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Gorra

La vida y el destino están llenos de sorpresas y vueltas, nunca sabes lo que vendrá, aunque cuando ambos ya te han golpeado mucho en algo específico, tú dejas de confiar en que te saldrá bien... Inclusive hay veces en las que ya ni lo sigues intentando porque sabes que te irá fatal, eso le pasaba a un fontanero llamado Mario Mario Bros, él llevaba desde el último grado de Secundaria deseando encontrar al amor de su vida, pero parecía que por más que lo intentara o se esforzaba, lo terminaban rechazando ya sea de buena o mala forma, total que a él no le dolía porque en sí, no sentía la chispa que uno siente cuando es la persona indicada, al cabo del lapso de tiempo en que terminó la Facultad, maduró y pensó más a fondo hasta que llegó a una conclusión: dejaría de buscar al amor de su vida para que en lugar de eso, se concentrara en lograr sus metas y sueños.

Su hermano Luigi Mario Bros era todo lo contrario a él, inclusive en el tema del amor, resulta que Luigi en el Bachillerato, conoció a una chica que resultó ser una princesa, su nombre es Daisy Margarita, quien le preguntó las direcciones para llegar a su salón, el joven quedó flechado casi al minuto en que ella se acercó, poco a poco se fueron haciendo amigos hasta que ambos se declararon y se hicieron novios, claro estaba que ese amor iba de largo, su hermano los felicitó y dijo que estaba muy feliz por ellos, aunque eso no quitaba el hecho de que se sintiera un poco triste porque pensaba que él dejaría de ponerle atención o de admirarlo, esto debido a que conciente era de que Daisy era una chica digna de admirar, obviamente eso no fue así, si bien el menor de los Bros admiraba y amaba a su novia, eso no quitaba el hecho de aún apoyar a su hermano y tenerlo como un ídolo.

Los hermanos estaban estudiando para ser doctores, hasta obtuvieron sus certificados de la Facultad, pero el mayor quiso alejarse de ello que había estudiado, en su lugar, empezó a trabajar de plomero, el menor lo apoyó y así ambos empezaron a trabajar en el servicio de plomería de Spike, hasta que se dieron cuenta de que no se les daba el crédito suficiente, por lo que renunciaron e hicieron su propio servicio, sus ahorros los gastaron en un comercial para promover sus servicios, esto porque su familia no los apoyaban para nada a excepción de su madre, las cenas en familia llegaban a convertirse en discusiones todo porque había un desacuerdo con respecto al trabajo de Mario y Luigi... "que desperdicio de un buen certificado" les decía su padre a veces si no es que lo murmuraba, eso en ocasiones bastaba para que los jóvenes se retiraran de la mesa ya sea que hayan comido o no.

Todos en Brooklyn les decían que eran unos fracasados, a Mario nunca le importó, solo le importaba cuando se metían con su hermano, la princesa era otra de las personas que los apoyaba sin dudar; actualmente, los Super Mario Brothers estaban caminando hacia una casa donde solicitaron sus servicios, solo que al mayor se le salía volando una y otra y otra vez su gorra ——Oye Mario, ¿por qué no le pones algo a tu gorra para que no se te caiga cuando hayan muchas ráfagas de aire? Por ejemplo, Daisy me cosió unos broches de cabello para que no se me volara, por eso ando como si nada, si quieres le digo que haga lo mismo con tu gorra—— le hace plática al verlo un tanto molesto porque su gorra no se quedaba en su sitio

——No hay problema Luigi, no pasa nada, no es necesario—— le responde para luego atrapar de nuevo su gorra

——Bueno... Si tú lo dices...—— le contesta dudoso, el muchacho no sabía si su hermano lo decía por orgullo o si había otro motivo, sí, entendía que no quería porque era su novia pero ¿estaba mal pedirle que cosiera broches en el gorro de Mario para que no se le caiga tan seguido? Por lo menos unos pasadores ¿no? Suspiró, tal vez jamás comprendería lo que pasa por la mente de él, y con jamás se refiere a jamás, aunque no trataría de comprenderlo, ya una vez lo intentó y obtuvo como respuesta un "solo necesito que seas tú mismo y que me apoyes" de su parte, eso fue algo dulce, muy claro era que siempre lo apoyaría y no por el simple hecho de ser su hermano mayor, sino porque a veces los ídolos necesitan un soporte que los siga manteniendo cuerdos

El viento empeoraba y las ráfagas si bien eran muy refrescantes, no eran benéficas a quienes traían sombrero o paraguas, aún así se disfrutaba... A excepción del fontanero de rojo, quien batallaba un montón para evitar que las ráfagas se llevaran su gorra, Luigi, por su lado, lo único que hacía era mirarlo, fruncir el ceño, torcer la boca y pensar "sí que tengo un hermano necio", si bien este podría quitarse la gorra y mantenerla en mano para evitar seguir insistiendo contra el viento, no quería quitársela para nada, nunca se rendía... O más bien, no sabía cuándo rendirse, y esta no sería la excepción en lo absoluto.

Ambos ya iban de regreso a casa, al parecer todo ya se había calmado con respecto al viento, pero cuando parecía que el destino y la suerte ya estaban de lado de Mario, una ráfaga lo tomó por sorpresa llevándose así su gorra ——¡No, espera! Agh—— decía, acto seguido miró al menor ——Lu, regresa a casa, yo iré por mi gorra—— este asintió y vio a su hermano marcharse en busca de su gorra ——¡Hey, viento, devuélveme mi gorra!

