Capítulo 33: Haría lo mismo
- Estarossa...
Zoba miraba con los ojos titilantes de miedo al enorme mandamiento detrás de ella, con una sonrisa tan simpática que cualquiera diría que era uno de los malos. Eso sí, su aura decía todo lo contrario, que era de los malos malos.
- ¡Pero si también están mi querida Derieri y mi amada Elizabeth! Las tres mujeres que más ansiaba ver ahora...
- ¡Apartate de Zoba! - Elizabeth le amenazó.
Ella se veía diferente, poderosa, confiada... ella se veía como si recordase todo lo de sus vidas pasadas. Era maravillosamente fuerte, toda una diosa.
- No te preocupes, Elizabeth, tengo tiempo para las tres - Estarossa sonrió - Quiero el mandamiento de Derieri y la dejaré en paz, luego hablaré con vosotras dos.
Dicho esto, Estarossa puso su mano sobre el hombro de Zoba, que hizo que le recorriera un enorme escalofrío por toda la espalda y hacia todos los rincones de su cuerpo. Su ilusión infantil se quebró y volvió a aparecer esa chica de piel verde con largo pelo liso, orejas de zorro, antenas y ojos oscuros como los demonios. Sus cuatro alas se retorcieron abrazando su cuerpo. Ahora se sentía muy vulnerable.
Por las escaleras, se empezó a oír un lejano tontocotocoton y Hawk apareció seguido por Gowther y King.
- ¡Por mis jamones! ¡El que mató a Meliodas! ¡Vamos a morir! - chilló el cerdo mirando al mandamiento, y se giró al ver a Elizabeth - ¡Oh, Elizabeth-chan y la chica demonio!
King sacó su Chastiefold y Gowther su tesoro sagrado Herritt, apuntando a Estarossa.
- Vaya, vaya... yo que venía a hacer las cosas pacíficamente... - Estarossa se desilusionó - Pero si queréis jugar, jugaremos. Empiezo...
- ¡EMPIEZO YO!
Diane en su forma de giganta, agarró en un rápido movimiento a Estarossa y lo lanzó por los aires lo más lejos que pudo, para apartarlo de sus amigos.
- ¡Nadie viene a amenazar a mis amigos, entiendes! - dijo sacando su Gideon de las amarras que lo sujetaban a mamá Hawk.
Zoba se arrodilló en el suelo temblando, y Gowther fue a su lado a levantarla, a la vez que King se acercaba a ver.
- Has recordado cosas que no querías... lo siento... - el muñeco le susurró frotando su espalda - Él no va a hacerte nada, estamos aquí contigo.
Gowther vio sus piernas flaquear un poco y frunció el ceño. Puede que el miedo que Zoba tenía en el cuerpo no fuese sólo por la llegada de Estarossa, pues la leona estaba empezando a ser fuerte.
- Gowther... - susurró ella lagrimeando - estoy... cansada...
El muñeco se levantó del suelo tomándola en brazos. Sabía, por la descripción de Merlín, que su cuerpo estaba empezando a debilitarse por la ausencia de uno de sus corazones. Elizabeth se acercó rápidamente.
- ¿Te ha hecho algo? ¿Te ha robado energía? - preguntó tocando su frente.
- La ausencia de su corazón humano le hace debilitarse - contestó Gowther.
Elizabeth puso la mano en su pecho para intentar sanarla. Tras unos segundos, la retiró.
- No puedo... no sé por qué... no puedo regenerar el órgano que le falta... - dijo con decepción.
- Porque ella no nació con un corazón. Es creada artificialmente, y su corazón también. Así que no es tan fácil, pero te agradezco, Elizabeth...
- Nor... Nor... - susurró Zoba mirando a las escaleras.
- Lo sentimos... - dijo King acercándose - Merlín y Escanor se marcharon a hablar con los grupos de resistencia que forman los caballeros sagrados más... los arcángeles...
