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54. Ella.

Narra (TN)

Habían pasado casi tres días desde que Paul se había ido, aunque yo sentía que había sido más tiempo. Al principio, los chicos se lo habían tomado con calma, pero al segundo día empezaron a preocuparse. Nadie sabía dónde podía encontrarse el bajista, ni siquiera Brian.

La noche llegó nuevamente pero, al igual que en las noches previas, no podía conciliar el sueño, no mientras él estuviera en quién sabe qué parte. Estar en mi habitación se había convertido un martirio, me hacía recordar aún más su ausencia. Había estado quedándome en la sala. Los chicos estaban preocupados por mí, en especial John. Había dicho que mataría a McCartney en cuanto apareciera.

Me senté en el sofá donde había estado a punto de dormirme en el pecho de Paul justo aquella tarde que se marchó. Suspiré mirando al suelo. El silencio reinaba en la casa y sólo era interrumpido por los ronquidos de los chicos. Me llevé una mano a la cara, mis ojos estaban hinchados y me dolían por haber llorado tanto. Suspiré de nuevo, esta ocasión con pesadez, pasaría otra noche solitaria. Estaba a punto de comenzar a llorar de nuevo cuando escuché un auto frenar afuera de la casa.

Segundos después alguien irrumpió en la casa. Era Paul, parecía estar mareado o algo así. Me miró e instintivamente le dirigí una sonrisa triste. Había estado pensando en ese momento y creía que cuando apareciera por el umbral de la puerta, yo saltaría de alegría e iría corriendo hasta él para abrazarlo y besarlo; pero mi reacción fue extraña: sentí alivio porque estaba bien, por supuesto, pero también me sentí triste porque no creía que Paul se atreviera a irse así. Él se llevó una mano a la cara y, con paso tembloroso, fue a sentarse junto a mí.

—Lo siento, nena —dijo, haciendo que el olor a alcohol llegara hasta mi nariz. Se acercó un poco más a mí—. Vamos a dormir, ¿está bien?

Se acercó y me besó con torpeza, compartiéndome el sabor de su boca. Fue de esa manera como me enteré que había estado bebiendo Whisky muy concentrado, también parecía haber fumado más de un par de cigarrillos. De pronto, me sentí un poco enojada con él, ¿acaso creía que podía largarse una eternidad del modo en que lo hizo para luego volver y encontrar todo como antes?

—No, Paul —lo aparté de mí, haciendo una mueca de disgusto—. No después de que me gritaras de esa manera. Yo no te hice nada, no merecía que te comportaras igual que un monstruo conmigo y... ¡te fuiste tres días sin avisarme a dónde irías o por qué lo hacías!

Él asintió lentamente y me miró a los ojos. Los tenía hinchados y rojos, probablemente había llorado, esperaba que eso fuera. Me atemorizaba la idea de que se hubiera drogado; porque podía tolerar el cigarrillo, pero no quería que se hiciera demasiado daño con otras sustancias.

Se llevó las manos a la cara y empezó a sollozar. Vi cómo se limpiaba las lágrimas del rostro. Paul se veía como un niño pequeño: completamente vulnerable. Esa vista fue suficiente para que se ablandara mi corazón y mi enojo se disipara. Lo abracé y besé sus labios con ternura, ignorando el sabor a whisky y a tabaco.

Me miró y esbozó una débil sonrisa.

—Yo te amo a ti, no a ella.

No quise decir nada más, sabía que podía hacerlo enojar o sentir peor; no quería eso. Desconocía a qué se refería Paul, pero me quedaba claro que no podía ser algo bueno. Me dio un beso en la frente y, con pasos torpes, subió a su habitación.

Me recosté en el sofá y pronto me quedé dormida, con la esperanza de que mañana fuera un día mejor.

Al día siguiente.

Desperté e hice un repaso rápido de lo que había pasado el día anterior. Me levanté y fui a la cocina para preparar un jugo de naranja y unos huevos revueltos. Luego de poner todo en una bandeja, busqué una pastilla para el dolor, que pudiera ayudar a mi novio.

Subí con mucho cuidado para no tirar nada y me dirigí a la habitación de Paul, él seguía dormido. Gracias a mi reloj de muñeca supe que ya no era tan temprano. Puse la bandeja en el tocador, me acerqué a él y le di un pequeño beso en los labios. Él abrió los ojos con lentitud.

