Capítulo VI
??? de South Park.
1:20 PM.
17 de Septiembre.
Professor Chaos observó fijamente al esbelto Omega que tenía delante de sus ojos celestes. Los cuales, en esos momentos, cargaban un sentimiento de confusión. Pues la historia que este le había contado de lo sucedido en la guarida, todavía no terminaba de tragársela.
一¿Está seguro de lo que dice? Sé que di mi palabra de confiar en todos ustedes pero... eso es un disparate. 一habló el jefe de esa manada, alzando una ceja.
El Omega que estaba bajo el control del rubio asintió temeroso.
一¡Sé que es algo que u-usted no creería porque es irreal! P-pero debe creerme, señor, se lo suplico. La-lamento no tener pruebas suficientes, lo único que tengo p-para afirmarlo son todos mis compañeros. Ellos lo han visto también, señor.
El rubio entrecerró sus párpados; intentado encontrar alguna pista de mentira en los ojos contrarios. No obstante, no había rastro de ello. El menor parecía terriblemente asustado y se podía deducir a causa de su piel, que estaba pálida. Tampoco no podía decir que él mentía, pues jamás había atrapado a sus secuaces mintiendo o algo por el estilo. Siempre eran sinceros con su jefe, por lo tanto, pensó en tomarle la palabra.
一Muy bien... Investigaré acerca de eso luego, ahora mismo le ordeno que le avise a sus compañeros que borren todo rastro de información de las computadoras y que revisen las cámaras de seguridad una vez más, solo para estar seguros. 一ordenó el villano, poniendo ambos brazos detrás de su espalda y dándole la espalda al chico para comenzar a caminar por el largo pasillo de la estructura hacia su sala principal.
No oyó una respuesta (tampoco es como si la esperase), solo pasos secos que se iban alejando con rapidez. Sus cejas estaban fruncidas, pues su mente se encontraba recalculando toda la información que había acumulado de sus esclavos al llegar a la guarida. Según ellos, habían sido testigos de varios sucesos "paranormales" (o así lo llamaban). Como por ejemplo, ver en los rincones de las paredes a una persona ajena a la manada, las cuales desaparecen como si nunca hubieran estado allí después de parpadear.
El Professor Chaos no era católico, él no creía en un tal Dios que vendría a salvarlo. No obstante, sí creía que podría existir algo más luego de la muerte, donde las almas que no pueden descansar habitan en la tierra para vigilar a sus seres queridos.
一Lo que sí es raro que casi todos los que tengo bajo mi poder hayan dicho lo mismo o parecido. Y hasta habían secuaces traumados o en estado de shook... ¿Será verdad? No puede ser... Es algo... 一susurraba para sí mismo mientras entraba a la sala.
一¡Mi señor! Espere.
Un aroma a café comenzaba a acercarse, giró su cabeza hacia la voz masculina que había gritado su apodo y esbozó una pequeña sonrisa al ver de quién se trataba.
Era uno de sus trabajadores más leales y fieles: Craig Tucker. El era el único Alfa que pertenecía a su organización de villanos. Se habían conocido tras la tragedia del de pelo negro: la muerte de su familia en un incendio. Siendo él, el único sobreviviente, terminó escapando de la policía (porque se sospechaba que fue el causante del fuego a propósito) hacia las afueras de la ciudad, donde conoció a Butters. Quién apenas iniciaba con su travesía de ser un Villano.
Craig ha estado en los comienzos de la manada y estará al final al lado de su señor. Eso si, no le gustaba recordar que era un Alfa, puesto que se suponía que ellos debían controlar a los Omegas.
一Oh, Tucker. ¿Qué sucede? 一cuestionó rápidamente al ver el semblante serio del otro.
El azabache hizo una seña para que ambos entrasen en la habitación así estarían más tranquilos. Una vez dentro, ambos se sentaron en los sofás, uno frente al otro. Leopold se puso serio y notó como la mirada de Craig endurecía.
一Habla. 一ordenó severamente.
El más alto se aclaró la garganta antes de llevar a cabo esa orden.
一Como usted sabe, tengo la fortuna de poseer la inteligencia suficiente para poder hackear las bases de datos de las instituciones más grandes y famosas del mundo. 一comenzó, desviando los ojos一. Y luego de tantos años entrando en los archivos de organizaciones como la SIA o el FBI, finalmente tuve la oportunidad de acceder a la información que guardan las computadoras de la manada de The Coon.
Ante aquellas palabras, el rubio se sobresaaltó y se incorporó.
一¿Qué encontraste? 一preguntó, con una notable emoción y ansias.
一Pues, al parecer ellos dejarán tus malvados planes a un lado para concentrarse en un nuevo objetivo. ¿Ha visto que la mayoría de aquí fue testigo de sucesos extraños? 一el jefe asintió一. Pues bueno, algo igual sucede en otras partes del mundo. Se trata de un culto que se podría considerar como satánico, sé que usted no cree en Satanás o en un Dios, pero al parecer... esto si es real.
El corazón del más grande villano de la ciudad aceleró. Ambos quedaron en completo silencio, algo incómodo para Tucker. Quién no sabía si interrumpir los profundos pensamientos de su jefe o simplemente esperar a que este hablase una vez más.
一Al parecer tenemos competencia. 一soltó de repente, haciendo que el azabache lo mirase y asintiera un poco confundido一. ¿Sabe? Siempre pensé que esta frase era estúpida, pero ahora le veo el sentido. Tal vez nos sirva.
Craig arrugó la frente, observó como el Omega de olor chocolate (que ahora se estaba camuflando con un aroma distinto, a tierra mojada) se levantaba de su asiento y se encaminaba hacia una de sus grandes pantallas y escribía.
一¿A qué se refiere, mi señor?
一Hablo de la frase: "si no puedes con tu enemigo, únete a ellos", ¿la conoce?
Al ver la sonrisa tan macabra que esbozaba el otro, una expresión de horror apareció en el rostro del azabache.
¿Qué tenía pensando hacer Professor Chaos?
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Tweek Bros. Coffe.
2:00 PM.
17 de Septiembre.
Kenneth McCormick estiró su espalda, echando sus manos hacia arriba. Puso sus pies sobre la mesa y cerró los ojos, en busca de paz o tranquilidad. Aunque en realidad, su intención era molestar a la persona encargada de ese café. Quién era otro Omega rubio con problemas con la cafeína.
一¡Te he dicho m-miles de veces que te comportes, M-mcCormick! 一una voz algo aguda y chillona se hizo presente en sus pensamientos.
Una sonrisa divertida apareció en su rostro y abrió sus párpados, dejando que sus ojos azules captaran la luz del sol que se colaba por la ventana. Dirigió sus orbes hacia la figura esbelta del Omega.
一Ya, lo siento, Tweek. 一habló, ya poniendo su cuerpo en mejor posición.
El menor frunció aún más las cejas y soltó un débil gruñido cargado de molestia.
一Agh, n-no sé cómo tus amigos te so-soportan. 一soltó, tomando el dinero que le había cobrado por el desayuno.
El Alfa se relamió los labios.
一Me soportan porque no tengo amigos, Tweak.
一Hmm, no me sorprende. A decir verdad, ¿a-a quién le gustaría s-ser tu amigo? 一y sin más, se retiró de la situación.
McCormick suspiró con profundidad y pensó muy bien en las palabras del rubio con aroma a tulipanes. Se preguntaba exactamente lo mismo: era solo un perdedor que le gustaba deprimirse y fumar por las noches. Era un Alfa que no tenía éxito por sí mismo en la vida, si no fuera porque Mysterion era famoso y querido, tal vez ya se hubiera quitado la vida. Odiaba ese sentimiento de saber que nadie lo necesitaba como Kenny. No se sentía amado y no amaba, ¿que clase de infierno era ese?
Hablando de infierno... tal vez debería comenzar a investigar acerca de esos cultos raros.
一¿Otra vez tú?
Un olor a chocolate se le hizo presente en sus fosas nasales. Sus pensamientos deprimentes se esfumaron al oír su voz.
一Oh, hola Butters. 一dijo, apoyando un codo sobre la mesa para después reposar su rostro sobre la palma de su mano一. Sí, una vez que pruebas este café, te es imposible no volver. Ven, siéntate.
El omega lo pensó un poco pero se decidió por sentarse en frente suya.
一¿Qué haces aquí tan temprano? 一cuestionó Stotch.
一Eso debería preguntártelo a ti. 一respondió el rubio más alto一. Yo vengo todos los días aquí, solo para matar el tiempo. Pero hoy ha sido una ocasión especial porque estoy esperando a que mi mejor amigo termine de coquetear con Marsh.
Al escuchar ese apellido, Leo deslizó su mirada a la dirección a donde veía Kenny. Y efectivamente, tal como él dijo, un omega pelirrojo con un olor a fresas intentaba entablar una que otra conversación con Stan. Pero parecía que este no tenía el más mínimo interés en los ligoteos del menor. No obstante, la mirada de Marsh se posó en la suya y en tan solo unos cortos segundos, le había guiñado el ojo. Haciendo que el pelirrojo gruñera frustrado.
一Parece que Marsh ya te ha fijado como su objetivo. Vaya. Esto sí será un problema. 一habló McCormick divertido.
Butters lo volvió a mirar. Interrogante a la vez que sacaba su móvil para hacer una llamada.
一¡¿Te gusta The Neighbourhood?!
El grito del Alfa resonó por todo el lugar, ganándose miradas curiosas de los demás. Entre ellas, la de Tweek y la de Stan. Leopold se había quedado un poco aturdido por el repentino grito del contrario.
一A-ah, sí. Sí me gusta. 一dijo una vez fuera del trance, un poco avergonzado.
一¡Eso es tan cool! Oh, Dios. Pensé que era el único en esta estúpida ciudad que le gustaba esa banda.
Una pequeña sonrisa se esbozó en los labios de Leo.
一M-me gusta oírla por las n-noches, cuando llueve o si-simplemente cuando me siento t-triste. 一completó su idea el rubio menor.
一¡Eres maravilloso, Butters!
Sin darse cuenta de lo malo que eso había sonado, Kenneth siguió con sus preguntas ignorando por completo el lindo sonrojo que había provocado en Butters.
Desde ese día, Kenny había decidido saber más de ese omega tan misterioso que conoció. Creando una sensación de satisfacción en Leopold, quién ya comenzaba a sentir cómo su plan estaba avanzando rápidamente.
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