
Capítulo 30
– ¿Qué haces aquí? Jimin está en casa de Taehyung, pasará la noche allí – La puerta empezó a cerrarse después de decir eso pero medio cuerpo del chico detuvo el accionar del mayor – ¿Qué se supone que haces?
–Lo siento, ni siquiera me dejaste saludar. ¿Hay algún problema, Jin? – Indagó preocupado antes de ser expulsado fríamente del interior de la vivienda
Jin suspiro sonoramente, no quería ser él quien destruyera las ilusiones del chico pero tampoco podía permitirse que los sentimientos siguieran creciendo en su interior. No desde la última vez en la que Jungkook lo visitó y pudo notar claramente como dentro de sí irradiaba el calor típico de una persona enamorada. ¿Cómo podía él enamorarse de alguien como Kook? Apenas tenía tiempo para darse una ducha antes de correr a otro trabajo y comía entre horas. El dinero escaseaba y no podía darse el lujo de caer en el amor.
Pero Jungkook tampoco merecía un mal trato cuando todo lo que había hecho era darle apoyo y contención en su forma más pura y desinteresada.
–Tienes razón, Jungkook. Perdóname, estoy algo estresado últimamente – se disculpó y destrabó el paso para dejarlo entrar
– ¿Quieres hablar de eso? – Lo siguió muy de cerca hasta detenerlo poniendo una mano en su hombro.
SeokJin se veía realmente abatido, Jungkook sabía qué clase de persona era el mayor. Siempre velando por el bienestar de su familia, sintiéndose eternamente responsable por ser el mayor de sus hermanos, cargando con más peso del que debería por no atreverse a delegar tareas a los demás. Luchando solo y en silencio, aguantando todo. Simplemente aguantando. Era tan injusto que se hiciera eso a él mismo, él lo sabía y quería hacer todo lo posible para aliviar su pesar. Pero el mayor era testarudo hasta los límites, sabía que hablarlo no funcionaría porque era de esos que lo callan todo, que prefieren hacer antes que pedir ayuda y aguantar en silencio todo.
Estaba saturado hasta el alma, sus ojos lucían grandes bolsas debajo y su piel estaba levemente amarillenta. Él no iba a quedarse callado viendo como a Jin se le iba la vida de esa manera.
– ¿Hablar sobre que, Kook? No hay nada de qué hablar – Fingió una sonrisa que llego como una mueca cansada a sus ojos.
–Estás exhausto –
–No, no lo estoy –
–No era una pregunta –
Jin clavo sus ojos incisivos en el menor que poco a poco se adentraba a la cocina como si fuera el dueño de casa situándose detrás de la mesada, revolviendo las alacenas como muchas otras veces lo había hecho él.
– ¿Qué haces? – quería detenerlo, sacarlo de allí y empujarlo hasta la puerta para que se marchara. Quería gritarle que se fuera, que no le hacía bien tenerlo en su cocina, preparando un té despreocupadamente para cuidar de él, recordándole que era todo lo que deseaba y que nunca podría tener.
– ¿No es obvio? Estoy cuidando de ti – Respondió con ligereza sin siquiera mirarlo al hablar, como si fuera lo más natural de universo.
–Deja de hacerlo, no tiene que preocuparte por mí. No es tu deber, no lo necesito. Eres el amigo de mi hermano, ni siquiera tendríamos que estar relacionándonos – camino hasta él y le quitó la taza de la mano dejándola de nuevo en su lugar, sabía que estaba siendo demasiado brusco pero no tenía otra opción. Jungkook parecía no querer aceptar las indirectas – Ve a casa Kookie, estudia mucho y cuida de las personas que amas. Disfruta la vida y cuando llegue el momento, trabaja duro. Peor no ahora, No así. No seré una carga para ti –
Jin tomo su mano y lo guió hasta la entrada pero cuando el menor descubrió sus intenciones se detuvo impidiendo su cometido.
–Pero que-
–Basta SeokJin, no hare esto. No voy a dejarte solo aunque me lances afuera cada vez que este aquí. –
–¿Qué tengo que hacer para que me dejes en paz? –
–Déjame cuidarte, solo eso. Permíteme...– Se soltó suavemente de su agarre y dando vuelta su mano tomo la otra y lo llevo de nuevo a la cocina– Permíteme ser quien calme tus aguas cuando haya tormentas en tu interior. Quiero ser yo el que atienda tu aflicción, deja de engañarte creyendo que puedes solo y que no necesitas que vean por ti –
–Tengo a Jimin y a Namjoon para eso, no necesitas preocuparte – Murmuro, tratando de creer que lo que decía era cierto
– ¿Puedes parar? Sabes mejor que yo que tus hermanos viven su propia vida. También sé que no eres ajeno a los motivos por los cuales me preocupo por ti, pero no los mencionaré si no es de tu agrado. Pero no te cierres, por favor. No a mí. –
–Eres un niño, Jungkook. Tienes dieciocho años y yo largos veinticinco ¿Crees que quiero esto para ti? Jamás podría quitarte tu juventud –
–No me estas quitando nada, soy yo el que decide qué y cuándo hacerlo. Y hoy quiero estar aquí –
Estaba siendo derrotado, por un niño. Si alguna vez se consideró alguien testarudo esta vez estaba siendo superado. Una vez más dejo salir el aire de sus pulmones y se sentó en la silla en la que había estado antes. Quizás si solo se lo permitía hoy luego se olvidaría y todo volvería a la normalidad, a la cruel y solitaria normalidad.
Jungkook se movió con agilidad y vertió el agua caliente en las tazas para luego acercársela. El aroma a te frutal lleno rápidamente sus pulmones y poco a poco sintió las tensiones del día esfumarse entre el vapor de la infusión. Deseó en el fondo de su corazón poder disfrutar de pequeños momentos así. Mientras sorbía un poco de la bebida vió entre el humo de la taza la cálida sonrisa de Jungkook. Se veía tan satisfecho de poder atenderlo que creyó poder vivir con eso y acostumbrarse fácilmente a su trato. ¿Cómo sería disfrutar de su compañía de una manera más íntima?
–Emm – Carraspeó – Hay algo que no entendí –
–Dime– bajó su bebida para prestarle total atención
–Aun no me quedaron claros los motivos por los cuáles te preocupas por mi– Volvió a tomar un trago queriendo ocultar descaradamente su sonrojo
No hubo una respuesta pero de repente Jungkook se encontró caminando hacia él desde el lado contrario de la mesa donde estaba sentado. Jin retrocedió en la silla algo asustado por la repentina acción y se puso de pie.
–¿Qu-
Las manos de Jungkook tomaron posesivamente su cadera y lo presionaron contra su pecho, el aliento tibio de sus labios acarició sutilmente su boca y pronto se vio cerrando los ojos con dulzura, entregado a lo que sea que estuviera por suceder. Se sentía como un niño bajo las caricias de su madre, pero esto era mucho mejor. Porque jamás en su vida los besos de su madre se sentirían tan ardientes y húmedos como lo era la boca de Kook devorando fehacientemente la suya.
Un gemido se escapó entre el beso, era casi ridícula la forma en la que su cuerpo se deshacía al tacto del menor ¡Tenia dieciocho años, por dios! Y besaba como los dioses debían hacerlo en el olimpo, se sujetó fuertemente de su campera para evitar colapsar por el bamboleo que producía la mezcla de sensaciones abrumantes.
Su boca, su aroma, las forma en la que lo abrazaba por la espalda pegándolo a su cuerpo. Se sentía pleno y libre como hace mucho no pasaba.
–Oh – Jadeó al separarse y abrió levemente los ojos para ver a un agitado Kook sonreír satisfecho
–Si aún no está claro puedo seguir explicándote –
–Aún tengo algunas dudas– Suspiro antes de volver a ser besado, esta vez más dulce, más lento y más profundo, probando por primera vez la enérgica lengua del chico.
××
Yoongi sintió el aire frio proveniente de su ventana crisparle los vellos de la nuca, se removió buscando algo de calor y se encontró con un cuerpo tibio igualmente acurrucado sobre el costado contrario. Parpadeo rápidamente hasta recordar quién era el que estaba allí mismo.
