Los años a tu lado
5 AÑOS DESPUÉS:
El cálido sol le pegaba en el rostro, eso lo disfrutaba mucho.
Sentado en el jardín trasero de la mansión, observaba a su hijo mayor y su esposo jugar.
Todo en su vida había llegado a un equilibrio tranquilizador. Tenia pensamientos y sentimientos estables gracias al tratamiento y seguimiento que hacía con Hypnos.
Suecia se había convertido nuevamente en su hogar, donde logró conocer un amor sano, uno verdadero.
Sentado sobre una manta, leía los balances de la empresa mientras el pequeño Albafica jugaba a su lado con un peluche, así le había llamado a su segundo hijo en honor a su hermano fallecido.
Mine tocaba el violín mientras era supervisado por Minos. El pequeño doncel tenía un don excepcional para la música.
Su padre Cardinale había muerto hace ya dos años y con él, se había ido todo el dolor y rencor que habría podido tener.
Sonrió feliz al ver al pelirrojo correr hacia el con gritando eufórico. Quería mostrarle lo que su papá le había enseñado.
- ¿Cómo te sientes amor? - le preguntó mientras acariciaba su creciente vientre.
- Bien, el pequeño Lune está inquieto - comentó sonriendo.
Con la ayuda de la empresa de Minos, la chocolatería había remontado, volviendo a la gloria que era antes.
Eran felices, ambos gozaban de un hermoso matrimonio donde ya no había mentiras ni engaños. Afrodita le había sido sincero con su situación y Minos lo acepto, con sus virtudes y defectos porque todos merecen una segunda oportunidad y él había demostrado ser merecedor de una.
Las gemelas de cabellos lilas contaban con 7 años de edad. Ama verlas crecer y convertirse en bellas princesas que les encantaba estar engrasadas en el taller de su padre.
Shaka, junto a sus tres pequeñas hijas, pasaban bastante tiempo acompañando a Mu en el taller, siempre que el rubio no tuviera trabajo por supuesto.
Miraba a las gemelas, vestidas con un overol color rosa que Mu les había comprado en una tienda online. Le causaba mucha ternura verlas ayudando a su padre a reparar autos.
Cerró sus ojos grabando en su mente aquélla escena frente a él.
La pequeña Yusuriha contaba con 3 años de edad, era una niña muy tranquila a la que no le apetecía mucho ensuciarse, sonrió internamente, era la más parecida a él.
La pequeña rubia solo se sentó a su lado a comer un yogurt mientras sus hermanas eran las que se engrasaban.
Acarició su vientre de ya ocho meses, el primer y único varón que tendrían ya que juró y se aseguraría de que sea así.
Miró a su alrededor, arrastrado su vista por todo el taller y se detuvo en su esposo e hijas, que se reían de las monadas de estás. Los amabas, su familia era su vida entera y estaba feliz del rumbo que había tomado su vida.
Cuando la familia comenzó a hacerse más numerosa, decidieron vender su casa para comparar una más grande. Pronto serían 5 y la pequeña casa de Shaka ya no se ajustaba a sus necesidades.
En ese momento ya no importaban los obstáculos que atravesaron para llegar hasta allí. Las inseguridades del menor por entablar una relación con alguien como el oftalmólogo. De sentirse inferior conviviendo en su ambiente y el rubio se encargó de demostrarle que no tenía nada de que preocuparse.
Mu era su otra mitad, eran tan diferentes que se complementaban y hacía que sus días fueran únicos.
Orfeo y Mystoria jugaban a la pelota en el patio trasero, él los observaba desde la cocina mientras les preparaba la merienda.
Kardia lo abrazó por detrás, apoyando su pecho contra la espalda del acuariano.
Acaricia su brazos susurrándole al oído cuánto lo amaba y deseaba.
- Déjalos, ya están grandes - murmuró al oído del peliverde.
Degel asintió dándole la razón, ya contaban con 10 y 6 años, nada malo les pasaría si solo se alejaban unos 20 minutos.
