brazos.
Touche.
— ¿No invitas a una "amiga" al restaurante más exclusivo de París? — digo con enfado
— ¿Esto es una escena de celos? Camus, en todos estos días no he podido dejar de pensar en ti.
Me acorrala contra la pared... Tiemblo. Mis piernas, mí cuerpo, mí ser tiemblan. Solo tengo en mí cabeza besarlo.
Nos miramos fijamente perdidos en los ojos del otro. Y nos besamos apasionadamente.
Pero nos separamos de golpe al escuchar gente entrar al baño.
— Basta Milo, me están esperando y a ti también.
— Espera — agarra mí mano — ¿ Estamos bien?
— No lo sé, vete con tu cita.
Mí cuerpo no se calmaba y los hormonas intensificadas estaban colerozas sin intención de calmarse. Los celos me consumían.
Salgo apurado del toilette para seguir con la velada junto a Surt.
Buscaba disimulado, desde mí lugar, la mesa de Milo con la intención de comprobar lo dicho por él.
Cuando logró verlos, la joven está agarrando las manos de Milo sobre la mesa. Tu amiga y una mierda.
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Llegamos a nuestro hogar luego de la cena — arruinada gracias a Milo y su amiguita —
Surt me lleva besándome hasta la cama. Me recuesta sobre ella y el encima mío.
Me besa, me acaricia y se refriega sobre mí, yo solo me dejó hacer, sin sentir nada. No tengo ganas de intimar.
— No sabes cuánto te deseo Cam — la voz de Surt suena distorsionada por la excitación. Yo no me muevo — ¿Qué sucede Camus? ¿Por qué te no quieres tener sexo conmigo? — lo miro serio y el se levanta enojado.
— Solo estoy cansado — miento — el embarazo me tiene así.
— Bien, iré a tomar agua y me duchare. Descansa cariño — besa mí frente y sale rumbo a la cocina.
Me desvisto y me coloco la pijama. Ni espero a que Surt vuelva, me duermo enseguida.
Al día siguiente cuando me despierto y mí esposo no está en la cama.
¿Habrá dormido aquí? El cuarto de invitados estaba ocupado por Afrodita. Quizás se levantó antes que despertara.
Milo, Milo, Milo
Solo tenía una cosa en mente y si quería que ella descansará, necesitaba hablar y aclarar las cosas con el griego.
Me levanto, me arreglo y salgo para la cocina. Todos duermen — miro la hora en mí celular — eran las 5:30 am. Dios que hago despierto tan temprano.
Entro a la cocina y Afrodita da un brinco del susto que le provoco.
— Por la virgen Camus, casi me matas del susto.
— Perdón ¿Qué haces despierto tan temprano? — exijo saber tomando jugo de la heladera.
— Suelo levantarme a esta hora para salir a correr ¿Y tú? — pregunté mientras come una tostada.
— No podía dormir. Dita debo encargarme de algo. Puedes llevar a Shijima al colegio por favor. Surt seguramente duerme con él y no tardarán en levantarse. Hazme ese favor.
— Claro Cam quédate tranquilo, adoro a ese niño.
— Gracias amigo, luego ve si quieres. Hoy no iré a trabajar.
Me despido de Afrodita y salgo de la casa.
Ya en mí camioneta, manejo pensando que quizás pueda pasar por la casa de Milo y hablar con él antes de que se vaya a su trabajo. Hasta podríamos compartir un desayuno.
Durante el Camino mí cuerpo tiembla por los nervios... ¿Nervioso? No entendía por qué me sentía nervioso... Milo me pone nervioso, su mirada, su cuerpo, su cabello...
— Basta Camus, cálmate — me digo a mí mismo.
Acelero la camioneta para llegar rápido y hacer corta está agonía.
Ya en la puerta de su casa toco el timbre.
Unos minutos después la joven que acompañaba a Milo anoche en el restaurante abre la puerta.
¡Queee! ¡¿Que hace ella aquí?! ¿No que era tu amiga Milo?
— Hola — saludo gélido disimulado los gritos que se desataban en mí interior — ¿Se encuentra Milo?
— Si, se está bañando ¿Quién lo busca?
La joven ni siquiera me hace pasar ni nada. Se queda en la puerta obstruyendo el paso. No tengo ganas de pelear o pedirle explicaciones. Si antes estaba enojado ahora era peor.
Me sentía traicionado y no sabia el motivo.
— No importa. Debo irme, chau.
Doy media vuelta y entro a mí vehículo con la intención de volver a mí casa.
No quiero saber más nada de Milo.
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Hola bellos lectores.
Les dejó un nuevo capítulo, espero que les guste.
No maten al bicho, el próximo capítulo es narrado por el punto de vista de él.
Ya sabemos supongo dónde durmió Surt.
Si les gusta la historia dejen su votito y comentario 😚
Gracias por leer.
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