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Capítulo 16 (La Sinfonía del corazón) 🌹

Holis mis amigos otra canción de las preferidas de Leo, se les recomienda escucharla al final del capítulo para una mejor experiencia. sin más que decir los dejo leer el capítulo.


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El día fue muy desconcertante para mi madre y para mí, apesar que tratáramos de olvidar lo sucedido, las caras de preocupación no se podían ocultar, el solo hecho de pensar que había alguien matando, solo por maldad, a esas gallinas mientras nosotras tranquilas en casa dormíamos ajenas de lo que pasaba, nos hace sentir temor.

Decidimos pasar todo el día en casa con las puertas y ventas cerradas con seguro, así nos sentíamos más protegidas, nuestra casa parecía nuestra prisión, era mejor estar encerrada después de lo sucedido y de los que nos dijo Andrew de que nos cuidemos.

- Amanda, lamento que estés pasando todo esto por mi culpa, mi tonta idea de venir a este pueblo te va a dejar traumas si seguimos aquí - mi madre hablaba en un tono triste mientras sostenía mis manos.

- ¿Qué quieres decir con eso señora Clara? - indago frunciendo el ceño.

- Creo que deberíamos irnos, deberíamos regresar con tu padre, fui muy egoísta en pensar solo en mí por mi enfermedad y no pensar que tu padre y tú también la están pasando mal - una lágrima trata de salir de esos hermosos ojos café de mi madre y la evitó mientras la limpio con mi dedo.

- Mamá, no tienes que sentirte culpable de nada, está bien que fuéramos venido aquí, a pesar de todo lo horrible que hemos tenido que ver en este pueblo, también te sentiste feliz de recordando tu niñez.

- Amanda, siento que estamos en peligro, aquí ya no me siento tranquila, vámonos por favor.

- Mamá cálmate, ya no pienses en cosas malas, cálmate.

- Yo no estoy pensando cosas malas solo me quiero ir de este pueblo y ya, por favor entiende, Amanda - gruñe mi madre atemorizada.

Me siento afligida al escuchar a mi madre insistir que nos deberíamos ir, sí es verdad, que al principio no quería venir a este lugar, pero ahora no me quiero ir, no quiero dejar de ver a Leo, necesito saber mas de él.

- Amanda, quiero que pienses bien las cosas y me digas tú decisión, pero por favor que sea lo más pronto posible, ya me quiero ir de este lugar.

- Está bien mamá - le digo entre un suspiro.

Ya mi corazón estaba melancólico y eso que ni si quiera nos habíamos ido. Solo imaginarme irme del pueblo y no poder ver más a Leo me partía el corazón, quiero seguir viendolo, no me quiero ir ¡No, no quiero irme de aquí!

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Esperé que mi madre se durmiera y voy a la casa de Leo, era una noche fresca y de cielo estrellado, mientras camino no puedo evitar pensar en la actitud de Leo hacía mí, no sé si al verme me rechace o me vuelva a correr de su casa, no se cómo va a reaccionar cuando me vea, pero de todos modos necesito verlo.

Llego al frente de la casa y dudo de si tocar la puerta o no, respiro profundo y me atrevo a tocar, ¡toc toc toc!, sentí que mi respiración se paralizó al escuchar la vos grave de Leo hablar del otro lado de la puerta.

- Ya voy, un momento - al escuchar sus pasos acercarse pensé en salir corriendo pero no lo hice, será porque en el fondo lo quería ver - ¡Amanda! - exclama Leo al verme parada en su puerta.

- ¡Hola Leo! - respondo con timidez.

- Entra - se hace a un lado invitando a que pase, al entrar cierra la puerta y dirije de nuevo esa hermosa mirada hacia mí, Leo llevaba una camiseta blanca y unos jeans holgados, su pies estaban descalzos - Amanda, quería pedirte disculpa por todo lo que pasó ayer, no debí tratarte así, se que te lastime y te pido perdón.

Estaba sorprendida del comportamiento de Leo, se veía sereno y tranquilo, era muy difícil verlo así de calmado, casi siempre estaba a la defensiva, pero hoy no, hoy era como un sutil niño.

- Sí me lastimaste y no quiero que lo vuelvas hacer, ¡De acuerdo! - ordene con seriedad.

- De acuerdo, ¿Ya cenaste?, ¿Quieres pizza? - Leo me estaba tratando con amabilidad eso era muy extraño, pero me gustaba que fuera amable conmigo.

Leo me toma de la mano y me lleva hacia la cocina donde estaba la pizza y unas cuantas cervezas en la mesa.

Nos sentamos a comer sin hablar ninguno de los dos; se veía que la comunicación no era nuestra mejor habilidad, tenía tantas cosas que preguntarle y decirle pero a la vez tenía miedo de que lo tomara de mala manera y se terminará enojando, no quería dañar este cálido momento.

- ¿Qué tienes Amanda, te noto tensa?.