- Y ahora tenemos el problema de Estarossa... - Diane miró a la montaña donde lanzó al mandamiento - ¿Puede pasar algo más? - preguntó la giganta triste.
Zoba dio un gemido y otro escalofrío abrazándose. Gowther acarició su cabeza, y vio como en su mano quedaron largas hebras de cabello. Compartió una mirada de horror con los otros pecados y cerró su mano fuertemente.
- Está mutando... otra vez...
- ¡Esto es el fin! ¡Esto es el fin! - Hawk corría en círculos - ¡Ban, Meliodas, Escanor y Merlín no están, y Zoba se muere, vamos a morir todos!
- ¡Cállate, cerdo! - King le regañó - ¡Aquí no se va a morir nadie!
- Claro que no... - Zoba dio un suspiro y se apoyó en el hombro de Gowther para incorporarse - Soy... la hija del león del orgullo... no me voy a morir por cualquier cosa... - dijo quitándose el sudor de la frente - Hay que detener a Estarossa... yo estaré bien. Vamos antes de que vuelva...
Elizabeth, Derieri, King y Diane fueron directamente hacia las tropas de los caballeros sagrados que aparecían en la ciudad próxima a ellos, pues los arcángeles les avisaron de la llegada del mandamiento. Aquel mandamiento que asesinó al más poderoso de los arcángeles.
Hawk bajó las escaleras con Gowther detrás, que ayudaba a caminar a Zoba.
- Oye de verdad... - dijo ella - No tienes que preocuparte tanto... estaré bien.
- No hay nada que asegure lo que me estás diciendo - dijo el muñeco - Yo sé cómo son tus expresiones de dolor cuando mutas, si además te debilitas de sobremanera, no tendrás fuerzas para nada.
- Ah... - ella dio una pequeña sonrisa - ¿Sabes de qué me he acordado ahora mismo?
- Claro que si.
- ¡Pero que no me leas la mente! - dijo con más ánimo dando un pellizco en su brazo - Ojalá pudiésemos estar tranquilos en nuestro cuarto... mientras me creas ilusiones y descanso... y que pueda mutar contigo, sin dolor ni malestar...
- Cuando nos libremos de Estarossa, haremos eso, ¿de acuerdo? Mientras me quedaré contigo aquí, en el bar.
- De eso nada - Zoba se puso recta al terminar de bajar las escaleras - Tienes que ir con ellos, toda ayuda es bienvenida.
- No te voy a dejar sola aquí. No quiero que ninguno de los dos volvamos a pasar soledad, menos en tu estado.
Zoba dio una pequeña sonrisa, y el colgante de su pecho empezó a brillar con algo de energía.
- ¿No, eh? - avisó el muñeco con un dedo.
- ¿Sí, eh? Yo también voy, piénsalo, así Estarossa estará más confundido, no sabrá si centrar su atención en Elizabeth o en Derieri, o en mí - dijo avanzando a la puerta.
- ¿Ya has perdonado a Derieri por lo que te hizo? - dijo yendo detrás.
- Si Elizabeth la protege, por algo será. Está en nuestro bando - Zoba salió un poco coja y con una sonrisa de bar.
- Cabezota... está sacando el orgullo de Escanor.. - dijo yendo con ella.
Mientras, en el campo de batalla...
Ahora, el actual líder ante la falta de Gilthunder (recordemos en el anime que Vivian los secuestró) era nuestro querido Howzer. Era bueno, no había duda, muy confiable y valiente. Pero ahora, Gilthunder había vuelto, acompañado por Margareth... que era Ludociel, uno de los cuatro arcángeles que usaba su cuerpo como contenedor para estar en este mundo. Allí, Howzer sonrió al ver venir a Diane bien acompañada.
- ¡Ah, los pecados capitales! - dijo levantando una mano y saludando.
- Howzer... ¿listos para enfrentarnos a ese monstruo? - dijo la giganta llevando su Gideon a su hombro.
- Listos para todo, como siempre, ¿por quién nos tomas? Los caballeros sagrados somos más fuertes que nunca.
- Contigo como líder no me extraña... - Zoba respondió caminando despacio hacia ellos.
Howzer la miró y se sorprendió. Reconocía bien la voz de la que fue su compañera en el torneo, pero estaba tan cambiada que si no llega a hablar, nunca lo habría adivinado.
- ¡Eh, Zoba, gracias! - dijo con un pequeño sonrojo y llevando su mano a su nuca - ¡Tú también te ves muy... muy fuerte!
- Si vas a decirle más cosas desagradables como cuando estuvisteis en el torneo ahórratelas - dijo Gowther seguidamente con seriedad.
- Wow... el Chucky digooo... el muñeco asesino... - susurró recordando cómo le miraba en el torneo.
Howzer si le dijo cosas feas en el torneo sobre su aspecto, pero todo fue sin querer, porque nuestro querido caballero sagrado no estaba acostumbrado a hablar con mujeres, menos tan peculiares como ella, pero a Zoba no le importó.
Pero eso no era un problema ahora. El problema era Estarossa, que se acercaba hacia ellos, seguido de una gran horda de demonios rojos, grises y caquis. Los guerreros sacaron sus armas, al igual que los pecados. Elizabeth se quedó rezagada, pues con su poder divino, estaría sanando a los heridos continuamente. Gowther dejó con cuidado a Zoba sentada sobre Hawk.
- ¿Me mostrarías la técnica que hiciste junto con King, por favor? - pidió ella.
El muñeco asintió con una pequeña sonrisa y la dejó con Hawk mientras se unía a pelear.
- Soy tan fuerte y confiable que me dejan cuidando de ti - rio Hawk entre dientes.
- Entonces protégeme de ellos - indicó Zoba señalando con el dedo a dos demonios grises que se acercaban a ellos.
El cerdo chilló y empezó a correr todo lo que pudo, mientras Zoba se agarraba fuertemente a él.
- ¡Esquiva sus golpes directos! ¡Si lanzan ataques mágicos, deja que te golpeen!
- ¡Pero tú estás loca! - chilló el cerdo - ¡Quiero vivir un poco más!
Zoba miró a los demonios mientras se recogía el pelo con una goma para que no se le metiese en la cara, y luego acarició su collar.
- Voy a absorber toda la energía que me lancen, y luego se la devolveré. No te preocupes, Hawk, pero cuando las personas estamos en riesgo, nuestra fuerza espiritual aumenta para poder hacernos más valientes. Y yo... aunque me duela el cuerpo y a veces... no pueda respirar... yo... ¡soy la orgullosa hija de un león, la pareja de un muñeco maravilloso, la creación de la mejor maga que ha pisado el mundo, la ayudante de cocina de un hombre inmortal, la mejor amiga de una giganta, amiga del hijo del rey demonio y mano derecha del gran Hawk! ¡Soy fuerte!
- Me has ganado con eso último. ¡Agárrate a mis lomos! ¡Super Speed Hawk!
Hawk comenzó a aumentar su velocidad mientras esquivaban brazos y golpes de los demonios. En la pelea principal, el poder de Estarossa no dejaba de aumentar, pues además de su mandamiento del amor, había engullido el de la Verdad de Galand (sí, fue a ver la estatua de piedra y a matarle) y la Reticencia de Moospeet, anteriormente asesinado por él protegiendo a Derieri. Ni el poder de los arcángeles podía frenarle, y ahora se estaba volviendo loco por tanto poder. Su cuerpo no estaba hecho para aguantar ese poder, sólo lo haría Meliodas.
Zoba miró un momento a Elizabeth cuando Hawk se detuvo a recuperar el aliento. La veía maravillosa, fuerte, con un gran poder sanador. Ella era gran parte de lo que Zoba aspiraba a ser. Pero a Elizabeth... o alguien la salvaba... o moriría en dos días.
- Zoba-chan... - dijo Hawk jadeando - ¿Estás bien?
- Sí, Hawk, gracias. Estás haciendo un trabajo excelente - dijo ella bajándose de su espalda - Vamos a escondernos en esas ruinas a descansar.
El cerdo se acercó y se tiró al suelo jadeando. Zoba acarició su colgante de color magenta, con mucha energía de los demonios de baja categoría. Se apartó un mechón de pelo de la cara, y varios cabellos se quedaron entre sus dedos. Se quitó la goma y se hizo una trenza para intentar evitar perder más pelo. Le dolía la cabeza y el pecho, pero no lo iba a reconocer en voz alta.
- ¡Zoba-chan, cuidado! - Hawk chilló tirado.
Zoba vio a un demonio rojo aproximarse a ella caminando lentamente por una calle, sin quitarle el ojo de encima.
- No te preocupes, Hawk, le golpearé con mi magia - dijo ella caminando despacio hacia el demonio.
- Por favor, ten cuidado... iría, pero tengo mis jamones hechos grasilla... - dijo mirando sus patas adoloridas y agotadas.
Zoba avanzó hasta el demonio rojo, y lo miró rugir, mientras cargaba un ataque con su boca. Ella hizo brillar su colgante también para lanzar un ataque, pero un grito cruzó el cielo.
- ¡Rising tornado!
El demonio rojo se intentó cubrir, pero un tornado lo elevó por los aires haciéndolo chocar contra otro. Howzer llegó corriendo a su lado.
- ¿Estás bien? - dijo sujetándola por un hombro.
- Sí, pero podía yo sola. Aunque gracias - dijo con una pequeña sonrisa.
- Esta vez no te he dado, ¿eh? - dijo el caballero con una gran sonrisa.
Zoba hizo crecer su sonrisa recordando el momento en que salió volando por su culpa. Notó al caballero hacer pasar su brazo por sus hombros y levantarla del suelo, tomándola en brazos.
- Howzer...
- ¿Crees que no he notado que te encuentras mal? - preguntó caminando con ella - ¿Estás... en esos días? - preguntó dudoso.
Zoba dio una pequeña risa.
- No es para tanto, sólo estoy mutando de nuevo... y como comprenderás no voy a descansar en esta situación.
- Ah, bueno... - Howzer se sonrojó un poco por haber hablado de ese tema mirando a otro lado - Espero que entonces esta vez puedas mutar mejor... a ver, me refiero... algo más... oh, maldición, no encuentro las palabras...
- Eres gracioso... - Zoba sonrió apoyada en su pecho - Me animas mucho, y se lo que quieres decir. No me ofende. Pero en lo que mute ahora es la menor de mis preocupaciones.
- Tampoco quiero que ese chico... eh... Gowther, se enfade conmigo. Parecía tonto, pero tiene mucho carácter.
- Es mi pareja - Zoba sonrió más cerrando los ojos - Y no es un Chucky...
Howzer se quedó blanco. No hacía más que cagarla y cagarla con ella. Zoba vio cómo la pelea de los arcángeles se detenía y Elizabeth se acercaba a Estarossa.
- Howzer, llévame allí - pidió señalando con un dedo.
El caballero miró hacia allí y puso una mueca de desagrado.
- No, puede ser peligroso.
- Por favor... Estarossa también quería hablar conmigo... y si con ello puedo hacer que deje de atacaros... Howzer, eres el líder, es tu deber proteger a todos.
- Eso también te incluye a ti - dijo molesto el caballero.
- No, mi protección va junto a los Pecados Capitales y mis compañeros. No quiero que me metas en esto. Si no me vas a llevar, iré yo andando.
El líder de los caballeros suspiró y empezó a caminar con ella en brazos. A una distancia prudencial, la soltó en el suelo, pero le dejó su brazo para que caminara con ella. Ella miró a Estarossa, y detrás de él, estaban los arcángeles muy dañados. El demonio tenía de cintura para abajo un aspecto negro con grandes pies, más parecidos a las patas de un animal que a los de una persona.
- Ah, aquí estás tú también - dijo Estarossa mirándole - Estaba por ir a buscarte. Elizabeth ha accedido a venir conmigo a charlar un rato a cambio de que pare esta masacre. ¿Quieres venir tú también? - dijo tendiendo una mano.
- ¿De qué tenemos que hablar exactamente, Estarossa? - preguntó ella soltando al caballero y avanzando ella sola.
- Ya sabes, mi gran pregunta interrogante. Antes de nada, volvamos a comprobarlo... - dijo acariciando su perilla - ¿Has visto todo lo que he hecho?
Zoba miró a su alrededor. Todo esta destruido, sus amigos estaban cansados y algo heridos. No eran rivales para él. Miró a Gowther, que se levantaba del suelo, y compartieron una mirada, él de sorpresa.
- ¿Me odias? - preguntó Estarossa.
Zoba dejó de mirar a Gowther a lo lejos para mirarle a él de nuevo. Estaba inexpresiva, pero tranquila, ignorando su dolor corporal.
- No - dijo convencida.
- ¿Me lo podrías demos...?
Un rayo con energía demoníaca salió del colgante de Zoba, que hizo blanco en el centro de la cara de Estarossa. El mandamiento no se inmutó, y se frotó la cara con una sonrisa.
- Bien... maravilloso - dijo tendiendo una mano hacia ella - Ven, a cambio de pararlo todo.
Zoba compartió una mirada con Elizabeth, y ella le negó preocupada, pero ella siguió avanzando. Gowther empezó a correr hacia ella, pero Diane lo agarró con su gran mano.
- No lo hagas... - dijo la giganta con tristeza mirándole.
- ¡No se la va a llevar otra vez! - dijo enfadada la Lujuria.
- Es su decisión. Ella, junto con Elizabeth, quiere salvarnos.
Gowther se giró en su mano para ver como Zoba aceptaba la mano de Estarossa, pero en un rápido movimiento, él la cargó en su hombro. Zoba reprimió un gemido cuando su débil estómago golpeó con su hombro.
- Elizabeth es la bonita de costumbre que tengo - dijo el Amor tomándola a ella también - pero Zoba es la novedad aquí.
Diciendo esto, sacó sus alas hechas con poder demoníaco y saltó para empezar a volar y huir con ellas. Del cielo cayó un trozo de un objeto rosado a los pies de la giganta, que se agachó a ver con Gowther aún en su mano. Era un trozo de una de las huesudas alas de Zoba en su espalda.
- Mi pequeña... - la giganta cogió el pedazo con cuidado a mirarlo de cerca.
Entre todos se mantenía el silencio, viendo la figura de Estarossa desaparecer en el cielo como un punto negro. Dos de los tres arcángeles se incorporaron recuperados.
- Debemos seguirle, no le dejaremos a sus anchas con la diosa Elizabeth - dijo Tarmiel.
- ¡Oye! - King se acercó a ellos mostrando enfado - ¡No sólo se ha llevado a Elizabeth, también a Zoba!
- ¡Eso, eso! - la giganta los miró enfadada.
- Pero esa "Zoba" no es importante - dijo el mismo arcángel - Es una... una cosa, pero no es importante. El caso es que debemos seguirle.
Diane se mordía la lengua por no gritarle a esos arcángeles engreídos y apretaba sus puños con fuerza, sin recordar que aún tenía a Gowther en uno. Cuando se dio cuenta, paró.
- Oh, Gowther, perdón...
Ella miró al muñeco de cerca para ver si le había hecho daño, pero Gowther estaba igual que ella, apretando sus puños enfadado mirando al cielo.
- Iremos nosotros, pues, ya que aquí nadie puede volar - los arcángeles mostraron sus cuatro hermosas alas blancas.
- ¡Esperad! - King se acercó - Yo también puedo volar, iré con vosotros.
- ¡King! - Diane le regañó.
- Ellos no tienen ningún miramiento por Zoba - dijo mirando a la giganta - Ya les has oído, no les importa. Pero para nosotros sí... así que iré yo también, por ti y por el resto - dijo mirando a Gowther de reojo.
La giganta sonrió emocionada, y el rey de las hadas dio un beso a su gran nariz para despedirse de ella.
- Volveré con las dos, os los prometo - dijo mirando a ambos, antes de reunirse con los arcángeles.
Derieri sacó sus alas demoníacas y siguió al rey de las hadas, queriendo ir con ellos también en su busca, por formar parte del nuevo grupo ahora. Después, los cuatro se marcharon volando. Diane miró con un suspiro sus siluetas marcharse, y luego miró a Gowther en su mano. Era imposible saber qué estaba pensando el muñeco ahora.
- Gowther... - susurró Diane.
- No me la va a quitar otra vez - dijo sin mirarla y bajando de su mano al suelo.
- Pero tú no puedes volar... - dijo la giganta mirándolo preocupada - Escucha... te entiendo muy bien, pero...
- ¡Zobaaaa! - los chillidos de Hawk se oyeron en el campo de batalla.
Todos se giraron para ver venir al cerdo caminando. Howzer se puso en jarras mirándole.
- Oh, el tornaditos - dijo mirándole - ¿Has visto a Zoba?
- Sí, si la he visto - dijo cruzándose de brazos.
- ¿Dónde está? Fue a pelear contra un demonio rojo mientras descansaba y no la veo - dijo mirando a ambos lados despreocupados.
Howzer suspiró.
- Se la ha llevado Estarossa, junto con Elizabeth.
Hawk se quedó petrificado con la boca abierta. Miró de reojo a los demás que le miraban molesto y Gowther que avanzaba decidido hacia él.
- ¡No...! ¡No ha sido mi culpa! ¡No podía andar ni un paso más y ella...!
- Entonces me ayudarás a recuperarla - dijo Gowther llegando a su lado.
- ¡No! - Hawk se puso a la defensiva - ¡Tú eres el que dice a todas horas que el que la tiene que proteger eres tú! Por favor, no quiero ir a pelear contra el demonio... - el cerdo empezó a llorar, parte por el miedo, parte por la culpa.
- Está bien - Gowther le miró seriamente - Más sencillo. O vienes conmigo a recuperar a Zoba por tu parte de culpa... o serás tú el que le diga a Escanor cuando venga lo que ha pasado con ella.
El cerdo chilló con los pelos y las orejas de punta.
- ¡Vamos, vamos! ¡Vamos a por Zoba! - dijo sin pensárselo buscando en su riñonera algo de carne de manta voladora para comerla y transformarse.
Una vez en su nueva forma voladora, Gowther se subió encima. Dianse se arrodilló a su lado.
- ¿Estáis seguros de lo que vais a hacer? - dijo preocupada.
- No - contestó Hawk rápidamente - Pero no quiero vérmelas con Escanor enojado.
- Sí - dijo Gowther seguro mirándola - He pensado en las palabras que me dijo Ban cuando me estabas aplastando en tu mano. Ban tampoco puede volar, pero si Estarossa se hubiese llevado a Elaine, iría en su busca incluso corriendo. Y ahora que yo tengo sentimientos y emociones - dijo dando una sonrisa - Me he dado cuenta que... haría lo mismo.
Diane sonrió emocionada tapando su boca con sus coletas y se despidió de ellos junto con todos los presentes cuando Hawk comenzó a volar persiguiendo a los arcángeles y al resto. Zoba iba a volver. Estarossa no volvería a secuestrarla sin que él se quedara sin hacer nada. Al carajo la racionalidad, aunque no fuese rival para el Amor, Gowther no estaba solo, y sacaría fuerzas de donde fuesen para encontrar a la chica que se marchitaba de dolor lentamente.
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