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Capítulo 5 ( El paseo al parque ) 🌹

Hoy por la mañana salimos mi madre y yo a comprar unas cuantas gallinas y un gallo, ahora me arrepiento de haberle recordado que era lo que quería comprar en el pueblo. Era chistoso ver que el vendedor hablaba conmigo de las gallinas como si yo tenía alguna idea de cuidar animales, mientras yo solo lo veía sin decir nada, tenía ganas de decirle al hombre “Señor no tengo ni idea de lo que me está diciendo, en mi casa lo que tenía era un gato y mi papá era quien lo cuidaba, a mi no me gusta los animales” no le dije lo que pensaba por no ser grosera con aquel hombre, pero ganas, no me faltó.

Llegamos a la casa con las gallinas y mi madre muy feliz las lleva al corral, les colocó agua y comida.

-Amanda, esta es la cantidad de comida que les darás a las gallinas, le cambias el agua todos los días hija y recoges los huevos, pero siempre recuerda dejar algunos para que tengan sus pollitos.

-¡Mamá, ya me siento toda una granjera!.

-¡Por dios Amanda, no exageres! Solo son gallinitas ni que estuvieras cuidando cerdos, chivos o vacas.

- Ni se te ocurra que quieres alguno de esos animales que estás nombrando – mi madre me veía y sonreía al verme con mi ceño fruncido.

Las gallinas revoloteaban y yo gritaba al sentir sus alas cerca de mis pies, era tanto el alboroto que Leo se asomó por encima de una pequeña cerca que separaba los patios.

- Buenos días joven, disculpe el alboroto,lo que pasa es que la tonta de mi hija le teme a las gallinas – bufa mi madre - ¿Usted debe ser nuestro vecino? – mi madre charlaba de lo más natural sin saber que ese chico es un completo idiota mal educado.

- Buenos días señora, si soy su vecino, me llamo León Smith, pero solo llámenme Leo por favor – quedó boquiabierta al ver lo amable que está haciendo con mi madre

¿Será que es nada más conmigo que se comporta así de estúpido?

- Bueno, entonces te llamaré Leo – le contesta mi madre con tanta confianza, a veces siento que no soy familia de ella, es que yo soy todo lo contrario - Leo deberias salir esta noche a pasear con mi hija, la pobre debe estar aburrida de tanto estar encerrada.

No lo podía creer, mi mamá estaba pidiéndole a Leo que saliera conmigo, esto es terrible. El chico se me queda mirando mientras mi madre insistía en que saliéramos, yo no podía ya con la vergüenza, solo quería salir corriendo, me dispongo entrar a la casa cuando escucho esa voz que me paraliza.

- Puedo llevarla al parque, si ella quiere – Habló Leo y yo me quedé atónita.

- Listo, esta noche salen al parque, por favor Leo, has que mi hija se divierta mucho.

Leo le da una pequeña sonrisa antes de irse de la cerca, mi madre me guiña un ojo y también se va, suspiro al pensar en el aprieto que me acaba de meter, ahora voy a tener que salir con mi vecino que me odia.

Ya en la tarde ando corriendo por la habitación vistiéndome para verme lo más bonita que puedo, me coloco un vestido corto negro y una chaqueta de jean azul oscuro con tenis blancos, mi cabello lo recojo en una cola alta y me maquillo con tonos claros. Escucho el timbre y bajo enseguida, en la puerta estaba mi madre y Leo, no pude evitar detallarlo, es que él se veía muy guapo y eso que su ropa era holgada y de color negro.

-Tengan mucho cuidado, no regresen tan tarde – dice mi madre al vernos salir de la casa.

Subimos a la camioneta y mientras Leo conducía lo pude ver como varias veces con disimulo volteaba a mirarme, el ambiente entre los dos estaba muy tenso, ni Leo ni yo hablamos durante el camino.

Llegamos al parque y había mucha gente. Leo enseguida camina al puesto de algodón de azúcar y pide dos, mientras vamos caminando comíamos el algodón, decidí hablar ya que este silencio era insoportable.

- Disculpa lo de mi madre, ella siempre compromete a las personas sin saber si pueden o si quieren — aclaro con una tonta expresión en mi rostro.

- Tranquila, solo vamos a divertirnos hoy — responde Leo con su voz grave.

Leo se va hacia una de las atracciones y me hace seña que vaya con él, ya lo incómoda que me sentía a su lado se estaba minimizando, ahora me sentía más relajada.

Nos subimos a varios juegos, yo gritaba como loca mientras que Leo estaba de lo más normal, parecía que no lo asustaba las atracciones que tenía el parque. Ya estaba tan cansada que le hago señas para que nos sentáramos un rato.

-¿Te estás divirtiendo? – está vez es él que rompió el hielo entre los dos.

- Me estoy divirtiendo mucho, gracias por traerme al parque, ni te imaginas lo aburrida que estaba en la casa.

- No hay de que, me gusta estar contigo – pensé que había escuchado mal, pero no, esas palabras que acabo de escuchar me dejo sin palabras.

Mis manos sudorosas comienzan a temblar, tenerlo tan cerca y mirándome me descontrolaba por completo, Leo me mira fijamente mientras acercaba su rostro hacia el mío, sus lindos ojos no le quitaban la mirada a mis labios como deseando saborearlos, mi cuerpo comienza a expresar lo nerviosa que me encuentro por tener a Leo apunto de besarme. Lamentablemente no pude terminar de sentir sus labios, ya que una pequeña gota cae por mi mejilla haciendo que nos separemos para ver el cielo, sin darnos cuenta estaba comenzando a llover. Leo se separa de mí algo nervio y con la respiración acelerada, en sus ojos se podía ver temor, otra vez le estaba sucediendo lo mismo que el día del mercado.

- ¿Qué tienes Leo? – le pregunto, pero él no responde, solo sujetaba su cabeza con sus manos como si le doliera.

El chico me sujeta por la mano y me lleva hacia un puesto de peluches para cubrirnos de la lluvia, pude sentir sus manos temblar mientras me sujetaba con fuerza, varias personas corrieron hacia donde estábamos nosotros mientras la lluvia se hizo más fuerte, de pronto no sentí la mano de Leo sujetándose a la mía, volteo y él no estaba por ningún lado. Lo busco con la vista entre el montón de gente y no lo veo.

-Leo, Leo – lo llamo y nada, parecía que se había desaparecido.

Después de un rato de estar buscándolo con la vista y esperando que apareciera, la lluvia cesó y salgo de ese lugar para tratar de encontrarlo y regresar a casa, el chico no estaba por ningún lado, Leo se había ido dejándome sola.

Ya eran casi las once de la noche y en el parque quedaba pocas personas, ya no iba a esperar más, así que salgo y busco un taxi para irme a mi casa.

Me siento tan furiosa, como se le ocurre a ese tipo irse y dejarme ahí tirada. Mi rabia fue peor al llegar a la casa y ver estacionada afuera la camioneta de Leo, su casa estaba completamente a oscuras con todas las ventanas cerradas.

¿Qué es lo que le pasa a ese tipo? . Pensé mientras me dirijo a su casa.

Mi rabia no me deja pensar bien, lo único que quería en ese momento era darle una cachetada por haberme dejado en el parque en plena lluvia y de paso de noche.

Toco la puerta sin respuesta de Leo, así que toco más fuerte para que me escuché y salga. En ese momento la puerta se abre dejándome ver un Leo diferente del que estaba conmigo hace un rato.

¡No lo puedo creer, de verdad ese es el mismo Leo!

En su cuello tenía un enorme aruño que sangraba haciéndose muy visible a la vista, sus ojos estaban hinchados como si estaba llorando, su cabello totalmente despeinado, su ropa completamente empapada, lo más extraño era que parecía que estaba en algún trance, su mirada se le veía perdida y triste.

¡Este chico ya me comienza a asustar, definitivamente él es muy diferente, es muy extraño!.

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