42. Julian.
Abril
Narra John
Tres días atrás había recibido una llamada: me había convertido en padre. Me dolía un poco admitir que no me había causado la alegría que todos los padres del mundo sienten, haber publicado nuestro primer disco me había puesto más feliz que mi paternidad. Y con eso supe que era y sería un padre del asco.
Habíamos tenido una breve gira, así que no pude acudir inmediatamente a conocer al bebé, sino hasta que estuve libre y pude contratar a un chofer para que me llevara hasta Hoylake; pude haber conducido yo mismo, pero Brian se negó. Era tan bueno conduciendo un vehículo como siendo padre.
Hermanita y Paul también habían querido venir conmigo para conocer a mi hijo, así que no estaba viajando solo. Mi esposa había dicho que Julian se parecía mucho a mí, y yo esperaba que así fuera. Suspiré, pensando en Julian. Yo no había escogido el nombre, sino Cynthia, quien dijo que sería en honor a mi difunta madre.
— ¿Y cómo es?—preguntó hermanita.
—Se parece a mí —dije, comenzando a sentirme orgulloso—. Cynthia no me dio muchos detalles. Sólo sé que es un niño, se llama Julian, aparentemente es mi hijo y se parece a mí.
—Oh, John —me reprendió Paul, dándome un codazo—. No te expreses así, apuesto a que serás muy feliz con ese niño. Los niños son maravillosos. Son pequeñas personitas que hacen que saques tu lado más dulce y bueno.
Me encogí de hombros, fingiendo no prestarle importancia a su comentario. Sí, claro. Maravillosos. ¿Cómo no? Por eso estaba desbordando de felicidad, McCartney. En serio, no podía ser más feliz en mi vida.
—Yo creo lo mismo que Paul —hermanita vio a McCartney y sonrió.
Rodé los ojos. ¡Grandioso! Dos contra uno. No quise hacer ningún comentario más, estaba casi seguro que ellos ganarían la discusión, sin importar lo que yo dijera y aunque no fueran padres.
Narra (TN)
Mi hermano estaba muy tenso por el asunto de Julian, y yo no lo comprendía. Ya no tenía caso enojarse o estar así por el pequeño. Lo que importaba era que ya estaba aquí y que tendría que cuidarlo y hacerse cargo de él. Afortunadamente no estaba solo: Cynthia estaría a su lado.
Me recargué en el hombro de Paul, ya casi llegábamos a la casa donde estaban Cynthia y el pequeño Lennon. McCartney sonreía con emoción y podía sentir que se ponía más emocionado conforme nos acercábamos a nuestro destino, como si fuera él quién iba a ver a su hijo por primera vez, y no John.
—Es aquí, señor —le dijo el conductor a mi hermano.
John asintió y le pidió al conductor que fuera a dar un paseo por la pequeña ciudad mientras nosotros hacíamos la visita. El hombre no puso objeción alguna.
Ya nos estaban esperando, así que entramos a la casa apenas si bajamos del auto. La madre de Cynthia estaba ahí, sonriendo. Según lo que John me ha contado, esa señora no lo había tratado del todo bien porque hacía su hija se distrajera de los estudios, y cuando se enteró del embarazo de Cynthia, lo trató todavía peor.
—Hola, buenos días, señora. Soy Paul McCartney, el mejor amigo de John —saludó mi novio y le estrechó la mano a la mujer—. Me imagino que usted es la madre de Cynthia. ¿Dónde está el pequeño Julian?
—Está en la habitación, Cynthia lo estaba cambiando —le respondió la mujer a Paul con una sonrisa tímida, seguramente complacida por los buenos modales de mi novio.
Paul fue a donde estaba John y lo tomó del brazo para arrastrarlo hacia la habitación. Yo fui detrás de ellos.
—Vamos, no quiero tener el remordimiento de haber conocido a tu hijo antes que tú, John —Paul reía, muy divertido.
Entramos a la habitación y un dulce aroma llegó hasta nuestras narices. Se trataba de esa fragancia que todos los bebés aportan al ambiente en el que se encuentran. No había dudas de que ahí se encontraba un bebé. Cynthia nos dirigió una sonrisa y caminó hacia nosotros con Julian en sus brazos.
—Hola, Cynthia —saludó mi hermano a su mujer.
—Hola, John —besó sus labios y luego nos vio a mi novio y a mí—. Paul, (TN), muchas gracias por haber venido.
—Ni de chiste iba a perderme la oportunidad para conocer a mi sobrino consentido —sonreí, sintiendo cómo Paul me abrazaba por la cintura con una mano—. Estaba muy emocionada por verlo.
La mujer de mi hermano asintió lentamente y volvió a ver a John.
— ¿Quieres cargarlo? —Cynthia le acercó al pequeño bulto que era Julian.
John pareció titubear un poco, pero al final tomó al bebé en sus brazos. Paul y yo nos acercamos para poder ver mejor al pequeño, ya que la cobija nos impedía apreciarlo bien: era hermoso. Era como tener un mini John durmiendo apaciblemente. Mi hermano lo veía fijamente sin decir nada. Sus ojos mostraban una especie de alegría, pero a la vez tristeza.
— ¿Puedo cargarlo? —pregunté, acercándome un poco más.
—Cla-claro —tartamudeó John.
Tomé a Julian en brazos, Paul se acercó más a mí. Me sentí feliz. Mini Lennon era muy pequeño y delicado. Lo mecí entre mis brazos y pareció hacer una sonrisa. Sabía que los bebés no controlan todavía ese tipo de movimientos, pero aun así fue muy bonito para mí. El pequeño Julian, mi sobrino.
— ¿Viste que sonrió? —le pregunté a John.
—No, perdón, estaba un poco distraído —dijo, cruzándose de brazos.
—Yo sí lo vi —Paul estaba emocionado—. Fue muy tierno, creo que tiene la misma sonrisa que su mamá.
—Es un bebé precioso, Cynthia —le elogié.
—Gracias, (TN) —la esposa de mi hermano lucía una sonrisa tímida—. Julian es mi mayor tesoro, pero no lo tendría sin la ayuda de tu hermano.
Paul seguía mirando a Julian atentamente y le susurraba cosas muy tiernas. Él sí que me sorprendía: estaba más interesado por el bebé que el mismo John.
—Tómalo —le dije a Paul—. Se ve que quieres cargarlo.
—Me conoces bien, preciosa —cargó a Julian con mucha delicadeza y comenzó a mecerlo con cuidado y a cantarle canciones de cuna—. Hola, pequeño Julian, soy el tío Paul. Eres muy bonito, Jules.
Se veía tan paternal que por primera vez llegó a mi mente la idea de que tal vez Paul ya quería ser padre, lo cual en cierto modo era contradictorio, pues habíamos estado protegiéndonos. No podía hacer ningún comentario delante de John y Cynthia, así que opté por hablarlo más tarde, cuando estuviéramos él y yo a solas.
John volvió a cargar a Julian, esta vez lucía más tranquilo como si su tristeza o miedo se hubiera escondido. Diría que su tristeza pudo haber desaparecido, pero, conociendo a mi hermano, sabía que no era así.
Tomamos un té con Cynthia y disfrutamos de algunos bocadillos. Su madre le había dicho que volvería más tarde y había salido a hacer algunas compras al centro de la ciudad, así que John no se sintió incómodo durante la visita.
Charlamos sobre su embarazo, el parto y cómo se encontraba en los días posteriores. Nos reveló que todo su embarazo y también el parto habían sido muy cansados, pero que ahora era más fácil. A la mitad de la plática, Paul me tomó de la mano discretamente y comenzó a acariciar mis nudillos. Con nuestras manos libres sujetábamos las tazas. Estuvimos así hasta que John dijo que ya era hora de irnos. Cynthia pareció un poco decepcionada, quizá esperaba que su esposo se quedara más tiempo con ella.
Nos despedimos de ella y del pequeño Julian antes de partir.
En el camino, John se quedó dormido. Y yo pensé en tener la conversación que quería con Paul, pero me daba la impresión que mi hermano despertaría en cualquier momento o que escucharía nuestra conversación; así que esperé hasta que llegamos. Le dije a mi novio que quería estar con él a solas y me llevó inmediatamente a su habitación.
— ¿Qué cosas quieres hacerme, preciosa? —cuestionó con un tono pervertido, luego de besarme y abrazarme con fuerza.
—Pues...en realidad quería hablar contigo.
—Ah, ¿sí? —me miró a los ojos, haciendo una mueca que indicaba que estaba preocupado—. ¿Acerca de qué?
—Paul... —comencé— hoy, estabas muy feliz por ver a Julian, tal vez más que John y yo. Sonreías, lo cargaste con mucho cariño, le cantaste...y, bueno, yo no pude evitar pensar que quizá...
— ¿Qué quiero un hijo? —preguntó alzando las cejas y sonriendo.
Asentí.
—No, preciosa —rió ligeramente—. Me gustan mucho los niños, no lo niego, y quiero tener hijos algún día, pero...mi carrera apenas comienza. Soy muy joven para ser padre. Lamento haberte confundido un poco, es culpa del pequeño y adorable Julian.
—Descuida —dije sonriendo.
— ¿Eso era todo lo que querías decirme?
—Sí, era todo —contesté.
Sonreí con ternura y él me besó.
—Cuando yo quiera convertirme en padre, serás la primera en saberlo, (TN).
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