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Silverpilen.

Relato inspirado en Silverpilen.
Leyenda sueca.

JAMÁS PODRÍA explicar la sensación de ver a sus acosadores en el mismo andén. Quizás, porque era amante de los libros, sabría narrar lo que le sucedía a su cuerpo mientras rogaba a cualquier entidad cósmica que pudiera oírle, que no dejara que le vieran también. 

El sudor corría por su frente. Sentía un terrible malestar en el estómago pensando que vomitaría en cualquier momento, a pesar de que se contenía terriblemente. Sus piernas temblaban; se sentía como una libre, delante de cinco lobos, acorralada contra la pared. 

Miraba cada cierto segundo hacia el suelo, luego hacia la pantalla de llegada y salida, después a los jóvenes que iban con él a la universidad... Era un patrón que se repetía cada momento, pues tanto era su pánico que no se dio cuenta de que había comenzado a balbucear. Aquello llamó la atención inintencionadamente. 

Jungkook era autista, no podía controlar sus emociones ni tampoco ocultarlas por mucho que lo intentara. Tenía tanto miedo de sufrir que había quebrantado su rutina las últimas dos semanas y no había asistido a clase, a pesar de que le encantaba su carrera, porque no quería que los demás le hicieran daño. Aquel día tampoco había ido, por lo que su ansiedad aumentó al verlos allí. 

Inevitablemente, los sujetos de quienes Jungkook había estado huyendo, lo vieron desde el otro extremo y le persiguieron hasta los servicios de la estación.

Jungkook se encerró en un cubículo. Aunque cerró con pestillo la puerta, tuvo que mantenerla cerrada con su cuerpo para que los demás no pudiesen abrirla. El joven les suplicó que le dejaran en paz, pero los sujetos siguieron azotando la puerta, llamando su nombre y también insultándolo en repetidas ocasiones pues, debido a que Jungkook los había denunciado por acoso, fueron suspendidos en la facultad y multados con servicios comunitarios.

Al dar patadas, Jungkook se alejó de la puerta y los demás pudieron ingresar. El ataque de pánico no tardó en llegar. Se tumbó en el suelo en posición fetal, cubriéndose la cabeza. El dolor le resultó insoportable.

Sintió el sabor metálico de la sangre en sus labios unos minutos después. Todo se volvió confuso de inmediato y oscuro. De un momento a otro, le faltó el aire.

"¡Respira, respira, respira!" Oyó de repente. La voz le sonó familiar, pero su aturdimiento fue tal que, cuando abrió los ojos, le pareció que todo el sitio era diferente.

Todo se sumió en un silencio absoluto y en una calma incomprensible. Le pareció curioso que no sintiera dolor cuando antes creía que moriría debido a ello.

Con las manos juntas y apoyadas por su pecho, de manera tímida, salió del cubículo del baño y miró hacia todas las direcciones buscando a sus abusadores. No se dio cuenta de cuándo se habían marchado y el miedo ni siquiera le permitió hablar para comprobar si seguían allí; quizás escondidos o no.

Caminó con torpeza hasta salir del servicio, pero la estación parecía estar tan vacía. Al percatarse de que no había ni una sola alma, caminó directamente hacia el andén. Las pocas personas que antes estaban allí, habían desaparecido.

Jungkook se preguntó si el tren había venido más temprano de lo previsto, pero al mirar hacia las pantallas, ninguna estaba encendida.

Debido a su autismo, Jungkook se ponía nervioso con facilidad y a veces no podía ocultarlo, sobre todo cuando ocurrían cosas que no podían manejar o comprender. Pensaba que se había desmayado en el baño y que se había quedado encerrado en la estación, pero su teléfono móvil tampoco funcionaba, por lo tanto, no podía pedir ayuda.

Pensó que habría algún guardia de seguridad, así que, pidió ayuda a gritos y preguntó si había alguien más, quizás algún indigente, pero nadie contestó y las puertas estaban bloqueadas. Algo que le pareció curioso, fue la niebla del exterior que se veía aun si fuera de noche.

Cuando estaba a punto de sufrir un ataque de pánico, escuchó el sonido de un tren en marcha y hacia el andén. En la estación habían tantos andenes que no sabía por dónde vendría y cada vez que escuchaba más cerca, sin embargo, al asomarse para verificar desde dónde venía, no vio las luces. No comprendía cómo es que podía oírlo pero no verlo. Entonces escuchó como si el tren pasara por delante de él y se alejara por el túnel, incluso pudo sentir la brisa que dejó a su paso.

A Jungkook le invadió un temor horrible. Sintió escalofríos y no pudo evitar sucumbir a sus malos hábitos. Tenía uno específico; rascarse tanto la piel hasta que sangrara. Había aprendido a dejar de hacerlo, sin embargo, el estrés conseguía que volviera. Todo se derrumbó en su interior al fijarse en la hora que marcaba el reloj, era medianoche.

Jungkook se sentó en el suelo y mientras se rascaba, se balanceaba y balbuceaba que aquello debía ser un sueño. Las lágrimas empaparon sus ojos, estaba muy asustado. Los segundos le parecieron eternos, no obstante, oyó nuevamente el sonido del tren. Quiso levantarse y verificar que fuera uno que sí pudiera ver, pero no pudo ponerse de pie.

Sollozaba sumido en la incertidumbre y el miedo, hasta que el tren se detuvo en su andén. Entonces, detuvo su llanto de inmediato.

Era un tren peculiar, que jamás había visto. Parecía un modelo antiguo y era plateado, casi blanco, en el que podía ver reflejada su silueta. Cuando la puerta se abrió, Jungkook observó a una persona.

Estaba parada en el interior del vagón, de cara a la puerta que se había abierto y sostenía un portapapeles de madera.

Aunque era tímido, decidió preguntarle si ese tren le dejaría en la estación más próxima a su casa. Se secó las lágrimas y se aproximó hacia la puerta, aunque sin entrar.

Ursäkta mig... — dijo con timidez. Se dio cuenta de que habían algunas personas sentadas.

— Namn?

— ¿Eh?

Jungkook creyó que se refería a su boleto, así que lo buscó, pero no lo encontró. Estaba convencido de que se le había caído mientras huía o quizás en el baño.

El joven levantó la mirada. Estaba vestido como un revisor, pero el traje le pareció, de la misma manera que el tren, antiguo.

Jungkook se sorprendió al ver sus ojos, pues eran como los suyos. No era caucásico o europeo, sino asiático como él. Rápidamente desvió su mirada hacia el suelo. Se sintió nervioso de verle, por eso no se había dado cuenta de la expresión de sorpresa que el revisor había puesto en su rostro.

— ¿Jeon Jungkook?

Jungkook le miró durante un segundo cuando pronunció su nombre, después trató de esconderse pero no lo consiguió.

— ¿Me... conoce?

No respondió, simplemente tachó algo con una pluma que después guardó en el bolsillo de su chaqueta.

— Entre al vagón, por favor. Partiremos dentro de un minuto.

— ¿A dónde? Uhm... ¿Este tren tiene una parada en Uni...?

— El tren se detendrá justo a donde usted debe ir. Ahora, suba, por favor, o de lo contrario, se quedará atrapado en la estación para siempre.

Jungkook no comprendió lo que quiso decirle. Aunque vaciló, volvió a mirar el reloj, las manecillas no habían avanzado ni siquiera un poco; seguía siendo medianoche.

No quería quedarse en la estación hasta el día siguiente, se veía incapaz de dormir. Pensaba que, si llegaba a otra estación, esta seguiría abierta y podría tomar un taxi desde donde estaba. Subió al tren y tomó asiento delante de dos jóvenes que parecían estar dormidas. El revisor estaba sentado a dos asientos de él.

Jungkook nunca había sentido la necesidad de hablar con desconocidos, ni por cortesía o por soledad, sin embargo, tenía curiosidad de saber cómo es que el sujeto sabía su nombre... Y también porque sintió una extraña familiaridad; sentía que le había visto en alguna otra parte.

Antes de que el tren se pusiera en marcha, Jungkook se levantó y avanzó hasta el asiento que se encontraba enfrente de él y se sentó.

— Di-disculpe... — le dijo con todo el valor que había reunido. El joven le miró a los ojos, su mirada era oscura y penetrante — Antes, ¿có-cómo supo mi n-nombre? Ni siquiera vio mi bo-boleto.

