65. A salvo.
Narra Paul
Entré a la casa con la ilusión de que (TN) estuviera ahí para poder hablar y arreglar las cosas. Acababa de dejar a Jane en su casa, muy molesta porque no la llevé a celebrar que habían terminado con la película; pero no me importaban los caprichos de la zanahoria cuando tenía algo más importante por hacer. Desafortunadamente, (TN) no había llegado todavía.
Vi el reloj y, después de hacer cálculos, me di cuenta que ella debía haber llegado a casa hacía una hora o quizá más. Me preocupé, recordando que su aspecto no era muy bueno la última vez que la vi. ¿Y si le había pasado algo? Me obligué a mí mismo a confiar en que estaba bien y que llegaría en cualquier momento.
Escuché que un carro se estacionó afuera y salí para ver quién era, presintiendo que se trataría de mi chica. Me sorprendió mucho ver a George con (TN) en sus brazos. Ella estaba cubierta con la gabardina de Harrison y parecía dormir. No comprendía qué había ocurrido.
— ¿Qué pasó? —pregunté con molestia.
George me miró con odio y fue a dejar a mi preciosa chica hasta su habitación, yo lo seguí. Cuando la depositó en la cama, me di cuenta que estaba desnuda y tenía marcas en el cuerpo. Harrison salió de la habitación, dejándome a solas con mi novia.
Empecé a crear hipótesis sobre lo que había pasado. ¿Harrison se había aprovechado de ella? Descarté la idea de inmediato: George jamás haría algo así. Suspiré con pesadez, sin entender cómo (TN) se había quedado inconsciente. Tomé una de sus manos y la acaricié: estaba cálida, suave, perfecta. Me acerqué a su pecho y escuché su corazón latiendo: música para mis oídos. Sus labios tenían marcas de dientes, ¿quién le había hecho esto? Coloqué mis labios sobre los de ella para después fundirlos con suma delicadeza, no quería lastimarla; (TN) no despertó con mi beso.
Decidí salir y dejarla descansar mientras yo averiguaba qué había pasado para que ella hubiera terminado así.
Fui a la cocina y encontré a George comiendo un sándwich: típico de él. Volvió a verme con odio, ¿acaso era yo quien había hecho algo malo o qué le pasaba al señor "llego con las novias de mis mejores amigos completamente desnudas" Harrison? Dejó su sándwich a un lado.
— ¿Qué hacías con mi novia? —me sentía enojado.
—La salvé —su voz sonó desafiante.
— ¿De qué? —pregunté—. ¿De su ropa?
—No seas idiota, Paul —George rodó lo ojos—. ¿Insinúas que yo le quité la ropa y la dejé inconsciente? ¡Claro que no! Yo la salvé del que le hizo eso e intentaba abusar de ella. Quizá si tú hubieras estado con ella y no con Jane... esto no habría pasado.
Me quedé helado con la idea de que alguien había intentado aprovecharse de mi princesa, tomar lo que me pertenecía, y yo no había estado cerca para defenderla. George tomó su sándwich y salió de la cocina sin decirme algo más.
Me quedé un rato en la cocina, tomando valor para poder subir a la habitación de mi chica. Cuando estuve a su lado, le quité la gabardina de Harrison y me quité la camisa para ponérsela a mi princesa; fui hasta uno de sus cajones y tomé unos calzoncillos para ponérselos. Todo esto era muy extraño, le había quitado la ropa muchas veces, pero jamás la había vestido. Fui a mi habitación a ponerme otra camisa y volví con (TN). George entró a la habitación y me observó, colocando una cobija encima de mi novia.
— ¿Quién lo hizo? —cuestioné.
—El chico con el que se ha estado yendo al trabajo... el tal "Tom".
Sentí una punzada en la cabeza y me avergoncé de mí mismo, tenía el presentimiento de que ese hombre intentaría hacer algo con mi hermosa novia, se lo había llegado a confesar a (TN)... y no había puesto mucho cuidado al respecto. ¿Qué clase de caballero dejaba a su princesa sin protección?
—Antes de que me preguntes —George dejó de ver a mi chica para verme a los ojos—, yo estaba ahí porque quería invitar a (TN) a comer. La escuché llorar en la noche y supe que necesitaba tener un amigo cerca.
Me apené mucho al saber que Harrison sólo estaba ahí para ayudar a mi preciosa a distraerse un poco; estaba agradecido con George. De no haber sido por él, la historia habría tenido un final muy diferente.
—Gracias, hermanito —me acerqué a él para abrazarlo—. Perdón por haberte hablado de ese modo. Ver a (TN) así, tan lastimada... me puso mal. Qué bueno que estabas cerca para poderla ayudar. Nunca podré pagarte lo que has hecho, ella lo es todo para mí.