—Buenos días, mi amor —besé su frente—. Te traje el desayuno, ¿te sientes bien?

Lo único que pudo emitir fue una especie de gruñido. Sonrió débilmente; se veía muy cansado y desfallecido. Había sido una excelente idea llevarle el desayuno a la cama.

—Quiero ir al baño —dijo, a continuación se levantó—. Vuelvo en un momento.

Estaba a punto de salir de la habitación cuando se llevó las manos a la boca y corrió. No creí que fuera una buena señal, así que corrí detrás de él. Llegó hasta el baño y comenzó a vomitar, me miró de reojo y cerró la puerta con el pie, avergonzado de que yo hubiera visto la escena.

Después de unos cuantos minutos, salió.

— ¿Estás bien? —me sentía muy preocupada por él.

—No del todo bien —dijo, apenado por lo que acababa de pasar—. Me siento fatal por todo lo que bebí anoche. Siento que mi cabeza va a explotar.

—Lo supuse —le entregué la pastilla—. Tómala, te ayudará.

Narra Paul

(TN) me acompañó hasta mi habitación y, luego de que tomara la pastilla, me pidió que regresara a la cama. Desayuné bajo su atenta mirada, sabía que le preocupaba mucho mi estado de salud. La comida no estaba mal, pero me sabía ligeramente a menta porque me había lavado los dientes después de vomitar.

— ¿Quieres contarme qué ha pasó?

—Sólo si prometes no huir —masajeé mis sienes—. Estoy algo débil como para ir detrás de ti.

—De acuerdo —respondió (TN), divertida.

—Tarde o temprano te ibas a enterar de esto —sentía que no tenía el valor suficiente para hablar, pero igual quería hacerlo—. Es una noticia que seguramente ya se expandió a lo largo y ancho del mundo. Y, antes de contarte, quiero dejarte claro que yo te amo únicamente a ti.

Comencé a contarle todo con la misma incomodidad con que hice las cosas, desde la conversación con Brian hasta las palabras que habían cambiado mi vida privada ante la prensa.

—Flashback—

Estacioné el auto afuera del restaurante que Brian me había indicado. No sé cómo lo hice, pero logré calmarme. Había pasado casi dos asquerosos días en la habitación de un hotel, preparándome emocionalmente para lo que estaba a punto de hacer. Entré y vi a los Asher a lo lejos, me acerqué y le pregunté a Jane si podía sentarme con ellos. Toda la familia estaba feliz de que yo estuviera ahí.

Estuve tolerando su plática mientras comía, eran agradables, pero en ese momento nada me parecía del todo agradable. Jane no me quitaba los ojos de encima y, aunque estuviera fastidiando, la miré para sonreírse.

Reprimí un pesado suspiro.

—Eres hermosa, Jane —ella se sonrojó.

—Muchas gracias, Paul.

— ¿Te gustaría seguir esta conversación en privado? —le susurré al oído.

Ella asintió y nos despedimos de sus familiares, luego de que yo pagara su consumo y el mío. Todos estaban fascinados por vernos juntos, desde su familia hasta las personas presentes. Salimos del restaurante y había varios fotógrafos, yo mismo los había llamado y me odiaba por haberlo hecho.

"Mi cariño por ti se ha reducido, Brian" —pensé—, "pero bueno, todo sea por la banda y la fama que nos traerá esto."

Sin que ella se lo esperara, me acerqué con rapidez a sus labios y los besé. Ella correspondió a mi beso con mucha emoción. Los fotógrafos no paraban de tomarnos fotos, felices por estar presentes en un momento que aparentemente era muy importante para mí. Lo cierto es que me sentía como si estuviera muriendo.

— ¿Quieres ser mi novia? —le pregunté.

Ella aceptó después de volverme a besar. Los reporteros se acercaron a nosotros y nos hicieron muchas preguntas, mismas que Jane contestó felizmente y sin que yo le pidiera. Me había tomado de la mano y me miraba a los ojos luego de contestar cada pregunta. Yo sólo sonreía con hipocresía.

—Fin Flashback—

(TN) me miraba con ojos llorosos, alargué mi mano y le acaricié la mejilla, temiendo que se alejara de mí, pero no fue así. Una lágrima se escapó y rodó hasta mi mano. La sequé con delicadeza y negué con la cabeza.

—No llores —le pedí con la voz débil.

Seguramente yo era uno de los peores novios del universo entero. (TN) estaba llorando, por mi culpa. Verla así me hacía sentir como un verdadero monstruo, una escoria que no merecía ni siquiera la compañía de un ángel como ella.

—Perdona —se alejó unos centímetros de mí, intentando contener el llanto—. Es sólo que no me hago a la idea de que mi novio tenga otra "novia", ¿tú sientes algo por ella? ¿Crees que deberíamos terminar?

—No quiero que terminemos —mi corazón estaba rompiéndose, sabía que el de mi chica estaba igual—, te amo a ti. Debo aparentar que tengo una relación con Jane para que la fama del grupo aumente, es importante. Brian dijo que sólo será por un tiempo.

—Ella no sabe que es una farsa, Paul —se cruzó de brazos, evitando mirarme a los ojos—. Cree que la amas.

—Y la prensa también lo cree —añadí—, pero tú y yo sabemos la verdad: sólo te amo a ti.

(TN) hizo una mueca extraña y suspiró con pesadez, pero no me dijo nada al respecto. Me dolía su silencio. Prefería que me gritara o que me reclamara por el gran error que acababa de cometer.

—Debo irme —se limpió otra lágrima y comenzó a ir hacia la puerta—, espero que te sientas mejor pronto, Paul.

—Me prometiste que no te irías...

—Tengo que ir a trabajar.

—Preciosa —la llamé, logrando que ella me mirara con sus ojos llorosos—, prométeme que no le dirás a nadie que es un engaño, es muy importante que nadie lo sepa.

Ella asintió y salió de mi habitación. Yo no podía dejar que se fuera sola, me levanté con mucho cuidado de no volver a provocarme nauseas, tomé mi abrigo y las llaves de mi auto antes de bajar para encontrarme con (TN) a punto de salir. Se había limpiado la cara y, gracias al maquillaje que usaba, no se veían rastros de sus lágrimas.

—Yo te llevo —le ofrecí, intentando poner una mirada amable.

—Gracias, pero ya le hablé a Tom —se encogió de hombros—. No tardará en llegar por mí.

— ¿Quién es ese tipo? —pregunté con un poco de molestia.

—Es un amigo: Thomas Dawson —musitó—. Trabajamos juntos, así que ambos tenemos que ir a donde mismo. Además, no creo que sea una buena idea que la prensa te vea con alguien que no es tu divina y encantadora novia...

Tragué saliva y asentí lentamente. ¿Por qué todo me estaba resultando tan difícil? No quería que ella se alejara de mí, pero entendía que estuviera incómoda por la situación. Iba a sentirme terrible si la perdiera por culpa de la zanahoria.

—Sé que las cosas van a ser un poco diferentes —me atreví a decir—, pero quiero que estemos juntos. Tú eres la única que me da fuerzas para seguir vivo, para continuar con todo. Si me dejas... moriré, no soportaría perderte.

—Tranquilo —(TN) me abrazó, pero noté que no mostraba un gran entusiasmo—. Estamos juntos, Paul. No te dejaré. Yo... entiendo por qué lo hiciste, sólo déjame asimilar las cosas, ¿sí?

—De acuerdo, preciosa.

Estaba a punto de besarla cuando vi que un auto se estacionaba justo delante de nuestra casa. La persona que se bajó de dicho vehículo hizo que me dieran ganas de volver a la cama y ponerme a hibernar hasta la siguiente década. (TN) me soltó de prisa y otros brazos me abrazaron, otros labios me besaron, justo delante de mi chica especial.

—Hola, mi amor —saludó la zanahoria.

—Hola, Jane —comencé a sentirme aturdido.

—Creí que podríamos salir a alguna parte —Asher me tomó por las mejillas—. Tú y yo vamos a pasar muchísimo tiempo juntos a partir de ahora. Por cierto, hice una cita con una emisora de radio para hablar sobre nuestra relación

—Paul está un poco enfermo, Jane —le explicó (TN), sin decirle que me había puesto borracho—, lo mejor será que permanezca en casa para que se recupere pronto.

Estaba a punto de decir algo cuando vi que otro auto llegaba y un hombre bajaba para saludar afectuosamente a mi novia, ella se despidió de mí y de la zanahoria antes de subir al auto.

Me sentí furioso. Se veía a kilómetros de distancia que ese tipo era un peligro. Si Jane no fuera mi "novia", podría advertirle a ese rompecorazones que se olvidara de la idea de meterse entre las piernas de (TN) o de besar sus dulces labios, porque sólo yo podía hacer eso. Fulminé a Dawson hasta que se fue.

— ¿Qué ocurre? —preguntó Jane, seguramente por mi comportamiento—. Te pusiste pálido.

—No me siento bien —me excusé.

Esperaba que Jane se fuera, pero no accedió a hacerlo cuando lo sugerí. Entró y dijo que me prepararía un té, prometiendo que me haría sentir mucho mejor.

Me senté en el sofá y escuché que los chicos bajaban las escaleras. Cerré los ojos con fuerza por unos instantes, preparándome para recibir mucho odio de parte de mi mejor amigo por lo que acababa de hacer.

— ¿Dónde está hermanita, Paul? —preguntó John.

—Fue a trabajar —respondí.

— ¿Por qué se fue sin despedirse? —chilló Ringo—. Ella nunca hace eso.

—Tenía que estar allá temprano —le expliqué, sin saber si era verdad—. ¿Para qué la necesitaban?

—Yo necesitaba que me diera un consejo, sobre una chica —habló George—. La invité a salir hoy y...no sé qué hacer, pero bueno, creo que improvisaré.

—Ya está el té, Paul —escuché la voz de Jane a mis espaldas.

Los chicos me fulminaron con la mirada como diciéndome: "¡¿qué diablos hace ella aquí?!". Suspiré pesadamente antes de susurrarles que era culpa de Brian y que les explicaría más tarde. Harrison y Starr se conformaron con mi respuesta, pero Lennon, no.

— ¿Qué haces aquí, Jane?

—Vine a ver a mi novio.

— ¿Tu novio? —preguntó John, pronunciando las palabras con burla.

—Sí, Paul y yo somos novios desde ayer.

Jane se puso a servir el té. Las manos de John se habían hecho puños y sus nudillos estaban completamente blancos, él me miraba con odio. Contuve la respiración. Lennon iba a matarme, estaba seguro de ello.

—No me siento bien —le dije a Jane, tomándole las manos—. Necesito descansar para poder recuperarme, ¿qué te parece si salimos en cuanto me sienta bien?

—Me parece bien, mi amor —me besó con cariño—. Quizá eso te ayude a sentir mejor más pronto.

—Sí, seguro que sí, nena —tragué saliva ante la fulminante mirada de John.

Acompañé a Jane hasta la puerta y esperé hasta ver que el auto desaparecer en el horizonte. Unas tensas manos se pusieron en mis hombros. No era necesario mirar atrás para saber de quién se trataba. Volví a contener la respiración mientras cerraba la puerta. Apenas se escuchó el "clic" de la cerradura, las manos, ahora convertidas en puño, me mandaron al suelo y caí de bruces.

— ¡Ay! —exclamé con dolor, pero no era por la caída.

Un pie había golpeado mi espalda con demasiada fuerza. Me di la vuelta y vi que John estaba a punto de darme otra patada. Sus ojos irradiaban mucha furia. George y Ringo corrieron y lo detuvieron, dándome el tiempo suficiente para levantarme y apartarme un poco.

— ¡Asqueroso pérfido! —me gritaba John—. ¡Juro que te mataré, McCartney! ¡¿Cómo puedes hacerle esto a hermanita?! ¡¿A mi hermanita?! —Miró a George y a Ringo con nervios—. ¿Y a ustedes qué les pasa? ¿No se dieron cuenta de lo que le está haciendo a hermanita? ¡Merece un castigo!

—Yo... ya le expliqué el porqué, ella lo entiende —musité, intentando no parecer nervioso—. Fue idea de Brian, no mía. ¿Acaso crees que yo soy feliz con esa zanahoria? ¡Está claro que no!

—Tengo tantas ganas de golpearlo como tú, John —dijo George, quien parecía estar a punto de soltar a Lennon.

—Pero no pueden golpearlo sin que él nos dé una explicación —intervino Ringo.

—Gracias, Ringo —solté con alivio.

Les conté toda la historia, desde la visita de Brian hasta la conversación que tuve con (TN) antes de que se fuera a trabajar. Al final, los tres estaban impresionados y parecieron perdonarme. John parecía apenado por lo que me había hecho.

—El cerdo no debería preocuparse tanto por nuestra fama —musitó John y luego se acercó lentamente a mí—. ¿Te lastimé, Macca?

Negué tristemente con la cabeza. Me sentía terrible, no sólo por la resaca sino por ser novio de esa zanahoria. El dolor de la espalda era mi castigo, me lo tenía bien merecido.

—Perdón por pegarte y decirte "asqueroso pérfido" —se disculpó Lennon.

Narra (TN)

Terminé de trabajar hasta muy tarde, ni siquiera había salido a comer. En cierto modo lo agradecía porque así no había tenido que estar pensando en que tenía que "compartir" a Paul con Jane. Tom me encontró al salir del estudio, parecía que me estaba esperando.

— ¿Quieres que te lleve a casa? —me preguntó.

—No es necesario, puedo tomar un taxi —admití—. De todos modos, gracias.

Se acercó a mí y puso sus manos en mis hombros para que lo mirara a los ojos. Se veía feliz y preocupado al mismo tiempo, pero tratándose de tan buen actor, nunca se sabía qué estaba pasando por su mente.

—Vamos, te llevaré a casa —sonrió de forma coqueta—. No acepto un "no" como respuesta, (TN).

Me reí un poco y accedí, comenzando a caminar hacia el deportivo que conducía. Thomas intentó tomarme de la mano, pero no lo permití. Él no era nadie para hacer eso. Subí al auto y él arrancó, aprovechando el momento para hablar del avance de la película en la que trabajábamos juntos.

Cuando estuvimos afuera de mi casa, estacionó el automóvil y me miró.

—Escucha, vi las noticias —me dijo como si me estuviera consolando, fruncí el ceño—. Sé que él es novio de Jane, y no quiero que eso te lastime.

Deseé poder decirle que todo se trataba de un engaño, pero Paul me había hecho prometerle que guardaría el secreto. No podía romper mi promesa. Tuve que asentir lentamente, fingiendo un poco de tristeza.

—Sé que debe ser difícil porque viven en la misma casa —suspiró con pesadez—, pero tú puedes conseguir a mejores personas, alguien que te quiera de verdad, alguien como yo.

—Es probable que sí, Tom —dije, sin mucho entusiasmo—, pero créeme, estoy bien así. La soltería tiene su lado agradable y no me quejo. Gracias por traerme a casa, nos vemos mañana.

—Claro, paso por ti a la misma hora que hoy —alzó ambas cejas y sonrió.

—No es necesario —negué con la cabeza—. Puedo pedirle a John o alguno de los chicos que me lleve, me llevo muy bien con todos.

—Quiero hacerlo —dijo Dawson—. Soy tu amigo y quiero ayudarte en lo que pueda, especialmente en estos momentos en que...bueno, sé que debe ser un momento complicado para ti.

—Está bien, Tom —sonreí—. Gracias por preocuparte por mí.

Entré a la casa y cerré la puerta con cuidado para no hacer demasiado ruido. Recibí un cálido abrazo por detrás, me giré para probar mis labios favoritos, que sabían a algo dulce. Acaricié su cabello y Paul me atrajo más hacia él. Puse mi cabeza en su pecho cuando ambos nos quedamos sin aliento.

—Te extrañé, preciosa —dijo, haciéndome alzar la mirada—. Fue una mañana difícil para mí.

Le acaricié la espalda y él hizo una mueca de dolor. Me contó todo lo que había pasado después de que me fui. Debía admitir que esperaba que John hiciera algo así: ¡mi hermano me adoraba! Me contuve de reír.

— ¿Ya les explicaste?

—Sí, ya nos explicó —musitó Ringo.

— ¡(TN)! —exclamó George y corrió a abrazarme—. ¡Pattie es mi novia!

Miré a Paul y él sonrió débilmente.

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