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Contaba ya con sus 7 meses de embarazo. Sólo le faltaban ultimar algunos detalles y los preparativos de sus pequeñas ya estaban listos.

Una hermosa habitación, 3 paredes pintadas de rosa pastel y la pared más grandes de un color manteca y flores dibujadas.

Allí lucían 2 hermosas cunas blancas, ya listas para recibir a las futuras princesas Kumar... O Maldonado, depende quien sea el padre.

El mueble cambiador descansa en una rincón. Estantes decorados con peluches y fotos de Shaka mostrando orgullosamente su embarazada gemelar.

En otro rincón, se ubicaba una silla mecedora de madera pintada se blanco y una planta al costado.

El virginiano contemplaban la habitación, que Mu había decorado con mucho entusiasmo.

Lo extrañaba en demasía y lo necesitaba aún más en está última etapa.

Shura siempre estaba al pendiente de él pero no era lo mismo. Si bien el capricorniano lo llamaba seguido y también lo visitaba, sabía que no tenía ni la más mínima intención de formar una familia ni casarse con él.

Shaka necesitaba a Mu. Necesitaba la compañía del tibetano, sus atenciones, sus mimos, su amor. Necesitaba todo de él y sus niñas también.

El timbre de su casa interrumpió sus pensamientos.

Sorpresa para el rubio fue al recibir a Shion en su casa.

El hermano de Mu había ido a visitarlo con la intención de que Shaka le contará su versión de los hechos y así poder hablar con su hermano menor.

— Shion, que sorpresa verte aquí.

— Shaka, quería hablar contigo, si no es mucha molestia — planteó el ariano parado en la puerta de su casa con su recién nacido en el cochecito.

— Pasa, pasa. Eres bienvenido en mí casa, tu y ese pequeño hermoso — Shaka le hacía caritas y hablaba con vos tierna al recién nacido Okko — ponte cómodo ¿Quieres algo de beber?

— Un té estaría bien.

El peliverde acomodó el cochecito, con el pequeño Okko dentro ya dormido, al lado de unos de los sillones de la sala de estar. Luego se sentó para esperar a el rubio, mientras amacaba a su pequeño.

_ Aquí tienes — ofreció Shaka la taza de té y galletitas de coco recién echas por él.

— Gracias— le sonrió — ¿Cómo llevas tu embarazo? — preguntó mientras que Shaka se acomodaba en el sofá frente a él — no es fácil estar embarazado y menos de gemelas — haciendo alusión a su enorme vientre.

—Voy a te reventar, aún me falta tiempo. Las espero con ansias ¿Qué te trae por a mí casa? ¿Cómo está Mu?

— Él está  bien, un poco confundido pero bien
— contó mientras tomaba té — ¿ Haz hablado con él? ¿Ha venido a verte? — Shaka negó con ma cabeza.

— No desde que discutió con Shura.

— ¿Tienes algún tipo de relación con él? Con todo respeto te pregunto, sólo quiero entender la situación.

— Sólo somos amigos. Fuimos pareja pero eso termino hace años — hizo un pausa para buscar la mejor manera de explicar los hechos — estuvimos juntos en la fiesta de los Monnier, eso es verdad. Sucedió sólo esa vez, no es excusa pero habíamos bebido bastante y estaba deprimido, inseguro y la ausencia de Mu esa noche no ayudó.

— No fue por que él también es inseguro, se siente inferior a ti y eso lo hace actuar así.

— Nunca lo vi como alguien inferior a mí. Es una persona de sentimientos y corazón  noble, compañero, atento divertido y muchas cualidades más. Jamás lo sentí inferior.

— ¿Lo amas?

— Si, lo amo y quiero todo con él. Quiero una familia con Mu.

— Si realmente quieres eso, permíteme hablar con él. Dale tiempo, se que te ama, solo está confundido.


Después de comprar los muebles necesarios y un arduo trabajo, su nueva "habitación" estaba lista.

Había logrado convertir la oficina del taller en una cómoda habitación, con una pequeña área para cocinar.

Eso era más que suficiente para vivir medianamente cómodo. No se podía comparar con la acogedora casa de Shaka, pero este lugar le permitiría vivir independiente.

Pensar en el indio le traía nostalgia. Se preguntaba cómo estaría, como llevaría su embarazo y si estaría solo.

No iba a mentir, extrañaba al rubio y a las gemelas ¿ Sus gemelas? No lo sabría, por ahora.

— ¡Mu! — su hermano lo llamaba mientras golpeaba con fuerza la persiana del taller, que aún no abría— ¡Mu! Ábreme.

El tibetano sabía que Shion no se detendría a menos que le abriera.

— ¡Ya voy! — avisaba mientras abría la puerta independiente del local.

— Hola hermanito — saludó el mayor una vez que  le abrió — Te invito a desayunar y no acepto un no como respuesta.

— Está bien, espera que me cambio — aceptó no muy animado.

Ambos hermanos caminaban tranquilos por las calles de la cuidad. Shion llevaba al pequeño Okko dormido en un cochecito de 3 ruedas color gris.

— Que raro tu levantado tan temprano — cuestionó el pelilila, eran apenas 7:40 de la mañana y su hermano no solía salir tan temprano y menos con el recién nacido.

— Tuve que llevar a Kiki a la escuela, Dohko tenía una reunión temprano. Así que aproveche para visitarte y para que vieras a tu pequeño sobrino ya que nunca nos visitas — hablo con un ligero tono de reproche en su voz.

— ¿Cómo están las cosas en tu casa? Digo con la presencia de un bebé.

— Bien, mejor de lo que le pensaba. Kiki ya es un adolescente independiente y aunque a veces me de trabajo, también me ayuda en la casa — el ariano menor se quedó pensativo — Sabes Mu, los hijos son una bendición. Es lo más hermoso que te puede pasar si los deseas.

— Si, supongo — contestó con voz quedada. Tenía los pensamientos atorados en su mente.

— ¿Haz hablado con Shaka? ¿Sabes cómo esta su embarazo?

— La verdad  no. No lo he llamado desde aquellas vez.

— Que vergüenza Mu. Esas niñas puede que sean tus hijas y tu no te preocupas.

Los tibetanos llegaron a una cafetería que quedaba a unas pocas cuadras del taller del menor.

— Sentémonos en aquélla mesa alejada al lado de la ventana — señaló Shion a la mesa — es más cómoda para ubicar el cochecito.

Emprendieron camino hacia el lugar elegido.

— Mu ¿Qué piensas hacer con Shaka y las niñas? ¿Piensas borrarte así como así? Sabes que hay un %50  de que sean tu hijas — hizo un pequeño silencio para que su hermano asimile sus palabras — no es correcto que desaparezcas de la vida de Shaka, tienes que ir a verlo, hablar con él ¿Entendiste Mu? Se un hombre y ve hablar con él.

— Tienes razón, pero aún estoy dolido por lo que me hizo con Shura.

— ¿Y que te hizo? Tu y yo sabemos que aún ustedes no estaban juntos. Él afirma que sucedió una vez. Mu ¿Importa de quién son las bebés? Tu lo amas, él te ama. Formen una familia.

— Lo dices como si fuera fácil. Si, puede que sean mías y si lo son me haré cargo, y si no, pues veré qué hago.

— Lo único que te digo es que no seas tonto, no pierdas el tiempo. Si aún lo amas habla con él. Voy al baño, cuida a Okko.

Shion se retiró dejando solo al niño con Mu, que muy a su pesar comenzó a llorar.

Lo sacó del cochecito para acunarlo en sus brazos. No podía negar que se sentía lindo tener un bebé en sus brazos.

¿Qué sentiría al tener a sus gemelas?

El recién nacido dejo de llorar y se acurrucó más en su mantita.

— Lo haré, iré a verlo — habló para si mismo


Miraba su maleta tendida sobre la cama a media hacer. Aún le faltaba la ropa que había comprado con Afrodita. Según él, ropa para conquistar a Milo.

No tenía muchos ánimos aún de viajar, pero se había prometido así mismo pasarla bien e intentar olvidar.

No le venía mal un descanso, eso lo sabía.

— Cam — llamó Shura golpeando con sus nudillos la puerta abierta — ¿Estás bien?

— Si, pasa, solo pensaba.

El español se sentó al borde de la cama junto al acuariano. Había notado que su amigo se encontraba pensante y hasta podía animarse a decir que dudaba si viajar seria una buena idea.
Odiaba verlo deprimido, lo conocía, sabía que se estaría culpando del fracaso matrimonial.

— Cam, dime la verdad — miró esos ojos color zafiro, tan profundos como el océano. Era fácil para Shura perderse en ellos, siempre había sido así — sabes que te hará bien viajar y divertirte.

— Aún así, al volver mis problemas me estarán esperando.

— Pero no estarás solo, tienes a tu familia, a mí y a Milo — Camus lo miro extrañado — Te gusta ¿Verdad? — el aguamarina asiente enérgicamente con la cabeza — No digo que entables una relación con él ya, pero si te gusta, y a él le gustas también eso es obvió, dale una oportunidad. Se que se muere por estar contigo y hacerte feliz... Admítelo, lo tuyo con Surt ya estaba roto hace tiempo.

Aunque le rompiera el corazón y se moría por ser él quién tuviera la oportunidad de hacerlo feliz, tenía que renunciar a él. Camus solo lo amaba como amigo. Quizás si le hubiera confesado sus sentimientos hace muchos años atrás, su historia sería otra, pero eso no era así.

Quería verlo feliz y si para eso tendría que renunciar a él, lo haría. Lo dejaría en los brazos de Milo para que el escorpiano lo hiciera.

— Permítete ser feliz, Camus. Anímate a vivir el amor que ustedes dos se tienen. Date tiempo si quieres, está en tu derecho, pero no renuncies a él.

Camus con lágrimas en los ojos abrazó a su amigo de antaño. Ese incondicional que siempre estaba ahí para él, diciendo las palabras justas.

— Te quiero Shura.

— Y yo a ti Cam.

Siempre te he amado, pensó Shura.

— Shijima ponte tu mochila — Camus ayudaba a su pequeños pelirrojo a colocarse una mochilita con dibujos de Spiderman — sostén tu maleta que busco la mía. Milo ya está por llegar

El francés subió corriendo las escaleras en buscar de su maleta. Ya tenía todo preparado y quedaba esperar a que Milo junto con Shun los buscaran.

Degel y su familia ya los esperaban en el aeropuerto.

Afrodita era el encargado de cuidar la casa, se quedaría los días que Camus no estaría. Cuidaría de la casa y del perro.

El auto de griego se estacionó en la entrada de la casa.

El pequeño pelirrojo corrió hacía el auto apenas lo vio llegar, para saludar a su amigo Shun. Detrás venía Shura con la maleta de Shijima.

— Hola Milo — saludó el capricorniano golpeando las palmas y el palmando su hombro.

— Hola Shura ¿Cam está listo? — pregunto mirando la puerta de la casa en busca del nombrado.

— ¡Aquí estoy! — gritó caminando hacia el auto, arrastrado su valija — Ya estoy listo, hola Milo.

El rubio beso su mejilla, aunque se moría por comerle la boca, no lo haría estando frente a sus hijos. Ya tendría oportunidad durante su estadía en Brasil. Kardia prometió dejarlos solos.

— Déjame que te ayudo con tu valija.

— Yo lo hago — interrumpió Shura — acomoda a Shijima en la silla, yo la guardo en el baúl del auto.

El azabache se apresuró a tomar la maleta para guardarla. Tenía que calmarse y dejar que Milo atendiera a Camus. Tenía que darle su lugar.

Milo subió del lado del conductor una vez que ambos niños estaban acomodados.

Camus se despidió de Afrodita y luego abrazó a su amigo.

— Prométeme que te divertirás — Shura correspondió al abrazo.

— Lo haré amigo, lo haré.

Camus se subió al auto y partieron rumbo al aeropuerto, a una aventura, a un nuevo amor.

Milo estaba seguro que de ese viaje volverían como algo más que solo amantes.


El frío ya le estaba molestando, tendría que asegurarse de comprar una calefactor para el taller.

Aún no terminaba de llegar el invierno y la nieve ya se hacía presente.

Tenía mucho trabajo y quería apurarse a terminar algunos atrasados.

Una joven rubia, vestida de negro, llegó con su moto al taller.

Fue fácil para el ariano reconocerla. Quien mas que su amiga June andaría en moto en pleno frío.

— Mira nada más que trajo la nieve — bromeó el pelilila haciendo a un lado sus herramientas.

— Pero si el mecánico más atractivo de toda Francia — la rubia le devolvió el saludo — Hola Mu ¿Cómo haz estado tanto tiempo?

— Bien, trabajando como verás ¿Qué te trae por estos lares? Creí que te dedicabas a recorrer Francia en motocicleta.

— Así es, está por aquí y decidí pasar a saludarte. Hace mucho que no te veía y me preguntaba si deseabas acompañarme en el viaje — la joven le sonreía coqueta mientras pasaba su dedo índice por el pecho de Mu.

— Me encantaría, sabes que me gusta recorrer rutas, pero ahora tengo el taller y otras responsabilidades que no puedo abandonar.

— Vamos Mu, que puede ser más placentero que sentir el viento en tu rostro mientras manejas la moto por la ruta. Siempre te gustó. ¿Acaso no te acuerdas cuando manejamos por horas y luego acampábamos en cualquier lugar y hacíamos el amor por horas?

Si, lo recordaba... Recordaba cuando no tenía responsabilidad alguna más que solo recorrer el país con su novia.

Pero ya no era así, el estaba enamorado de otro rubio e iba a ser padre.

— No June, ya no soy así — apartó el dedo de la etíope.

— ¿Seguro? — el tibetano asintió — Ok, me iré. Pero antes... — la rubia sujetó fuertemente la ropa de Mu con el objetivo se atraerlo hacia ella y robarle un último beso.

Beso que fue correspondido por un muy confundido Mu.

Sin saber que un par de ojos celestes como el cielo lo veían se lejos.

Después de presencia ese beso, Shaka huyó de ese lugar lo más rápido que pudo.

Camino 4 cuadras sin pensar en otra cosa. La imagen de Mu besando a esa chica no se la podía sacar de la cabeza.

¿Acaso ya se había olvidado de él? ¿ Y las niñas?

Tan mal no lo veía como le había contado Shion la tarde anterior.

Sintió una fuerte punzada en el vientre, tan fuerte que lo obligó a sostenerse de una pared.

Respiró profundo, pero otra punzada se hizo presente.

— Mierda mierda mierda.

Agarró su enorme vientre gemelar, que estaba tan duro como una pierda.

Sintió otro dolor y un líquido caliente chorrearse entré sus piernas.

— No puede ser, aún faltan 2 meses — seguís hiperventilando — mierda mierda mierda, debo llamar a Shura.

Hola bellos lectores.
Les dejo un capítulo de esta historia.

Siento mí ausencia, estuve ocupada con mí familia.

Espero que les guste la historia.
Ya nacen más niñas de Shaka y se viene el romance entre el copito y el bicho.

Gracias por leer.

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