𝐕𝐈𝐈
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VII. THE CORONER'S VISIT !
AMPLIO UNA GRAN sonrisa al verla como la vio por primera vez.
—Hola, Olips.
Olipia no tardo en colocar sus ojos en blanco mientras se sentaba frente a él, capturando consigo una soberbia con sentimiento de amargura, observando con pesadez al chico frente a ella. El deseo de a ver querido un momento tranquilo se desvaneció al interrumpir su descanso provocando una severa molestia que trataba de contener, aquello causó que por lógica no quisiera hablar con alguien o querer estar con alguien y Edward ahora es una de esas personas.
—¿Qué quieres, cuatro ojos?
Al escuchar el apodo típico de sus anteojos, no hubiera tardado en sentirse ofendido. Pero viniendo de ella extrañamente le daba igual, incluso lo llego a considerar tierno.
—Vine a visitarte.
—¿Por qué?—. Al preguntar en un tono molesto, Edward trato de seguir posando su tan contenta e irremediable sonrisa. Dicho esto, la chica apoyo su espalda en la silla, dejando cruzar sus brazos por su regazo.
—Porque eres mi amiga.
La pregunta fue tan obvia para el castaño que considero la acción de encoger sus hombros.
—¿¡Soy TÚ amiga!?
Las 4 paredes presentes ante las presencias de estos dirigieron un audible eco por todo el lugar. Simplificando la voz de la castaña como ondas al aire, en un tono brusco de habla. Captando consigo la insertidumbre en su actividad notablemente frustrada. Aquello provocó que Ed entablará sus facciones aligeradas borrando su sonrisa con suma delicadeza, al notar la molestia de la joven.
Ella no estaba bien.
—Edward Nygma—de mal tono de voz pronunció su nombre—. Escucha, no somos amigos. No lo fuimos antes y no lo seremos ahora, que hayamos hablando no significa absolutamente nada, ¿Captas? ó ¿Quieres que te lo explique con peras y manzanas?
—El amor es un campo de batalla, un sacrificio—añadió—. Si no somos amigos ¿Por qué me dijiste eso antes de irte? Y-yo... E-eso fue un consejo para mi, una preocupación por tú parte. Si no somos amigos, porque me dijiste algo así—. Pregunto decidido.
La chica se rió en su silla de forma irónica.
—Por pena, me diste pena.
Ed sonrió de forma apenada, triste. Su rostro paso de ser feliz a uno melancólico. En su garganta no tardo en aparecer un nudo imposible de evitar. En sus ojos de chocolate comenzaban a verse cristalinos como un vidrio. No podía creer que lo dicho por la joven le afecto demasiado, había recibido comentarios ofensivos hacia su persona, rechazos por parte de la dama que le gustaba pero esto extrañamente le dolió demasiado.
Y Olipia a pesar de notar la recaída repentina del castaño, la joven mantenía su semblante serio en torno a una actitud amarga.
—Arkham no te está ayudando en nada, ¿Verdad?
Tenía razón, estar en el asilo la convertía en una persona soberbia y con altas emociones de frustración e impertinencia turbia. Le desesperaba.
—Edward, pofavor.
Habló en señal que pare, apartando su mirada cansada.
—Te voy a sacar de aquí.
Olipia fruncio su ceño luciendo confundida observando los ojos de Ed quien este se mostraba seguro. Salir de Arkham es imposible, pero más imposible se le hacía creer que a pesar del comentario ofensivo de antes, Edward estaba decidido en ayudarla a salir de aquel lugar no podía creerlo, tanto así que no tenía palabras para hablar respecto a ello.
El castaño subió sus anteojos para luego sonreír levemente
—Se que te gusta mucho los canales de Enfermería, así que te traje esto.
Saco de su abrigo un libro de Anatomía humana, era pequeño como una revista y no contenían muchas hojas, lo dejo en la mesa frente a ella con el objetivo de que pueda observar la portada y captará interes. Olipia bajo su vista hacia este para luego volver a mirar a Edward quien mantenía una sonrisa ancha.
—Ya es hora de que se retire Sr. Nygma—. Interrumpió un oficial.
Edward coloco sus manos en la mesa para poder impulsarse en ella y levantarse, al a posicionarlas en esta Olipia movió hacia adelante su mano con el objetivo de rozar sus dedos con los de Edward. El castaño noto aquello por lo que la miro a los ojos por última ves, contemplando nuevamente sus párpados morados de tanto cancancio. Su suave toque seguía en estos por lo que involuntariamente deseo sentirlos de otra manera.