El peliazul mordió su oreja, mientras metía su mano por delante del pantalón de Degel y apoyaba su hombría al trasero de este.
Sin embargo ese pequeño momento no duró mucho, una aguda e infantil voz los llamó algo adormilada, cortando con el disfrute del matrimonio.
- Papá - llamó Isaac, el niño de 3 años se había levantado de su siesta recordándoles que aún había pequeños en la casa - quiero upa papá - estiró sus manitos hacia Kardia.
- Está noche te hago otro hijo - bromeó el escorpiano besando su cuello antes de atender a Isaac.
Degel abrió los ojos asustado por aquello, ni de broma deseaba tener otro hijo.
Suspiro y se mojo la cara con agua fría del grifo para calmar un poco el calor que el cuerpo de sus esposo le había hecho sentir.
Agradecía al cielo y a Surt de tenerlo a su lado, de poder disfrutar los días junto a él y los niños, de las noches de pasión que el griego le regalaba y no llorar cada segundo por su ausencia.
Vanessa se había jubilado y junto a su esposo Defteros, se dedicaron a recorrer el mundo. Eso hizo que el puesto de ella le fuera ofrecido a Degel. Sin embargo este lo rechazó, estar en la tele no era su deseo.
Renunció a la editorial, luego del famoso escándalo del cardiólogo, simplemente no halló más su lugar allí ni se sentía cómodo. Decidió acompañar a su esposo en la agencia de viajes. El negocio era fructífero y así podría estar junto a él lo más que pudiera, haberlo casi perdido le afectó mucho.
Andrea ya tenía su tercer embarazo, y a raíz que ya tenía con Kanon 6 hijos, prácticamente le suplico a su esposo que no corriera más carreras de autos, por el miedo y por el largo tiempo que solía ausentarse en las temporadas.
Al principio ella lo acompañaba con los cuatrillizos, y la niñera que la ayudaba. Todo se complicó aún más cuando el próximo embarazo gemelar llegó y ese fue su fin.
Decidido que lo mejor y más cómodo era ya no seguirlo hasta donde el tuviera que viajar, sin embargo, el paso de los días se hacían largos y el estar lejos les pesaba a ambos.
Por más que Kanon había llenado la mansión con empleados, la modelo y los niños lo necesitaban a él.
Haciendo caso a las peticiones de su familia, dejó de correr pero no el ambiente completamente. Se convirtió en inversionista y socio de la empresa para la cuál corría. Eso le permitía estar mas tiempo en casa, ya que pronto llegaría su séptimo hijo.
Y tenía pensado tener más.
Recién se había despertado y aún se sentía casando, creyó que se debía a la noche intensa de sexo que había tenido con su esposo.
La noche anterior habían cumplido 4 años de casados. Luego de una cena romántica, el matrimonio decidido dejar sus hijos con su hermano y pasar una noche tranquilos amándose.
Sin ánimos de levantarse, se acurrucó más al cuerpo del doncel, respirando el aroma de su cabello. Eso lo tranquilizaba, tenerlo a su lado lo hacía.
Se sentía completo con él a su lado, luego de tantas idas y vueltas, tantos años separados, al fin lograban estar juntos y jamás lo dejaría ir.
Aún con los ojos cerrados, no puedo evitar recordar, mientras acariciaba su cintura, la noche que Aioros apareció en la puerta de su casa.
Estaba lloviendo, eso lo recordaba bien, como si hubiese sido ayer. El sagitariano estaba empapado, y llorando en el porche de su entrada.
Esa imagen lo rompió completamente.
Estaba decepcionado de Aioros, sin embargo, lo seguía amando. Un sentimiento tan fuerte como único, no había nadie en este mundo que Saga quisiera tener a su lado más que el castaño chocolate.
Lo invitó a pasar, suponía que venía darle una explicación, una oportunidad o simplemente terminar con su "relación". Sea cual sea el motivo, era mejor hablar secos y dentro de la casa.
Antes de cualquier charla que tuvieran, el de cabellos azules le ofreció una ducha y ropa seca, él haría café mientras.