— ¿Le ocurre algo? — le preguntó. Jungkook notó su confusión.

— Oh... D-d-discúlpeme... — murmuró y buscó algo en los bolsillos interiores de su abrigo.

El tren se puso en marcha.

El revisor se dio cuenta de que tenía muchas tarjetitas y sintió curiosidad cuando le entregó una.

"¡Hola! Perdóneme si le incomodo. Soy autista y cuando me pongo nervioso suelo tartamudear, balbucear y repetir constantemente las palabras que oigo (ecolalia). A veces, también puedo hablar demasiado. Por favor, téngame paciencia.

Gracias por su comprensión. :)"

— Entiendo.

El joven le devolvió la tarjeta.

— ¿E-entonces...? ¿C-cómo ha sabido m-m-mi nombre?

— Estaba en la lista.

— ¿En la lista? — pensó durante unos segundos al no hallarle el sentido — ¿Qué lista?

— En la de pasajeros. Supe que era usted, porque al verle y al leer ese único nombre en esa estación, supe que solamente podría tratarse de usted.

— Tiene sentido... Supongo — susurró y volvió a mirar hacia el frente.

El tren aún no había salido del túnel, seguía siendo oscuro. En un momento dado, las luces parpadearon. Fueron solo unos segundos, pero el ambiente se sintió distinto; sombrío e inquietante. Jungkook sintió que no debía mirar hacia atrás porque, quizás, se encontraría con algo que no le agradaría. Sin embargo, la curiosidad fue mayor que su instinto de supervivencia y volteó.

La luz de la luna le dio una vista espeluznante y lúgubre. La luz se cernía sobre las pieles de los muertos que estaban detrás de él, incluido el revisor.

Jungkook se levantó de su asiento rápidamente, alterado, y gritó. El joven revisor levantó la cabeza para observarlo, pero su rostro estaba desfigurado; tenía una herida profunda en el ojo izquierdo y le faltaba un brazo. Los demás pasajeros también tenían heridas mortales; a una mujer rubia la habían degollado; a un chico, quizás más joven que él, le habían disparado a quemarropa; a otra muchacha de cabello negro la habían estrangulada y tenía las marcas en su cuello y a otra de cabello castaño la habían destripado. Había una niña sentada en uno de los asientos hacia los que Jungkook había huido, por lo tanto, al ver que no tenía ojos en sus cuencas, retrocedió gritando aterrorizado nuevamente. Perdió el equilibrio y se cayó de espaldas. Intentó sujetarse, pero no pudo conseguirlo.

— Jungkook — le dijo el revisor —, regresa a tu asiento, por favor.

Jungkook volvió a gritar y retrocedió arrastrándose por el suelo. El revisor le tendió la mano para ayudarle a ponerse de pie, pero Jungkook le gritó que no se le acercara.

Trató de huir hacia el otro vagón, pero el sabor metálico de la sangre que escupió de su boca no le permitió librarse de aquella pesadilla.

Se incorporó a medias y tosió; tosió tanta sangre que su mente iba a estallar. Vio que en sus manos habían moretones que antes no estaban allí, por lo tanto, — y con mucho esfuerzo — se puso de pie y reflejado en los cristales de la ventana, se vio a sí mismo. Su rostro estaba inflamado, cubierto de heridas; de cortes y hematomas. Sus labios cubiertos de sangre se separaron para decir algo al respecto, pero las palabras no salieron de su boca.

El joven revisor se acercó a él y le tocó el hombro. Al sentir el contacto, Jungkook se exaltó. Le miró a los ojos, aún aterrado, pero lleno de confusión. Las lágrimas descendieron sobre sus mejillas como gotas de diamante que, sin previo aviso, el revisor las secó con ternura y nostalgia.

¿Qué está pasando? — sollozó Jungkook.

— Todos aquí estamos muertos.

— ¿Estamos...?

— Sí — respondió —. Tú también estás muerto.

Jungkook sintió tanto frío y su cuerpo se sintió tan liviano. El dolor no desapareció de su alma, se quedó impregnado de él en su cuerpo. Las lágrimas que desesperadamente habían huido de sus ojos, se detuvieron como si se hubieran congelado a mitad de camino.

Se sintió mareado y trató de huir, pero el tren en movimiento no ayudaba a su condición. Trastabilló consigo mismo un par de veces hasta conseguir huir al siguiente vagón. Pero cuando abrió la puerta, el escenario había cambiado.

La luz cálida del sol se colaba por la ventana. Habían tantas personas corrientes que tomaron asiento con periódicos o libros. Otras iban paradas, no estaba especialmente lleno, sin embargo, Jungkook sintió una extraña familiaridad que no pudo explicar.

La gente iba vestido diferente; las mujeres jóvenes llevaban peinados que, al menos en el siglo en el cual Jungkook solía vivir, ya no se llevaba.

¿Qué lugar es este? — se preguntó Jungkook, se sentía desconcertado.

— Mis recuerdos — dijo el joven revisor al ingresar unos segundos después de él al siguiente vagón. Jungkook se volvió hacia él para mirarlo a los ojos, aún brillantes debido a las lágrimas —. Estaban esperando por ti.

— ¿Por mí?

Jungkook desvió su mirada hacia el periódico que un hombre mayor estaba leyendo. Al leer la fecha en la que estaban, se sorprendió: 1960.

— ¿Por qué... estoy aquí?

El joven revisor no le respondió, ni siquiera tuvo que hacerlo, pues Jungkook se vio a sí mismo enseguida. Estaba sentado al lado de la ventana, con la cabeza recostada por el cristal y observando la vegetación del exterior.

— ¿Qué significa todo esto? — comenzó a rascarse la piel de tal manera que sus cicatrices volvieron a sangrar.

Se acercó hacia esa persona que se parecía tanto a él, pero cuando una mujer se levantó del asiento para tomar a su pequeño hijo del brazo, Jungkook se dio cuenta de que su cuerpo no era material; que era como el viento, como un fantasma o espectro, y que nadie podía verle, salvo el revisor, quien también era como el aire.

A pesar de que el joven que tenía enfrente se parecía muchísimo a él, habían ciertas diferencias, por ejemplo, Jungkook tenía el cabello más oscuro que él, también tenía el lunar debajo de su labio y una pequeña marca de nacimiento en la mejilla. Pero el joven tenía sus ojos, la forma de sus labios y la nariz. Quizás eran igual de altos y tenían la misma complexión corporal.

Jungkook estaba tan confundido y asustado. Retrocedió un par de pasos al borde del pánico, pero su cuerpo se topó con el del revisor, quien le sostuvo delicadamente y le dijo, con voz amable, que no se preocupara; que todo estaba bien.

— ¿Q-qué s-s-significa est-t-to?

— Espera y verás.

Entonces, el joven que tenía el rostro de Jungkook, desvió su mirada hacia Jungkook. El muchacho se sorprendió porque pensó que podía verle, sin embargo, el revisor le bajó de las nubes.

No es a ti a quien mira.

— ¿Eh?

Jungkook se volteó. Detrás de él estaba sentado un joven que miraba hacia la ventana. Se sorprendió tanto al reconocer su rostro que ni siquiera pudo hablar.

El joven se parecía tanto al revisor que, por un momento, Jungkook pensó que podría tratarse de la misma persona. Miró rápidamente al revisor esperando que confirmara sus sospechas.

— Sí... — le dijo — Soy yo. Mi nombre es Kim Taehyung.

— ¿Kim Taehyung? — pronunció. Una oleada de breves recuerdos golpearon su memoria y se sintió mareado. Se habría caído al suelo de no ser porque Taehyung le sostuvo de la cintura evitando que aquello sucediera.

Al toparse con sus cálidos ojos, Jungkook se percató de que las horribles heridas habían desaparecido. Su rostro... La forma de sus ojos, el color de sus iris, la suavidad con la que se miraba su piel y el pigmento de sus labios le hicieron sentir una nostalgia repentina.

— Nosotros... — murmuró Jungkook tragando saliva antes de continuar — ¿Nos hemos conocido antes?

Taehyung le ayudó a incorporarse.

— Sí — respondió —. En un tren como este, hace mucho tiempo, solo que lo has olvidado...

