Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 44: Mi regalo más afortunado

Zoba volaba a gran altura vigilando a su alrededor. Vio a lo lejos a ese gran monstruo, el Indra, y vio también a su amiga Diane por su tamaño. Agudizando la vista, vio a los demás: Merlín, Ban, King y Gowther. Ni rastro de su padre.

Siguió volando, sabiendo que esos cinco podrían contra el demonio, y continuó buscando a su padre por las ruinas de la ciudad, por si se encontraba ayudando a personas que huían. Vio en un lateral aparecer un tornado envuelto en rayos, conociendo a sus dueños. Seguro que su padre estaba con el trío de payasos...

Ahí abajo, Gilthunder, Howzer, Griamor y Escanor estaban batallando contra una cría de Indra algo desarrollada, simular a una araña cabezona pero con menos patas y látigos cortantes y punzantes, siendo unas odiosas y poderosas criaturas.

 - ¿¡Pero que narices es esa cosa?! - gritó Howzer jadeando.

 - Es un demonio... pero no es como los anteriores... - Gilthunder se levantó del suelo - Ni encerrándole en las cúpulas de energía de Griamor con nuestro rayos y tornados dentro parece que le duela...

 - ¡Que no le duela no significa que no le afecte!

Los tres miraron al pequeño hombre, que con tan sólo una armadura que le cubría de cintura para abajo y con el superior desnudo, armado con un simple escudo y un espadón corto, se enfrentaba al Indra con tanta seguridad que parecía que tenía un ejército detrás. Eso les daba mucho valor a los otros, viendo que sólo tenía esas armas y que ahora carecía de poderes, ahí estaba, delante del Indra.

El demonio movió uno de sus látigos acabados en punta y Escanor se protegió tras su escudo, siendo respaldado por Gilthunder para que no saliese volando tras el impacto, y tras ello, Escanor soltó un poco de sangre por la boca cuando el demonio atravesó un poco de su escudo, hiriendo su vientre. Al retirar el látigo, el Indra le hirió también en el hombro con un profundo tajo.

Escanor cayó de espaldas, siendo sujetado por Gilthunder con un rostro preocupado, y con el escudo destrozado, sangrando. Luego, apretó los dientes y se apartó de sus brazos, volviendo a ponerse de pie, sujetando con una mano temblorosa el espadón con la derecha. Howzer miró a Griamor, con rostro impresionado.

 - Sin poderes, con armas inservibles, y mucho más herido que nosotros... - le susurró - Y ahí le tenemos. No le faltan agallas.

 - Lo que no le falta es orgullo - Griamor sonrió un poco.

Justo cuando esos dos iban a acercarse para pelear, Gilthunder extendió los brazos deteniéndolos. Se había dado cuenta que algo se acercaba por el aire a gran velocidad.

 - ¡Giga Impacto! - se escuchó en el cielo.

Zoba cayó del cielo como si fuera un enorme meteorito protegida tras su escudo de león a toda velocidad aumentando la potencia de su ataque. El Indra chilló cuando fue aplastado y herido, dejando unas grandes ráfagas de viento y polvo esparcidos a su alrededor, haciendo que Escanor cayera al suelo por la potencia. Cuando se dispersó, sólo quedaba ella encima de la cabeza de la Indra moribunda, y levantó el escudo por encima de su cabeza, haciendo brillar la parte baja y punzante de esta, que clavó en su carne y empujó todo lo que pudo. Sus ojos estaban afilados y la mandíbula muy apretada, que apenas la dejaba maldecir de pura ira.

 - ¡Ni se te ocurra tocar a mi padre! - gritó intentando vocalizar bien.

Y tras clavar su escudo todavía más en él, el Indra soltó un chillido agonizante para después empezar a pudrirse y desaparecer debajo de ella. Luego, Zoba arrancó el escudo y miró a los demás, con esos ojos de depredador que provocaban un escalofrío a los caballeros. Se bajó de un salto y corrió con su padre.

Escanor la había visto tirado en el suelo, y la miraba con asombro y desconcierto. Su pequeña cachorra había sido capaz de vencer a un gran rival que él no podía ni hacerle sombra, y lo que era más importante... había ido en su busca para ayudarle. Ya no era esa chica inofensiva, incapaz de expresar su ira, orgullo o cualquier otro pecado, ni mucho menos era esa chica tímida incapaz de pelear que se había encontrado en el laberinto de Drole y Gloxinia, tiempo atrás. Ella... había crecido demasiado rápido.

 - ¡Papá!

Escanor intentó levantarse ante su llegada, pero ella lo impidió sentándose con él, y arrancó los elegantes vuelos de su vestido en sus piernas para rodear con ellas el cuerpo delgado de su padre y hacer un torniquete en sus dos heridas. Ahora que ella pensaba que Elizabeth no estaba con ellos, debía intentar sanar a su padre como fuese posible.

 - No hace falta que te molestes tanto... - dijo él mirándola.

 - Claro que me voy a preocupar, ahora y siempre - dijo mirándole con compasión y amor - Ojalá me quedase dentro de mi collar algo de poder de Elizabeth para sanarte...

Escanor la miró, analizando todos los rasgos de su cara, y luego suspiró con una sonrisa.

 - Aunque te quedara algo, guárdalo para ti... ah, no me había dado cuenta de lo fuerte que te has vuelto... - dijo en voz más baja.

Ella dio una pequeña risa contenta.

 - Nunca me has visto pelear así, además me he esforzado para impresionarte. Y no soy muy fuerte en realidad, mis mutaciones me dan mis poderes y tengo que aprovecharlos antes de que vuelva a mutar.

 - Eso te hace ser aún más increíble - susurró.

 - ¿Eh?

Escanor levantó una mano y la puso en su mejilla, acariciando su pómulo con el pulgar.

 - Mi hija... has crecido tanto y tan rápido que no me he dado ni cuenta... - dijo dándole voz a las palabras de su mente sin poder evitarlo.

Ella sonrió, restregando su mejilla por su mano, llena de tierra y sangre. No le importaba si era una pequeña y flácida mano, o la enorme y poderosa del Escanor con Sunshine. Ambas eran infinitamente cálidas y llenas de amor.

 - ¡Escanor! ¡Zoba!

Gilthunder les llamó alertándoles. Otra cría de Indra, de mayor tamaño que la anterior, aparecía tras las ruinas de una gran casa. Zoba se levantó del suelo, haciendo aparecer el escudo en su brazo.

 - Mi escudo es mucho más fuerte que el tuyo, papá - dijo mirándole convencida - Déjame ir delante.

 - Oh, venga... - dijo él levantándose con su espadón - No me trates como a un viejo...

 - Supongo que tu orgullo te lo impide - dijo ella mirando al Indra - Bien, no puedo pelear contra tu orgullo. Será un honor pelear a tu lado, papá.

 - Oe, oe, no se olviden de nosotros - Howzer se puso a su lado con una sonrisa.

Mientras, Gilthunder y Griamore se adelantaban a atacar e intentar acorralar al Indra con sus ataques.

 - Oye, Zoba - Howzer la miró - ¿Ya has conseguido tu tesoro sagrado? - dijo mirando su escudo.

 - No es eso - ella sonrió negando - Mi tesoro es mi collar, y el escudo es una manifestación de su poder. Por eso aparece y desaparece.

El pequeño Indra salió de la prisión en la que le encerró Griamor, y con chillidos infernales y a fuertes latigazos, lanzó por los aires a los caballeros.

 - Vaya, que enfadado está, seguro que sabe que le queremos matar - dijo ella alzando el vuelo - Vamos a desconcertarle un poco.

Y poniéndose delante del Indra a una distancia segura, tras llamar su atención, las pequeñas alas de su cabeza se desplegaron brillando.

 - Little Sunshine.

De sus alas salió un enorme destello cegador, que en el mejor de los casos provocaba serios problemas de visión y además una paralización del sistema nervioso al entrar en contacto con las neuronas. Pero Zoba se dio cuenta tarde de que esa cosa no tenía ojos como tal, así que ese fogonazo de luz sólo hizo que se pusiera más y más nervioso, y con un chillido largo y agudo, comenzó a mover sus látigos cortantes avanzando.

Zoba esquivó en el aire todas las posibles, escuchando el aire silbar a su alrededor en medio de esa jaula de golpes caóticos. Sin embargo, los últimos que dio el Indra la atraparon cansada, haciendo mella en ella con la parte afilada cortando perfectamente, y luego, de un golpe, la lanzó hacia una alejada pared, cayendo después al suelo desde una gran altura. Las piedras del muro se tambalearon y luego cayeron sobre ella como una tumba de ladrillos.

Escanor lo había visto todo con los ojos muy abiertos y las pupilas titilantes, paralizado en el sitio. Justo delante de él, un pequeño objeto cayó del cielo, delante de sus pies; era una de las pequeñas alas de la cabeza de Zoba, sangrando por la zona donde fue cortada. Tras ella, caían despacio en el aire varias plumas manchadas de sangre que rodeaban al león inmóvil. Lo único que se movían eran sus puños, apretado contra el mango del espadón, con los nudillos blancos, que temblaban de rabia y enfado.

 - ¿Cómo has osado...? - dijo haciendo brillar sus ojos - ¿Cómo has osado a hacerle tanto daño a la persona por la que sigo en pie? La persona por la que lucho en busca de un futuro feliz... ¡la razón de mi lucha y todo lo que deseo!

Y levantando con su mano derecha el espadón y agarrando con la otra mano la tela de Zoba de sus torniquetes en el torso, corrió gritando a atacar a la Indra. Los caballeros, que habían ido corriendo hacia Zoba a apartar las piedras de su cuerpo, gritaron para intentar detenerle de correr hacia una muerte segura, pero era demasiado tarde.

La Indra movió su látigo sobre la cabeza de Escanor, haciendo su espadón volar por el aire hasta quedarse clavado en la tierra... junto con su mano, que seguía fuertemente aferrada al mango. Escanor se detuvo en seco, y bajó lentamente su brazo derecho, mirando su muñón sangrante con la boca levemente abierta.

La Indra volvió a mover el mismo látigo hacia el lado izquierdo de Escanor, cortando su otro brazo y también las telas de su hija que tapaban sus heridas, revelándolas y haciéndolas sangrar más. Escanor levantó la mirada hacia el demonio, viendo cada vez más borroso y empezando a notar el dolor de sus heridas y el goteo de sus heridas, mientras que el monstruo contestaba abriendo la boca con algo parecido a una risa, mostrando todos sus dientes.

 - ¿Hasta aquí he llegado? - dijo él - Sabía que no viviría mucho más... pero... me arrepiento de no haberla salvado... no he hecho todo lo que quería hacer antes de que llegara mi hora... aún así... espero proteger a mi hija allá a donde vayamos... es bueno que no me vea en este estado tan lamentable. Chicos, seguid luchando para tener el futuro que os merecéis...

Él seguía mirando fijamente al demonio que se acercaba a devorarlo, sabiendo que no podía escapar.

 - Yo soy... - jadeó - El león del orgullo... Escanor...

Un brillo cegador cubrió toda la escena, y en un instante, Escanor sintió un gran alivio y tranquilidad. Casi podía pensar que había muerto, pero escuchó un milagrosa palabra.

 - Revertir.

Cuando Escanor se dio cuenta, la Indra había sido desintegrada, su vista restaurada, no sentía ni dolor ni cansancio, ni notaba escurrir las gotas de sangre por su cuerpo. Se miró las manos, encontrando las dos con sorpresa, y luego tocó su torso sin ninguna herida.

 - Tus últimas palabras me han conmovido, Escanor...

Él levantó la mirada, viendo descender del cielo a un hermoso arcángel que conocía muy bien.

 - Mael... - dijo Escanor involuntariamente, y luego miró rápidamente hacia donde estaban los caballeros con su hija.

 - No te preocupes, está viva. Tiene un cuerpo duro aunque parezca tan delicada, y sigue costándole aceptar la magia sanadora.

 - Pero... ella absorbe esa clase de poder, y... - dijo preocupado buscando por el suelo su pequeña ala de su cabeza.

 - Mi poder no es sanador, Escanor. No es como el de Elizabeth que cura las heridas, que lo absorbe sin efecto en ella. Mi poder hace al cuerpo recuperar su anterior aspecto. Si lo usara más veces en ella, creo que hasta sería capaz de devolverla a su forma original - admitió con una sonrisa tranquila.

 - Sí que eres un brillante arcángel, Mael...

 - Espero que no te moleste que la haya tratado a ella antes de ayudarte a ti, pensé que no perdonarías que te salvara a ti antes que a ella - dijo conociendo al león.

Escanor estaba mirando a su hija desde lejos, viendo como Howzer le tomaba el pulso y le indicaba que todo estaba bien. Escanor suspiró aliviado.

 - Sólo está desmayada... - confirmó Mael posándose en el suelo.

 - Mael... mil gracias... - dijo él mirándole.

 - Vuestra lucha es justa y honesta - sonrió el arcángel - Tanto tú como tu hija sois unas grandes personas de buen corazón y vuestra hora aún no ha llegado, aunque tú...

 - Sí, si, ya se que me vas a decir... - dijo restando importancia con una mano - Conozco mi cuerpo, Mael... por eso mismo quería pedirte un favor, no es nada de que pelees contra el Rey Demonio ni nada de eso...

Escanor volvió a mirar a los caballeros y a su hija, verificando que seguía desmayada, y Howzer la traía en brazos.

 - Esto suena egoísta, sobre todo después de que nos salves la vida, pero ya sabes cómo soy - dijo con una sonrisa rascando su nuca - Pero me gustaría que me devolvieras el poder de Sunshine.

Mael abrió los ojos mirándolo de más cerca.

 - Pero Escanor... yo no tengo ningún inconveniente en devolverte el poder, pero tu cuerpo... - Mael miró de reojo a Zoba - Ten por seguro que no aguantará... morirás...

Y ante la sorpresa de todos, Escanor dio una gran y alegre sonrisa despreocupada.

 - No me importa - admitió sonriente - No voy a morir tranquilo si no lucho hasta que no me queden fuerzas con mis amigos y asegurar que puedan vivir en un futuro próspero. Eso me haría descansar en paz.

 - ¡Pero Sir Escanor! - gritó Howzer, pero Gilthunder le dio un golpe en la cabeza y se puso un dedo en los labios.

 - No grites, payaso... - le dijo en voz baja y enfadado - Ellos están hablando de esto ahora porque Zoba no puede escucharlos, no hagas que se despierte...

Howzer puso una mueca amarga y miró a la chica que descansaba en sus brazos. Sí, sería mejor que no escuchara nada de esto.

 - Veo mucho orgullo en tus palabras humildes, Escanor - dijo Mael sonriendo.

 - Estoy orgulloso de lo que he conseguido en mi vida y quiero que siga así - admitió el león cerrando los ojos.

Mael suspiró con una sonrisa y tendió su mano hacia él.

 - Tan centrado en buscar el futuro feliz para todos... para tu hija... pero tú no formarás parte de él - dijo con algo de pena en sus últimas palabras.

 - Ya encontraré la manera de hacerlo - contestó sonriendo Escanor dándole la mano al arcángel.

 - Pronto será medio día... sálvalos a todos, Escanor... - Mael le miraba con su tranquila sonrisa.

 - Así lo haré.

Y mientras sus manos entrelazadas se apretaban, un calor y una luz cubrió a Escanor, que poco a poco empezó a crecer de tamaño, hasta que la pequeña y delgada mano que tomaba la suave y varonil mano de Mael se convirtió en una mano enorme mucho más grande que la suya. El orgulloso león había vuelto con su Sunshine.

Mientras, Howzer notó en sus brazos a Zoba moverse. La chica estaba despertando, y se cubría los ojos de la luz que emanaba de su padre.

 - ¡Eh, Zoba ha despertado! - dijo tanto para avisarles de ello y tanto para que supieran que no debían hablar de cosas indecentes delante de ella.

Zoba se frotó los ojos, como si fuera un bebé recién levantado, y se quitó las manos cuando el resplandor desapareció. Luego, se quedó profundamente prendada, viendo a su padre en esa enorme forma otra vez, pues habría jurado que nunca volvería a verle así si no poseía el Sunshine. Escanor también la miró con tranquilidad, y luego miró a Mael.

 - Debo hacer algo antes de irme... - le dijo al arcángel.

 - Por supuesto...

Escanor caminó hacia ella, y Howzer la soltó en el suelo con delicadeza. Ella levantó la mirada con una enorme sonrisa, cómo si estuviera admirando a un ángel delante de ella, y Escanor se arrodilló delante de ella para estar un poco más a su altura, pues ella le llegaba a la cadera en esa forma. Escanor descansó sus brazos sobre su rodilla no hincada en el suelo y observó a su hija tranquilamente. Ante eso, ella dio una risa nerviosa y feliz que no pudo evitar ni esconder.

 - Que alegría me da verte así, papá... - admitió con algo de vergüenza.

Escanor mantuvo el silencio y luego tendió una enorme mano hacia ella. Acarició su pelo con cariño, mientras pasaba entre sus dedos las pequeñas alas de su cabeza, que se sacudieron con un escalofrío. Con ello, el león confirmaba que su cachorra estaba bien, por lo que su sonrisa se amplió bajo su bigote.

Entonces, empezó a peinar despacio con los dedos mechones grandes de pelo, pasándolos entre sus dedos como si una plancha de calor fuera, y cuando Zoba quiso darse cuenta, su pelo liso se había vuelto la melena de siempre. Escanor era el hombre que podía hacer magia con su cuerpo sobre ella.

 - Gracias, papá... - dijo con una sonrisa mucho mayor.

 - Escúchame bien, cachorra, pues ya eres lo suficientemente adulta y sólo te lo diré una vez.

Las firmes palabras de su padre le hicieron ponerse firme, mirando fijamente a los ojos azules de su padre. 

 - Debo marcharme a ayudar a los Siete Pecados Capitales y al resto a derrotar definitivamente al Rey Demonio y tú no vendrás conmigo - sentenció con voz grave.

Ella abrió la boca rápidamente para replicar, pero nada salió de sus labios. En vez de eso cerró la boca y apretó los puños, temblando con algo de impotencia.

 - Ya no eres una niña pequeña, no debes llorar cuando me vaya a pelear, quiero hacer bien lo que no pude hacer hace más de 10 años - dijo refiriéndose a la vez que abandonó a Zoba en el palacio - Esta vez no te haremos dormir y olvidarlo todo, debes aceptar la decisión de tu padre, pues sabes que siempre busco lo mejor para ti en todos los aspectos.

Ella le miró apretando los dientes en un puchero. Seguro que todos los pecados estaban allí, Elizabeth y demás. ¿¡Por qué ella no podía participar en esa batalla?! ¿¡Acaso todavía no era lo suficientemente fuerte?! Con impotencia, bajó la mirada al suelo, con los hombros temblorosos. Escanor suspiró despacio, y le levantó la barbilla de nuevo, encontrándola aguantando las lágrimas con todas sus ganas.

 - ¿Crees que pienso que no eres fuerte? ¿Crees que pienso que sigues siendo un estorbo allá donde vayas? - dijo con voz intimidante - Si crees que no estás a la altura de cualquiera de nosotros, te equivocas soberanamente.

Ella le miró parpadeando, dejando caer un par de lágrimas traicioneras, que Escanor limpió con sus pulgares.

 - Me acabas de demostrar hace unos minutos que sabes valerte por ti misma, viniste en mi ayuda cuando nadie lo hizo y derrotaste a la Indra. Me has superado, Zoba. Se sin ninguna duda que puedes luchar, y puedes comerte el mundo si te lo propones.

Zoba quería seguir llorando, pero la fija mirada de Escanor y sus palabras recién salidas de su corazón se lo impedían.

 - Fuiste la primera persona en este mundo que me dijo que me quería... hace muchos, muchos años... convirtiéndome en un hombre muy feliz hasta hoy. Eso no puede hacerlo cualquiera - Escanor amplió su sonrisa.

 - Y tú... y tú... - dijo ella sollozando - Fuiste el único en tener esperanzas en mí... en criar a una niña mala y revoltosa... hiperactiva y algo desobediente... cuando nadie tenía esperanzas en que saliese adelante...

 - ¿Qué estás diciendo? Nunca fuiste una niña mala ni desobediente... sólo muy juguetona y traviesa. Y mírate ahora... nadie puede negar que eres una chica maravillosa.

Escanor volvió a levantar su mentón después de limpiarle las lágrimas, y son la más brillante de las sonrisas, dijo...

 - Me siento muy orgulloso de ser tu padre. Has sido el más agraciado de todos los regalos de mi vida.

Zoba no pudo soportarlo más, y se lanzó sobre su padre para abrazar a esa masa de músculos rodeando su cuello, sin poder parar de soltar lágrimas. Escanor la rodeó entre sus brazos, sin apretar demasiado.

 - No... no estoy triste... no lloro de tristeza... - dijo intentando hablar entre sollozos - Sólo estoy muy feliz... muy, muy feliz de oírte decir eso... es muy importante para mí... pero que sepas... que no estoy llorando de tristeza ni enfado como la primera vez que te marchaste... papá... te quiero mucho...

Escanor sonrió cerrando los ojos, apretando un poco más a su hija contra él.

 - Me alegra escuchar que no me odias... - confesó - Y yo también te quiero...

Y tras un último apretón lleno de sentimientos, ambos se separaron a la vez, y luego Escanor se levantó.

 - Es hora de que me vaya, ellos me necesitan - dijo acariciando la punta de su bigote - Tú quédate aquí, ayuda a los heridos del reino, llévalos con tus alas, salva vidas.

Ella se terminó de limpiar los ojos y asintió con una sonrisa. Antes de que Escanor le diera la espalda, ella le tomó por un dedo, mirándole.

 - Papá... quiero pedirte algo... - dijo con un hilo de voz.

Escanor la miró detenidamente. Adivinaba lo que iba a pedirle, y no podría cumplirlo. 

 - Vuelve conmigo, por favor... - dijo mirándolo a los ojos.

Justo después de terminar esa frase, Escanor soltó una alta y grave carcajada, algo fingida que pilló a todos desprevenidos, dándoles un escalofrío.

 - Vaya petición... - dijo parando - Yo siempre estaré contigo.

Zoba dio una pequeña sonrisa y soltó su dedo, dejando que Mael llevara a su padre al campo de batalla, quedando ella sola con Howzer, Gilthunder y Griamor. Ellos la miraron un poco incómodos, sabiendo la verdad de todo esto. Cuando Zoba se giró a mirarlos, ellos miraron a otro lado rápidamente.

 - Venga, ¡hay gente que nos necesita! - dijo con una sonrisa.

*

En su viaje, Mael miró a Escanor, que miraba al horizonte seriamente.

 - No creo que haya sido buena idea que le digas eso último... - dijo el arcángel - No está bien decir cosas que no puedes cumplir.

 - ¿Y quién ha decidido eso? - contestó Escanor mirándole - Mi hija sólo me ha pedido tres cosas; la primera era que no me fuese a la guerra, o al menos, que viniese conmigo, y no la cumplí; la segunda, que aceptase a Gowther como su pareja, y lo cumplí; y ahora que volviese con ella, que no se cómo, pero lo cumpliré. Para tres cosas que mi hija me pide a lo largo de su vida, no voy a negarle menos de la mitad.

Mael le miraba en silencio, escuchando con atención. Era complicado ser cómplice de esto y nunca poder decirle nada a Zoba de esto.

Tras ese viaje, el León del Orgullo llegaba al campo de batalla, siendo el último en llegar... pero... ¿No dicen eso que lo mejor siempre viene al final?

-----------------------------------------------

¿Cómo ha ido el capítulo, amores? :3

Si se os han aflojado las lágrimas, el siguiente será peor :3

Pero como la autora tiene que narrar un poco de una batalla (seguro que se intenta escaquear) tardará un poquito :3

Aún así, gracias, mis personitas fieles :3

Posdata...

¡¡¡¡¡¡¡¡NO ME DIGAN QUE MIS DOS LINDURAS NO SE VEN JODIDAMENTE ADORABLES JUNTAS!!!!!!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro