Estoy contigo, siempre
- Shaka, te necesito.
Su ex pareja lo había llamado desesperado y entre llanto incontrolable, le había dicho que lo necesitaba, estaba triste, con el corazón roto y se sentía sólo.
Sin dudarlo, preparó, a la velocidad de la luz, los bolsos de las gemelas y todo lo que necesitaba para partir al departamento del capricorniano.
Mu se encontraba trabajando en el taller, por lo que decidió envidiarle un mensaje de texto avisándole que se marcharía con las gemelas a lo de Shura y si aún él estaba ahí, que lo alcanzará en el departamento.
No lo duraría ni un minuto, su ex pareja, amigo y una persona especial para él, lo necesitaba. Shura había sido bueno con él, lo apoyó y lo cuidó cuando Mu lo había dejado sólo.
Cargó lo necesario, colocó a las niñas en sus respectivas butacas y partió hacía París. Le esperaba un viaje de una hora hasta allá.
Luego de la llamada, Shura quedó tendido sobre la cama. Su antebrazo cubría la mitad de su rostro y el resto de las lágrimas que aún caían caprichosas por un amor que destrozó su corazón, la mano del otro brazo, descansaba en su estómago.
Pensaba en su mala suerte en el amor, extrañaba a su mejor amigo y agradecía poder contar con Shaka.
Se preguntaba si alguna vez encontraría el amor, anhelaba ser correspondido. Hallar esa persona que lo haga sentir único y especial.
Tenía la inquebrantable esperanza que el amor verdadero llegaría y por fin le sonreiría en el rostro, que al fin, después de este fracaso, lograría encontrar una persona que lo ame con la misma dedicación y devoción que él le entregaría.
No sabía cuánto tiempo había pasado en la misma posición sobre su cama. Sus prendas, en su totalidad negras, se camuflaban perfectamente con el edredón del mismo color, como si fundirse y desaparecer en el, fuera un mecanismo de defensa primitivo que aliviaría su dolor.
La llamada al teléfono del departamento por parte de Aldebarán, lo alertó sacándolo de ese letargo que sufría sobre la cama.
Con pereza se incorporó, arrastrando sus pies descalzos por el mármol hasta que dio con el teléfono.
- Diga - habló con vos desganada.
- Buenas tardes señor Maldonado, aquí hombre llamado Shaka solicita ingresar a su piso.
Shura palmeó su frente. Entre tanto, se había olvidado de avisar al portero que su amigo llegaría.
- Déjalo pasar y gracias.
- No hay por que, señor. Enseguida lo dejo subir.
En lo que Shaka subía, iría a orinar.
Con dificultad se bajó los pantalones y un poco su bóxer gris, dejando su grueso y vigoroso miembro fuera. Atinó a sostenerlo con la mano derecha, pero está estaba venda y dolía demasiado cuando intentaba sostener su carne. Sin mucha puntería, logró vaciar su vejiga con ayuda de la mano izquierda, mientras un gemido grave de placer se dejó escuchar al sentirse aliviado.
El timbre del elevador le dio la noticia que el indio al fin había llegado hasta su piso que estaba casi en la cima del lujoso edificio donde vivía.
Sacudió un poco su miembro para luego guardarlo dentro de su ropa interior y prosiguió a lavarse meticulosamente las manos como el buen médico que era.
Apenas abrió la puerta, se vio invadido de unos frágiles brazos y cabellos largos rubios. Un abrazo tan fuerte y reconfortante que no sabía que necesitaba, aliviando su pesar al instante.
- Oh Shura - el virginiano apretaba aún más entre sus brazos al español - ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes amigo? - preguntó al fin luego de separarse un poco.
- Destrozado, no te mentiré a ti - dibujo es su rostro una pequeña mueca que intentó ser una sonrisa - pasa ¿Cómo están las pequeñas?
El oftalmólogo ingreso a la sala con el carrito de bebé especial para gemelos. Las niñas dormían plácidamente y eso facilitaría la charla de los adultos.
- Siéntate ¿Queréis beber algo?
- Un té estaría bien.
- Té para ti, cerveza para mí - lo miró haciendo una mueca que le dio risa al rubio - necesito alcohol.
- Shurita, ¿Al menos comiste algo?
- Pues no, ni siquiera he desayunado, digamos que lo único que ingerí fue una apuñalada a mí ser - alzó los hombros.
- Ve a ducharte que aún estás en pijama, yo prepararé el almuerzo - se puso de pie ordenándole que hacer a su ex pareja - con el estómago llenó y unas cervezas podremos hablar.
- Suena bien, pero no le pongas tanto picante a las comidas.
- Mis comidas saben perfectamente bien - respondió ofendido.
- Nunca mencioné que fueran feas, solo un poquito picantes - comentó riendo a carcajadas haciendo la seña con el dedo gordo e índice.
Shaka respondió a tal cosa arrojándole un almohadón por la cabeza, pero no evitó reír junto con el ginecólogo. Y por un momento eran aquéllos dos jóvenes que se había conocido en la universidad.
Los primeros rayos del sol traspasaron las cortinas blancas, posándose sobre los cuerpos desnudos que yacían dormidos sobre la cama.
Luego de un breve encuentro sexual en la playa, la pareja se había trasladado, entre besos y manoseos, hasta la alcoba que ocupaba el francés para seguir con la danza erótica.
La alarma llamada Kardia, volvió a llamar a la puerta, despertando a los enamorados.
- Maldito sea mí hermano - gruñó Milo con voz adormilada mientras abrazaba a Camus.
- ¡Milo! Despierta dormilón, debemos aprovechar nuestro último día en el paraíso.
Gritaba Kardia fuerte golpeando su puño contra la puerta.
- ¡Kardia! Por el amor de Athena, si sigues así vas a despertar a todos en el hotel.
- Tranquilo copito, al ver lo sexy que soy no se enojaran - sonrió pícaramente.
- Maldito griego bruto. Te espero en el comedor con los niños. Vamos pequeños.
Degel agarró la mano de su pequeño terremoto y sobrino, mientras que Shun los seguía unos pasos atrás.
A la pareja no les quedó otra que posponer el encuentro candente, que pensaban tener al despertar, debido a la insistencia del griego con cabellos azules.
Luego de un día furtivo de playa, paseo, bebidas y pileta, la familia entera preparaba sus maletas para la vuelta a Francia.
Camus guardaba sus pertenencias con tranquilidad y parsimonia, tan lentamente como si no quisiera volver a su casa. Sabía que al regresar, debía de afrontar el tedioso y conflictivo divorcio.
Para su suerte, Saga era un efectivo abogado. Le había dejado todas las indicaciones para la repartición de bienes y tenencia de Shijima. Deseaba el menor contacto posible con el ruso y delegó todo al geminiano para no cruzarlo.
Lo único que deseaba era vender la casa e instalarse en París cerca de Milo y de Shura.
Suspiro cansado de tanto pensar y se lamento que por un momento, todo lo hermoso que había sucedido en Brasil, se esfumara rápidamente con tan solo pensar en su ex.
Mientras el indio y su amigo español degustaban la comida que el rubio había preparado, se dio la charla dónde Shura le contaba todo lo sucedido aquella mañana y la propuesta que nunca llegó hacer.
Shaka tenía ganas de arrancarle pelo por pelo al sueco. Sabía la excelente persona que era su ex y juraba a ciegas que jamás le había fallado al peliceleste, ni como pareja, ni como persona.
No entendía las razones, ni las sabía, del actuar tan traicionero por parte de Afrodita.
- Es una zorra mal agradecido - espeto furioso en rubio.
- Shakita, no digas esas cosas.
- Es la pura verdad y lo sabes - lo señaló con el tenedor - tu no te merecías tal cosa y que descaro llevar una relación contigo y acceder a conocer a tus padres cuando ya sabía que esperaba un bebé que no era tuyo. Pongo las manos en el fuego a que tu padre no estuvo muy contento con él.
- Tienes razón - sonrió desganado - aunque no lo diga, conozco a mí padre lo suficiente para distinguir sus miradas y no, no le agradó Afrodita.
- Cid solo será feliz si realmente te ve pleno con una pareja y de lejos se notaba que la zorrita esa no era para ti y también sería feliz si estarías con ya sabes quien - riendo metió bocado en su boca.
El ibérico río con ganas de tan solo pensarlo, aquello era imposible. Bebió de su cerveza para evitar contestar a la provocación por parte del virginiano.
- ¿Nunca vas confesar tu amor por él?
- No tiene caso, tiene a Milo. Yo salgo sobrando, solo soy su amigo, Shaka.
- Se esta divorciando, es tu oportunidad. Siempre esperaste esto y dejas que otra persona ocupe ese lugar.
- Él no me quiere de esa manera, entiéndelo. Solo soy su amigo y nada más. Prefiero tenerlo así a no tenerlo de ninguna forma. Ya basta de hablar sobre ese tema - ordenó irritado bebiendo más cerveza.
Shaka hizo un gesto con los ojos y volvió a concentrarse en la comida. Un silencio se instaló entre ellos hasta que el celular del indio sonó en llamada. Era Mu que estaba en al puerta del edificio.
- ¿No te molesta si sube? - preguntó aún en llamada, tapando la bocina del teléfono para que su prometido no escuchara.
- No coño, hazlo pasar que va. Si a él no le molesta estar aquí - alzó los hombros - a ni no me toca los cojones su presencia. Me voy por más cerveza.
Shaka rodó los ojos, Shura había bebido durante toda la tarde y su actitud decía que no pararía. Él era su "niñero" pero el capricorniano solía ser muy terco cuando se lo proponía.
Shaka le abrió la puerta al tibetano y las niñas se despertaron por las maldiciones del azabache en la cocina.
- ¿Una tarde dura mí amor? - preguntó Mu mientras alzaba en sus brazos a la pequeña Sasha.
- Como no tienes idea - suspiró - después de comer no paró de beber y comenzó a vociferar que quemaría todas las pertenencias de Afrodita que aún estaban aquí.
- ¿Está ebrio? - Shaka asintió.
- ¡Hey! Llegó mí buen amigo Mu - saludó el español sosteniendo dos botellas de cerveza - ven dame un abrazo.
Shura estrecho en un fuerte abrazo al mecánico, que atónito por tal acción, miraba a su pareja sin entender nada. Shaka en respuesta levanto sus hombros y frunció sus labios.
- Hola Shura - correspondió el de cabellos lilas.
- Pasa, bebamos unas cervezas para desahogar mis penas amorosas.
Luego de una fantástica y reconfortante escapada, la familia volvía a aterrizar en tierras galas.
Estaban aliviados de poder caminar comodante luego de un viaje de más de 10 horas.
Los dos niños pequeños, dormían en los brazos de los griegos mientras los francés arrastraban las maletas.
- Amor, tengo una sorpresa para ti - comento Milo ansiosos por llevar a Camus unos días al viñedo.
- ¿Qué tienes en mentes? - cuestionó levantando ambas cejas pícaramente - ¿Queréis secuestrarme?
- Ammm - Milo se sostuvo su barbilla fingiendo que pensaba - si, es exactamente lo que me apetece hacer en este momento - besó sus labios mientras abría la puerta del vehículo - nada me encantaría más que encerrarte en mí casa del viñedo y hacerte al amor por horas, los niños estarán tan entretenidos jugando por ahí, que tendremos tiempo para nosotros.
Camus le devolvió el beso, frotando su cuerpo peligrosamente con el del heleno.
Degel y Kardia ya se habían despedido hace rato y habían partido en su propio auto.
El celular de Camus rompió ese momento cuando una llamada por parte de Shaka se hizo presente. Sin dudarlo, el francés atendió.
- ¡Shaka! Que gusto oírte amigo - exclamó alegre el acuariano.
- Hola Cam, un gusto de hablar contigo y que hayas vuelto - suspiró - lamento arruinar tu llegada pero Shura te necesita.
- ¿Shura? ¿Qué paso con él? - Milo al oír la conversación frunció el seño.
El aguamarina escuchaba atentamente el relato del indio y respondía con unos cortantes "ajam", cosa que irritaba un poco al curioso escorpiano ya que quería enterarse de lo que sucedió.
- ¡No puedo creerlo Shaka! Si... Ajam ... Aún estoy en el aeropuerto, acabo de llegar ... Ajam ... Me tomo un taxi y voy para su departamento... Si, si... Adiós.
- ¿Qué sucedió? - habló al fin el rubio.
- No vas a creerlo Milo, Afrodita engañó a Shura y ahora espera un bebé que no es de él. Shura está destrozado y necesito ir con él. No voy a dejarlo solo en un momento así.
Los planes que tenía el griego de compartir unos días en el viñedo con su amado, se había ido en picada tan rápido que le disgustó. No podía negarle a Camus ir a ver a su amigo, no podía demostrar su descontento, no tenía el derecho de reclamar, Shura era su mejor amigo de toda la vida y lo necesitaba.
- Pobre Shura, debe de estar destrozado. Ve tranquilo mí amor y cuando puedas vienes para el viñedo.
- Gracias por entender, Milo - el galo abrió la puerta trasera del auto del griego para sacar a Shijima.
- Espera, no prefieres dejarme a Shijima y tu vas tranquilo. Es un niño muy bueno y se divertirá con Shun allí, tengo caballos juegos y estará entretenido - le sonrió dulcemente.
- ¿Estás seguro? No me molesta llevarlo.
- Muy seguro, supongo que ustedes tienen mucho que hablar y no es momento para que tu pequeño este allí. Déjalo venir conmigo, sabes que lo cuidare. Ángelo trabaja en el viñedo, vive allí con su familia y cuida del lugar cuando no estoy, él y su esposa Helena tiene 4 niños pequeños y estarán encantados de jugar con Shijima y cuando te desocupes nos alcanzas allí.
- Gracias Milo, eres un ángel. Me pediré un taxi.
El heleno besó los labios de su galo hermoso, aunque su plan había quedado pospuesto, al llevarse a Shijima se había asegurado que Camus iría al viñedo.
Despus que Shaka y Mu, junto a las gemelas, pasarán el día allí y se quedarán a dormir para cuidarlo, el indio y su futuro esposo se habían marchado rumbo a su hogar en Versalles.
Había quedado solo y no dejaba de beber. Muy a pesar de Shaka, por más que lo regañara todo el día, no había conseguido que el español dejara de ingerir alcohol y dado aquello, decidió llamar a la única persona que el testarudo capricorniano escucharía.
Mu había desvestido y acostado al ebrio Shura para asegurarse que al menos no deambulara por la casa y sufriera algún accidente. El ginecólogo se notaba cansado y solo deseaba dormir.
Shaka se aseguró de abandonar el departamento cuando el taxi que traía al francés arribará en la puerta del edificio.
Para cuando Camus ingresó con ayuda de Aldebarán, su amigo dormía y el departamento estaba en completo silencio.
Dejó la maleta un costado y a paso lento se dirigió a su habitación. Su amigo lo necesitaba y el no dudaría ni un minuto en estar junto a él y brindarle su apoyo en un momento así.
En su rostro se pinto la ternura cuando lo vio acostado, profundamente dormido boca abajo y babeando la almohada. Pocas veces había visto de esa manera al caprino, cosa que le causaban gracia.
Se acercó y se metió junto a él en la cama. Una vez bajo las sábanas, se dio el gusto de acariciar su rostro y besar su mejilla.
- Oh amigo, que te han echo - habló en susurros mientras acariciaba dulcemente el rostro del ibérico.
Shura comenzó a pestañear al sentir el contacto de la mano suave del galo, conocía a la perfección el perfume que emanaban las prendas ajenas y la voz que resonó en su mente.
Sorprendido abrió los ojos para encontrarse con los zafiros de su amigo, que lo miraban con un brillo particular que él solo tenía el gusto de conocer.
- ¿Cam? Viniste - dibujó una enorme sonrisa. La presencia de su amigo junto a él lo aliviaba y calmaba cualquier pena que el corazón sufriera.
- Por supuesto que vine - le devolvió la sonrisa - jamás se dejaría cuando más me necesitas.
Sin pensarlo, el español envolvió en sus brazos al francés que besó sus labios lentamente convirtiendo el contacto en demandante.
Shura sorprendido se separó y miró a su amigo con los ojos tan abiertos como pudo.
- Camus... - habló en susurros.
- Para que los labios de Afordita no sean los últimos que hayas tocado - ambos rieron fuertemente.
Cuando él y Camus estaban en la universidad, el ruso le había pedido un tiempo a su amigo y partió a Rusia dejando a Camus con el corazón roto y pensando que moriría de amor. Es por eso que Shura besó al galo, alegando que al menos así, no moriría con los besos en sus labios de alguien que lo lastimó. Era algo que solo ellos entendían y compartían.
El azabache volvió a abrazar a su amigo y desató un llanto desgarrador que cruzó los oídos del aguamarina partiendo en ese instante su corazón. Shura no merecía sufrir de esa manera y mataría al sueco apenas lo viera.
Logró entre llanto, caricias y arrullos, que se durmiera, ya habría tiempo al otro día hablar más a profundidad del asunto.
Ambos estaban cansados y enredados entre sí, se rindieron al mundo de los sueños.
Había sido un trayecto de unas 3 horas en auto hasta el viñedo, viaje que había transcurrido en un aburrido silencio, ambos niños dormían y sin su pareja que le hablara, la soledad me invadió.
Estaba decepcionado, sus planes habían fracaso y debía de esperar para disfrutar la compañía de su amado.
Al fin cuando llegaron al campo, le extraño ver una caminata color cereza que no conocía. También el echo de que su empleado no lo recibiera en la tranquera.
Despertó a Shun para que bajara del auto y él cargó en brazos a un dormido pelirrojo.
Las luces de la casa de campo estaban encendidas y se podía escuchar ruidos de que alguien estaba en la cocina.
El grito que el pequeño peliverde dio al entrar alertó al griego de cabellos rubios.
- ¡Mamá viniste! - corrió alegremente a los brazos de la italiana que preparaba comida.
- Si mí pequeño, te prometí que estaría a tu regreso y aquí estoy - devolvió el abrazo y observó a su ex esposo- Hola Milo, tanto tiempo sin verte.
- Hola Shaina, no sabía que vendrías.
- Le había prometido a Shun que apenas terminaba la gira con la banda lo visitaría. Me quedaré unos días ¿Te molesta? ¿Y ese niño?
- No me molesta en lo absoluto, está es tu casa también y es bueno tenerte aquí - se acercó para saludar a la peliverde - él es Shijima, el hijo de mí pareja, lo llevaré a la habitación para que descanse.
- Está bien, te espero para comer algo.
Hola mis bellos lectores. Les dejo otro capítulo de esta gustos. Espero que les guste y lo único que diré es que se viene drama con varios personajes. Se viene el divorcio y cosas malas para gente mala 😅 es hora se hacer pagar.
Gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro