62. Help!
21 de marzo
Narra Paul
Desperté y froté mis ojos. Me sentía increíblemente relajado, había tenido un sueño apasionado con (TN), igual que en aquellos tiempos en que no le había confesado lo que sentía por ella. Suspiré, deseando haber tenido ese tipo de sueños todas las noches que había estado lejos de ella.
Una risita a mi lado hizo que me desviara de mis pensamientos: era Ringo. El baterista me estaba observando con detenimiento.
— ¿Pasa algo? —cuestioné, poniendo mis manos detrás de mi cabeza con naturalidad.
—Tuviste un lindo sueño, ¿no es cierto?
—Ah... sí —musité—. ¿Cómo lo sabes?
—Paul... —señaló mi entrepierna—. Tienes una tienda de campaña ahí.
En ese momento me di cuenta que mi pene estaba completamente erecto y sin intenciones de volver a su estado natural. Me levanté con rapidez y comprobé que estaba un poco mojado con líquido preseminal. Tragué saliva, sintiéndome muy avergonzado. Eso no me pasaba desde hacía mucho tiempo. Sentí que la sangre subía a mi cara.
— ¡Estás rojo! —chilló Ringo, sin poder contener una carcajada.
Lo fulminé con la mirada antes de irme corriendo hasta el baño. Cerré la puerta con seguro y suspiré mirando el gran bulto que tenía bajo mi pijama. Realmente me afectaba mucho estar lejos de mi preciosa novia.
¿Qué podía hacer? ¿Esperar a que se me pasara?
Narra John
Solté un gruñido cuando el teléfono de la habitación me despertó. Le pedí a George que contestara, pero no obtuve respuesta. Primero pensé que era Paul, así que no contesté. El ruido se detuvo por unos momentos, pero cuando volvió a sonar, decidí atender la llamada, considerando que podía tratarse de algo importante.
— ¡¿Qué quieres McCartney?! —le grité al teléfono.
—No soy Paul —me dijo una voz femenina, riendo.
Di un respingo y caí de la cama, pero no me importó. Sonreí de oreja a oreja. Escuchar esa voz siempre me quitaba por completo el sueño y me alegraba el día. Presté mucha atención al mensaje que me dio y colgué.
Harrison entró a la habitación con lo que parecía ser un delicioso sándwich en la mano, me miró con el ceño fruncido y se acercó a mí enseguida. Cuando se dio cuenta de que estaba bien, se sintió libre para reírse.
— ¿Qué haces ahí? —me preguntó divertido—. ¿Acaso te caíste de la cama?
—No, estaba volando —dije, con el tono de voz más serio que me fue posible.
George soltó una carcajada, obviamente sin creer lo que le había dicho. Aproveché ese momento para levantarme y decirle que tenía que ir a darle un mensaje importante a Paul. Sabía que la noticia tomaría por sorpresa a McCartney, igual que había pasado conmigo.
Harrison decidió acompañarme apenas si terminó de comer su sándwich. Entramos en la habitación sin llamar a la puerta y escuchamos gemidos provenientes del baño. Ringo estaba riendo sin control.
— ¿Es...?
—Paul —chilló Ringo, prácticamente llorando de risa—. Despertó con una...bueno, ustedes saben. Y supongo que no se resistió a la tentación de hacer justicia con su propia mano.
George y yo nos contagiamos de la risa del baterista. Me acerqué a la puerta y puse la oreja para poder escuchar mejor; Starr y Harrison me imitaron. Macca se escuchaba realmente concentrado en su labor.
—Ah... ¡ah! —era todo lo que se escuchaba—. Te... ¡ah! Te... extraño, preciosa.
— ¿Abrimos la puerta? —miré a los chicos con malicia.
— ¡¿Estás loco?! No hagas eso —musitó George, negando con la cabeza—. Deja que McCartney haga lo suyo y entonces podrás abrir la puerta, ¿a ti te gustaría que te interrumpieran?
—Depende de quién fuera —me encogí de hombros—. Si se tratara de una chica bonita... no tendría inconveniente alguno, me encantaría que me ayudara.
—Bueno, no somos chicas lindas, John —dijo George, rodando lo ojos—, así que no creo que sea una buena idea interrumpir.
La puerta del baño se abrió de repente y los tres caímos al suelo. Paul se ruborizó un poco al principio, luego nos dirigió una mirada asesina.