- Lo siento Saga - habló una vez que ambos se encontraban en la sala secos y bebiendo café - siento haberme comportado como un idiota y un cobarde - bajó su mirada, el gemelo solo lo observaba sin emitir ningún sonido - no te merezco y aún así aquí estoy pidiéndote que estés a mí lado.
El geminiano bebió un sorbo a su bebida caliente mirándolo fijamente a los ojos, sabía que eso ponía nervioso al doncel.
- Si, fuiste un cobarde - afirmó con la voz gruesa y seca - realmente no entiendo que te sucedió luego de la noche que estuvimos juntos - dejó la taza sobre la mesa de centro - ¿Me amas?
- Con todo mí corazón - la voz de Aioros salió entrecortada por el llanto que se estaba acumulando en su garganta - lo siento, de verdad lo siento - chilló sin poder contener las lágrimas - Te amo Saga, realmente te amo y ya no quiero seguir separado de ti nunca más.
- ¿Está vez es definitivo? - inquirio serio. Su interior quería gritar al ver al sagitariano totalmente indefenso, vulnerable y quebrado. No tenía intenciones de hacerlo sufrir, sonaba seco si, deseaba que con esto, Aioros entendiera que estaba hablando en serio y ya no deseaba lidiar con sus idas y vueltas - no quiero más rodeos Aioros.
- Lo es, jamás estuve tan seguro en mí vida - se removió en su lugar limpiándose las lágrimas con su mano - estos días estuve enfrentando todos mis miedos, mis fantasmas, las cosas que me atormentaban - lo miró fijo, con sus ojos color jade que ahora eran más intensos por el llanto - incluido mí padre - culminó.
- ¿Sisifo? ¿Qué hay con él? - cuestionó.
- Él... Él siempre presionó mi vida, en todo sentido y las relaciones también.
- Se que nunca fui santo de su devoción.
- Eso ya no me importa - le sonrió - ya no y si no me quiere hablar jamás, pues que así sea. Quiero vivir mí vida junto a ti.
Saga se levantó de su lugar para ubicarse junto al doncel. Lo abrazó fuerte, chocando sus cuerpos, sintiéndose cerca y respirando su aroma.
- No hace falta - murmuró al oído - yo mismo hablaré con Sísifo - beso sus labios - no soy el adolescente problemático que era, soy un hombre, un profesional.
- Lo sé cariño, también me gustabas de la otra manera - ambos rieron.
- Buenos días amor - murmuró Aioros con voz adormilada.
- Buenos días cariño - el gemelo besó su cuello y luego sus labios.
Inmediatamente el peliazul se subió sobre su esposo, abriendo sus piernas recostándose sobre él, propinándole una dotación intensa de besos en los labios.
- ¿No te bastó lo de anoche? - preguntó entre risas el sagitariano.
- No - negó ronco - tu cuerpo es mí adicción y jamás me cansaría de drogarme con él.
Aioros ahogó un gemido cuando sintió a Saga penetrarle lentamente. Clavo sus dedos en la ancha espalda del geminiano al sentirse completamente lleno por este.
Los movimientos de cadera comenzaron lentos y profundos, disfrutando de todo lo que su pareja le hacía sentir. No paraba de besarlo mientras el castaño enredaba sus dedos en las hebras azuladas, gimiendo en su oído, presionando su boca en la mandíbula de Saga.
Las estocadas se hacían más rápidas, más frenéticos y violentas. Los gemidos del mayor salían graves y roncos. Colocó una mano sobre la cabecera de la cama para que los movimientos sean más intensos. Cerró sus ojos al sentir cómo en interior de Aioros se contraía anunciando el orgasmo.
El timbre sonó y el sagitariano se aflojó.
- No.. no - pidió el geminiano - falta poco, concéntrate amor.
- Pero... Debe ser mí hermano - hablaba entre suspiros de placer.
- Cállate y disfruta - siguió penetrándolo - puede esperar 2 minutos más.
El castaño afirmó el agarre en las nalgas del peliazul, dándole a entender que siguiera con el ritmo y este lo hizo, hasta que ambos acabaron poco tiempo después.
Saga bajó a abrirle la puerta al leonino y su familia, mientras Aioros tomaba una relajante ducha.
- ¡Papá! - gritó Tenma, su hijo mayor mientras saltaba a sus brazos.
- Mí niño hermoso - le revolvió el cabello con cariño - Hola Aioria - saludó sonriendo a su cuñado que sostenía la mochila de Tenma y el bolso de Seiya.
- Hey Saga ¿ Que tal estuvo la cena? - preguntó con picardía.
- Buenos días Saga - saludó Marín llegando a su encuentro con el pequeño Seiya de 1 año en brazos.
- Marín - besó su mejilla - pasen, Aioros bajará en un momento ¿Se quedarán a almorzar?
- Por supuesto, es el pago por cuidar a tus hijos toda la noche - bromeó Aioria.
Ese mediodía almorzaron juntos ambas familias, Regulus y Connor jugaban con Tenma de 3 años y Seiya.
Los adultos bromeaban mientras organizaban unas vacaciones juntos.
Aioros se alejó de la conversación divagando en sus pensamientos. Miraba como un expectante externo la escena frente a él. Suspiró agradecido, estaba con el hombre que más amaba, tenía dos maravillosos hijos y un hermano que lo apoyaba incondicional. Era enormemente feliz.
Todo a costa del distanciamiento de su padre. Tampoco asistió a su boda.
Su mamá si le hablaba, le confesó que Sísifo estaba peleado a muerte con Aspros por una razón que ella desconocía. Le pidió que le diera tiempo a que recapacitara.
Ya habían pasado 4 años y nunca se digno a hablarle, sin embargo, Aioros siguió con su vida junto a su gran amor, no le importaría los demás tal y como le prometió a Saga.
Aún recordaba cuando el gemelo fue a hablar cara a cara con su padre y este lo trato horriblemente hasta echarlo de su casa.
Ese fue el punto de quiebre en su relación y simplemente se alejó siguiendo su corazón.
Estaba enteramente agradecido con la familia de Saga que lo recibió de la mejor manera y pudo notar que suegro no le tenía rencor alguno y se preguntó que había pasado para que su padre tenga tal resentimiento. Sin embargo, esa fue una duda que jamás se animó a externar.
- Tengo una noticia que darles - interrumpió el sagitariano - Saga amor, tendremos otro hijo - anunció sonriendo.
Papá ¿Por qué Aiacos tiene el cabello azulado y no rubio?
Le había había preguntado Hyoga por segunda vez en una semana.
Porque lo heredó de su abuelo y tíos, hijo.
Contestó por segunda vez a la inquietud del pequeño rubio.
Hyoga era una copia exacta de Milo, mismo pelo, mismos ojos e igual de travieso que el escorpiano.
El niño de 5 años comía cereales junto a Shun, que ya contaba con 13 años y Shijima de 11.
Aiacos se ubicaba en su silla de comer, ya que aún era pequeño para las otras.
- Buenos días familia - saludó Milo entrando a la enorme cocina - buenos amor - beso al francés.
- Buenos días cariño - respondió Camus mientras terminaba de preparar las loncheras de sus hijos mayores, porque si, Shun era su hijo también - ¿Desayunaras?
- No - negó mientras picaban algunas frutas del plato de Camus - no llego, tengo reunión de padres y - miró su reloj de pulsera - estoy llegando tarde. Comeré algo en la escuela- comentó - Vamos niños que los llevo a la escuela - apuró.
- Como desees amor - acaricio su espalda - iré a prepararme para ir a trabajar y llevar a Aiacos de tu mamá.
- ¿ Nada de niñeras? - bromeó.
- Nada de niñeras - afirmó saliendo de la cocina con el pequeño de 2 años en brazos.
- Shijima hijo, agarra tu mochila y vamos - dijo Milo.
A pedido del pelirrojo, cada 15 días, Camus y él a solas, visitaban la tumba de Surt. El niño le llevaba flores y le contaba de sus días en la escuela.
