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Capítulo 29

Jimin corría por el vecindario como si fuera correteado por una manada de hienas hambrientas y él fuera la cena de esa fría noche. Le faltaban piernas para apresurarse a llegar, a pesar de su contextura física jamás tuvo dificultadas con su resistencia. De hecho, siempre era uno de los más rápidos y de todos sus amigos era el que más aguantaba una caminata al aire libre sin fatigarse.

Normalmente, las personas suelen asociar la gordura con enfermedades y justifican su falsa preocupación con eso, pero si Jimin estaba enfermo, no se le notaba. Él era un chico activo, y lo había demostrado siempre. Podía trabajar, estudiar e incluso salir de fiesta los fines de semana sin sufrir un paro cardiaco, contraer diabetes o tener un pico de colesterol. Es más, era más viable que muriera por tener un accidente de auto mientras corría desesperadamente en auxilio de Yoongi que por alguna de esas causas.

Pero no, para la sociedad, ser gordo era equivalente a estar enfermo.

Es cierto que podía contraer alguna enfermedad en cualquier momento, pero no era necesario que se lo recordaran 24/7. Uno no iba por la vida señalando a la gente y advirtiéndole que su conducta podría causarle alguna afección mortífera.

Incluso podría ser delgado y súper mega sano pero contraer cáncer sin motivo o razón alguna. Como era el caso de su madre.

Por supuesto que las buenas personas de esta sociedad no creían eso, no. Porque ver a un gordo era equivalente a ver a un moribundo agonizante y todos ellos se convertían en médicos frente a estos casos, con la facultad de diagnosticar posibles dolencias futuras.

'Ay dios, pobre chico' había escuchado exclamar a algunas mujeres a su paso y había querido responderle de alguna manera para hacerles saber que de pobre no tenía nada. Pero hubiera sido inútil porque las personas suelen aferrarse tan fuertemente a sus creencias que era como querer bajar a un gato de un árbol sin salir herido por sus garras. Y él no estaba dispuesto a ir por el mundo confrontando a cada idiota con pensamientos errados.

Nadie iba a entender jamás, que sus opiniones no contribuían en nada. Que si él estaba gordo, el ochenta por ciento del tiempo era debido a que no podía dejar de comer en sus momentos de ansiedad, los cuales eran provocados por vivir en un mundo que lo señalaba como si fuera una paria.

Saber que estaba dentro de un porcentaje que medía la cantidad de personas que 'sufrían' obesidad dentro de su sociedad tampoco ayudaba, lo habían convertido en un número más, en una fría cifra que los englobaba a todos como si fueran ganado. Y quizás lo eran.

Alguna vez había imaginado prestándole su cuerpo a los demás por un día, quería que ellos vivieran en carne propia lo que se sentía despertar cada mañana con el pensamiento de que no tenía que comer demasiado y juntar fuerzas para que su voluntad no se quebrara, que intentaran pasar meses y meses en abstinencia de algo que era tan necesario como la comida, que no era un simple capricho, y ver resultados mínimos a pesar del esfuerzo. Que vivieran en carne propia la rabia, la frustración y la desesperación que causaba la lentitud del proceso y hacer todo eso recibiendo las críticas y burlas de los demás.

Pero eso no pasaría.

Y en cierta medida había aprendido a vivir con eso a la fuerza. No podía cambiar sus pensamientos, pero si ignorarlos. Aunque ignorarlos no evitaba que los escuchara y doliera de igual manera, lo de afuera era una fachada. Podía ocultar su vergüenza pero eso no impedía que lograra odiarse cada día un poco más. Odiarse por ser débil. Aunque en realidad no lo fuera.

Cuando sus pies giraron en la esquina, después de correr por incontables calles, chocó fuertemente con un cuerpo y rebotó hacia atrás violentamente, los fuertes brazos de la otra persona lo sujetaron salvándolo de caer.

Cuando la conmoción por el golpe desapareció se dio cuenta que seguía fuertemente sostenido contra el otro pecho. Quiso levantar los ojos y ver quién era quien lo había atrapado tan devotamente contra su torso, pero no hizo falta cuando reconoció el perfume amaderado de los pinos silvestres, inconfundible.

– ¿Yoongi? – Tembló ante el insistente agarre alrededor de sus brazos que lo apresaban – ¿Todo está bien? – había genuina preocupación en su tono.

–Jimin –

La situación en si era tan rara e inusual que solo podía pensar en lo que sucedía, si Yoongi lo abrazaba con tanta fuerzas no significaba nada bueno.