George y Ringo se levantaron de prisa, yo me quedé en el suelo.
— ¿Qué hacían? —preguntó el bajista, claramente molesto.
—Te estaba buscando para darte una noticia que te encantará —le dije, todavía en el suelo—, pero tú estabas... ocupado.
Paul se ruborizó por completo, sabía que estaba muy avergonzado porque lo habíamos escuchado.
— ¿De qué se trata, John?
—No te diré mientras esté en el suelo frío y sucio —hice un puchero.
McCartney bufó y no tardó en levantarme.
— ¡Hermanita acaba de llegar! —exclamé, alzando los brazos—. Va a estar aquí muy pronto, así que deberías ponerte algo más decente encima, ¿no crees?
Narra Paul
Una tonta sonrisa se dibujó en mi rostro, lo que John acababa de decirme paracía un sueño hecho realidad. Suspiré. De haberlo sabido, ella me hubiera podido ayudar con mi problema de esta mañana.
Apenas iba a cambiarme de ropa cuando escuchamos que alguien llamaba a la puerta. Di un respingo y corrí para abrir, sin importarme que estaba en pijama. Sonreí todavía más al verla. A mi parecer, se veía más hermosa y angelical que de costumbre.
—Preciosa... —musité.
No perdí ni un solo segundo: acerqué mis labios y los fundí con los de ella en un beso lleno de amor. Puse mis manos en su cintura y ella puso las suyas en mi cuello. Comencé a acariciar su espalda hasta que nos quedamos sin respiración. Nos separamos con una sonrisa en el rostro.
—Te extrañé mucho, Paulie —me confesó, antes de depositar un pequeño beso en mis labios.
— ¡Hermanita! —exclamó John a mis espaldas, corriendo hacia (TN) para darle un abrazo muy fuerte.
—John... no puedo... respirar —Lennon la soltó, riendo.
Estuvimos todo el día divirtiéndonos con (TN), quien había pedido unos días libres para poder visitarnos. Nosotros ya habíamos terminado de filmar las escenas en Austria y nos habían dado el día libre porque regresaríamos a Londres mañana, así que no pudo haber elegido mejor momento.
Ninguno de nosotros sabía esquiar y, aunque los instructores que teníamos eran muy buenos, ya habíamos perdido la cuenta del número de veces que habíamos terminado en el suelo. El cuerpo nos quedaba dolorido después de cada impacto contra la fría nieve, pero la diversión que estábamos teniendo sobrepasaba eso.
— ¡John! —escuché que mi chica gritó y todos fuimos testigos de cómo le lanzó una bola de nieve.
—Con que quieres jugar sucio... —musitó Lennon, tomando nieve del suelo para hacer una gran bola.
Mi mejor amigo miraba directamente a mi novia, sabía que planeaba lanzársela. Yo estaba dispuesto a interponerme entre (TN) y la bola de nieve cuando, para mi sorpresa, John miró hacia donde me encontraba yo y sentí un golpe justo en mi hombro.
— ¡Oye! —exclamó mi princesa, lanzándole otra bola de nieve a su hermano—. ¿Por qué hiciste eso?
—Sabía que te molestarías más si le daba a él —rió John.
Hice una bola de nieve con mis manos para después lanzársela a Lennon, quien desafortunadamente la esquivó; ésta terminó en la nariz de Ringo. El baterista se llevó la mano inmediatamente a su ahora roja nariz. John emitía estruendosas carcajadas.
Estaba a punto de disculparme con Ringo cuando alguien me lanzó otra bola de nieve: George. Eso dio comienzo a una verdadera batalla.
(TN) reía por lo que estábamos haciendo y también participaba en la batalla. Me detuve un momento para contemplarla, prefería un millón de veces verla a ella que cualquier pintura del mejor artista del mundo. Mi novia era una verdadera obra de arte.
Ella me descubrió mirándola con cara de tonto y me lanzó una bola de nieve directamente al brazo.
— ¡Auch! —exclamé, decidido a ponerme dramático—. Estoy perdido. Que tu propia novia te ataque, duele más. Mi brazo se caerá...
—Es sólo un juego, Paulie —ella acercó para besarme.
—Quedas perdonada por eso —besé su nariz y sonreí—, pero no creas que podrás pegarme y luego darme besos a cambio.
—Es-un-jue-go...
Emití una pequeña risa antes de atraerla hacia mí para besarla.
