Capítulo XIII
¿Quién te crees que eres?
Tú solito te has metido en la boca del lobo.
Me gustaría que vivieras...
Pero primero tengo que hacer algo.
Damien es mi nombre.
¿O ACASO NO LO RECUERDAS?
Una oscuridad infinita y abismal lo rodeaba por completo. Su cuerpo se sentía pesado, como si fuera de plomo. Intentó moverse, pero fue en vano: algo lo mantenía en su lugar. No podía oír o mirar nada que no fuese la nada misma, todo se sentía extraño. ¿Qué estaba sucediendo? No lo sabía, pero tampoco sabía si quería descubrirlo.
一Vaya, miren quién es. 一una voz masculina y algo aguda hizo énfasis en el vacío, produciéndose un largo y amargo eco. Kenneth trató de descifrar de donde provenía, ya que la escuchaba en todas partes, muy dentro de su cabeza一. Parece que te han dejado débil. Aunque siempre lo has sido.
Intentó articular palabras, pero ninguna se animaba a salir de su boca. Su mente daba vueltas, se sentía enfermo, como si tuviera fiebre. Movió su cabeza hacia donde creía que estaba la voz, no sabía si tenía los ojos abiertos, pero aún así intentó enfrentarlo.
一Pobre de ti... Esto es lo que sucede cuando uno quiere obtener el papel del héroe de la historia. 一dijo esa voz, acercándose a su cuerpo. El rubio se tensó, podía percibir una pizca de diversión en el tono一. Sé que tus intenciones han sido buenas, McCormick. Pero... no creo que ese papel sea el indicado para ti.
Su oído se agudizó. Ahora comenzaba a escuchar gritos y llantos, podía sentir la pena, el horror y el lamento en ellos. Tragó saliva a la vez que su corazón empezaba a tomar un fuerte ritmo, hasta él mismo escuchaba sus latidos dentro de su pecho. Una gota de sudor se deslizó con lentitud por su frente.
一Mi nombre es Phillip. Pero puedes llamarme Pip. 一confesó finalmente la voz. Kenny notó que aquella entidad se encontraba relativamente cerca suyo. Tembló inevitablemente一. Y nos veremos muy pronto. Más de lo que tú puedes creer.
Su fuerte y horrorosa risa retumbó dentro de su cabeza.
Kenneth...
Por favor...
Despierta...
Que alguien lo detenga...
¡KENNY!
Sus ojos se abrieron de golpe, los cuales recibieron los fuertes rayos del sol de manera abrupta. Los cerró al instante, esperando a acostumbrarse a la luz del día.
Una vez que pudo enfocar la vista a su entorno, se dio cuenta que un interminable y extenso bosque lo rodeaba. Se levantó del suelo, notando que tenía su característico traje de superhéroe. No obstante, este estaba totalmente sucio y algunas partes de él, como la pierna o el estómago, se encontraban rasgadas. La forma en la que habían sido cortadas le recordaba a las garras de un animal salvaje y hambriento. Pero eso era lo último en lo que debía preocuparse en esos momentos.
一Que mierda acaba de pasar... 一murmuró para sí mismo, ya dándole una larga mirada a aquellos altos árboles.
Intentó recordar algún acontecimiento pasado, pero una violenta punzada se clavó en su cabeza. Como si su memoria hubiese sido borrada, pero no del todo.
Decidió dejarlo pasa, ahora debía concentrarse en volver a su hogar (o lo que quedaba de él). Sin embargo, parecía ser una tarea algo difícil puesto que no portaba nada más que a sí mismo, aunque no recordaba haber llevado algo. Es más, incluso ni siquiera sabía como había llegado hasta el bosque.
No entendía lo que estaba sucediendo.
Empezó a andar entre el verde bosque, pero con cada paso que daba sentía que se perdía cada vez más. Llegó a un punto en el que pensó que estaba dando vueltas en círculo. Todo parecía extrañamente igual.
Dos horas pasaron hasta que encontró una vieja y pequeña cabaña a unos cuantos metros suyos. Su rostro se iluminó; tal vez alguien podría ayudarle a volver a la ciudad. Sin más, sus piernas lo guiaron hasta la entrada del cálido hogar.
一¿Hola? 一pronunció, intentando ver por la oscura ventana de la casa.
一Buenos días. ¿En qué puedo ayudarte?
Kenneth se dio media vuelta de manera brusca al escuchar una voz femenina a sus espaldas. Sus ojos impactaron rápidamente con una figura femenina, Beta, de cabello rubio y ojos oscuros. Ella le sonreía de manera simpática, pero lo que tenía de simpática se esfumó al ver lo que traía en sus rojas manos.
一¿Esas son...?
一Ratas muertas, sí. 一cortó la mujer de manera tranquila, caminando hacia él.
El Alfa se apartó un poco de ella para que esta pudiera ingresar a su cabaña. La desconocida sacó las llaves de su bolsillo, aún teniendo la gran cantidad de ratas muertas en una mano. El mayor pensaba qué rayos haría con ellas. Sus pensamientos fueron disueltos cuando oyó la voz de la muchacha hablarle una vez más.
一Pasa, puedo ayudarte. Supongo que estás perdido, ¿verdad?
McCormick trató de concentrarse en sus palabras, pero por alguna razón, empezaba a creer que la mujer estaba hablando en otro idioma. Un idioma raro al que podía entender.
一Sí... estoy perdido... creo. 一dijo, entrando con algo de desconfianza a la casa.
"Bebe Stevens" logró leer en el tapiz.
一No te preocupes, te ayudaré. Pero que extraño, no suele haber gente por esta zona. ¿Como has llegado hasta aquí? ¿Huías de la policía? 一cuestionó la rubia, dejando las pobres criaturas muertas sobre una mesa llena de objetos raros y desconocidos ante los ojos del mayor.
El Alfa alzó una ceja.
一¿Huir de la policía? No. No recuerdo nada. Simplemente... desperté aquí. 一dijo, tratando de sonar convincente一. Por favor, no creas que estoy mintiendo. Sé que parece una locura...
La mujer soltó una pequeña risa. Ella se volteó para mirarle.
一Tranquilízate. Te preguntaba lo de la policía porque unos oficiales estaban en la entrada del bosque. Al parecer un grupo de chicos encontraron un cuerpo esta mañana.
El de ojos azules hizo una expresión de sorpresa. ¿Un cuerpo?
一¿Qué? 一murmuró, desconcertado.
一Así es. Su cuerpo estaba tendido en el suelo con el cuello abierto. Y alguno de sus órganos, como el riñón, el hígado, el corazón y los pulmones, no estaban. 一explicó la mujer, tomando uno de los tantos libros de aquella gigante estantería一. Tal vez se trata de transporte de órganos, ¿tú que piensas?
Kenny hizo una mueca de horror. Seguramente eso debía investigarlo, lo verá cuando llegue a su hogar y a la manada.
一Es una locura... no lo sé. 一balbuceó, apartando la mirada de ella一. ¿Y... tú? ¿Como es que...?
一Bebe es mi nombre. Y he estado viviendo aquí desde hace mil quinientos años. 一dijo de golpe, abriendo un polvoriento libro rojo. Kenneth trató de leer el título del mismo, pero este parecía ser un idioma el cual no podía entender.
Aunque no sabía si ese idioma existía realmente...
一Déjate de bromas. ¿Por qué estás en medio de la nada misma? 一cuestionó, en un tono molesto, alzando una ceja y acercándose al cuerpo de la rubia.
Bebe sonrió con malicia y centró su vista en la figura del Alfa. Ella (para ser una insignificante Beta) no parecía sentirse intimidada por su presencia. Es más, hasta le parecía graciosa la situación, generando más molestia en el mayor.
一Eso debería preguntártelo a ti. Y, ah, haz me un favor. 一habló tomando un cuchillo de carnicero, el cual parecía extremadamente filoso, y se lo tendió al mayor. Todavía teniendo aquél libro con la otra mano一. Mata a una gallina, córtale la cabeza y traémela. Ten cuidado de no mancharte mucho con la sangre. Se encuentran en la parte trasera del jardín, no tardes mucho.
Kenneth observó perplejo a la mujer. Le gruñó y de un manotazo apartó la mano contraria, frunciendo el ceño. Pudo oír el ruido metálico del cuchillo impactando contra el suelo. Bebe esbozó una sonrisa divertida en su rostro.
一Escúchame bien. 一dijo el de ojos azules en un tono amenazante, dando unos pasos hacia atrás一. ¿Qué rayos estás diciendo? Y solo ayúdame, maldita sea.
一Te ayudaré, claro. Pero primero ayúdame a mí.
一No voy a matar a una gallina solo porque se te da la puta gana. ¿Ha quedado claro? 一contraatacó Kenny, ya sintiendo la adrenalina recorrer sus venas.
一Tú realmente no sabes lo que está sucediendo, ¿verdad? 一habló, mirando hacia un punto fijo, fuera de la figura del Alfa一. No tienes ni la más mínima idea.
一Entendería si me explicaras. 一respondió el más alto, tratando de no perder la paciencia.
