Capítulo 6 ( Una víctima más )🌹
Leo seguía parado en la puerta de su casa con esa mirada en el limbo que asustaba, al ver que ni pronunciaba ni una vocal decidí que no le daría la cachetada, sino más bien lo dejaría tranquilo.
Regreso a mi casa muy desconcertada por lo que acabo de ver en Leo, hace unos minutos era un hombre normal y ahora parecía que estaba poseído por algo, eso es muy raro, ese chico debe tener algún mal, pero normal no es.
Me voy a mi habitación y me acuesto en la cama, por más que trataba de no pensar en Leo no podía, todavía estaba muy desconcertada por la actitud que había visto hoy en Leo, de tanto pensar y analizar solo pude llegar a la conclusión que esos cambios de humor tan repentino le sucedía era cuando llovía.
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Amanda, Amanda despierta – abro mis ojos y veo a mi madre en mi habitación tratando de despertarme.
-¿Qué sucede mamá, te sientes mal?.
-No hija, yo estoy bien, pero ya me preocupa estar en este pueblo.
-¿por qué dices eso mamá?.
-Anoche asesinaron a otra persona, pero esta vez era una mujer, hija ya no me siento segura aquí.
Me levanto de la cama y bajamos a ver la noticia en la tele, y sí, anoche habían asesinado a una chica que trabajaba en un bar, la consiguieron en un oscuro callejón, la habían asesinado cortándole su cuello, al igual que la otra víctima, consiguieron a la chica con una rosa roja, pero esta la tenía en su mano. Volteo a ver a mi madre que estaba mirando la tele nerviosa, eso no le iba hacer para nada bien con su enfermedad, así que me levanto del mueble y apago la televisión.
Mi madre había venido a este lugar a recordar su niñez y lo feliz que fue, no para andar nerviosa con lo de ese asesino. Ella está mañana no se veía para nada bien, tenía que hacer algo para distraerla y que dejara de pensar en esos asesinatos.
-Mami, ya no pienses más en esas noticias, porque mejor no preparamos algo delicioso para el desayuno y alimentamos a tus gallinas – mi madre me ve y asienta con su cabeza.
Después de comer salimos afuera para alimentar a las gallinas, mi madre hacia un ruido llamándolas para que comieran y las gallinas venían, eso me dio risa, ella volteó a mirarme mientras que yo no paraba de reír.
Pasamos todo el día las dos haciendo de todo un poco en la casa, preferíamos estar ahí que salir. Entramos a una habitación que estaba al final del pasillo, esa habitación pertenecía a mis abuelitos, dentro comenzamos a revisar todo y conseguimos un álbum de fotos que nos llamó la atención por la cantidad que tenia. Nos acostamos en la cama a mirar el álbum que lucían viejo, me gustó mucho ver a mi madre cuando era una bebé, mi tío Albert el primer día en la escuela y mis abuelitos cuando se casaron. Después aparecieron una cantidad de fotos con personas que no sabía quién eran, mi madre me decía quien era cada una de esas personas que salían en esas fotos y yo atenta la escuchaba, esas personas a la final eran mi familia.
Tocan a la puerta y le digo a mi madre que yo voy abrir, bajo por las escaleras en dirección a la entrada, al abrir la puerta mis ojos se sorprende al ver parado afuera a mi vecino.
-Hola, vine a pedirte disculpa por haberte dejado sola a noche – habló Leo casi que en un susurro.
¡Qué! Él me estaba pidiendo disculpa ¡Estoy impresionada!.
-Tranquilo, Leo, vamos a olvidar lo que paso anoche, pero si me gustaría saber ¿Qué fue lo que te sucedió? ¿Por qué tienes ese enorme aruño en el cuello?.
El chico se me queda mirando en silencio mientras yo esperaba su respuesta.
-Lo siento, Amanda – eso fue lo único que escuché antes que mi vecino se fuera dejándome ahí parada sin las respuestas que quería oír.
Entro a la casa y me siento en el mueble, en mi mente seguían las preguntas sin respuestas que le hice a Leo ¿Por qué no las quiso responder? ¿Será que ese rasguño se lo hizo una mujer? . No puede ser Leo tiene novia y anoche pelearon, por eso tenía los ojos hinchados, porque había llorado por ella.
Me acuesto en el sofá después de sacar yo misma las respuestas que Leo nunca me dijo, ya me estoy volviendo loca con todo esto, tengo que saber más de él, no sé porqué de repente ese hombre se volvió como mi obsesión, no dejo de pensar todo el día en él, ahora sufro por imaginar que tiene novia.
¡Definitivamente estoy loca!
Voy a la cocina, abro el refrigerador y veo varios helados, enseguida en mi mente apareció Leo y tuve la idea de ir hasta su casa para llevarle uno, la verdad eso era solo una excusa para nada más volverlo a ver.
Me quedo pensando cuál sabor le gustará, solo en el refrigerador tenía chocolate, fresa y vainilla, enseguida descarto el de fresa y tomo uno de chocolate y uno de vainilla, salgo de mi casa hacia la de Leo, llevo los helados como una tonta en mis manos.
Toco a la puerta mientras arreglo un poco mi cabello, Leo abre y en su rostro se deja ver una expresión de asombro, me imagino que esa expresión sé debe a lo estúpida que me veo parada en su puerta con dos helados en mis manos.
-Hola Leo, ¿Qué te parece si comemos un helado mientras hablamos un rato? Estoy aburrida en casa, mamá está dormida y en la tele solo hablan del supuesto asesino del pueblo.
¡Qué patética soy! . Pensé al ver que Leo no respondía nada.
-¿Dé qué quieres hablar conmigo?
-No se, de todo un poco.
Me sorprendo al ver que Leo se aparta de la puerta para dejarme entrar a su casa. Entro y veo todo limpio y en su lugar, eso me agrada de él, lo aseado que es.
-¿Qué sabor quieres?, traje chocolate y vainilla, iba a traer fresa, pero lo descarté, no me agrada nada que tenga sabor a fresa – hago una expresión en mi rostro de asco.
-¿Qué tiene de malo el sabor a fresa? – indaga Leo confundido.
-Nada, solamente que todo lo que tiene sabor a fresa sabe igual a la medicina para la fiebre que me daban de niña.
-¡Enserio Amanda! – Leo sonríe dejándome ver unos hoyuelos en sus mejillas, se veía más lindo si reía — comeré el de vainilla, me gusta su olor y sabor — dice Leo quitándome de mi mano el helado.
Nos sentamos en el mueble de la sala mientras comíamos los helados, sentí que era el momento de hacer mis preguntas.
-Leo, ¿Tú vives solo en esta enorme casa?.
-Si, vivo aquí solo y me gusta estar así, solo.
-A nadie le gusta la soledad.
-A mi si, estoy mejor solo que con personas a mi alrededor.
El rostro de Leo comenzó a expresar nostalgia, este chico le sucedía algo y quiero saber que es.
-¿Y tu familia?, ¿Dónde están?.
-Mis padres adoptivos murieron hace dos años, ellos eran mi única familia, después de su muerte vendí la casa donde vivíamos y me vine a este pueblo para estar solo – Leo hablaba mientras comía el helado, su vista se mantenía siempre al piso, parecía que estaba escondiendo su mirada de la mía.
-¿Tienes novia? – me sonrojo después de hacerle esa tonta pregunta.
-¿Por qué haces tantas preguntas? – exclama Leo mientras voltea a mirarme.
Esa mirada fija que tenía en mí me hizo sentir intranquila, no se por que me descontrolo cuando me mira así.
-Disculpa tienes razón, estoy preguntando mucho, lo siento — contesto con una pequeña sonrisa apenada de mí misma.
-Te daré mi respuesta a tu última pregunta – dice Leo mientas se acerca hacia mí.
Leo se acercó tanto a mí que podía sentir su respiración en mi rostro, de pronto siento unos labios fríos rozar los míos, nunca había sentido el sabor de vainilla tan delicioso como lo estoy sintiendo en este momento, cierro mis ojos para dejarme llevar de ese tierno beso con sabor a vainilla.
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