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Gordita Im (2)

Nayeon se encontraba en el salón que solía estar cuando era la hora del descanso, con un puchero en sus labios. La razón era que su madre no le quiso preparar su comida y a Nayeon no le gustaba comer o comprar comida de la cafetería.

Para olvidar ese mal momento mejor decidió dormir un rato hasta que empezara su siguiente clase y como tenía una hora libre podría dormir un poco más.

Se estaba acomodando para dormir, su cabeza recargada en la mesa y empezó a cerrar sus ojitos hasta que escuchó un ruido.

–Te encontré – comentó alguien que si mal no recordaba el nombre de esa persona era Tzuyu.

–¿M-me estabas b-buscando? – preguntó señalando a sí misma.

Chou asintió y se acercó a la pequeña Im, arrastró una silla para sentarse en frente de Nayeon.

Nayeon estaba algo insegura o más bien dicho una combinación entre miedo y nervios, ya que nunca nadie se había acercado a ella de una forma tranquila sin decirle ningún comentario ofensivo.

–Tardé mucho en encontrarte, pensé que estaban en la cafetería pero cuando iba camino para allá te vi entrar en este salón – comentó una tranquila Tzuyu.

–Uh... sí, suelo venir aquí en las horas del descanso – le dijo jugando con sus manos.

–Oh, entiendo.

–¿Qué haces aquí? – preguntó en un murmuro la omega.

–Eh... no lo sé, mi loba ha estado muy inquieta desde que te vi –comentó sin mucho interés Chou.

–Oh...

Tzuyu empezó a destapar su comida y vio que Nayeon bajaba su mirada y algo confundida Chou recorrió su mirada por las pertenencias de Nayeon.

–¿No traes comida, omega? – preguntó algo confundida y vio a Nayeon negar despacio – Ten – extendió su comida.

Nayeon alzó su mirada algo sorprendida y empezó a negar con la cabeza – Pero esa es tu comida.

–Tranquila, mi padre me dio aparte de esto una ensalada y la verdad es que no tengo mucha hambre – contestó tranquila – Anda come, ayuda a esta pobre alma a comerse la comida para que mi padre no me regañe.

Nayeon soltó una risita al escuchar lo que dijo Tzuyu, nunca había visto a un alfa que fuera tierno, bueno, solo a su padre.

–Pero si tu padre quiere que te lo comas tienes que hacerlo – hizo una pausa – Aparte es tu comida no mía.

–Pero ya te expliqué que no tengo mucha hambre – hizo un mini puchero.

–¿Por qué me darías tu comida si apenas sabemos el nombre de la otra? – preguntó algo confundida.

–Porque eres la omega más tierna que he visto – contestó sincera Tzuyu.

Nayeon se sonrojó un poco.

–Si yo acepto la comida, la compartimos entre las dos, ¿Vale? –propuso la omega.

–Acepto.

Después de eso las dos empezaron a comer, Nayeon contenta de que podría comer algo y Tzuyu con una sonrisa por lograr su cometido.

Entre platica y platica se conocieron un poco más, conocieron cosas la una a la otra, Nayeon se dio cuenta de que Chou no era como los demás y Tzuyu se dio cuenta que no era del todo cierto lo que decían de Nayeon.

Nayeon se encontraba caminando hacia donde trabajaba su padre ya que le había pedido que comprara comida y que fuera a comer con él.

Estaba contenta de pasar más tiempo con su papá, aunque un poco triste porque a su mamá no le gustaba pasar tiempo con él.

Su padre trabajaba como contador para una empresa muy reconocida mundialmente, era lo que su padre le había contado y que sus jefes eran muy buenos.

Nayeon se sentía contenta por eso, que su padre estuviera bien y también que lo traten bien.

Tan metida en sus pensamientos estaba que salió de sus pensamientos cuando chocó con una espalda.

–Ahg – con un puchero se sobó su frente.

–¿Lo siento, estás bien? – preguntó una voz que Nayeon conocía.

–¿Uh.. Tzuyu? – preguntó alzando un poco su mirada.

–¿Nay, qué haces aquí? – preguntó algo confundida.

–Vengo a ver a mi papá, trabaja aquí como contador – comentó orgullosa de su padre – ¿Y tú?

–Oh, y-yo también vine a ver a mi padre, él también trabaja aquí – comentó algo nerviosa.

–Oh, vamos, entonces tengo que apuntarme para que la comida no se enfríe – alzó una bolsa donde venían las comidas, Tzuyu solo asintió y empezaron a caminar hacia dentro de la empresa.

–¿Y vienes todos los días aquí? – preguntó algo confundida la alfa.

–No, rara vez vengo, más dicho cada vez que mi padre me lo pide.

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