– ¿Cómo está tu madre? –

–Ven – Dijo finalmente soltándolo – Acompáñame a casa–

El chico parecía fuera de si completamente y Jimin no pudo hacer mucho más que asentir a su petición. No se iba a poner difícil si Yoongi era quien le pedía cualquier cosa. Quería asegurarse de que estuviera bien, que nada le pasara a su mamá y que Jungkook estaba seguro.

Caminaron hasta su casa, todo se veia apagado y ningún rastro de movimiento podía percibirse. Era tan extraño, pero aún mucho más extraña era la manera en la que el mayor le sostenía la mano, aferrándose con fuerza mientras lo guiaba al alguna parte de la casa en la que nunca había estado.

Trago fuerte y sonoro cuando notó que estaban yendo hacia el único lugar con el que jamás soñaría con conocer, pero que ahora sus ojos contemplaban.

Yoongi lo guió hasta su habitación sin mediar palabra alguna y cerró la puerta detrás de ellos mientras Jimin no podía reaccionar al misterio circundante. Ya ni siquiera podía preguntar sobre eso porque sabía que no recibiría respuesta, el mayor se veía negado a aclarar sus dudas pero empezaba a sospechar que poco tenía que ver con su madre. Se quedó de pie mientras lo veía quitarse el abrigo y colgarlo en una silla.

Detuvo el flujo de sus pensamientos cuando lo vio acercarse a paso lento y sus manos se posaron en su abrigo. Observó temeroso como el cierre de su chaqueta era bajado entre sus dedos hasta que estuvo abierta completamente. Introdujo sus manos por sus hombros hasta quitársela y la coloco sobre la que él había dejado anteriormente.

Jimin se estremecía, estaba confundido con su actitud ¿Qué esperaba de él después de todo? Lo había hecho correr manzanas enteras diciendo que su madre estaba en dificultades ¿Es que acaso sabía que estaba en una cita? No, eso no podía ser posible.

Por una parte quería saber hasta dónde pretendía llegar pero por otro lado temblaba de miedo anticipando lo que estaría pasando por su mente. Algo se encendió en su cuerpo cuando descifró las intenciones del otro, en el preciso momento en el que sus manos tiraron de él hasta llevarlo al único lugar de la habitación a donde aún no se había atrevido a mirar.

¿Era así como debía suceder? Ambos solos, en medio de una noche fría, rodeados de silencios entre excusas inconclusas y mentiras tapadas ¿Era así como se lo había imaginado toda su vida? Acababa de dejar a Chanyeol solo después de una magnifica primera cita, tenía altas expectativas de tener su primer romance correspondido y había dejado todo por correr detrás del único chico que podía destruirlo con un simple aliento de sus labios.

Era un idiota. Un gran idiota. Pero aun así no tenía las fuerzas suficientes para negarse.

Yoongi se sentó sobre la cama y tiro de Jimin hasta posicionarlo a su lado, cruzo su brazo sobre sus hombros y lo atrajo hasta él hasta dejarlo recostado sobre su pecho. Desde esa posición Jimin podía sentirlo tomando grandes caladas de aire como si estuviera absorbiendo su perfume entre las hebras de su cabello. También era consciente de que el pecho del mayor se sentía suave y tranquilo bajo su rostro y se encontró a si mismo cerrando los ojos y perdiéndose en el mar en calma que era ese preciso momento.

Era capaz de llorar por todo, pero no podía. No cuando había demasiadas preguntas en el aire que no lo dejaban disfrutar de algo que solo se había permitido dibujar en sus sueños.

–Mamá está bien. – Interrumpió su debate interior con estas palabras – Ella tuvo una crisis muy diferente a todas las que había tenido antes – Había sinceridad de sus palabras y de algún modo eso lo tranquilizo. Ahora sabía que no había sido mentira. – Tuve miedo, como nunca antes había tenido.

Sintió el cuerpo aplastante del otro envolverlo con fuerzas, Yoongi lo abrazo con tanto brío que pensó que se hundiría muy dentro de su cuerpo hasta ser uno solo. Podía sentir el pánico del otro calándole los huesos, desgarrándole la piel. Quería decir algo que lo hiciera sentir mejor pero el sollozo pesado lo detuvo de hacer cualquier comentario.

–Estaba tan solo, no sé dónde está Jungkook y enfrentarme a todo eso una vez más me devolvió a los años en los que era un niño asustado enfrentándose a la muerte para salvar a su madre, Jimin – El abrazo no vacilaba y las manos de Jimin tuvieron el coraje de agarrarlo por la camisa y presionarse más en él aunque su cuerpo estuviera siendo usado como desahogo – lamento haberte llamado pero no tenía a nadie más. –

No era cierto, sabía que si tenía a quién llamar pero aun así había preferido llamarlo a él porque siempre había encontrado un confidente en Jimin. No tenía vergüenza de llorar a su lado y estrecharlo entre sus brazos había sido tan apacible como pocas cosas.