Relájate, Ed.
Los miel de ella deleitaban melancolía, ahora era ella quién rogaba por más tiempo, no quería que se fuera y el arrepentimiento por a verle dicho el comentario de antes la invadió. Edward sonrió de forma triste, la perdió de vista al ver que la puerta de salida se cerro delante suya.
—Necesitamos examinar eso.
Hablo un oficial tomando el libro hojeándolo rápidamente con sus dedos. Lo dejo caer hacía la mesa, como si en verdad no tuviera ganas de verificarlo correctamente. Al finalizar tomo a Olipia de sus brazos para luego guiarla a su celda. Estando dentro de ella se dirigió a la cama para luego acostarse en esta, ignorando el colchón de piedra para después abrir el libro y comenzarlo a leer. Sus fosas nasales se percataron del olor a perfume en este, le recordaba a Edward, pues estuvo en su abrigo conservando su aroma varonil.
Al abrirlo se encontró un signo verde de interrogación en la pasta grisácea por dentro. Fruncio su ceño luciendo confundida.
Con que objetivo pondría uno y en aquel lugar.
Dirigió su mano en aquella área acariciando esta con su pulgar, sintiendo un bulto en esta, algo había ahí dentro. Rasgo la pasta sacando de esta una pequeña carta.
Miro hacia delante, donde se encontraba la puerta y diviso al guardia dando la espalda por la pequeña ventana. Desdobló la hoja que con letras verdes oscuras se leía al parecer la dirección de la vivienda de Nygma, más un pequeño clip con cinta abajo en una esquina. Con letras pequeñas del mismo color se leyó la escritura.
Ni lo puedes ver, ni vives sin el.
Un acertijo, comenzaba a acostumbrarse viniendo de Edward. Suspiro y puso los ojos en blanco.
—El aire, cuatro ojos.
Pensó nuevamente, con un objetivo escribió aquel acertijo, pero ¿Para qué?
Un extraño presentimiento llego tan rápido como lo sintió; miro hacía las cuatro paredes que le rodeaban como si la respuesta la tuviera la habitación. Poso su mirada hacia el techo donde la ventilación se encontraba ligeramente abierta.
—El aire—repitió—. ¡El aire de la ventilación! ¡Lotería!
—¡Cállate!—. Gritó el guardia quien se encontraba al otro lado de la puerta.
Maldijo en susurro por no pensarlo antes, pasar por los túneles para después salir de este infeliz lugar lleno de locos roba-oxígenos.
Guardo el libro en la bolsa de su uniforme. Utilizo la cama para poder apoyarse en esta, subir y tomar el metal que cubría la ventilación. Se encontraba un tanto abierto por lo que le dio ventaja en poder quitarlo. Tenia una fuerza suficiente para no complicarsela en trepar y subir. Paso por los metálicos túneles guiándose por los ruidos y mirar hacía las grietas de otras ventilaciones, observando las habitaciones.
—Pudiste haberme hecho un estúpido mapa, estúpido Eduardo.
Divisó de lejos unas grietas de ventilación que sobresalía luz en esta. Tan rápido como se movió, llegó. Fue tanta la esperanza de que fuese la salida que termino siendolo. Con un brusco golpe dejó caer el acero que cubría la ventilación para luego salir de este en un suspiro de libertad.
Arkham. Estuvo ahí apenas y un día no lo soporto, aquellas inquietas energías negativas que dejaban hacerse notar cada rincón del lugar. Podía a ver sido peor.
Escucho una gran y ruidosa alarma sobresalir por unas bocinas provenientes de los edificios, provocando que se sobresaltara, evadiendo consigo tal sentimiento de serenidad y libertad. Corrió dirigiéndose hacia unas escaleras exteriores que te encaminaban bajo hacia el húmedo suelo. Se acercó de forma apresurada a las rejas de entrada como de salida, al estar frente a ellas involuntariamente aquel ansioso sentimiento de satisfacción de tan solo poder pensar en salir no tardó en hacerse presente.
Utilizo el clip como llave adentrandola en el candado usando únicamente su delgada punta de metal. La sacudió seguidas veces con el objetivo de deshacer el candado, al ver que logro lo anterior, movió las cadenas antes selladas por este. Apunto de mover las rejas un brusco agarre de un oficial la freno haciendo que involuntariamente se girara en dirección a este.