Jimin
Se habían quedado desvariando sobre una cosa y otra hasta quedarse dormidos. Sus manos ya no estaban entrelazadas y por algún motivo eso le resulto molesto, ahora el chico estaba hecho una bolita del otro lado dándole la espalda y manteniéndose alejado de su cuerpo.
Miró la hora en su teléfono y se preguntó si es que Jimin no recibía llamadas ese día. Eran las dos de la madrugada y en algunas ocasiones él mismo se había quedado hablando con él hasta mas tarde, incluso. Su teléfono estaba sobre la mesita junto a su cama, la pantalla hacia abajo.
Caminó sigilosamente, sabiendo que lo que estaba por hacer era una invasión total a su privacidad, pero él estaba medio adormecido y no tenía claridad mental. Tomó el móvil sin quitar los ojos del chico dormido y giró para poder ver el aparato.
Ahí estaba.
La luz de la pantalla estaba al dos por ciento, lo que evitaba que se note cuando estaba encendido. Pero no dejaba de parpadear. Sin desbloquearlo podía ver allí unas treinta llamadas perdidas cuando el aparato volvió a encenderse.
'Chanyeol. Llamando'
¿A caso tenía agendado a todos sus clientes? De repente, el pensamiento de que Jimin tendría que estar trabajando y no durmiendo lo golpearon en seco. Era cierto. Pero sin embargo estaba allí, en su cama: durmiendo. Hubo confusion ¿Por qué le gustaba la idea de que no atendiera esas llamadas? Nunca se había detenido a pensar en que ese era su labor y otros hombres también disfrutaban de su calidez y de la caricia tibia de su voz.
Miró sus labios.
Esos belfos sobresalientes, rosados, sutilmente abultados por la presión de su manos bajo la mejilla. El aire salía suave entre ellos. Como lo hacía su aguda voz.
No. No quería que otros gozarán escuchándolo. ¿Por qué Jimin seguía trabajando en eso? ¿Sería un fetiche? No conocía mucho de su necesidad de hacerlo pero tampoco sabia si quería averiguarlo.
Volvió a dejar el móvil como estaba no sin antes cortar descaradamente la llamada entrante. Caminó hasta la cama y se acostó en la misma posición que antes pero esta vez el sueño tardaría en llegar porque había demasiadas cosas en su mente.
En realidad había solo una: Jimin.
¿Qué tan difícil sería quererlo? ¿Soportaría acaso vivir una vez más lo mismo que pasaba con su madre? Pero habia una enorme diferencia entre ellos. Su madre era mayor y se había dejado estar, se conformaba con permanecer durante el día en el sillón y por las noches moverse lentamente hasta la cama. A veces cocinaba o aseaba lo que cabía dentro de sus posibilidades. Pero nada más.
En cambio Jimin era lo mas enérgico que jamas había conocido, su problema con su peso no le impedía trabajar y estudiar. Y era tan lindo... ¿Estaba mal si permanecía con él y lo ayudaba a perder algunos kilos? Así podría disfrutar de él y ambos serian felices, porque estaba seguro de que Jimin también deseaba estar con él ¿Y quien no quiere perder peso? Quizas lo que le faltaba era apoyo y disciplina.
Jimin sintió la cama moverse a su lado y recordó inmediatamente donde estaba. Presionó sus ojos con fuerzas y contuvo el aliento, podía sentir a Yoongi a su lado y parecía despierto.
–Jimin– Llamó – Sé que estas despierto–
–Lo siento, yo no sabia que me había dormido. Debería irme ahora– Murmuro sentandose sobre la cama rápidamente, él no sabia de lo que el mayor seria capaz si no se iba y no quería averiguarlo, recordó que le había pedido que se quede pero eso era cuando estaba triste. Quizás ya se le había pasado.
Se puso de pie y comenzó a buscar sus zapatillas en alguna parte de la alfombra. Las colocó sin atar los cordones, guardó su teléfono y caminó apresurado hasta la puerta. Iba a agarrar el picaporte cuando el fino cuerpo del otro se interpuso.
–¿A dónde iras a esta hora?– Su tono era algo agresivo
–I- iré donde Tae. Iba a quedarme con él de todos modos –
–¿Y por que no vas a tu casa?– entrecerró los ojos con dudas
–Bu- bueno yo, había acordado que iría a su casa luego –
–¿Luego de venir a verme?–
–Em, no exactamente –
–¿Luego de qué, Jimin?– Dio dos pasos hacia él y por inercia el menor retrocedió
–Salí a cenar– ¿Por qué no podía decirle que tuvo una cita?
–¿Solo?–
–No–
–¿Tengo que sacarte las palabras una por una? Dimelo de una vez–
–Bueno, no salí sólo... Tu- tuve una cita–
Una cita
Lo recordaba, él los había escuchado hablar sobre eso pero no creyó que fuera cierto. El ácido burbujeo en su estomago y aunque quería ocultarlo y se negaba a reconocerlo, sabía lo que era. Celos.
–Bien, me alegro por ti. Si lo hubieras dicho no te hubiera hecho venir hasta aqui– Apartó los ojos del chico y rodeó la cama hasta la ventana. Luego recordó cómo es que Jimin había llegado, agitado y transpirado pero ahora que lo pensaba estaba bien vestido.
–Me preocupe cuando te escuché y sé que solo me llamarías a mí si se trataba de algo muy grave.¬ Tenía que venir– Patético, simplemente patético.
Corrió por él, dejo todo por él. O quizás su cita no estaba yendo tan bien después de todo.
–¿La pasaste bien?– quiera evacuar sus dudas.
–¿Eh?– el tono y la pregunta fueron extrañas, no sabía qué era lo que debía decir– En realidad, muy bien... Gracias por preguntar – Su voz salia baja, como si no quisiera decirlo.
El mayor sintió su mandíbula tensarse ante esa respuesta, no solo por las palabras que usó, sino también por el aire soñador al rededor de ellas.
Al no haber respuesta sintió que era el momento de partir. Quiso voltear e irse pero las enormes manos de Yoongi lo rodearon desde atrás. Su cuerpo tembló de pánico al sentirlo tan cerca.
–¿Yoongi?– El mayor sintió años de tensión esfumarse en ese abrazo. Su cuerpo se sentía blando y dócil bajo sus brazos y le gustó la sensación.
–Quedate Jimin, avisale a Taehyung que pasarás la noche con Kookie–
Era tan sorpresivo que solo pudo asentir y sacó el móvil del bolsillo. Vio las llamadas de Chanyeol pero las ignoró. Obedeció silenciosamente la orden del chico y se quedo quieto sin saber qué hacer. Yoongi lo tiró sobre la cama y lo apresó bajo su cuerpo menudo.
Los ojos del chico brillaron escépticos viendo lo que estaba sucediendo, bajo la mirada penetrante de Yoongi. ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Qué es lo que pretendía hacer Yoongi? Las dudas se despejaron cuando su frente cayó a su hombro y lo escuchó aspirar fuertemente su aroma.
Desde allí podía escuchar el galope desenfrenado de su corazón queriendo escapar de su pecho. Sus manos temblaban por abrazarlo, aferrarse al cuerpo de Yoongi aún cuando al otro día quizás no podría ni mirarlo a los ojos.
–Duerme, mañana tenemos que ir a trabajar– Cambio su posición y terminaron acostados juntos una vez mas. Pero esta vez no le tomó la mano, en cambio dirigió sus dedos y los enterró suavemente en su cabello rubio y los enhebró uno por uno en su mano. Más que un beso, más que una caricia el tacto se sentía tan intimo que no tardó en dormirse mientras seguía siendo contemplado por el otro.
La respiración de Jimin era lenta y pausada y sus labios brillaban bajo la luz incandescente de la lampara, sonrió de lado y bajó silencioso hasta que sus labios acariciaron los del chico a su lado. Podría haber sido un beso cualquiera pero el aleteo hiperactivo en su vientre le decían que ese no había sido cualquier roce.
🔥
Maratón 😁😁
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