- Sí, lo que pasa es que tengo que decirte algo y no sé cómo hacerlo.

- Solo dilo, que tan malo puede ser para que no sepas cómo decírmelo.

Si era algo muy malo lo que iba a decir, por lo menos para mí lo era, tomo aire y suelto las palabras que tenía atascada en mi garganta.

- ¡Mi madre quiere que regresemos a la ciudad! - Suelto el aire que tenía retenido y veo como Leo deja de comer y clava su mirada azul en mí quedando pensativo antes mis palabras.

- ¿Qué piensas hacer tú, Amanda? - la mirada de Leo había cambiado ya no era alegre ahora estaba triste.

- No me pienso ir, me quiero quedar en Merrickville, pero mi madre esta enferma y me necesita, la verdad, no sé qué hacer - tapo mi cara con mi manos mientras lágrimas caen por mis mejillas.

Me sentía mal por querer quedarme con Leo sabiendo que mi madre me necesitaba más, pero esto tan fuerte que siento por este hombre me ciega no me hace pensar bien.

Siento unas fuertes manos que delicadamente quitan mi mano de mi rostro para dejarme sentir unos suaves labios tocar los míos, Leo me besa sin aviso haciéndome sentir remolinos en mi estómago, al separarnos pude ver una hermosa sonrisa en su rostro mientras que con sus manos limpiaba mis lágrimas. No sé a que estaba jugando Leo hoy, solo sé que estoy disfrutando su forma tan linda de tratarme hoy.

- No llores Amanda, ya encontraremos la solución y podrás quedarte en el pueblo - me quedo en calma al ver la ternura que desprende hoy Leo - Ven vamos a mi habitación - sentí mi cara arder al escuchar decir, habitación - Estás ruborizada, no pienses mal solo escucharemos musica mientras hablamos.

La expresión pícara en el rostro de Leo me hacía perder mi cordura y que pensamientos extraños para mí aparecieran, no se qué me pasa con este chico y con lo que me hace sentir cuando estoy cerca de él, solo habla y yo obedezco, me siento atada con hilos como una marioneta, mi cuerpo lo desea tanto, mi mente lo piensa todo el día, ¿Será que estoy obsesionada con este hombre?.

Entramos a su habitación y Leo se acuesta en su cama, desde hay me sonríe y con su mano me hace señas que vaya hacia él, mis pies se mueve hacia la cama enseguida, pareciera que Leo me jalara con una cuerda, me acuesto a su lado quedando los dos uno frente al otro, nuestras miradas se unía entre el azul de sus ojos y los miel de los míos, toma mi mano y le da un beso haciéndome sonreír como idiota.

- Amanda, eres tan hermosa, no te imaginas lo especial que eres para mí - Susurra con una suave voz - Prométeme que siempre estarás a mi lado, que nunca me vas a dejar - sus ojos se profundizaron al hablar.

- Te lo prometo, nunca me alejaré de ti.

Leo se voltea boca arriba, se queda mirando al techo y luego con su mano atrae mi cuerpo hacia él, coloco mi cabeza en su pecho donde puedo escuchar su corazón latir calmado como una hermosa sinfonía, sus dedos rozaban mi brazo delicadamente haciendome sentir tan bien, tan segura, tan cálida. este no era para nada el Leo que se comportaba como un demente, enseguida trato de eliminar esos malos pensamientos, no quiero dañar este hermoso momento con ideas malas sobre él.

Leo toma su celular mientras busca algo sonriendo.

- ¿Te gusta el grupo The verve? - pregunta con el celular en sus manos.

- Sí, me encanta algunas canciones de ellos, no me digas que a ti también te gusta.

- Claro que me gusta the verve, su música me hace olvidar lo que soy.

- ¿Y que eres?

No me respondió, ya lo imaginaba, todavía no se sentía confiado de contarme sus secretos ni su vida, pero no importa esperaré que él confíe más en mí y me cuente eso que lleva por dentro que lo atormenta tanto.

El silencio que se hizo tras mi pregunta fue interrumpido al dejarse escuchar Bitter Sweet Symphony de the Verve.

Cierro mis ojos y me dejó llevar por la melodía, me encantaba estar así, los brazos de Leo era mi lugar favorito en donde quiero siempre estar, son tan fuertes que me hacen sentir segura. Así nos quedamos en silencio mientras la voz de Richard Ashcroft nos canta.

- Amanda, tu me gustas - me quedé estatica tras la repentinas palabras de Leo para después soltar una pequeña sonrisa cursi y tonta que trato de ocultar.

- Tu también me gustas Leo - digo en un susurro tímido.

El silencio se vuelve hacer presente entre los dos pero esta vez no era un silencio incómodo, nos quedamos escuchando la música abrazados y sintiendo lo cálido de nuestros cuerpos.

Cómo me gustaría que Leo fuera así siempre, tal vez sea así solo por hoy, mañana tal vez cambie conmigo, no lo sé, lo único que se es que hoy disfrutaré este momento.

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