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56. Bob Dylan.

28 de agosto de 1964

Narra (TN)

Los chicos iban a recibir la visita de otro gran músico, por lo que estaban muy emocionados; aunque fingían estar tranquilos. Bob Dylan vendría en la noche, así que los chicos tenían todo el día libre para pensar en el encuentro con el músico. Como había demasiadas fans afuera del hotel, fue imposible que salieran a dar un paseo. Estuvieron bromeando en la habitación de Ringo toda la mañana y parte de la tarde. Uno nunca se cansaba de sus chistes, pero quería estar a solas con mi novio.

—Paul —acaricié su brazo con ternura.

— ¿Sí, nena? —me miró con una tímida sonrisa.

— ¿Por qué no vemos una película en la habitación?

—De acuerdo.

—Sí, claro, "una película" —dijo George con sarcasmo.

—Hermanita no tiene otras intenciones —John rodó los ojos—, no quiero que hagas comentarios sarcásticos sobre ella.

Me sonrojé ligeramente, pero no me atreví a decir nada. Paul me tomó de la mano y fuimos hasta su habitación. Nos recostamos en la cama y él me dio el control remoto. Me abrazó con una gran sonrisa.

— ¿Qué pasa? —cuestioné.

—Nada —besó mi frente.

— ¿En qué piensas? —solté una pequeña risita.

—En ti —volvió a besarme, esta vez en la mejilla.

No había nada interesante en la televisión, ya le había dado la vuelta a los canales varias veces; de cualquier manera, me sorprendía que la programación fuera más amplia en Estados Unidos. Dejé un programa de noticias y estuve viendo las imágenes que transmitían sobre la visita de los chicos al país.

Apagué el televisor cuando comenzar a hablar de Jane Asher y su noviazgo con el cute Beatle. Miré a Paul, se había quedado dormido junto a mí. Era como un angelito, un querubín.

—No me gustan las zanahorias, señor —murmuró, todavía dormido—. No pienso comprar eso.

— ¿Qué ocurre, Paulie? —hice un gran esfuerzo por contener mi risa.

—Me hacen daño, señor —susurró—. Son feas.

Paul estaba hablando dormido, lo cual era bastante tierno hasta que comenzó a moverse desesperadamente; era probable que su sueño se hubiera convertido en una pesadilla. Estaba sudando y su respiración se volvió agitada. Comencé a hablarle con cariño para que despertara.

— ¡Ellos lastimaron a mi preciosa! —gritó y se despertó de golpe.

McCartney me miró y vi que sus ojos estaban llorosos, respiraba de forma intranquila; pero comenzó a calmarse cuando se dio cuenta de que todo estaba bien. Le acaricié el cabello y pareció tranquilizarse más, pues llevó una mano a mi mejilla y la acarició. Contemplé cómo su rostro recuperaba el color justo antes de que Paul me besara.

—Tuve una pesadilla —tragó saliva—. Fue horrible.

—Lo supuse —admití, acariciando sus brazos.

—Soñé que los...eh...que unas malas personas te habían herido.

—Calma, Paulie —lo besé con dulzura—. Estoy bien, nadie me hizo daño y es poco probable que alguien me lastimara contigo a mi lado, ¿no lo crees?

Una lágrima rodó por su mejilla, la limpié con mucho cariño y él sonrió débilmente mientras asentía. No me gustaba ver a mi novio llorar, prefería los momentos en que sonreía. Puse mi cabeza en su pecho y él suspiró profundamente.

—No volveré a tomar una siesta en mi vida —se quejó.

—Tranquilo —me reí en su pecho—. Que hayas tenido una pesadilla no quiere decir que vayas a tenerlas siempre, mi amor.

— ¿Qué hora es, preciosa?—cuestionó mientras acariciaba mi brazo con delicadeza.

Vi el reloj. Era casi hora de cenar y después llegaría Bob Dylan. Fui a mi habitación a arreglarme y Paul pasó por mí más tarde. Nos encontramos con los demás en el restaurante del hotel.

Narra John

Terminamos de cenar y subimos a mi habitación; excepto hermanita, quien fue a su habitación, diciendo que se sentía cansada. Todos le dirigimos miradas de curiosidad a Paul, quien se limitó a encogerse de hombros y decir:

—No hicimos nada, lo juro.

Brian también subió con nosotros, lucía relajado. Dylan no tardó mucho en llegar y le pidió a nuestro roadie, Mal Evans, que fuera a comprar algo de vino. ¿Alcohol? ¿Bob Dylan? La idea me parecía magnifica, y a todos los demás también.