– ¿Cómo estas tú, Yoongi? –

Hubo un silencio profundo y luego una pequeña risa salió de los labios del otro antes de soltarlo y buscar sus ojos. Tomó entre sus manos sus mejillas y le sonrió conmovido.

– ¿Qué tan idiota voy a ser hasta poder admitir que eres una luz en medio de la nada? – Rió y lo soltó, se recostó dándole un lugar a su lado, invitándolo silenciosamente a hacer lo mismo. Jimin se recargo junto a la almohada y los dos terminaron tendidos mirando el blanco techo de la habitación.

–La gente normalmente no pregunta eso ¿Sabes? Ellos siempre preguntan por ella, por su salud y sobre las medidas que estamos tomando para cuidarla de ella misma. Siempre es igual. Pero tú acabas de hacer la diferencia. Es la primera vez que preguntan por mi estado. –

–Tú también eres importante, entiendo lo que dices, todos se olvidan que detrás de ellos estamos nosotros y que somos humanos también. Eres de carne, está bien tener miedo y llorar incluso si piensas que debes ser fuerte en todo momento– La mano de Yoongi busco torpemente la pequeña mano de Jimin y entrelazo sus dedos sin decirle nada más, sintiendo una enorme calidez cubriéndolo.

¿Qué estaba haciendo Jimin con él?

××

Taehyung se meció sobre la hamaca bajo la fría noche, Hoseok se encontraba de pie frente a él caminando de un lado a otro. Él conservaba la calma pero por dentro estaba tan frágil como una cascara de huevo entre las manos de un oso.

–El tiempo corre, si no tienes nada que decir me iré a casa – Tae se puso de pie y se sorprendió de que sus rodillas no temblaran

–Lo siento – Suspiro – No solo lo siento Kim Taehyung, yo estoy profundamente arrepentido de haber hecho de tu vida una porquería. Realmente espero que entiendas que fui un pequeño idiota, éramos solo un par de niños y yo...–

–Detente, no tienes que hacer esto ya. No vivas en el pasado y no te creas tan importante como para que tus insulsos comentarios infantiles hayan tenido tanto efecto en mí – No podía decírselo de frente sin quebrarse por lo que agradeció haberse girado para marcharse antes de irse.

Hizo tres pasos emprendiendo la marcha, escapando de todo lo que Hoseok le causaba con su simple presencia. Pero el frio que subio por su columna enviándole una alerta de peligro lo detuvo, al sentir los firmes brazos del otro rodearlo por la cintura.

–¡No, tú detente... para ya!. Para de parecer fuerte, para de exigirte tanto, para de ser tan Taehyung y vuelve a ser ese pequeño revoltoso TaeTae. Déjame enmendar mi daño y permíteme acercarme. Déjame intentar derribar esas paredes que construiste tan afanadamente a tu alrededor– Murmuro en sus oídos apoyando su barbilla en el hombro del chico

–No querrás saber qué hay detrás de esos muros, Hoseok. Ese niño soñador ya no está y en mi vida no hay lugar para algo más que lo que ya tengo – intentó zafarse, tenía que salir ahí antes de que las grietas que habían empezado a formarse empezaran a extenderse. No hacía falta que Hoseok hiciera nada porque su simple presencia hacía temblar sus cimientos.

–Te equivocas, estoy más temeroso de no poder entrar que de lo que me espera allí. Nada puede ser peor que permanecer fuera de ti ¿Sabes qué es lo que lleva a un chico a ser tan idiota? –

– ¿Qué lo hace? –

–Encontrarse con un hermoso niño entrando por la puerta y no saber cómo hablarle. –

–Eso es una estupidez –

–Siempre fui un idiota después de todo. Idiota por mis acciones, idiota por mis palabras pero más idiota por amor –

Todo en Tae se tensó mientras giraba todavía sujeto entre las extremidades del mayor.

–¿Amor? – Buscó la mentira en sus ojos cafes, pero no estaba allí.

–Amor – Respodió con tanta seguridad que lo hizo temblar.

Su labio tembló y Hoseok lo detuvo con su propia boca mientras probaba en dulce manjar que era Taehyung. Acarició suavemente el labios inferior entre los suyos temiendo ser rechazado. Pero luego de sentir su respiración agitada supo que debía seguir. Se atrevió a chupar suavemente el labio tibio entre los suyos y delineó los contornos de sus belfos con su lengua. Su mano subió lento por su espalda ¬y finalmente Taehyung se entregó al mar de sensaciones estallando en él.

Era precioso.

Y sólo esperaba no equivocarse en esto también.

××

Doblete 🥰

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