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𝐈𝐕

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IIV. SHE IS MORE DANGEROUS THAN THE VIPER !

                                    EL RUIDO DE SUS pequeñas y diminutas alas moverse constantemente de arriba a abajo causando un casi audible ruido por el roce de estas. El pequeño insecto se a posiciono en su mano, fría por el clima, sin vida. Voló al sentir un leve movimiento en esta. El electrocardiograma volvió a tomar signos vitales y que poco a poco los latidos de su corazón volvían.

Parpadeo.

Su mirada antes negra, tomaba color mirando lo que le rodeaba, su vista se dirigió hacia su cuerpo cubierto de cinturones en cada una de sus extremidades. Le ejerció fuerza a su mano izquierda levantando esta con rapidez deshaciendo el amarre. Observó su mano con impresión, no sabía que podía ser tan fuerte. Al no creer el gran vigor que de un momento a otro embano por su cuerpo repitió la misma acción con sus pies levantando aquellos. Una sonrisa divertida se dibujo en su rostro al percatarse de la suma fuerza que deleitaba. Se sentía exaltada, firme, energética.

Volver a la vida era extraño.

No recordaba como llego a parar aquí en un laboratorio, que paso, que le hicieron; pero eso era lo de menos pues lo único que llego a su memoria fue a dos personas, gritándole con odio, pidiendo que se fuera de la casa. Sus padrastros, ya recordó. Su puño no tardo en arder, remplazando su serenidad en una de disgusto, fastidio. Sabia perfectamente la satisfacción que llegaron a sentir sus "padres" al echarla de la casa, pero ahora ella volverá, consciente de su regreso a la vida aprovechara para borrarle aquellas sonrisas de felicidad.

Inspeccionó con su mirada todo el lugar, observando pequeñas estanterías de instrumentos tanto de medicina como de química. No tenia el suficiente tiempo de pensar el como llego ahí, pues solo sus pensamientos los ocupaba un resentimiento hacia sus padrastros, tratando de idearse la forma de como vengarse por lo que le hicieron.

Encontró una gran puerta de metal, acercándose a ella para luego abrirla, golpeando en su rostro una gran fría ventisca de aire, observo al rededor mirando a su costado izquierdo la pared de ladrillos mirando un cartel que consigo decía el numero 39 mas con letras pequeñas «WellZyn».

Al centro de Gotham se encontraba un gran edificio dorado imposible no notarlo entre todos los grisáceos que estaban a su alrededor, ahí era su destino. Una larga distancia los separaba así que no se apuro en dirigirse a el. Un largo camino le esperaba.

Caminaba a paso apresurado por las calles sombrías de Gotham, cruzando calles y edificios húmedos por la lluvia. No pudo evitar pasar en frente de un hombre asegurándose que aquel la miraba pervertidamente. Podía escuchar los susurros y pasos desde atrás, la seguía. Cruzo un callejón que cada ves se volvía mas oscuro mientras avanzaba, torpemente se golpeo con una pared de ladrillos, estaba sin salida.

—¿Te perdiste, preciosa?

Escuchó desde atrás a un hombre entre una risa burlona salida de sus labios. No tardo en susurrar cosas pervertidas hacia su persona. Olipia giro sobre sus talones observando a el tipo. Una pequeña risa nerviosa salio de la joven.

—Parece que si.

—Hace tiempo no me divierto con una niña como tú—. Ignoró el comentario de la castaña para luego acercarse a ella.

Lo dicho de este la hizo enfurecer, pensó en aquellas pobres personas que fueron sus víctimas de quien sabe qué. Ella no le dará la satisfacción de ser otra de su montón. Tenía que darle un alto. Una sonrisa cínica se dibujo en su rostro para luego agachar su cabeza mostrando una mirada intimidante.

—Sabes... no recuerdo absolutamente nada de lo que me paso, pero se perfectamente que mi vida era una bazofia—hablo mientras el hombre se acercaba poco a poco a ella ignorando las palabras de la castaña—. Ahora que estoy de regreso, no volveré a dejar que me pisoteen otra ves, menos una escoria como tú.

El tipo estaba tan concentrado pensando depravadamente en su cuerpo que apenas y noto la patada hacia sus partes intimas, haciendo que se arrodille gritando de dolor, guió sus manos hacia su miembro tratando de parar la molestia. Olipia aprovecho aquella posición para tomarlo de la nuca y darle un gran rodillazo con rapidez directo hacia su cabeza, sus gritos cesaron por el impacto cayendo inconsciente al suelo.

Olipia sonrió victoriosa. Su felicidad fue remplazada por una de extrañeza frunciendo su ceño confundida, mirando sus manos para luego observar el cuerpo echado al suelo contemplado sus acciones, ella no se conocía así de violenta; ni si quiera sabia pelear, era tan pacifista que apenas y podía defenderse.

Estos cambios grandes que estaba notando la hacían sentir irregular.

Se encogió de hombros sin importancia, concentrándose en regresar a la mansión Moregomery.