—Ella es muy importante para mí también, Paul —me confesó, sonriendo con tristeza—. No lo hice por ti, sino por ella. Jamás dejaría que alguien le hiciera daño. Sabes que ella me parece muy atractiva, siempre me ha gustado, pero sé que es tuya y lo respeto. —Hizo una pausa para suspirar pesadamente—. A veces me dan celos de que ella te ama a ti y no a mí, pero me queda claro que ella es feliz contigo, así que... sólo quiero pedirte que me prometas que nunca la lastimarás y que la cuidarás mejor, porque no sé si yo podré estar cerca siempre que esté en peligro.
No me molestó que George admitiera que (TN) le gustaba, tal y como él lo había dicho: era algo que yo sabía. Además, seguía bastante molesto conmigo mismo por lo que casi le pasaba a mi novia como para enojarme con quien la había salvado. ¿Lastimarla? Creo que eso era lo que justamente acababa de hacer.
—George, cuando le pedí a (TN) que fuera mi novia —reprimí una sonrisa, recordando aquel bonito día—, yo me juré a mí mismo que jamás la lastimaría, que la protegería de cualquiera que intentara hacerle daño... y hoy fallé a mi juramento.
Harrison se encogió de hombros y me miró con timidez antes de salir de la habitación. Suspiré profundamente, acercándome a mi novia para acariciarle la mejilla. Ella se movió un poco, logrando que la mirara con asombro. Me acerqué a sus labios y los besé con dulzura. Ella despertó.
—Despertaste, princesa.
Pasó sus brazos por detrás de mi cuello y me abrazó con fuerza, noté que estaba tensa. Comenzó a temblar y a soltar sollozos contra mi hombro. La aparté un poco para besar su frente y me di cuenta de que un par de lágrimas estaban rodando por sus mejillas, las limpié con cuidado. (TN) me miró con ojos vidrios, había dolor y tristeza en ellos. Me hizo sentir aún peor.
—Paul, tenías razón... Tom intentó...
La abracé con cariño, no pudo continuar con lo que estaba diciendo. Por mi parte, me sentía destrozado por verla en ese estado. Si hubiera estado con ella, probablemente las cosas hubieran sido diferentes.
—Tranquila, mi amor —intenté calmarla mientras acariciaba su espalda con cariño—. Ya estás a salvo, nadie va a lastimarte, te lo prometo.
Seguí acariciando su espalda, cosa que, junto con mis palabras, logró calmarla ligeramente. Ella me abrazaba todavía con fuerza, aunque yo no sentía la calidez que siempre me mostraba, sabía que estaba enojada conmigo y sólo me había abrazado por ser la primera persona que tuvo enfrente al despertar de la pesadilla.
La puerta de su habitación se abrió y George entró con una taza de té en las manos.
— ¿Cómo te sientes, (TN)? —preguntó.
—Mejor, Georgie —dijo mi novia, limpiando sus lágrimas y apartándose de mí—. Hoy casi... me pasa algo horrible.
—Lo sé —se apresuró a decir—. Al menos ese idiota recibió algo de lo que se merecía. Paul me lo contó todo.
—George... —comencé a decir. No quería que él me atribuyera su mérito.
—Quiero contarle a (TN) tu acto de valentía, Paul, así que guarda silencio —me espetó—. Él estaba afuera del estudio, esperándote luego de que Jane se fuera por un asunto importante, cuando te escuchó gritar. Se apresuró a entrar para buscarte. No sabía dónde podrías encontrarte hasta que empezaste a gritar su nombre. Llegó y apartó de ti a ese asqueroso hombre que estaba a punto de lastimarte. Comenzó a golpearlo hasta que lo dejó inconsciente y te sacó del lugar.
Tragué saliva, no entendía por qué George quería dejarme como el héroe de la película cuando yo sólo había sido un inútil extra que ni siquiera estuvo presente en la escena.
—Gracias por salvarme, Paul —dijo (TN), sonriendo de forma tímida, pero de una manera fría al mismo tiempo.
—Me alegra que estés mejor —musitó George, mirando a (TN) con ternura. Le extendió la taza que tenía en las manos—. Preparé este té para que puedas tranquilizarte, te va a gusta mucho.
—Gracias, Georgie —mi chica suspiró y tomó la taza para darle un sorbo de inmediato—. Está delicioso, de verdad te lo agradezco mucho.
—No es nada —Harrison sonrió, luego dirigió su vista a su reloj de muñeca—. Yo... debo ir a ver a Pattie, le prometí que hoy la llevaría a algún lugar bonito, así que ya debo irme. Nos vemos luego, ¿sí?
—Diviértanse mucho —les deseó (TN).
Apenas salió de la habitación, sentí que era necesario que mi novia supiera la verdad de lo que había pasado. No me gustaba decir mentiras, mucho menos cuando se trataba de algo demasiado grave.
—Fue George quien te salvó de las manos de ese asqueroso bastardo —le confesé, temiendo que se decepcionara todavía más de mí—. Yo... estaba con Jane, varios reporteros estaban afuera de los estudios y nos siguieron hasta su casa.
—Sé que tú no me salvaste —musitó fríamente—. Me cubrieron con una gabardina y tú no llevabas puesta una el día de hoy, no tenía que ser muy lista para darme cuenta.
—Preciosa, quiero que me perdones por...
Escuchamos que el teléfono sonó, así que fui a contestar. La llamada era para (TN), quien se levantó a duras penas para atender a la mujer que estaba del otro lado de la línea. Cuando colgó, me miró con seriedad.
—Tengo que ir a Liverpool —anunció—, agregaron una escena más al guion y necesitan que vaya a grabarla. Tengo que salir justo ahora para poder llegar a tiempo a la estación de trenes, comprar el boleto y salir en el último tren.
—Estás débil, no irás —le dije con determinación—. Tu salud es primero. Cuando vea que estás mejor, te llevaré en mi auto hasta el lugar de filmación, estaré contigo mientras trabajas y regresaremos juntos a Londres.
Ella me ignoró olímpicamente. Fue a su habitación y comenzó a preparar una pequeña maleta. Ni siquiera me dirigía la mirada, me dolía mucho que estuviera tratándome así.
—Te prohíbo que te vayas —le dije con molestia.
— ¡¿Quién eres tú para prohibirme algo?! —me gritó, usando un tono burlón que nunca antes había utilizado conmigo.
— ¡Soy tu novio! —le espeté, alzando la voz.
— ¡¿Acaso no recuerdas que terminamos anoche, Paul?!
— ¡Entiende por un demonio que me preocupas!
— ¡¿Te preocupo?! —preguntó, con un tono de voz sarcástico—. Espera... hoy casi me violan. ¿Dónde estabas ese hombre que dice preocuparse por mí y amarme? Con su novia...
Tragué saliva pesadamente y no me atreví a contestarle nada. (TN) se puso pálida y corrió al baño para vaciar su estómago, yo fui detrás de ella. Sujeté su cabello, evitando que se manchara, hasta que las arcadas terminaron. Mi cara de preocupación debió ser algo muy notorio, porque ella no tardó en decir:
—Estoy bien, McCartney.
Se levantó, tiró de la palanca, se lavó los dientes y salió del baño para regresar al lugar donde habíamos estado discutiendo. Me limité a ver cómo cerraba la puerta de su habitación con seguro, justo delante de mis narices. Se tardó casi media hora en volver a abrirla.
Cuando por fin salió, me acerqué a ella. Ambos estábamos más tranquilos, pero la tensión todavía podía sentirse en el ambiente. Suspiré. Si quería recuperarla, tenía que ser amable con ella.
— ¿Cuándo volverás? —le pregunté—. Necesitamos hablar.
—Seguramente mañana en la tarde o en la noche —musitó con frialdad—. Entre más pronto me vaya, más pronto regresaré.
—Yo puedo llevarte hasta Liverpool, si quieres —me ofrecí—. Quizá podríamos conversar en el camino sobre lo que ha pasado, sobre nosotros y nuestro futuro. Terminaré con Jane cuando volvamos y seremos felices, mi amor.
— ¿No entiendes que ya terminó todo, Paul? —ella hizo una mueca.
—No soy un hombre que se rinde fácilmente, (TN).
Ella soltó un profundo y lardo suspiro.
—Escucha, podemos hablar cuando regrese —me dijo, provocando que mi corazón latiera deprisa—. Ya tomé una decisión, pero quizá puedas hacerme cambiar de opinión. Hay veces en las que las personas merecen una segunda oportunidad, ya veremos qué ocurre.
—Gracias —sonreí con timidez.
Me ofrecí nuevamente a llevarla hasta Liverpool, pero ella se negó. Seguía muy molesta conmigo como para poder acceder. Tomó el teléfono y pidió un taxi. Bajamos a la sala en silencio y esperé junto a (TN) hasta que el taxi llegó.
—Esperaré ansioso tu regreso, preciosa —le dije, pero ella me ignoró y subió al taxi sin despedirse de mí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro