Capítulo 40: Orgullosa glotona
Zeldris sonrió de lado mirando al cielo. La brillante luz que desprendía el cuerpo de Mael con su poder aceptado y absorbido de nuevo cegaba a quien lo mirase demasiado rato.
- Tú... - susurró Zeldris apretando el mango de su arma.
El resto de pecados miraron al cielo también, y se cubrieron un poco con el brazo. Escanor iba montado tras Gowther sobre Hawk en su forma de manta raya voladora, y empezaba a descender. Zoba también miró la luz tapando sus ojos un poco con las pequeñas alas de su cabeza.
- Pero eso es... - susurró para sí - Sunshine... el Sunshine de mi padre...
Después, Hawk aterrizó a su lado, dejando bajar a Escanor y Gowther. Ella los miró.
- ¡Papá! - ella se acercó corriendo - ¡Eso que tiene Mael...!
- Sí, si... lo lamento muchísimo... - dijo frotando su nuca y bajando un poco su cabeza, mientras se acercaba en forma noche, con la ropa quedándole algo grande.
- ¿¡Le has dado a Mael tu Sunshine?! - dijo más fuerte con los ojos muy abiertos sin poder creérselo.
- Lo lamento de verdad... pero así es... seguro que pensabas que sería para ti...
Gowther se acercó un poco a Zoba.
- Zoba... lo que ha hecho Escanor... - dijo intentando justificar al león.
Pero ella no le dejó, fue corriendo a abrazar con alegría a ese deprimido león que tenía enfrente. Escanor abrió los ojos al encontrarse siendo abrazado por Zoba.
- ¡P-pero...! - Escanor no tenía palabras.
- ¡Eres realmente un ser maravilloso! - gritó ella abrazándole más fuerte - ¡Has dejado el orgullo de lado al devolverle Sunshine a su dueño para que tengamos más oportunidades de ganar!
Hawk y Gowther se miraron un momento antes de volver a mirar a esos dos. Escanor le devolvió el abrazo tímidamente a su hija con cuidado de sus alas.
- Pensaba... que estarías enfadada... - dijo él - Después de todo, Sunshine es lo que caracteriza a tu padre...
- Lo que caracteriza a mi padre es su bigote y el enorme tatuaje de su espalda - dijo separándose y mirándole a la cara con una sonrisa - Con o sin Sunshine, no dejas de ser el pecado del león, ni mucho menos mi padre.
- No sigas hablando... - Escanor ya estaba lagrimeando - No tengo mi pañuelo en este momento.
Ella sonrió enternecida. Amaba a su padre sin importar su forma. Movió una de sus alas hacia él, y con una de las plumas más largas le dio una caricia a su mejilla, llevándose con ella la lágrima que iba a caer.
- ¡Quedan tres minutos! - gritó Merlín devolviendolos a la realidad.
Un gruñido de puro enfado de Zeldris apretando los dientes, y una gran aura maligna empezó a girar a su alrededor, con una gran fuerza de absorción que atraía a todos los cuerpos hacia él.
Diane clavó sus tacones en la tierra y agarró con sus manos a King y a Elizabeth para que no fueran absorbidos. Gowther y Zoba se miraron y corrieron a esconderse tras la cabeza del martillo de Diane, saliendo sólo para agarrar a Hawk por las orejas, que aún no se había dado cuenta de qué pasaba.
- ¿¡Que hacéis, cerdacos?! ¡Ya me estáis soltando!
El viento comenzó a soplar hacia Zeldris, y Zoba se abrazó a Gowther, pues a él le seguía faltando un brazo y no podia agarrarse al Gideon sin soltar la oreja de Hawk. Cuando el cerdito comprendio que ocurría y comenzó a flotar notando la succión, chilló.
- ¡¡No se os ocurra soltarme, cerdacos!!
Escanor se agarró a una roca, y miró alrededor. Sabía que había alguien que no tenía ningún tipo de protección. Salió de su escondite para impedir que Zeldris consiguiese lo que quería: que Merlín interrumpiera su conjuro.
La maga tenía las manos extendidas hacia su conjuro y su ropa se movía bruscamente, aguantando el viento con cara de esfuerzo. Escanor corrió hacia y la sostuvo por la espalda. La maga le miró de reojo y continuó el hechizo, aceptando la ayuda del hombre que hacía lo posible por protegerla.
Zoba estaba buscando a su padre con la mirada, y sonrió cuando lo encontró. Ella tenía que hacer algo más.
- ¡Gowther, suelta a Hawk y agárrame a mí!
- ¿¡Que dices loca?! - gritó el cerdo con agobio.
Pero Gowther confiaba ciegamente en ella (lo pillais? Ciegamente, le falta un ojo y no ve bien... porque no tiene gafas... bueno, ya lo dejo) sin la necesidad de leer su mente. Hay cosas que son más emocionantes verlas ocurrir que prevenirlas.
Soltó la oreja de Hawk y se abrazó a la cintura de Zoba lo más fuerte que pudo. Zoba hizo un esfuerzo tirando más de la oreja de Hawk, haciendo chillar al cerdo, y agarró también su nariz para poder llevarlo detrás del martillo, a salvo.
Hawk la miraba con grandes chorros de lágrimas de sus ojos y sin tener claro si regañarla por hacerle daño y asustarle o si agradecerle ponerle a salvo.
Zeldris los miró agobiado. El tiempo se le agotaba. Aumentó la fuerza de su ataque con una succión más poderosa que los pilló a todos por sorpresa, incluido Gowther, que al agarrar a Zoba con sólo una mano, se le escurrió inevitablemente. Ella dio un chillido al notar avanzar por el aire fuertemente intentando estirar las alas, pero antes de llegar hacia Zeldris, fue agarrada por dos fuertes brazos.
- Cuidado, pequeña.
Ella levantó la mirada para encontrar los ojos de Mael mirando la con una sonrisa. El arcángel estaba aguantando el viento moviendo sus cuatro alas alternativamente para mantenerse y alejarse todo lo que podía.
- Adelante, pequeña - insistió - Hazlo. Yo no te soltaré.
Zoba no sabía cómo Mael sabía lo que ella iba a hacer si no hubiese salido volando, pero iba a hacerlo. Hizo brillar su colgante y se puso muy seria. Se concentró y empezó a absolver toda la energía que emanaba Zeldris junto con toda su desesperación y odio.
Absorbía mucho, mucho, tanto que era apreciable, y pronto Mael no tuvo tantos problemas para mantenerse volando. Merlín se giró al notar el descenso de poder.
- ¡Zoba, detente! ¡Es demasiado poder! - gritó.
Zoba se forzaba mucho. Llevaba a su tesoro sagrado al límite, atrapando muchísimo poder con su colgante. Merlín no quería que se forzara tanto, pues como era un objeto creado por ella, era un prototipo y temía que se rompiera. Pero aguntaba, y Zoba aguantaba.
Zoba gritó fuertemente absorbiendo más, y Zeldris la miró con mucha rabia e ira.
- ¡Zoba! - Diane le gritó - ¡Ten cuidado!
- ¡Dejadla, cerdas! - gritó Hawk con fuerza - ¡Es la hija del orgullo y la gula! ¡¿Os creéis que la mano derecha del Capitán de las Sobras no tiene jamones a engullir toda esa energía por orgullo!? ¡Se lo va a comer todo como buena hija de Gula porque es capaz de hacerlo como buena hija de Orgullo!
Un gran rugido interrumpió el sermón de Hawk, indicando la muerte y desintegración final del demonio primigenio. Justo después de eso, el hechizo de Merlín se terminó de completar, parando el tiempo alrededor del capullo donde se encontraba Meliodas sufriendo la transformación.
En ese momento Zeldris dejó de atacar, pues ya había perdido, y Mael bajó a Zoba al suelo que dejó de absorber la energía de Zeldris. Ella vio al hijo del rey demonio dar un gran alarido de dolor al cielo agarrándose la cabeza con las dos manos, y de repente le invadió la empatía. ¿Qué le ocurría? ¿Podía estar de verdad tan afectado por la pérdida del combate para que algo le angustie tanto? Ni siquiera el gran grito de victoria de Diane hizo que asimilara que ellos habían ganado.
- ¡Hemos detenido la Guerra Santa! - gritó la giganta dando enormes saltos.
Todo eran abrazos y lágrimas de felicidad en el bando ganador, pues por fin, todo el dolor, había sido pausado. Luego podrían arreglar lo de Meliodas, pero de momento, estaba pausado hasta nuevo aviso. Gowther fue corriendo hacia donde se encontraba Zoba y la abrazó rápidamente.
- ¡Lo siento! - le gritó con agobio! - ¡Lo lamento de verdad, no quería soltarte! ¡Yo...!