El matrimonio con Milo era fácil, el griego era muy compañero en todo y aunque a veces se compraba como un niño más, haciendo común acuerdo con sus hijos para sacarle canas al galo, este lo amaba igual.
Todos los fin de semana, la familia se escapaba al viñedo con la intención de desconectarse de todo. Sus hijos era felices allí junto a los hijos del italiano que ahora eran 6.
No siempre Camus podía acompañarlos debido a sus guardias en el hospital. Pero cuando lo hacía, las noches tenían ese sabor a vino que le gustaba.
Al fin estaba en paz, su mente lo estaba.
El algún lugar de África, Shura se despertaba luego de una noche de fiestas típicas de alguna tribu de allí.
Se encontraba con ellos desde hace más de 5 meses.
Se había acomodado bien con las costumbres y lugareños.
Cada 15 días recorría un largo camino hasta la ciudad más cerca por provisiones médicas y para comunicarse con su padre obviamente.
Estaba feliz con el trabajo que hacía. Nunca pensó que tal altruismo le traería tanta satisfacción.
Cuidar de las embarazadas y las mujeres allí, ver nacer a a los niños bajo una técnica nueva era algo más que agregarle a su currículum de experiencia médica.
No iba a negarlo, el primer año lejos de casa fue una agonía. Todos los días pensaba en Camus y se preguntaba cómo estaría o qué estuviera haciendo.
Algunas veces quiso flaquear y llamarle, tan solo escuchar su voz. A veces tenía ganas de volver a su departamento e invernar allí.
Había tomado la decisión de no llevarse ningún aparato electrónico como computadora y celular, para no luchar con la tentación de llamar al francés.
Quería alejarse y lo haría.
Su colega de aventura y amante ocasional, poseía un teléfono celular y con el llamaba a su familia cuando esté tenía señal.
Mayura yacía recostada a su lado, desnuda. La noche anterior ambos habían fumado algo que les habían convidado y terminaron enterados entre las mantas de la cabaña de madera de está.
La morocha era médica en general, se había sumado al lado de Shura hace poco más de un año.
Convivían todos el día trabajando y no les costó mucho entablar una buena relación. Sus encuentros sexuales eran esporádicos y solo era para saciar sus necesidades y apaciguar la soledad de sus corazones.
Se levantó despacio, cuidando de no despertarla.
Salió de la precaria cabaña, solo con unos pantalones de tela rústica color vino.
Camino descalzo hacía afuera, estiró sus brazos al cielo para despertar sus músculos.
Apenas estaba amaneciendo y la sabana despertando.
Rascó su espalda, los mosquitos eran insoportables.
Caminó hasta el centro de la aldea, lugar donde la tribu se reunía para desayunar.
Un Jeep irrumpió en el lugar, cosa que le pareció raro ya que nunca nadie se acercaba mucho allí. No era un lugar turístico ni mucho menos.
Un hombre de tez oscura bajó del vehículo con un sobre en sus manos.
- Dr. Maldonado - llamó este - le traigo un traslado para usted y Dra. Heinz.
El español asintió tomando el sobre en sus manos y agradeciendo.
- En tres días vendré a buscarlos - culminó el hombre volviendo al Jeep para retirarse.
Shura abrió el contenido en sus manos al mismo tiempo que Mayura aparecía a su lado.
- ¿Qué sucede? - cuestionó mirando el sobre.
- Creo que iremos a Siberia cariño - contestó mirando los pasajes en sus manos.
- Sabes a dónde se fue ¿Verdad?
- Se dónde se fue pero no donde está en este mismo instante.
- Quiero hablar con él.
- Déjalo así, él está bien como está. Déjalo vivir una vez. Lo siento pero no puedo decirte, él me lo pidió.
Hola mis bellos lectores.
Les traigo un pequeño capítulo a modo de cierre de algunas parejas.
Dos capítulos más, el epílogo y terminamos con esta historia.
Estoy muy emocionada a estas alturas.
Gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro