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Bem vindo ao Brasil

11 horas de viaje los separaba de su destino. Habían esperado casi 4 horas para abordar su vuelo.

Durante el vuelo, Milo se sentó junto a Camus y Shijima. El griego de cabello rubio observaba de reojo el semblante serio y triste del francés.

Era consiente que hacía una pocas semanas que se había enterado que su esposo mantenía  una doble vida, eso no debía ser fácil de digerir.

Le había dicho a su hermano y cuñado que un viajé tan pronto era una mala idea. Los entendía, él también estaba harto de ver depresivo a su amor, pero creía que esto era demasiado.

Camus estaba en silencio y concentrado mirando a través de la ventana del avión. Milo se preguntaba que se le había pasado por la cabeza al idiota de Surt para lastimar a semejante belleza. Él daría lo que fuera por poder estar a su lado, ser su hombre, su compañero de vida y tener niños.

Su misión era que el acuariano pasara un viajé agradable, que se divirtiera y olvidará lo sucedido con su ex esposo. Sabia que al volver tenía que enfrentar el divorcio.

Él se encargaría de acompañarlo, ser su pilar, apoyarlo y ayudarlo. Y eso comenzaría desdé ahora.

Al aterrizar haría una llamadas para que tuvieran todo preparado para cuando volvieran del viaje.

Shijima se había sentado junto a su primo, ambos niños miraban películas en la tablet. Shun se había dormido, Camus estaba a su lado muy  pensativo mirando por la ventana, al parecer al francés le habían parecido interesantes las nubes y el mar porque hace horas que no le hablaba ni miraba.

El griego apoyó su mano sobre la del aguamarina sacándolo de su trance. Gracias a este pequeño contacto, Camus volteó y sus ojos se encontraron.

— Milo — le regaló una pequeña sonrisa — lo siento, he estado distraído.

— No te preocupes — acarició con la yema de sus dedos el dorso de la mano de su compañero mientras le sonríe dulcemente — ¿En qué piensas? — preguntó con temor.

El rubio no le gustaba presionar a Camus, ni su relación. Siempre lo había respetado y dado su espacio y tiempo. El francés cuando algo le pasaba, solía aislarse y no hablarle. Pero está vez sería diferente, no le permitiría ser tan hermético con sus sentimientos.

— En nada — fue lo primero que contestó a modo de defensa — pienso en lo que ha cambiado mi vida y lo que tendré que afrontar — contó y luego suspiró.

— Cam, cariño — acarició nuevamente el dorso de su mano — no estás sólo.

— Lo sé, pero al que engañaron es a mí y aun lo estoy digiriendo — suspira cansado, todos estaban empecinados en que esté feliz, sonriendo y sacarlo de su espacio. No lo entendían, nadie lo entendía, aunque estuvieran de viaje, él pensaba igual en sus problemas y el inminente divorcio. Era algo inevitable.

El griego de cabellos rubios como el trigo tenía ganas de probar una vez más eso carnosos labios, sin embargo no se animaba, hace mucho que no se besaban o tenía contacto íntimo. Con todo esto que sucedió, no habían tenido oportunidad de verse. Camus como siempre había optaba por encerrarse.

— Lo siento Milo, siento amargarte el viajé con mis cosas — el galo le sonrió — prometo intentar disfrutar del viaje, se que a tu lado lo voy a lograr.

— Haré todo lo que esté a mí alcance y más para que seas feliz Cam. Ahora y siempre — el heleno acarició dulcemente su mejilla. Se moría por besarlo, llamarlo mí amor y decirle cuánto lo amaba. Pero esperaría a tener tiempo a solas con él.


El viaje en avión le había parecido eterno a Kardia. Había comprado lugares en primera clase, pero se aburría rápido y en un avión no había mucho que hacer.

Milo aprovechó que su hijo, sobrinos y futuro hijastro se entretuvieron con la tablet, para hablar con Camus y retomar poco a poco su relación.

Aterrizaron en Sao Pablo en el aeropuerto internacional. De ahí tomarían otro avión que lo llevaría a Japaratinga, un lugar turístico exclusivo del norte de Brasil, ubicado en el estado de Alagoas.

Los 4 adultos descendieron del avión con los niños dormidos en brazos. Kardia sostenía al pequeño Mystoria y Milo a Shijima, Shun al ser más grande que los demás, era más despierto.

Una vez que buscaron las maletas, decidieron almorzar en un restaurante de ahí mismo, su próximo vuelo salía en 4 horas.

Degel estaba cansado y fastidiado de aguantar al hiperactivo de su esposo.

— Sentémonos aquí, ya no aguanto más caminar — suplico el de cabellos verdes.

Kardia reprendió con la mirada su esposo, él había tenido la idea de viajar tan lejos embarazado de 8 meses.

Todos se acomodaron en una mesa grande. Un mesero se acercó y les entrego la carta.

-  olá boa tarde deixei o cardápio para vocês

(hola buenas tardes, les dejó el menú)

Los 4 adultos de miraron sin saber la que el hombre había dicho. Kardia asintió y en francés le dijo que lo llamaría.

El camarero, sin entender mucho, se retiró. Esperaría alguna señal de los hombres.

Kardia miraba con un signo de pregunta el menú. No entendía ni una palabra allí escrita.

— Milo ¿Entiendes algo de lo que dice? — le preguntó a su hermano menor. Este niega — ¿Y tú, Camus? — tampoco — Degel a ti solo se te ocurre la maravillosa idea de traernos a un lugar donde no entendemos ni una palabra del idioma.

Degel lo miró fastidiado, su esposo podía comportarse peor que un niño caprichoso.

— Déjamelo a mí — espeto con seguridad arrebatando la carta de las manos de peliazul. Llamó con un gesto al camarero — Por favor, vamos querer frango grelhado com salada e hambúrgueres para as crianças. também cervejas, refrigerantes e suco de laranja .

(por favor, vamos a querer pollo al grill con ensalada y hamburguesas para los niños. también cervezas, gaseosas y jugo de naranja)

Degel habló con un portugués afrancesado casi perfecto. Logró impresionar a todos los allí presentes. Kardia quedó asombrado y fascinado por el descubrimiento, no tenía ni idea que su pareja hablara otro idioma.

Sin darle importancia a las miraras de los otros 3 hombres, se acomodó sus lentes y levantó los hombros.

— ¿Que? Ya se olvidaron que soy periodista y he estudiado idiomas.

Kardia sabía que no entendía el griego y se aprovechó de ello para hablar con su hermano en ese idioma.

— κοίτα τον να καυχιέται, μιλάω στην εντέλεια και ελληνικά και γαλλικά και δεν κουμπώνω

(míralo a él alardeando, yo hablo griego y francés a la perfección también y no alardeo)

Milo rió a carcajadas ganándose miradas fulminantes por parte de ambos franceses. Kardia obtuvo un golpe en la nuca.

El resto de la comida siguió en armonía.

Pasaron las horas y los niños comenzaban aburrirse. Camus recorrió el centro comercial del aeropuerto junto con Milo, Shun y Shijima.

Por otro lado Mystoria no paraba de correr por todos lados, estaba fascinado viendo por la ventana despegar a los aviones. Kardia bufaba aburrido, no era una persona con mucha paciencia y esperar justamente no era su fuerte.

— ¿Cuánto falta, Degel?

— 30 minutos y abordamos, deja de fastidiar que te estás comportando peor que tú hijo.

— Aquí estamos — anuncio el francés que había vuelto, junto con el resto, después de comprar algunos recuerdos — ya nos llamaron para abordar.

Después de unas horas más, llegaron al lujoso Japaratinga Lounge Resort de 5 estrellas.

Camus se quedó fascinado con el lugar, nunca había tenido la oportunidad de estar en un hotel así. Se notaba que su hermano había puesto todo su empeño en esto.

— ¿Cómo nos acomodaremos en la habitaciones? — pregunto Milo al ver qué le entregaron 3 llaves.

— Kardia, Mystoria y yo en una, Camus y Shijima en otra y tu y Shun en otra — comunico el francés de cabellos verdes — no se preocupen las 3 habitaciones son contiguas.

Caminaron hacia el ascensor, deleitando su mirada con cada detalle del lujoso alojamiento.

El ascensor era enorme y con espejos.

— Yo quiero subir con mis primos — pedía a gritos Mystoria a la vez que sostenía de la mano a ambos niños.

— Bien, iremos con ustedes — ofreció Kardia — ven Degel ayúdame con los niños — le guiño un ojo a su pareja.

Degel astuto entendió la señal lanzada por su escorpiano. Dejando a Camus junto a Milo solos.

— ¿Quieres ir a la playa? Shun camino al hotel me pidió si podíamos ir. Seria buena idea que tu hermano descanse y vayamos con los niños.

— Si, dudo que Shijima quiera dormir y perderse de la playa. Seria buena idea tomar unos tragos. Tengo ganas de nadar y que el agua se encargue de limpiar mí energía negativa.

Milo sonrió complacido, su idea era cansar a los niños en la playa para poder salir a cenar a solas con su francés. Le declararía formalmente su amor.

Ambos ingresaron al elevador. Milo tomo la mano del francés en un gesto involuntario, al cual el de cabellos viridian no se negó.

El heleno no se atrevía a darle aunque sea un efímero beso, pensaba que aún era muy pronto. No sé espero que el primer paso lo diera justamente el mismo Camus.

Estaba distraído cuando de repente, el acuariano se acercó a sus labios rozándolos, como rogándole por que correspondiera ese anhelante beso. 

El francés agonizaba por el contacto con Milo. Aunque no lo demostrara, lo había extrañado todo ese tiempo en su auto reclusión.

Estaba desesperado de amor.

El rubio posó sus manos en la cadera del galo. Compartieron un dulce beso en aquél ascensor.

Ambos se separaron al sentir el ruido del timbre que anunciaba la llegada a su piso.


Una vez sólo en su habitación, dejó sus maletas a un lado y se recostó en la cama mientras su pequeño pelirrojo inspeccionaba la habitación.

Sacó su celular del bolsillo del pantalón para avisarle a Shura y Afrodita que había llegado.

En su rostro apareció un gesto de desagrado al mirar en sus notificaciones que tenía mensajes de parte de Surt.

"Amor, te fui a buscar a casa y no estabas. Quería ver a Shijima y hablar contigo, te extraño te necesito, sin ti no soy nada. Llámame por favor."

"Camus ¿Dónde estas? Volví a buscarte s casa y aún no regresas. Cid me dijo que te tomaste unos días. Quiero ver a Shijima, no puedes alejarlo de mí"

"Can, por favor hablemos, volvamos. Yo te amo, lo nuestro era verdadero. Te prometo que dejaré a Lyfia. Los estaño a ti y a Shijima"

"Estás con ese tal Milo ¿Verdad? No terminaste de dejarme y te vas con él"

Camus rodó los ojos fastidiado al leer todos y cada uno de los mensajes. Su esposo no lo dejaba de sorprender, nunca pensó que sería tan descarado y sin escrúpulos.

No solo le pedía volver mientras un mantenía relación con su otra pareja, sinó que lo acusaba de irse con Milo.

Él ahora era libre de hacer lo qué quisiera con Milo, con Shura y hasta con Saga, que también al enterarse que se había divorciado no esperó para invitarlo a cenar.

Decidió no contestarle e ignorarlo... No mejor lo bloquearía, no deseaba que le llegarán más mensajes del ruso para arruinarle sus vacaciones.

— Papi — la fina y aniñada voz de su hijo lo distrajo — ¿Por qué papito no vino de viaje con nosotros?

El momento que tanto temía el francés había llegado, el momento que su hijo se diera cuenta que su padre ya no convivía con ellos ni compartía cosas cotidianas de todos los días, como una simple cena. El momento de las preguntas había llegado y él trataría de responder lo más simple y menos hiriente posible.

Pero por ahora no le diría que no estaban más juntos, no quería arruinarle las vacaciones a su hijo de 5 años.

— Ven mí niño — Camus estiró lo abrazos pidiendo un abrazo de su pelirrojo — Papito está ocupado trabajando mucho y no pudo venir — le contaba mientras acariciaba esa lacia cabellera rojo fuego — lo veras cuando volvamos, te lo prometo.

— ¿Ahora nos cuidara el señor Milo? — pregunto inocente el niño. Camus no sabía, pero su madre de a poco, los días que cuidó al virginiano, fue preparando el terreno para cuando su hijo decidiera hablarle.

Al francés le tomó por sorpresa la pregunta. Sabia que a Shijima le agradaba Milo, siempre había sido bueno con él y también disfrutaba de jugar con el pequeño Shun.

— ¿Tu quieres que nos cuide? — le preguntó con cautela. No podía negar que seguramente entablaría una relación de una forma más íntima con el griego. Pero primero tenía que pensar en su hijo.

— Si, es bueno y divertido Milo y me gusta estar con Shun —le contestó con una enorme sonrisas. El niño no llegaba a entender sobre la separación y relaciones, pero en su forma le dio a entender que aceptaba a Milo.

Unos golpes en la puerta interrumpieron cualquier respuesta que Camus pudiera darle a sti hijo.

— Cam, soy Milo ¿Están listos? — preguntó el rubio del otro lado de la puerta.

— Si, lo estamos. Ya bajamos — respondió sin abrir la puerta.

Con los ojos cerrados y acostado en un camastro en la playa, disfrutaba del sol calentarle el rostro y el constante y relajante ruido del mar.

Podía escuchar claramente los gritos de Milo, Shun y Mystoria, que jugaba en la orilla del mar.
Shijima decidió quedarse junto a su padre, jugando en la arena con los juegos de playa que Milo le había regalado.

Sabia que su niño percibía cierta tristeza y preocupación en él y deseaba hacerle compañía.

Degel necesitaba descansar después de un viaje largo y Kardia prefirió quedarse acompañarlo.

Se estaba quedando dormido, el ruido de las olas y su eterno vaivén, resultaron ser una perfecta canción de cuna.

— Papi — el llamado de su hijo lo hizo sobresaltarse — quiero ir al agua ¿Me llevas?

Camus incorporó su cuerpo y se sentó en el camastro. Buscó con la mirada a sus compañeros y lo que vio le hizo entender por que su pequeño pelirrojo no quería ir sin él.

Milo jugaba en el agua con los niños de manera brusca lanzándolos al agua. Shijima es un niño tranquilo, pero al parecer Mystoria disfrutaba esa clase de juego.

— Vamos — extendió su mano para que su hijo la tomara.

Padre e hijo caminaron, tomados de la mano, por la arena hasta llegar a la orilla del mar, dónde los otros 3 jugaban.

— ¡Hey! Vinieron — gritó Milo al ver a su adorado francés acercarse — ¿Se van a meter? — preguntó mirando descaradamente el pecho desnudo de Camus.

Si bien ya habían tenido intimidad, había sido en el baño con poca luz y solo conocía ese cuerpo por medio del tacto. Ahora que estaba en sus 5 sentidos, se permitía admirarlo como si fuera la  octava maravilla.

Camus sin duda era poseedor de un cuerpo hermoso y muy atractivo para la vista. Su piel nívea que se convertía en un leve tostado gracias al sol brasileño.

Deseaba con todas Ias fuerzas poder tener ése cuerpo debajo suyo.

— Vamos a disfrutar un poco del agua — se acercó al oído del heleno — se amable con Shijima, no le gusta los juegos brusco — Milo asintió con la cabeza.

El galo camino nado a la zona más profunda del mar, disfrutando del moviendo de esté mecer su delgado cuerpo.

Necesitaba eso, necesitaba que el mar purificar su cuerpo y renovara su energía. Quería sentirse un Hombre nuevo y preparado para disfrutar de Milo.

Después de un chapuzón en el trasparente mar, los 5 hombres de mudaron a la piscina del hotel, dónde Camus disfrutaba de una caipiriña mientras miraba como Milo le enseñaba a nadar a su hijo. Mystoria al ser más chico, jugaba en la parte baja echa especialmente para los infantes. Shun se había echo amigo de otros niños que veraneaban allí.

Degel bajó poco tiempo después junto con Kardia. Se ubicaron donde descansaba el de cabellos viridian.

— Cariño, acuéstate aquí que yo voy a la pileta con Milo — informo el griego de cabellos azules.

— Cam ¿Qué tal la playa? — preguntó Degel a su hermano.

— Una paisaje espectacular — contestó sonriendo pícaro. Degel también rió. Sabia que si hermano no hablaba justamente de la playa.

— Iremos al centro comercial de aquí ¿Vienen? — invitó, mientras pedía un exprimido de naranja.

— Supongo y luego cenaremos.

Lo que no sabía Camus es que su hermano y cuñado ya tenía todo preparado para que Milo y él pasarán la noche juntos.

— Por supuesto — contestó con una leve sonrisa para luego beber de su jugo.

Se había quedado sólo en la casa del francés. Shura había prometido pasar la noche con él, pero un llamado de emergencia desde el hospital interrumpió su noche.

Preparaba la cena mientras bebía un jugo frutal y  disfrutaba de música tranquila.

El sonido del timbre lo distrajo de lo que estaba haciendo. Apagó el fuego y se dirigió hacia la puerta para fijarse quién se presentaba a estas horas.

Abrió la puerta y se encontró con un pelirrojo muy conocido.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó con desagradó al ver al peliceleste en la casa de su futuro ex esposo.

— Hola Surt, a mí también me da gusto verte. Le cuidó la casa a Camus. Él se fue de vacaciones junio a Milo — contó con un gesto de sobra.

— ¿Con Milo? — Surt ya se había puesto molesto al enterarse de que su mando francés corriera a los brazos del griego ese.

— ¿Queréis pasar? Estoy solo y necesito hablar contigo. Tengo vino y estaba por comer

El ruso lo pensó un minuto, no le venía mal tomar un trago.

— Solo tomaré una copa y me iré.

Ambos hombres ingresaron a la sala.

— ¿De que querías hablar? Que sea rápido.

— Surt, estoy esperando un hijo y es tuyo. Tengo 4 meses de embarazo

Tiró la noticia sin dar vueltas, sin anestesia.
Surt abrió los ojos sorprendido por lo dicho.
Su cara de sorpresa rápidamente se transformó en una se suficiencia y arrogancia.

— Imposible que sea mío, está loco.

— Es tuyo, estoy totalmente seguro. Tuvimos relaciones Surt y en ninguna nos cuidamos.

— Eres una zorra, como se yo que es mío si también te acuestas con el imbécil de Shura. No me quieras engañar.

— Si, también me acuesto con él, pero con Shura siempre me cuido y contigo jamás. Es tuyo.

Surt se levanto bruscamente del sofá, enojado e indignado.

— No, no es mío. No me quieras encajar un crío a mí. Déjale a Shura eso.

Rápidamente y dando un portazo se retiró del su antiguo hogar.


Hola bellos lectores.
Aquí les dejó otro capítulo. Ya comenzamos a disfrutar del Camilo y se viene mas líos en puerta.

Espero que les guste.

Gracias por leer ☺️

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