Ella le abrazó suavemente sin reaccionar mucho todavía, pues por encima del hombro del muñeco seguía mirando a Zeldris. Dentro de la energía y las emociones que había absorbido de ese chico se escondía una angustia y una enorme desesperación que no encajaba con conseguir que Meliodas fuera el nuevo Rey de los Demonios, y eso ella había podido notarlo, causándole una gran empatía.
- No te preocupes, Gowther... - susurró separándose - No ha pasado nada después de todo...
Y sin apartar la mirada del demonio, empezó a caminar despacio hacia él, viendo cómo se agarraba del pelo y jadeaba víctima de la desesperación. Gowther la miró sin entender muy bien que ocurría, y Mael apareció flotando detrás de él.
- No ha pasado nada después de todo... porque estaba yo ahí - dijo con una sonrisa y de brazos cruzados - ¿Eso no se merece las gracias?
Gowther lo miró de reojo con el ceño fruncido y dio un mueca infantil sin prestarle atención, aunque sabía que tenía razón.
Mientras, Zoba había llegado al lado de Zeldris, y se agachó un poco intentando ver su cara haciendo que todos los demás la miraron sin saber muy bien que hacía.
- Zeldris... - susurró tímidamente tendiendo una mano.
El chico la miró sin esperarse que estuviese tan cerca, pero rápidamente cambió su expresión a una de odio golpeando su mano y saltando hacia atrás, alejándose de ella.
- ¡¡No te acerques!! - le gritó clavándole sus ojos oscuros - ¡Todo esto es por tu culpa!
Y sacando sus grandes alas demoníacas, se lanzó al vuelo y huyó de allí. Aunque todos hubieran visto esos ojos llenos de odio que hacían temblar a cualquiera, Zoba sólo se podía fijar en las lágrimas que retenía fuertemente dentro de ellos.
- Por mi culpa... - repitió - ¿Por mi culpa... que has perdido? - susurró.
Una mano en su hombro la sacó de sus pensamientos. Gowther volví a a estar con ella, expectamente a ver que ocurría. Zoba sonrió con ternura.
- De verdad, está bien. Se que no querías soltarme - dijo apretando su mano.
Gowther sonrió aún más y se acercaron Escanor y Merlín.
- Finalmente pudiste - Merlín sonrió de brazos cruzados - Pensaba que Pandorium se resquebrajaría con tanto poder demoníaco. Ahora el capullo se ha detenido, quedando Meliodas dentro.
Zoba lo miró. El enorme capullo estaba totalmente inmóvil y ahora podía escuchar hablar a sus amigos y ver su felicidad. Pero cuanto más miraba el capullo, más se percataba de que algo fallaba ahí.
- Meliodas... ¿Está dentro con la transformación?
- Así es - confirmó - Para que no se tranforme en el Rey Demonio absorbiendo los mandamientos.
- Pero si está roto... - dijo mirando el capullo y señalandolo - Mira, allí tiene un agujero.
Los tres miraron hacia donde Zoba estaba apuntando con el dedo... y se les quedó la cara blanca. Después de ellos miró el resto... y la alegría se esfumó de un bofetazo emocional.
Zoba se acercó un poco más separándose del grupo. El capullo estaba vacío. Se giró hacia sus amigos.
- Entonces... ¿Que ocurre ahora?
- El Rey Demonio ha salido antes de que termine el hechizo... - Merlín estaba muy impactada.
Zoba los miraba a todos separada del resto, con pena en la mirada. Se sentía bastante apenada por todo, e incluso inservible. Notó detrás de ella un enorme poder abrumador que empezaba a aparecer, y a la vez que veía la cara de sus amigos cambiar de una de desconcierto a una de horror.
Zoba tragó saliva. Todos le miraban, bueno, a ella no...
- Está detrás de mi, ¿verdad? - dijo notando un gran escalofrío por toda la espalda.
Sus amigos asintieron muy lentamente, y ella empezó a ponerse horriblemente nerviosa. No sabía si girarse o no, si salir corriendo, o quedarse inmóvil. Y por el miedo, había elegido lo último.
- ¿Que ocurre, Zoba? ¿Ahora te doy miedo?
La voz era la de Meliodas... pero no. Había algo muy diferente ahí, algo que no tenía la simpatía natural de Meliodas. Algo que hacía temblar todas las plumas de su cuerpo.
Ahorró valor para girarse despacio, con la pequeña esperanza de que siguiese siendo Meliodas... pero no era así.
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Bueno, he intentado acabarlo aunque me quede un poco corto, el siguiente tampoco será muy largo pero en fin... intento hacerlo lo mejor que pueda.
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