— ¿Es que no pueden estar un solo segundo sin compartirse la saliva? —preguntó John, usando un tono burlón—. Sabes que a Mimi no le agradaría tu comportamiento, hermanita.
—Sonaste casi como ella, Johnny —mi novia se burló.
—Contestando a tu pregunta: no podemos luego de estar separados por casi un mes, Lennon —miré a mi novia directamente a los ojos y le hice un guiño, luego volví a centrarme en John—. Tal vez si amaras a alguien como yo amo a (TN) y te pasara lo mismo, lo entenderías. Estar sin ella es como... como si el sol no saliera y las estrellas dejaran de brillar.
—Me causarás diabetes, McCartney —John hizo una mueca de asco.
—Por cierto, ya no tengo pesadillas —dijo (TN), provocando que todos la miraran extraño.
— ¡Me alegro mucho, princesa! —la abracé y la hice girar por los aires.
Narra (TN)
Cuando llegó la hora de dormir, los chicos se fueron a sus habitaciones. Paul y yo dormiríamos en la habitación que alquilé después de llegar, los demás comprendían que necesitábamos un poco de privacidad.
En cuanto entramos, McCartney comenzó a besarme el cuello, provocando que recordara lo que había pasado entre Tom y yo. Me separé de él.
— ¿Qué ocurre, mi amor? —cuestionó Paul.
—Tengo que contarte algo que pasó cuando llegué a Liverpool.
— ¿De qué se trata? —besó mi hombro y me abrazó.
—Thomas me besó —le confesé, esperando que Paul se molestara—. Yo hubiera preferido que no lo hiciera, él se disculpó conmigo y le pedí que no lo volviera a hacer.
— ¿Cuántas veces te ha besado? —me miró con frialdad y se apartó de mí—. ¿Se atrevió a hacerte alguna insinuación? ¡¿Te tocó?!
Negué con la cabeza. Las manos de mi novio se convirtieron en puños y sus nudillos se tornaron totalmente blancos. Nunca antes lo había visto de esa manera, parecía estar a punto de golpear lo primero que tuviera enfrente.
— ¡Maldito bastardo! —gritó, temblando ligeramente—. ¡Le daré su merecido en cuanto lo vea! ¡Va a respetarme! ¡O lo mataré!
—Calma, Paul —tomé uno de sus brazos para tranquilizarlo con mis caricias—, no pasó nada más. Por favor, para de gritar o tendremos algún problema si alguien te escucha.
Él suspiró y decidió calmarse.
—Cuando Mike y yo éramos pequeños —comenzó a contarme, su voz denotaba molestia—, unos chicos nos asaltaron para quedarse con nuestros relojes. Llegamos a casa llorando y le contamos lo que pasó a mi papá. Hicimos lo que teníamos que hacer: dar parte a las autoridades. Fue la primera vez que fui a una corte, (TN). Esos chicos recibieron su merecido y nosotros recuperamos nuestros relojes. Así que...
—Esto no es un crimen, Paul —lo interrumpí—. Creo que estás exagerando las cosas. Sólo fue un beso, no permití que llegara a ser algo más grave.
—Para mí lo es —musitó, frunciendo el ceño—. Un beso es demasiado. Dawson es un casanova, sé que podría intentar hacer algo más y no quiero ni imaginármelo. No quiero que toque lo que me pertenece. Haré que tenga su merecido.
—Paul, te recuerdo que él no sabe que soy alguien especial para ti —me crucé de brazos—, él cree que Jane es tu novia. Eso es lo que dicen los periódicos y cualquier persona a la que le preguntes.
—Yo... él...
—No quiero seguir con esto, Paul —suspiré—. No tomé un vuelo hasta acá para discutir contigo. Ambos sabemos que no llegaremos a nada si seguimos así. No quiero pelear.
—Yo tampoco —admitió, acariciando uno de mis brazos—. Aunque, te juro que si vuelve a intentar hacerte daño... no me gusta la violencia, pero... lo mataré.
Hice una mueca de disgusto. No me gustaba que Paul estuviera teniendo pensamientos agresivos, él era alguien demasiado bueno como para tener ideas negativas.
—Hagamos otra cosa que no sea discutir o hablar de Thomas y Jane —sugerí y comencé a besarlo con pasión; él correspondió el beso de inmediato, colocando sus manos en mi cintura—. Sabes que es a ti a quien amo.
—Lo sé, preciosa.
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