——Si tan solo hubieras hecho caso cuando te dije que la mantuvieras en tu mano—— murmuró el de verde para ahora sí seguir caminando a su hogar

El oji-azul saltaba en intentos inútiles para conseguir su gorra ——¡Vida, destino, universo ¿qué sé yo? Pero ¿acaso no tienen suficiente con verme fallar en el amor?!—— exclamaba mientras seguía tratando de alcanzarlo, eso fue hasta que se cayó porque tropezó con una roca, lo cual lo recibió como si fuera una respuesta ——Ok... Ya vi que no era suficiente—— se levantó y siguió, pero cuando por fin ya estaba a nada de recuperarla, otra ráfaga de viento hace que cambie de dirección ——¡oh vamos! ¿Es por que me quejo o por qué? ¡Que alguien me diga!—— exigía con notable molestia

En el centro de la ciudad de Brooklyn, había una chica peli-rubia que caminaba disfrutando de las ráfagas de viento repentinas, cerraba los ojos y dejaba que el viento junto con el atardecer hicieran lo suyo, inhalaba el aire fresco hasta que sus pulmones se llenaran para así exhalar grandemente, llevaba un vestido rosado junto con una corona, algunos la veían, otros admiraban su belleza, mientras que las niñas se emocionaban por ver a otra princesa en la ciudad, si bien no era la primera vez que iba a Brooklyn, las personas siguen hablando de ella como si fuera la 1ra vez, los distintos aromas que habían por allí eran admirados por aquella joven, quien era sumamente positiva sin importar qué tan mala fuera la situación, era valiente, aventurera, lista, estratega... Se le hacía difícil encontrar pareja que estuviera a su nivel, aún así no perdía las esperanzas de que algún día lo emcontraría.

Caminaba perdida en lo hermoso que se veían las áreas verdes, el agua natural que le quedaba en su botella lo ocupó para repartírselo a algunos árboles y flores, logrando así que estas recibieran agua al igual que les permitiría seguir creciendo, no importaba cuánta contaminación hubiera, ella seguiría cuidando la naturaleza... O al menos lo que quedara de ella, puso la botella en un bote de reciclaje y siguió su camino, sentía algo raro... Algo que le decía que su vida cambiaría en tan solo un instante, escuchó una ráfaga de viento y miró a esa dirección, el viento traía consigo una gorra pero... ¿De quién? La joven alcanzó a agarrarla, seguido de esto se puso a revisarla, era suave y al frente traía la letra M ——¿Será que a alguien se le perdió con este viento y que la M es la letra de su nombre?—— se preguntaba a sí misma aún observando la gorra que tenía en sus manos, alzó la mirada al escuchar que alguien corría a su dirección, esto hizo que se encontrara con él

——Hola...—— saludó cansado y sin fijarse lo que la chica traía en sus manos ——¿Ha visto mi gorra? Es roja y tiene la letra M al frente... Ufff... La estuve persiguiendo pero la acabo de perder de vista, ¿sabe dónde está?

——¿Uh?—— sus ojos se iluminaron, sentía que algo la conectaba con ese joven, ¿hilo rojo? Lo había escuchado de su amiga Rosalina pero no creía mucho en ello, solo lo creía porque le gustaba la idea de una historia de amor entre dos jóvenes conectados por aquel hilo rojo invisible, reaccionó ——A-ah... Sí... Sí, me imagino que es esta que tengo en mis manos, toma—— una sonrisa se le hizo presente en el rostro, se inclinó un poco mientras aseguraba la gorra entre sus manos para que no se fuera a volar, el de bigote concientizó y levantó la mirada encontrándose así con la de ella, quedó impresionado y sonrojado (imagen de galería), sentía una cosa en su corazón... Así como una chispa especial y única... Esa chispa que por tanto tiempo estuvo buscando... Una chispa que solo se encendería con la indicada, quitó con timidez y delicadeza la gorra que se encontraba entre las manos de la chica

——Gra-gracias—— agradeció poniéndose la gorra

——De nada, aunque... Opino que deberías ponerle algo a tu gorra que te ayude a que no sea llevada por el viento fácilmente—— soltó una leve risa

——Bueno... Yo creo que no lo haría... Si es que tú eres quien encuentra mi gorra—— sonríe haciendo sonrojar levemente a la princesa ——por cierto, me llamo Mario Mario Bros

——Pues... Un gusto Mario, mi nombre es Peach Toadstool—— al presentarse, él le agarró una mano para hacerle una reverencia

——El placer es todo mío—— lo hacía más de juego que de verdad, no se imaginaba que era una verdadera princesa, claro, llevaba una corona y un vestido pero... ¿De cuándo acá las mujeres que traen una corona y un vestido se les denominan como princesas? Eso pensaba Mario, ellos anduvieron platicando en el parque para conocerse más, a pesar de que parecía que la joven le escondía algo (y eso era que es una princesa), la peli-rubia le dijo como explicación que la corona la traía porque era un regalo de su padre, puesto que siempre la consideraron una princesa, el de bigote comprendió y aún así le seguía tratando con respeto y amabilidad, ¿por qué Peach le ocultó que era una princesa? Porque quería que la quisiera por su forma de ser, no por ser una princesa

Luego se podrían contar secretos o cosas así, pero por ahora son unos perfectos desconocidos que están destinados a estar juntos, ¿acaso todo era obra del destino, la vida, el universo y/o el hilo rojo? Nah, ¿qué importa quién fue? El punto era que gracias a una gorra... Ambos han encontrado lo que tanto buscaban...

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