8. Mary McCartney.
Narra John
Paul parecía un chico refinado, a pesar de la clase a la que pertenecía. Era muy amable y trataba de ayudarme a aprender nuevos acordes siempre que tenía oportunidad. Pasamos toda la tarde tocando canciones que a ambos nos gustaban mucho. Miró su reloj, y dijo que ya tenía que irse.
— ¿Por qué? —le pregunté, haciendo pucheros—. ¿Acaso tu mami te regañará si llegas tarde?
La expresión de McCartney se tornó entre seria, triste y enojada al mismo tiempo. No contestó, se limitó a negar con la cabeza y a colocarse su guitarra en la espalda. Fruncí el ceño por un momento, pero luego volví a poner una expresión divertida en mi rostro.
—Entiendo, entiendo —dije en tono burlón—. A mami no le gusta que bebé Paulie esté fuera de casa tan tarde y menos con un chico al que le gustan esas tonterías del Rock and Roll. Es comprensible.
—De hecho, a ella le hubiera encantado saber que estoy en una banda—respondió McCartney, reprimiendo una sonrisa—. Pero ella ya no está, John.
Puse una expresión seria por primera vez en toda la tarde. Paul me había contado sobre su padre y su hermano, también sobre su habilidad para tocar el piano, pero nunca había mencionado a su madre en toda nuestra conversación: y ahora comprendía por qué. Si lo hubiera sabido, no habría hecho esos absurdos comentarios. ¿Qué podía decirle? ¿Perdón? Bueno, tal vez podía funcionar.
—Yo...eh...lamento esos comentarios estúpidos.
—Descuida —me contestó, sonriendo de forma tímida—. No es tu culpa, además...no sabías de esto, es normal que hayas hecho suposiciones así. —Suspiró—. Bueno, tengo que irme.
— ¿Cuál era su nombre? —me aventuré a preguntar.
—Mary —contestó Paul—. Mary McCartney.
Asentí.
No me atreví a decir o a preguntar nada más, sabía que nada de ese tema era de mi incumbencia. Lo acompañé hasta la puerta en silencio y luego él se fue.
Narra Paul
Llegué a casa sin ningún contratiempo, subí a mi habitación a dejar la guitarra en su lugar para poder bajar a cenar. Mi padre y mi hermano ya lo estaban haciendo, así que me disculpe por llegar tarde y me senté con ellos. Mi papá me miraba seriamente.
— ¿Dónde estabas? —me preguntó de forma amable.
—Ya te había contado —respondí con tranquilidad—. Fui a la casa de John Lennon, en Woolton, me uní a su banda: The Quarrymen.
—John Lennon... —murmuró Jim—. Presiento que ese chico te causará problemas, Paul. ¿Por qué no consigues amigos como tú?
—John es como yo, papá—respondí—. Le gusta la música.
No contestó nada, sólo se encogió de hombros, así que comencé a cenar, sabiendo que papá no quería hablar más del tema. Cuando él terminó, llevó su plato sucio a la cocina y se marchó a su habitación, dejándome a solas con Mike.
— ¿Crees que tenga razón? —le pregunté a mi hermano—. ¿Crees que John Lennon me cause problemas?
—No —respondió mientras negaba con la cabeza y me sonreía—. No creo que eso llegue a pasar. Tú eres listo, hermano, no creo que te juntes con delincuentes o gente por el estilo. Además, si el tal John Lennon provocara algo...creo que tú sabrías solucionarlo.
—Pero papá se molestó.
—Sabes que él es así a veces —dijo Mike—. Sólo quiere asegurarse de que nosotros lleguemos a ser alguien en la vida, de la misma manera en que ella quería. Sigue muy afectado por...tú sabes, igual que todos. Se le pasará, no pienses demasiado en sus palabras.
Realmente esperaba que Mike tuviese razón porque me entusiasma mucho la idea de dar presentaciones con el grupo, pero esa emoción se veía ligeramente reducida si papá no estaba de acuerdo. Yo nunca me había considerado un rebelde, sino un muchacho obediente y tranquilo.
Asentí y me fui a mi habitación.
Luego de entrar, cerré la puerta y me senté en la orilla de la cama. Mi recámara era sumamente pequeña, pero no me quejaba, tenía el espacio suficiente para mis cosas. Tomé la guitarra para comenzar a hacer los acordes de aquella canción que había escrito y seguía dándome vueltas por la cabeza: mi primera composición. No se la había mostrado a nadie porque la letra ponía en evidencia, en cierto modo, lo débil que era. Comencé a cantarla en mi cabeza.
Well, I woke up late this morning
My head was in a whirl
Only then I realized
I lost my little girl.
Mi madre, Mary, aquella enfermera que cuidó de la salud de Mike y mía, pero no de la de ella. Suspiré pesadamente. La extrañaba mucho, aunque tenía claro que debía ser fuerte, que no podía dejar que la tristeza acabara conmigo, porque a ella no le hubiera gustado que eso pasara. Mi padre decía que en la vida, el que no se rendía era un verdadero valiente. Y yo, que luchaba incansablemente contra ese sentimiento de tristeza desde hace varios meses, me preguntaba si lo era.
De cualquier manera, no había sido nada fácil.
Well, her clothes were not expensive
Her hair didn't always curl
I don't know why I love her
But I love my little girl
Comencé a llorar en silencio, por temor de que alguien se diera cuenta de mi debilidad. ¿Por qué había tenido que irse? Ella me hacía falta, la extrañaba demasiado. Hubiese cambiado todo lo que tenía por pasar sólo diez minutos con ella, hasta le había prometido a Dios que me iba a portar bien si regresaba a mamá, pero eso nunca pasaría.
Narra Mike
No podía dejar de pensar en lo que Paul me había contado: ahora estaba en una banda, y eso debía ser grandioso. Yo también tenía intenciones de pertenecer a alguna agrupación musical, pero me consideraba demasiado joven para ser aceptado. Tal vez en un par de años, era lo que siempre pensaba.
Iba hacia mi habitación cuando una melodía llegó hasta mis oídos, provenía de la habitación de mi hermano. Paul era muy bueno tocando la guitarra, muchísimo mejor de lo que yo era; a los dos nos apasionaba hacerlo: mi padre nos había inculcado ese amor por la música.
Me acerqué a la puerta de la habitación de mi hermano, daba la impresión de ser una canción sin letra, pero yo sabía que no era así. No era la primera vez que escuchaba aquella canción.
La melodía dejó de sonar, dejándome un extraño vacío que únicamente mi hermano podía comprender. Me había dado cuenta que Paul tocaba esa melodía siempre que recordaba a mamá, era como una rara manera en que él la sentía cerca. Comencé a llorar, yo también extrañaba a mamá. La vida no había sido muy justa, ¿no podría habernos dejado a mamá? No habíamos hecho nada malo como para merecer que se fuera. Y detestaba que hubiese tenido que marcharse por culpa de la enfermedad más terrible de todas.
—Maldito cáncer —dije para mis adentros, antes de irme a mi habitación.
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