Capítulo IV
Norte de South Park.
3:01 AM.
16 de Septiembre.
La noche era espléndida: solitaria y fría. Dio una calada a su cigarrillo mientras analizaba de forma perezosa el lugar donde él se encontraba junto a su mejor amigo; ambos estaban sentados en el tejado de un edificio abandonado. Uno que fue totalmente olvidado con el paso del tiempo. El alfa suspiró, había transcurrido una semana entera desde su encuentro con ese chico. Butters. Si no recordaba mal.
No solía olvidar el nombre o el rostro de la gente, sin embargo, había algo extraño en aquél omega que no podía recordar perfectamente su físico. Como si este se tratara de un recuerdo muy lejano.
一¿Te sucede algo, Kenny? Estás muy pensativo esta noche... Siempre sueles intentar sacar un tema de conversación para no hacer el ambiente tan denso. 一comentó el muchacho de cabello rojo esponjoso a su lado.
El rubio llevó su mano a su propia nuca para empezar a masajearla antes de contestar.
一No te preocupes. No es nada en particular, solo... estoy pensando en mi futuro. 一dijo, llevando su mirada al cielo oscuro.
一Mhm... ¿Solo de tu futuro o el futuro con esa chica, Kenneth?
El silencio envolvió a ambos. El de campera naranja observó al menor con un ligero toque de asombro. Al notar este tipo de mirada, el que había cuestionado sonrió de forma divertida.
一Oh, parece que le di en el clavo. 一dijo soltando una apagada risa一. No te agobies, Kenny y deja de pensar acerca de ello. Solo deja que tiempo fluya... Todo a su debido tiempo. No te desesperes.
一Lo sé pero... simplemente no puedo evitar pensar en ello. Me da miedo quedarme solo, tengo el presentimiento que si no hago algo ahora, perderé la oportunidad. 一habló tirando su cigarrillo hacia alguna parte一. Digo... Nunca me he enamorado de alguien y es difícil ver como todos disfrutan la vida enamorándose, experimentando la verdadera felicidad. Y yo aquí, volviéndome un amargado cada vez más por no poder sentir el amor. Es una total mierda, Kyle.
El nombrado por el Alfa lo miró fijamente. Luego de cortos segundos, tomó la cajetilla de cigarros perteneciente al rubio y sacó uno.
一Eres joven aún. Ya sabes, como dijo un viejo amigo, el amor no se fuerza. 一comentó, encendiendo el objeto antes mencionado para después llevarlo a su boca一. Además, no vas a quedarte solo, Kenny. Tienes a tus amigos y... a esa chica, solamente dale tiempo, no puedes enamorarte de un día para el otro.
一La juventud no es para siempre. 一dijo, frunciendo el ceño一. Y sé que tengo amigos, agradezco eso, no obstante... he estado teniendo muchas citas con Tammy pero... no es lo que realmente busco. Ella es linda conmigo, me trata bien, me hace sentir especial y me guste que se preocupe por mí, como si fuéramos una pareja realmente. Pero no la veo de la misma forma y me odio a mí mismo. No se merece esto. Está desperdiciando su tiempo con un estúpido que lo único que le gusta es follar con el pretexto de quiero sentir algo de amor.
Aquellas palabras crearon un sentimiento en Kyle que, usualmente, no sentiría: confusión. Alzó una ceja y aspiró el contenido de su cigarro, en el momento en que abrió sus labios para formular la pregunta, el humo se desvaneció en sus labios y en el aire.
一Entonces, ¿qué es lo que esperas, Kenny? ¿Qué tipo de mujer estás esperando? 一cuestionó finalmente.
Como si su cabeza estuviera hueca o fuera una caverna, esa pregunta resonó en su mente. De repente, recordó a la perfección el rostro de ese Omega...
Butters...
Sus pieles quemándose como brasas a medida que se rozaban o se juntaban, sus labios tan inexpertos, amargos y tímidos. Aquellos dedos largos que recorrían con miedo su tez, su lengua explorando cada rincón se su cuerpo... Habían muchas cosas que hicieron a McCormick sentir cómo su corazón empezaba a latir con fuerza.
一Ni yo lo sé, Kyle. 一contestó algo apenado, echándose sobre el techo y poniendo sus brazos detrás de su nuca. Queriendo deshacerse de ese recuerdo inmediatamente.一. Solo sé que soy un idiota que no sabe valorar a las personas y que morirá sin tener ningún primogénito... el cual ese era su sueño desde que era un niño. Sí, Kenneth McCormick, un alfa, sonaba como un marica desde que tenía seis años.
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Centro de South Park.
3:05 AM.
16 de Septiembre.
Un bostezo se escapó de los labios rosados de Butters. Este suspiró resignado y malhumorado, a la vez que observaba uno de sus tantos planes fallidos para poder apoderarse de la manada de superhéroes. A su lado, se encontraba su mano derecha, General Disorder. Quién no se molestaba en, ni siquiera, ocultar su notable sueño, pues se había quedado dormido sobre el escritorio con un hilo de baba gruesa deslizándose por la comisura de su boca.
Un gruñido se escuchó desde el fondo de su garganta al sentir a su móvil vibrar en uno de sus bolsillos del pantalón.
一Maldita sea... Realmente este idiota es insoportable. ¿Por qué habré aceptado su petición?
Luego de unos largos segundos, finalmente se decidió por contestar el mensaje que le habían mandado.
Stan Marsh te ha enviado un mensaje.