La rubia frunció el ceño para después deslizar su tibia mirada hacia Kenneth una vez más, quién sintió su cuerpo raramente pesado. Sacudió la cabeza, notando un fuerte dolor en ella.
一Estamos cerca del fin de los tiempos. Algo se acerca. Y no es nada bueno. 一dijo, abriendo el libro rojo, mirando una página en específica一. Este mundo se está pudriendo lentamente... Todos nosotros arderemos en las llamas más profundas del infierno... y a nadie le importa. Nuestras almas serán succionadas por el más allá y sufriremos como nunca antes lo hemos hecho.
Sin decir ni una sola palabra más, Bebe finalmente reveló lo que ocultaba aquella misteriosa página amarillenta y llena de polvo. McCormick abrió sus ojos con sorpresa cuando vio el contenido de la misma, sufriendo un escabroso escalofrío; era un dibujo totalmente horroso, pero parecía estar dibujado por un niño de cinco años. El dibujo presentaba a una criatura extraña y oscura, sin forma, mientras que a su lado, se encontraba una esbelta persona con cabello rubio.
"Phillip Pip Pirrup..." Eso era lo que se encontraba al pie de la única figura humana.
一¿Esa no es la estúpida leyenda de一...?
一Me sorprenda que tú no creas en este tipo de cosas, Mysterion. 一habló la bruja, alzando una ceja一. Es irónico porque tú serás el involucrado principal en todo esto.
De repente, la vista de Kenneth se desenfocó. Todo daba vueltas y su comenzó a perder la consciencia y el control total de su cuerpo con cada segundo que transcurría.
一¿De qué hablas? ¿Y como sabes quién soy? 一intentó retroceder, pero ya era demasiado tarde: alguien se encontraba detrás suyo.
Lo único que pudo ver antes de desmayarse por culpa de un violento golpe en la parte superior de la cabeza, fue aquella sonrisa siniestra y aquellos ojos tan rojos como la sangre.
"Tenemos un trato que concluir... Cartman."
* * *
Era una triste mañana para la ciudad de South Park. La gente caminaba sin ganas hacia su trabajo, los niños se encontraban llorando sentados en las ceras, los rostros de los empleados poseían una amarga expresión y los fanáticos mantenían una mueca llena de nerviosismo y desesperación, junto con pequeñas lágrimas amenazando con desbordarse como si se tratase de cascadas. Leopold sonrió para sus adentros, encaminándose hacia su cafetería favorita.
Esta vez, era una buena mañana para él.
一Buen día, Stan. 一saludó el villano, oyendo aquella campanilla de oro sonar cuando alguien ingresaba al local.
一Buenos días, Butters. 一dijo el Alfa, sonriéndole amablemente一. Hoy se te ve muy feliz, ¿se puede saber la razón?
El menor se sentó en una de las mesas alejadas de la entrada del negocio. En silencio, se dedicó a mirar a todas aquellas personas que señalaban una página en específica del periódico y a las que se sentaban cerca del televisor, que debatían los últimos acontecimientos que se transmitían en este.
一Oh, no es nada. Simplemente... es una buena mañana para mi. Amanecí muy bien hoy. 一contestó, posando ambos codos en la mesa y apoyando su cara en sus manos.
一Ya veo. ¿Te traigo lo de siempre?
一Por favor. 一y Stan se retiró, no sin antes guiñarle el ojo al Omega.
Una vez que Butters se quedó solo, deslizó vagamente su mirada por todo el cálido lugar hasta que sus ojos se encontraron con aquella pantalla a la lejanía. Una sonrisa algo siniestra se posó en sus labios al ver las noticias que se proyectaban.
"El gran y famoso Mysterion fue captado cometiendo un asesinato. La víctima se trata de Human Kite, un compañero que permanecía a la manada. En estos momentos, el causante se encuentra desaparecido. Informarémos más dentro de unos minutos cuando..."
一Mamá, ¿por qué todas las personas que creemos buenas terminan siendo malas? 一una voz aniñada lo quitó de sus pensamientos.
Se trataba de la familia Biggle. Una familia disfuncional.
一Uno siempre se puede equivocar, cielo. A veces uno llama "héroe" al que, en realidad, es el villano de la historia. Como el cuento que te leí anoche, ¿o no lo recuerdas? 一le contestó su madre, acariciándole el cabello a su pequeño hijo.
Butters suspiró tranquilamente a la vez que tiraba su cabeza contra el respaldar de la silla. Todo estaba hecho, finalmente había logrado lo que se prometió en un principio.
Todo estaba marchando a la perfección.
La mejor parte se estaba acercando.
Y era el final.
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