Después de cruzar algunas cuantas calles logro llegar, se impresiono a si misma de a ver caminado tanto sin cansarse. Al estar frente al gran edificio brillante decidió entrar por la ventana de atrás, Triniti siempre se descuidaba de ella y la dejaba abierta frecuentemente mandaba a Olipia en cerrarla. A esta hora de seguro se encontraban dormidos así que sería mas sencillo.

Olipia al estar adentro observó a su alrededor un mal sabor de boca no tardo en llegar, el lugar le daba fiasco después de todo lo que paso, su coraje aumento y la cólera le invadió; la rabia que presenciaba dejaba en alto su exasperación que se convertía en adrenalina. Tomó un cuchillo de la estantería dirigiéndose a la escalera de caracol. Paso por las habitaciones llegando recuerdos en estás. Se percato del sonido de la televisión, la iluminación de esta daba directo hacia sus padrastros dormidos profundamente en la cama.

Consciente de sus acciones, se dejaba llevar por la ira sofocándose en su propia indignación, consumiendo su coraje imposible de notar observando sin pudor a sus padrastros despreocupados. Poco a poco los ojos de aquellos se abrían al sentir la presencia de alguien, percatándose de un semblante encontrándose de pie frente a ellos. Al darse cuenta que era su hijastra, los ojos de estos se abrieron cada ves más, apunto de hacer un movimiento involuntario el brazo de Olipia se alzo impactando el cuchillo contra el cuerpo de Triniti para después enterrar la navaja a Rafael de igual manera.

Los apuñalaba una y otra ves, salpicando sangre por todos lados, manchando tanto la cama como todo su rostro. Al observar que después de tantas apuñaladas causándoles la muerte por perder mucha sangre, se detuvo. Dejando caer el cuchillo a un lado mirando los cuerpos sin vida provocándose una sensación de felicidad mezclada con un sentimiento de satisfacción, sonriendo de forma involuntaria. Se sobresalto al escuchar el sonido del teléfono en un pequeño mueble de madera, le molesto el hecho de interrumpir su placentera celebración, tomándolo extrañada apretando el botón de contestar para luego llevarlo a su oído.

—Gracias por hacerme el favor, linda.

Olipia frunció su ceño preguntándose a si misma quien era el tipo del otro lado de el teléfono, mas confundida lucio cuando menciono la palabra "favor". Observo hacia todos lados, posando su vista directo a la gran ventana que se encontraba en la pared, divisando de lejos un hombre blanco en la planta de arriba de un edificio, imposible no notar su gran escasez de cabello. Cargando en sus manos un francotirador apuntando directo hacia ella, dándose cuanta que la observo masacrando a sus padrastros. Aquel hombre no tenía la intención de dispararle pues bajo la mira del arma.

—¿Quién er...?

Buenas tardes damas y caballeros. Este es un anuncio de interés público...

Toda su atención cedió hacia la televisión, transmitiendo el canal de noticias. Observó en la pantalla a un hombre quien trataba de reconocer. Por lo que decía no estaba muy contento. Antes de que pudiera analizar mejor su rostro tomando facciones de ellas difícilmente hacer que sus recuerdos regresen, la reportera apareció en cámara.

Aquí lo tenemos, creador de la peligrosa droga llamada Viper, Stan Potolsky, se encuentra dentro del almuerzo de caridad de Wyne Entrepreses. El Departamento de Policía de Gotham están actuando ahora mismo, con el objetivo de detener a Potolsky.

Los recuerdos la golpearon una y otra ves, su memoria regreso como una ráfaga de luz. Causándole una severa sensación de melancolía mezclada con un sentimiento de molestia. Stan Potolsky, aquel hombre culpable del los grandes cambios que Olipia experimento desde su regreso de la muerte. Tenía que volverlo a ver, tan solo una ves mas para aclarar sus dudas.

Después de esperar a que la reportera dijera la ubicación. No se apuro en correr directo al almuerzo de caridad de Wayne Entrepreses, curiosamente sus padrastros trabajaban ahí tratando no recordar con detalles, pues todo lo que tenga que ver con ellos le daba repugnancia.

Al correr unas cuantas calles, se encontró con un gran edificio repleto de policías rodeando el área dándole dificultad al poder entrar. Sin duda alguna llegó a su destino. Rodeo el edificio con precaución de que ningún policía la viera. Una puerta de personal autorizado se encontró detrás, sabia perfectamente que estaba cerrada así que alzo su pie dándole una patada rompiendo el candado de adentro, una ves mas se impresiono así misma por tal fuerza que ella ejerció. Al entrar apresurada choco con una persona, de tan poco que lo pudo observar era un chef quien la miraba confundida.

—¡Hey! ¡No puedes estar aquí!