"Lamento si te he ofendido con algo. Y perdón también si te estorbo, pero realmente quiero conocerte. :("
Rodó los ojos. No sabía ni siquiera por qué había aceptado (en primer lugar) intercambiar números telefónicos con uno de los meseros de una de las cafeterías famosas dentro del pueblo. Mientras le contestaba lentamente, recordó que aún tenia el contacto de su más grande rival, Mysterion. ¿Debería mandarle un mensaje al menos?
Leopold Stotch.
"Hola, Stan. Lo siento, estaba algo ocupado con un trabajo de mi universidad. Mañana es viernes, tal vez podríamos charlar luego de que termine mis clases. :)"
Stan Marsh.
"Oh, ya veo. Está bien, entonces mañana será.
Ya debo dormir. Descansa.♡"
Y simplemente no contestó. De alguna u otra forma, se sentía extrañamente nervioso al notar los leves coqueteos que intentaba el Alfa hacia él.
No era que le desagradara (bueno, no del todo), pero no estaba acostumbrado a recibir tales comentarios o halagos. Ahora que se encontraba pensando en ese chico, creería que Stan sería el primero que se ha atrevido a coquetear con él y que se ha mantenido insistente todo el rato por el simple capricho de entablar una conversación.
Bueno, siempre hay una primera vez para todo, ¿verdad?
Leopold Stotch.
"Hola Mysterion. :) Soy Butters, ¿te acuerdas de mí? Ha pasado una semana desde nuestro encuentro."
Y con las manos temblando, pulsó la tecla para mandar el mensaje. Apagó el celular rápidamente, no quería que aquél idiota lo viera en línea. Lo menos que quería es que el otro pensara que estaba esperando su mensaje.
Mysterion te ha enviado un mensaje.
"Ah, hola. Sí, si te recuerdo.
Es más, hace unos segundos me estaba preguntando si te había dado bien mi número."
Espero unos segundos antes de abrir el chat y contestar.
Leopold Stotch.
"Lo siento, es que no sabía si mandarte un mensaje o no. Después de todo, eres como una celebridad..."
Mysterion.
"Jaja. Aunque no lo creas, casi nadie me habla. Solamente mi dos únicos mejores amigos, esa chica que viste el otro día y mi familia."
Butters abrió los ojos con asombro. ¿El gran y famoso Mysterion era solo un perdedor más cuando no estaba con su traje? ¡Vaya decepción! Se había creído que Kenneth era un muchacho bastante deseado por las chicas y que era un total mujeriego.
Así que... solamente se acostaba con otras Omegas en el momento en que actuaba como su alter-ego. Vaya dato.
Leopold Stotch.
"Vaya, que sorpresa. ¿Y qué sucedió con ese Alfa superhéroe que es el más sexy (según el público femenino) de todos?"
Mysterion.
"¿Sabes? Cuando estoy vestido como Mysterion me siento una persona totalmente diferente. Soy como alguien nuevo. Una persona que sí tiene oportunidades para triunfar en la vida, no como McCormick.
Iba a preguntarte si a ti no te pasaba lo mismo pero recordé que tú no eres parte de la manada."
Era gracioso. Porque eso era justamente lo que le sucedía; Professor Chaos, un Omega tenebroso, inteligente, tenaz, capaz de destruir al universo entero. Absolutamente todos los superhéroes lo veían como un rival digno de luchar o vencer. Pero... ¿Y Butters?
Butters era, prácticamente, el don nadie para la mayoría de la gente. No tenía amigos verdaderos, no tenía a nadie en quién confiar, no tenía un hombro en donde llorar. Se tenía a sí mismo y eso le bastaba, no le importaba realmente si lo veían como un bicho más viviendo sobre la faz de la tierra. Porque después de todo, era eso, un don nadie. Era de esas personas que eran olvidados con el paso de los días o, incluso, de los años.
Esa era la razón por la cual, aún siendo un pueblo bastante pequeño y con pocos habitantes, casi nadie se acordaba de su rostro o de su nombre. Muy pocos lo hacían.
Leopold Stotch.
"¿Entonces para qué usas tu alter-ego para hacer todas esas cosas? ¿Acaso Kenneth McCormick ha hecho algo malo y por eso tiene mala reputación?"
Mysterion.
"Algo así... En mi barrio tienen una muy mala impresión acerca de mí. Siempre suelo generar peleas. Me consideran un chico bastante problemático que lo único que trae es caos. En cambio, a Mysterion lo consideran como un ganador. Le dan toda la atención que nunca antes había tenido, ni siquiera con mis escasos amigos.
Vaya, apenas nos conocemos y te estoy contando prácticamente mi vida.
Siento que tu chat es como un diario. Eso sonó muy marica, ignóralo."
Después de un largo día, por fin una sonrisa se coló por los labios del villano. Quién sin más, tomó la decisión de seguirle el juego.
Leopold Stotch.
"Es gracioso. Porque me gusta leerte.
Oh, debo irme, tengo trabajo que hacer para mi universidad. Gracias por darme un poco de tu tiempo, Mysterion.
Buenas noches. :)"
No esperaba un mensaje. Solo pensó que su conversación terminaría ahí.
Mysterion.
"Noches para ti también.
Hasta mañana, Butters."
. . .
Cuando llegó la hora de irse a dormir, Kenneth tenía una sonrisa al acostarse en esa pequeña cama en su habitación. Sin saber la razón en particular, haber hablado con ese chico (que aún no tenían ningún tipo de confianza) le había alegrado la noche.
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