43. La pelirroja.
Narra (TN)
Los chicos estaban a punto de terminar su concierto. La cantidad de gente que había venido a verlos era impresionante. Ahora nadie dudaba que se dirigían a la cima de la cima de las cimas. Hicieron su tradicional reverencia hacia el público y salieron del escenario, sonriendo por el éxito de su actuación.
— ¿Qué te pareció, mi amor? —Paul me besó con dulzura.
—Fue magnífico, igual que siempre —le sequé el sudor con una de las toallas especiales para eso—. Son la mejor banda de todos los tiempos, Paulie.
Él sonrió, me besó nuevamente y fue hacia donde los chicos estaban hablando con Brian. Noté que junto a Brian había una chica pelirroja que les sonreía tímidamente a los chicos. Era imposible no reconocerla: Jane Asher, una actriz, igual que yo. Me acerqué para escuchar su conversación.
— ¿Entonces podremos salir a divertirnos? —preguntó John—. La noche es joven y ya no tenemos más compromisos que cumplir.
—Sí, pero con cuidado —dijo Brian, sonriendo forzadamente—. Recuerden que se trata de una dama.
—Claro que sí —dijo George y luego me miró—. ¿Vienes con nosotros, verdad, (TN)?
Al parecer Harrison había sido el único que notó que me había acercado y había decidido delatarme.
—Eh...sí, claro, Georgie.
Cada Beatle iría en su auto, Paul se ofreció a llevar a Jane, y ella no dudó en ocupar el lugar del copiloto. El camino fue incómodo para mí pues Paul y Jane conversaron durante todo el trayecto, ignorando mi presencia en el asiento trasero. Ella no parecía ser una mala persona, pero miraba a mi novio de una manera demasiado cariñosa. Mordí mi labio con fuerza, no quería admitir que me estaba poniendo celosa.
Coloqué mi cabeza sobre el hombro de Paul para que me hiciera caso, pero ignoró mi gesto y siguió conversando con la pelirroja sobre la realeza y de que al parecer por las venas de los Asher corría sangre de la nobleza. ¡Presumida! Yo a duras penas recordaba a mis padres, ni de chiste sabía algo de mis ancestros.
Me aparté del hombro de mi novio y miré afuera del auto hasta que habíamos llegado a nuestro destino. Una vez ahí, bajamos sin perder más tiempo, esperando que nadie hubiera notado la presencia de los Beatles. Paul me tomó del brazo y también tomó a Jane.
—Señoritas, dejen que las escolte hasta el lugar —dijo con un acento de caballero.
—Muchas gracias, sir Paul —respondió Jane con una risita.
Hice una leve, pero discreta, mueca de disgusto y vi que John, George y Ringo se acercaban a los otros. George se veía igual de incómodo que yo.
— ¿Dos para ti? —le preguntó George a Paul, alzando una de sus prominentes cejas—. Eso es injusto. —Me miró dulcemente—. Hermosa, dama, ¿me dejaría tener el honor de escoltarla adentro?
—Por supuesto, Georgie.
Le dirigí una sonrisa maliciosa a mi novio. Dos podían jugar ese juego. Harrison me tomó del brazo y yo me solté del de Paul, quien pareció molestarse mucho. Miré a Jane y luego a él. Me encogí de hombros y entré al bar del brazo de George.
Era un lugar amplio y sumamente lujoso, había mucha gente y, por su manera de vestir y de hablar, se veía que todas ellas eran muy ricas. No era de los lugares favoritos de los chicos, así que supuse que lo habían elegido para complacer las exigencias de la chica cuyo cabello era del mismo color que una zanahoria.
—Este lugar se ve muy bien, seguro que las bebidas son muy caras —John miraba hacia todas partes, un poco disgustado—, pero es probable que no haya muchas chicas que puedan ceder a algo.
Tomamos asiento en una de las mesas del fondo, aunque sabíamos que nadie se atrevería a molestarnos; yo quedé en medio de George y John. Mi novio quedó junto a Jane, y cuando lo noté, comencé a arrepentirme de todo: si no me hubiera alejado de él, yo habría estado sentada junto a él.
Fijé la mirada en él, esperando que me viera también. Lo conseguí. McCartney me veía como si tratara de decirme algo, pero la pelirroja volvió a hablarle y él tuvo que hacerle caso. Esperé a que me volviera a mirar, pero eso no pasó; parecía que Jane no dejaría de hablar jamás. Paul reía con lo que ella le decía.
— ¿En qué tanto piensas, hermanita? —John me distrajo de mis pensamientos—. ¿En Paul? Se nota que no te agrada Jane, pero quizá deberías relajarte más. Sabes que ese bastardo jamás te hará daño si yo estoy presente.
—Lo sé, pero no me siento cómoda —le respondí, también en un susurro—. Está haciendo reír mucho a mi novio y...sólo date cuenta cómo lo ve. Se nota que quiere algo con Paul, mi instinto de chica me lo dice.
—Hermanita está celosa, hermanita está celosa —comenzó a cantar en susurros.
— ¡Cállate! —le grité.
Todos me miraron y me sonrojé muchísimo, Paul frunció el ceño. John comenzó a reírse, típico de él hacerme pasar momentos como ese.
— ¿Ocurre algo? —preguntó Jane en un tono de voz inocente.
"Sí, que quiero que dejes a mi novio y regreses por donde viniste, zanahoria"—pensé, aunque no me atreví a decirlo en voz alta.
Negué con la cabeza y todos continuaron con lo que estaban haciendo. John me susurró al oído que él se encargaría. Estaba a punto de preguntarle a qué se refería cuando George me habló.
— ¿Bailas conmigo, (TN)? —me preguntó George a mi lado.
—Pues...
Miré a Paul, quien estaba riendo por algo que Asher le había dicho. Me dolía que alguien más estuviera haciéndolo reír. Suspiré con fastidio. Si él se estaba divirtiendo tanto, ¿por qué yo no?
Volví a ver a Georgie y asentí. Él puso una sonrisa de oreja a oreja y me tomó de la mano para llevarme a la pista. La canción era lenta, así que George puso su mano en mi cintura y tomó la otra. Comenzamos a bailar al ritmo de la canción. Cuando di un poco la vuelta, pude ver a Paul: fulminaba a George con la mirada, se veía furioso.
Sonreí ampliamente, decidiendo ignorarlo y seguir bailando. De pronto, una canción que ya había escuchado antes inundó el lugar: "Do You Want To Know A Secret?". George me dirigió una sonrisa tímida antes de tomarme por la cintura para acercarnos más.
—Es una linda canción, George —le elogié.
—Bueno, yo sólo canto, John y Paul son los compositores.
Volví a mirar a la mesa. Ringo se había levantado a bailar con una chica y, al parecer, John había hecho enojar aún más a Paul. Mi novio se levantó, tomó a Jane del brazo y salieron a toda velocidad. Me sentí muy extraña. ¿Paul se estaba yendo sin mí?
Me solté de George y caminé de prisa hacia la salida del lugar. Pude apreciar el carro de mi novio desaparecer a la distancia, haciéndome sentir vacía. Paul jamás me había dejado, mucho menos en un lugar así. Volví a entrar, esta vez corriendo, y me dirigí hacia John.
— ¡¿Qué hiciste?! —le grité.
—Le pregunté a Jane cómo se masturbaban las mujeres —soltó una pequeña risita nerviosa—. Ella se indignó y tu noviecito también. Por eso se fueron.
—No puedo creer que se haya ido sin mí —musité y George me abrazó—. Paul... él jamás había hecho algo así.
—Bueno, es probable que lo haya hecho porque nosotros estamos aquí —habló Ringo. John se encogió de hombros—. O quizá...te vio ocupada y no quiso interrumpir.
— ¿Quieres ir a casa? —preguntó George.
Asentí, intentando contener las lágrimas y la frustración que sentía. Nos despedimos de mi hermano y de Ringo antes de irnos. George no dijo nada en todo el camino, en cierto modo lo agradecía. Necesitaba del silencio para poder analizar con detalle todo lo que había pasado.
Al llegar, George bajó primero y luego me abrió la puerta del carro. Entramos juntos, aunque yo sentía que estaba completamente sola. ¿Y si Paul terminaba conmigo porque Jane le había gustado más? Harrison me miró a los ojos y comencé a llorar, momento en el que él se acercó para secar las lágrimas con su mano.
—Tranquila, no llores —me abrazó—. Conozco a Paul, sé que te ama demasiado como para hacer algo malo para ti; y Jane es una chica refinada, jamás intentaría algo con un chico que, bueno, que no es soltero.
—No quiero hablar de eso, George —negué con la cabeza y me aparté de sus brazos—. Subiré a mi habitación, ahí esperaré a Paul cuando llegue, si es que él no decide pasar la noche con...
—No lo hará —Harrison sonrió un poco—. Él no es tonto, y te ama con locura.
Asentí lentamente y comencé a subir las escaleras.
—(TN), no has cenado...
—No tengo hambre, George.
Entré a mi habitación y me recosté. ¿Por qué Paul se había ido sin siquiera decírmelo? Me quedaba claro que él se estaba divirtiendo mucho con ella, pero no creí que terminarían yéndose juntos. Lloré hasta que me quedé dormida.
Escuché la puerta y desperté, sintiéndome aturdida. ¿Qué hora era? Dudaba mucho que fuera temprano. Me giré para ver quién era.
Paul cerró la puerta con cuidado y me dirigió una sonrisa tímida.
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