Olipia se levanto del suelo corriendo tan rápido como pudo de la cocina, evitando no chocar con alguna persona quienes corrían alterados del lugar. Observó hacia arriba, donde se encontraba la ventilación, este esparcía la droga verdosa de sus conductos. Corrió directo a una puerta que de igual manera era de personal autorizado, que por su suerte estaba abierta. No tenia tiempo de pensar donde se encontraba exactamente el equipo de aire acondicionado, pero las escaleras que ella recorría, daban camino hacia el tejado del edificio así que tenía creencia que se encontraban ahí.

Al finalizar su recorrido, miro hacia los costados en busca de alguna señal de Stan. Pero al escuchar una voz diferente a la de el, se altero y caminaba directo a donde provenía esta.

—¡Ciérralo!

Trato de esconderse detrás del equipo de aire acondicionado al mirar un policía en posición, apuntando su arma directo a Stan. Aquel hombre se le hacia familiar, era el famoso James Gordon, el novato policía-detective de Gotham. Un hueso duro de roeeder.

—No puedo hacerlo.

—¡Ciérralo o Disparo!

El detective se escuchaba alterado y lucia tan desesperado como Olipia quien miraba la escena con un gran sentimiento de nerviosismo.

—Adelante—dijo en un leve tono de relajación—. Ya hice mi trabajo.

El ruido del gatillo fue invadido por el sonido de la detonación de el disparo mezclándose en un ahogado grito de desesperación que de la garganta de Olipia salio.

—¡NO!

Se lanzó hacia el detective que impacto contra una maquina de ventilación. La joven tomo la muñeca de este donde sostenía el arma, ejerciéndole fuerza a esta, encajando sus uñas en su piel haciendo que por inercia el arma cayera al suelo. James involuntariamente con su brazo derecho le dio un codazo directo a la mejilla de la castaña creyendo que caería inconsciente al suelo la cual resulto lo contrario. Aquella joven reacciono ante el golpe de este, tomándolo del cuello asfixiándolo, alzándolo poco a poco; el detective dejo de sentir el suelo en sus pies.

El hombre sostenía las manos de la castaña difícilmente tratando de quitárselas de su cuello pero la fuerza de la chica era inclusive más fuerte que la de él, tomándose unos segundos para analizar aquella situación, dejando sorprendido a James. Olipia miraba los ojos azules del hombre mientras lo dejaba poco a poco sin aire, mostraba sus dientes como una criatura salvaje y deleitaba coraje junto a un sentimiento de furor, dejándose llevar por su adrenalina.

Estaba por poco acabar con el policía hasta que involuntariamente lo soltó de su agarre al sentir un golpe al costado de su cuello cayendo al suelo un tanto desorientada. Miro quien era el causante de aquella acción, otro detective que al parecer era su compañero. Aquel hombre ayudo a levantar a Gordon que ya antes se encontraba en el suelo recuperando el aire. Aquellos volvieron a su posición, apuntando sus armas directo a Stan ya recuperado por el gas. James regresaba en algunas ocasiones su mirada hacia el suelo donde se encontraba Olipia tirada por el golpe.

—¡Date la vuelta, coloca tus manos en la cabeza y entrelaza los dedos!

—Esta enfadado y confundido. Lo entiendo—añadió tratando de sonar lo mas casual posible—. No hay necesidad de mas violencia.

—¡No dispares!—. Gritó Gordon a su compañero.

—Que considerado de su parte—dijo aquel sonriendo que mas parecía ser una mueca que una sonrisa—. Voy a irme ahora. Vayan a revisar el almacén 39.

Olipia abrió sus ojos con impresión, Stan noto su reacción ladeando una leve y tan poca notable sonrisa. La joven recordó que ahí fue donde salio.

Donde regreso de la muerte.

Involuntariamente recordó lo que hizo después, golpear a un violador que se lo merecía y matar a sus padrastros, que por lógica también se los merecían.

—¡No iras a ninguna parte!

—¡Puedo ir a donde me plazca!

Grito el hombre con aires de victoria, extrañamente sintiendo liberación. Giro sobre sus talones para luego correr directo a la barda de concreto.

—¡No!

Nuevamente un grito ahogado de desesperación rompió los pocos segundos de silencio. Desgarrando aún más la garganta de Olipia, el sentimiento de angustia no tardo en invadirla así como la desesperación llego a carcomerla por completo al ver a Stan Potolsky lanzándose al tejado. Así como reacciono la joven, los detectives de igual manera quedaron sorprendidos acercándose al borde.

James giro sobre sus talones, posando su neutra mirada a la de Olipia quien seguía en el suelo analizando aquel sucedido con Stan. Los pensamientos de la joven fueron interrumpidos por 5 policías armados quien entraron al tejado en posición. 2 de ellos apuntaron a Olipia y los otros fueron directo a los detectives.

—Llevensela—. Habló Gordon en un tono de superioridad.

La tomaron de sus brazos obligándola a ponerse de pie. La castaña al sentir su brusco agarre se zafo de estos, sin apartar la mirada del detective.

—Se por donde es la salida—. Hablo en una leve y falsa sonrisa.

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