—¿¡Crees que te puedes ir tan fácilmente!?— Añadió el guardia alterado, tratando de detener a la joven.
Sin pensarlo dos veces, su adrenalina reaccionó en un sobresalto; dirigiendo su mano libre de su agarre para luego tomar al policía a un costado de su cabeza y estrellarlo directo hacía el metal de las rejas cayendo al suelo tan rápido como se impacto. Fue tanta la fuerza ejercida en esta que observo un charco de sangre por el húmedo suelo, mezclándose con el agua provocadas por las gotas de lluvia haciéndose presente invadiendo el cálido clima.
Estaba tan angustiada de salir que apenas y diviso al policía ya muerto tirado al suelo.
Era a la tercera persona que asesinaba con su consentimiento—o al menos ella creía eso—por alguna razón, no le importaba asesinar a sangre fría. Ni si quiera sentía culpa, pena o incluso temor.
Tampoco es que involuntariamente goce quitar vidas—aún—, a excepción con sus padrastros. No le ocasionaba algún tipo de sentimiento en lo absoluto. Solo se sentía neutra y con insuficiencia, algo vacía.
En aquel momento, no tardo en darse cuenta que desde su regreso de la muerte, supo que algo en ella no estaba bien. Su fuerza sobrenatural, el no sentir culpa por matar a una inocente persona; la manera de defenderse, moverse rapidamente, él no sentir dolor físicamente. Incluso la forma de relacionarse con otras personas cambio, antes y apenas movía la boca para poder decir una mínima palabra. Dado a esto personas quienes se relacionaron anteriormente con ella, pensaron que era muda. Ella ya era otra persona.
Observo al cuerpo tirado al suelo, para luego suspirar con pesadez. Salio corriendo lo más rápido que sus piernas se lo permitieron, salio como una bala disparada de ahí.
Mientras más avanzaba su mirada se posaba en Arkham divisando como poco a poco se alejaba. Al ya sentir lo suficientemente lejos. Abrió nuevamente la carta donde provenía la dirección de Nygma. Camino por las calles buscando a este. Era de madrugada, aproximadamente las 4 por lo que no había mucha gente por las calles así que fue sencillo caminar sin tener precaución.
Al observar la misma calle y número que estaba escrito en la nota, supo que el edificio delante suya era donde vivía. Poso su mirada nuevamente en la carta leyendo el numero de apartamento. Una ventana de una habitación estaba abierta, dejando ver unas cortinas verdes claras. No hace falta ser inteligente para saber que ese era el apartamento de Nygma.
Subió por unas escaleras que se encontraban por detrás, trepo las paredes con agilidad, nuevamente se sorprendió con ella misma afirmando sus grandes cambios.
Coloco un pie dentro para luego apoyarse en el otro y entrar. Un olor a limón y vainilla invadieron sus fosas nasales, escaneando con su mirada el lugar. Estaba todo limpio y ordenado, era bastante acogedor y cálido. Trato de buscar a Edward por todo el apartamento, al no darse cuenta de su presencia en todo el lugar fue directo hacía su habitación, en donde tampoco lo logro divisar. Se distrajo por un momento, centrando su atención al baño ligeramente abierto.
De un momento a otro su serenidad se convirtió en un sobresalto de felicidad al ver la regadera de metal. No lo pensó dos veces y se retiro el uniforme de Arkham. Sin importar que el agua estuviera fría o caliente no impedirá malgastar la oportunidad de una búsqueda de paz bajo una relajante ducha.
Al finalizar, cubrió su cuerpo con una toalla encontrada frente a una estantería y se dirigió al gra armario de madera.
Trato de contener la esperanza de encontrar ropa de mujer, la cuál era inútil. No lo logro. Ni loca volvería a colocarse el uniforme de Arkham con olor a alcantarilla húmeda por lo que tomo una camisa de cuadros y se vistió con esta. Era sumamente grande de talla, no pudo evitar dar un leve giro como una princesa admirando su vestido y pues eso parecía lucir, un vestido.
Camino hacia la televisión encontrada frente a la sala mientras cepillaba su castaño y húmedo cabello con el roce de sus dedos. Se sentó en el suelo encendiendo el aparato y para su suerte, divagando entre los canales se encontró el de enfermería que tanto miraba. Capturando consigo toda mínima atención hacia su persona como la primera vez, siendo está no la última. Esperando de forma un tanto impaciente a castaño quien la ayudó a su ilegal fuga.
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