Dylan se sentó junto a nosotros y nos miró con una sonrisa. Me parecía un sujeto muy agradable.

—Chicos —sacó una pequeña bolsa con algo verde dentro—, creo que es un buen momento para ir tomando confianza, ¿alguno quiere?

—Ellos jamás han fumado yerba —le confesó Brian.

A Dylan no pareció importarle e hizo un porro. Lo encendió, fumó un poco y luego me lo pasó a mí. Lo tomé y lo probé ante la expectante mirada de todos los demás.

—Vamos, siempre hay una primera vez —me animó Dylan, riendo.

Era diferente a los cigarrillos normales, pero era igual o un poco más agradable. El olor era más fuerte, por supuesto. Después de darle una calada, le pasé el porro a Ringo para que lo probara.

— ¿Jamás la habían probado? —Dylan realmente lucía impresionado.

—No —contestó Ringo, riéndose.

— ¿Qué hay de su canción "I Want To Hold Your Hand"? —Dylan nos señaló a Paul y a mí.

— ¿Qué tiene nuestra canción? —pregunté divertido.

—El coro dice "I get high" —dijo sonriendo—, yo supuse que se referían a esta maravilla.

—En realidad es "I can't hide" —aclaró Paul, riendo.

Miramos a Ringo y nos dimos cuenta que se había terminado el porro él solo. Estaba riendo como loco, se notaba a millas que lo estaba disfrutando; todos los demás queríamos estar igual. Bob decidió hacer un porro para cada uno. El vino llegó y comenzamos a tomar sin mesura mientras hablábamos de música y cosas relacionadas con nuestros trabajos.

—He descubierto la clave del universo —dijo Paul con seguridad, antes de pedirle a Mal una hoja y un bolígrafo para comenzar a escribirlo antes de que se le fuera.

Nos divertimos hasta muy tarde, las bromas y los chistes no faltaron. Incluso Brian se había unido a nuestra experiencia, algo poco común. Fue bastante excitante y relajado a la vez.

Narra Paul

29 de agosto

Había regresado a mi habitación hasta muy tarde y mi preciosa ya estaba dormida. Me acosté y dormí profundamente hasta que alguien tocó la puerta. Debía ser muy temprano porque (TN) seguía dormida a mi lado. Fui a abrir la puerta.

—Hola, Paul, buenos días —saludó Mal—. Estaba a punto de ir a desayunar algo, pero pensé que querrías ver el papel que me diste anoche.

—Sí, por favor.

Me lo entregó e intenté leerlo, pero era imposible. La letra no era legible. Lo único que logre entender fue: "hay siete niveles", pero no explicaba nada. ¿Niveles de qué? Solté una pequeña risa. Tantos pensamientos profundos...para nada.

—No sé en qué estaba pensando anoche —me reí.

—Tampoco entendí nada de lo que escribiste —el roadie se encogió de hombros—, supongo que el universo se niega a revelar sus secretos.

—Gracias por darme esto, Mal —sonreí—. Ahora, debo volver a la cama para dormir un poco más, ¿de acuerdo?

Él asintió y se fue. Cerré la puerta, guardé la evidencia de mi primera experiencia bajos los efectos de la marihuana y volví a la cama. (TN) ya había despertado, pero su rostro no mostraba otra cosa que no fuera somnolencia; el mío debía verse igual.

— ¿Era Mal? —preguntó.

—Sí —asentí y me metí bajo las cobijas, recostándome de lado para quedar frente a ella—, sólo vino a darme una hoja de papel que le pedí que guardara anoche. De cualquier manera, no escribí nada importante.

Me acerqué más a ella, notando cómo arrugaba la nariz.

— ¿Qué es ese olor, Paul? —se aproximó a mí y olfateó mi camisa—. Eres tú, ¿por qué hueles así?

—Bueno, quizá estuve fumando un par de porros de marihuana con Bob Dylan y los chicos —le confesé, esperando que no se molestara demasiado. Ella rodó los ojos—. Él dijo que es inofensiva, preciosa. Nos sirvió mucho para relajarnos y pasarla bien.

—Es una droga, Paul —se apartó de mí—. Puede ser peligroso, no quiero que te hagas adicto, ni que esa cosa te cambie o te dañe. Me gustas tal y como eres, ¿lo sabes?

—Lo sé, preciosa —sonreí con timidez—. Te prometo que tendré mucho cuidado: no me volveré adicto, ni me cambiara, ni me dañará. Lo tendré bajo control.

—Y no quiero que fumes eso cerca de mí —alzó las cejas, sabía que estaba hablando en serio.

—Sólo si me das un beso...

(TN) me besó.

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