— Eso es imposible — le dijo llorando, sin ni siquiera saber por qué lloraba —, me acordaría de ti.

— Eso es lo que más deseo en la eternidad... — respondió Taehyung cuando cruzaron otro túnel y se hizo la oscuridad.

Jungkook se asustó al no poder ver nada, hasta que las luces volvieron al tren y solo halló más cadáveres. Gritó asustado; vio a una joven decapitada, a un hombre al que se le salían las tripas, a dos personas con los cráneos reventados y a una estudiante empapada que tenía la piel gris.

Taehyung le tomó del brazo y Jungkook temió que volviera a ese aspecto tan aterrador, sin embargo, no hubo heridas gráficas en él.

— Tranquilo... — le dijo — Las almas de los muertos no te harán nada. Ellos solo están esperando a llegar al Más Allá.

— ¿Al Más Allá?

— Sí.

— ¿Es allí hacia donde vamos?

— Sí.

Más Allá... Más Allá... Más Allá... — repitió producto de su ecolalia. Se encontraba tan nervioso que ni siquiera pudo mirar a Taehyung a los ojos y decidió huir hacia el siguiente vagón.

Nuevamente, cuando lo abrió, el ambiente había cambiado, incluso la luz. Observó que en el exterior estaba lloviendo y la iluminación dentro del tren se veía más acogedora. Había tanta gente como la vez anterior; hombres, mujeres, madres, padres, ancianos y niños que vivían su vida cotidiana. Jungkook se halló a sí mismo en el mismo asiento que la vez anterior y a Taehyung en el otro.

Aquella vista le trajo un recuerdo fugaz que no sabía que tenía. Se aproximó hacia su doble, quien escribía algo en su diario. Se asomó para leer pero estaba completamente en coreano.

Jungkook era sueco, a pesar de su nombre. Su familia había nacido y crecido allí desde que su bisabuelo llegó desde Corea del sur buscando una nueva vida. Jungkook no era muy conocedor de aquel idioma, aunque podía hablarlo y comprenderlo, no lo hacía completamente. Sin embargo, se sintió desconcertado cuando comprendió cada palabra que había escrita allí.

Cuando Taehyung se acercó a él, Jungkook le miró más sorprendido y confuso que antes.

Nunca antes podría haber leído y comprendido el coreano como ahora — le dijo —, sobre todo la caligrafía de una persona cuando la escribe apresurada, sin ningún soporte debajo...

— Así que... ¿Puedes leer lo que tiene escrito en su diario?

— S-sí...

— Léelo.

— ¿E-eh?

— Léelo — repitió —, no te preocupes, después de todo, ese diario te pertenece.

Jungkook sintió una extraña sensación en el pecho. Si tuviera que describirla utilizando una metáfora, habría dicho que sintió el aleteo de miles de mariposas en su interior.

— «19 de octubre de 1960. "Querido diario". Hoy, nuevamente, he subido al tren y lo he visto. Él nunca me ve, tampoco espero que lo haga, y sin embargo, mi corazón anhela que desvíe la mirada hacia mí, aunque sea un solo segundo, aunque con medio segundo me conformaría eternamente. Es tan guapo y tan adorable. Ni siquiera conozco su voz pero puedo imaginar lo preciosa que es. Su corazón brilla debajo de su ropa y de su piel, quizás sea tan cálido como su mirada. Siempre entro al vagón detrás de él porque él siempre está por delante de mí; a veces percibo su aroma y cuando no lo hago, realmente no importa porque mi alma recuerda. Quisiera saber su nombre... Pero sé que con eso no basta; ojalá pudiera ser más guapo, más listo, más atractivo o interesante para que voltease a verme. Sin embargo... Sé que ese no es el problema, porque soy un hombre que está enamorado de otro hombre al que no conoce. Probablemente él también ame a alguien más; a una mujer. Me duele... no ser una mujer, quizás si lo fuera, habría tenido el valor de preguntarle su nombre. He empezado a vestir con mis mejores prendas para él. Soy consciente de que jamás me mirará ni que yo le hablaré, pero me hace feliz amarle.»

Cuando concluyó su lectura, sintió que el pecho se le llenaba de sentimientos inexplicables que se manifestaban en forma de lágrimas infinitas que recorrían sus mejillas. Leyó el nombre de aquel sujeto, era el mismo que el suyo "Jeon Jungkook". Su bisabuelo se llamaba de la misma manera, por eso su padre le había puesto ese nombre. Al crecer, su familia siempre le había dicho lo mucho que se parecían, pero él jamás le había conocido porque había muerto antes de que naciera.

— No entiendo — dijo de repente — ¿Qué significa todo esto? ¿Por qué recuerdo cosas que nunca viví? ¿Por qué, cuando te miro, siento un dolor tan inmenso?

Las lágrimas de Taehyung cayeron a traición, pero no se las secó.

— Porque estos también son tus recuerdos. Los recuerdos de tu alma.

— ¿Qué?

— Estamos dentro del 'Silverpilen'. Aunque todavía no puedas recordarme, he estado esperándote durante mucho tiempo.

— ¿Me has esperado? ¿P-por qué?

— Porque yo siempre he esperado por ti... — le decía mientras habían vuelto a sumergirse en otro túnel que los llenó de oscuridad. El corazón intranquilo de Jungkook se aceleró, pero la voz de Taehyung consiguió calmarlo con sus palabras — Al igual que había esperado que tuvieras el valor de acercarte a mí, también esperé que me correspondieras y te seguí esperando después de la muerte.

— Después de la muerte... — susurró.

Cuando la luz volvió, Jungkook vio más cadáveres sentados en los asientos, pero en vez de asustarse, cerró los ojos con fuerza y dejó que Taehyung le tomara la mano y le guiara al siguiente vagón.

Aun sin abrir los ojos, el olor a canela llegó a él y despertó otro recuerdo en él. Observó a su alrededor, seguía lloviendo pero era otro día de noviembre según vio en el periódico. Había una mujer con una cesta entera de tortitas de canela, no las vendía pero se acordó de lo mucho que quiso probar una. Tenía a su hija al lado, con un maquillaje infantil bastante adorable que, al verla, no pudo evitar sonreír de ternura.

Jungkook, al que creía su bisabuelo, estaba sentado donde siempre pero quien había cambiado de asiento, fue Taehyung. Se percató de que, donde siempre solía sentarse, había una mujer embarazada con otros dos niños que jugaban en el pasillo.

Recordó cómo se sintió en ese momento. En todo el vagón solamente había un sitio donde los asientos estaban cara a cara. Jungkook y Taehyung estaban sentados justo enfrente. Aunque Taehyung no le miraba, pues observaba el exterior mientras bostezaba discretamente. Jungkook le miró con tanto amor, entonces Taehyung suspiró y Jungkook cerró los ojos avergonzado.

— ¿Sabes qué pensé en ese momento? — le preguntó Jungkook a Taehyung.

— ¿Qué?

— "Seguramente piensa que soy un tonto".

Taehyung soltó una leve carcajada y Jungkook le miró apenado.

— No pensaba eso — respondió —, pensaba que te veías adorable con ese suéter rosado.

Jungkook se sonrojó.

— Durante un tiempo, esa ha sido nuestra rutina, ¿verdad? 

— ¿Cuál?

— Tú bostezabas, yo te miraba como si fueras lo más hermoso en el universo, luego tú me mirabas y suspirabas, yo me hacía pequeño y apartaba la vista de ti creyendo que pensabas cuán raro era y luego, tú, volvías a mirar hacia la ventana mientras yo pensaba que jamás podría decirte cuánto te amaba...

— ¿Vas recordando?

— Sí.

El túnel nuevamente los cernió en una oscuridad. Jungkook cerró los ojos para no ver a los cadáveres y Taehyung asió su mano delicadamente.

Susurró muy próximo a él.

— No abras los ojos, déjame guiarte a nuestros siguientes recuerdos. 

— Está bien... susurró.

Taehyung le llevó hacia el siguiente vagón.

Jungkook abrió los ojos al oír el murmullo de la gente. Se encontró con un par de jóvenes adolescentes conversando mientras los demás pasajeros estaban sumidos en sus cosas. Caminó atravesando los cuerpos materiales de aquellos estudiantes hasta llegar al asiento donde solía sentarse siempre. Taehyung llevaba una bufanda roja y un abrigo negro y Jungkook llevaba un suéter de lana amarillo y una gabardina beige. 

— Recuerdo esto... — dijo.

Taehyung se paró a su lado.

— Nuestra primera conversación.

Jungkook recordó la sensación de aquel momento. Taehyung se había quedado dormido y se le cayó algo del bolsillo que Jungkook recogió cuidadosamente. Tras unos minutos, sus labios despertaron y llamaron su atención.

— D-d-disculpe... Se le ha caído esto... — le tendió el objeto con mucha timidez.

Jungkook sonrió al verse a sí mismo en esa situación, pero los sentimientos se volvieron confusos en su corazón. Sabía que no eran sus recuerdos, sino los de su alma y tenía la duda de si aquello que sentía hacia Taehyung era real.

— Gracias, no me había dado cuenta — le respondió Taehyung.

— No ha sido... nada — contestó Jungkook, tomando el libro que tenía entre sus manos y fingiendo leer.

Taehyung sacó el mismo libro desde el interior de su abrigo. Jungkook lo notó y se asombró. Era un libro poco conocido que le encantaba y no había encontrado a nadie que lo leyera, a parte de él mismo.

— ¡Oh! — chilló — ¿Se lo está leyendo?

— Sí, por usted.

Aquella respuesta generó una explosión de sentimientos en el pecho de los dos. Tanto en el de Jungkook, que no pudo evitar sonreír con ternura y vergüenza a Taehyung, y en Jungkook, en el joven que estaba viendo su vida anterior pasar frente a sus ojos y sintiendo emociones que jamás creyó que sentiría debido a su condición.

— ¿Esto es real? — preguntó Jungkook con la mano en el pecho, sobre su corazón.

Taehyung superpuso su mano sobre la de su eterno amante y después la tomó entrelazando sus dedos. Asintió ligeramente, aunque Jungkook no le miraba por estar embelesado, observando y oyendo la conversación de aquellos dos.

— Le he visto leer ese libro muchas veces, así que pensé que debía ser bueno.

"¿Me has visto?" Pensó Jungkook mientras el espectro lo había repetido en voz alta.

— ¿Y le gusta?

— Me encanta.

Jungkook miró hacia el suelo, muy tímido.

— ¿Cómo se llama? — se atrevió a preguntarle Taehyung — Yo soy Kim Taehyung.

— Jeon Jungkook.

— ¿De Corea del sur?

Jungkook asintió.

— He llegado aquí hace ya muchos meses buscando una nueva vida y oportunidades de estudio y emprendimiento.

— Lo mismo digo yo — sonrió Taehyung —, ¿cómo se ha adaptado a Estocolmo?

— Bien, la gente es... amable.

— ¿Tiene usted amigos? ¿Quizás personas con las que puede conversar?

Jungkook negó con la cabeza.

— Aún no, soy muy tímido.

— ¿Le cuento una cosa, Jungkook?

El joven asintió.

— Todos los días evito el tren directo para poder subirme a este tren, ¿sabe por qué? Porque, aun sin conocerle, le echo de menos... — confesó. Jungkook se llevó una gran sorpresa que no pudo evitar manifestarse mediante latidos acelerados en su corazón.

— ¿Cómo dice?

— Me gustaría conocerle, Jeon Jungkook... Me gustaría saber por qué le echaba tanto de menos cuando ni siquiera sabía su nombre. Debo saber por qué es usted mi primer pensamiento en la mañana.

— Vaya...

— Lo sé, son cosas que uno no espera oír de un extraño. Lamento mucho si se ha sentido intimidado, simplemente, quiero saber...

— ¿Tengo opciones? — soltó una risita — No tengo amigos y usted está interesado en mí. Yo también tengo interés en usted. Jamás pensé que esto podría llegar a pasarme, sin embargo, ha ocurrido. Me encantaría ser su amigo, Kim Taehyung.

— Kim Taehyung... — repitió Jungkook observándolo al lado de él. Taehyung le devolvió la mirada llena de nostalgia y se dio cuenta de que aquella era su única aura, junto a la melancolía que destruía su corazón.

Cuando la oscuridad volvió a engullir el vagón, Jungkook sollozó una frase que dejó marcado a Taehyung:

¿Por qué siento que me extrañaste durante tantos años?

El siguiente vagón se trataba de un día lleno de luz y calidez. Jungkook se acordaba de aquello, fueron las primeras semanas en las que sus conversaciones fluyeron y se sintieron como si se conocieran desde siempre. Hablaban como si llevaran años conversando juntos y acababan las frases del otro como si se trataran de almas gemelas reunidas después de una eternidad.

Las memorias de Taehyung le ayudaban a su alma a recordar. Sentía que estaba viendo una película; el progreso y el nacimiento de un amor puro e inocente, pues la manera en la sus ojos admiraban a su gran amor, eran de otro mundo; asimismo, Taehyung se observaba a sí mismo mirar a Jungkook como si el mundo se detuviera a su alrededor y solo existiera la floreciente primavera en los labios de su amado.

Tras varios meses conociéndose y hablando en el tren, comenzaron a verse fuera de los vagones. Tuvieron citas; ya fuera en el cine, en restaurantes, en bares, en parques o en bibliotecas, no importaba dónde se encontraran, pues el amor que había entre ellos solo creció y creció con el tiempo. Jungkook recordaba el pasado cada vez que ingresaban a los vagones. Las estaciones corrían al mismo tiempo que sus vidas; un año se convirtió en dos, luego en tres, en cuatro y durante el quinto año, aunque sabían que no podían casarse, decidieron vivir juntos. 

Entonces, cuando la oscuridad volvió a envolver el penúltimo vagón de las memorias de Taehyung, Jungkook se sorprendió de ver decenas de muertos cuando la luz volvió. Se asustó pero Taehyung consiguió calmar sus emociones, pero le inquietaba que, a diferencia de otras veces, ahora todos estuvieran parados y parecieran observarlos. 

— Tengo miedo... dijo Jungkook — de entrar al siguiente vagón.

Taehyung le sonrió con ternura y lo estrechó entre sus brazos.

— No temas, yo te protegeré aunque sea lo último que haga. 

Jungkook confió en sus palabras. Recordaba sus memorias olvidadas y recordaba el amor que sentía hacia él, sobre todo, sabía identificar lo que le pasaba y que el miedo que sintió en todo el cuerpo, no se debía a los cadavéricos ojos de los muertos que le seguían con la mirada, sino era una sensación de miedo desesperante que emanaba de Taehyung. 

— Este es el último vagón. 

— ¿El último?

Jungkook identificó, por el sonido del canto de las aves y el ligero olor a flores, que se encontraban en primavera. Verificó nuevamente cuando leyó la fecha en el periódico de un hombre, era marzo. 

Hacía un tiempo agradable, por fin se habían despedido del incesante frío. Jungkook no percibió nada en el ambiente, pero la expresión en los ojos de Taehyung le dijo que algo ocurriría. 

De repente, se dio cuenta de que el hombre del periódico era el mismo que había visto al principio, cuyo periódico le dio la pista de la fecha en la cual se hallaba. También identificó a la madre con sus dos pequeños; la embarazada ya no estaba embarazada y la mujer de las tortitas de canela tenía otra canasta que olía a vainilla. Reconoció a los jóvenes estudiantes que charlaban acerca de lo que harían el fin de semana una vez que concluyeran los exámenes y estaban los mismos pares de niños, un poco más crecidos, jugando en el pasillo. 

Jungkook se encontraba delante de Taehyung. Taehyung le observaba como si fuera el hombre más perfecto del mundo, la última belleza del universo o un ser divino, celestial, una deidad. Aquello apenaba profundamente a Jungkook, por lo que ocultó su rostro tras un libro. Taehyung le dio unas leves patadas para que le mirara de vuelta, a lo que el joven accedió.

— ¿Qué te ocurre?  — le preguntó Jungkook.

Nada — contestó —, es solo que... te amo demasiado. 

Las mejillas de Jungkook se tornaron rojas. Susurró, muy preocupado, que no debería decir eso en público. Taehyung observó hacia todos los lados y vio que nadie les prestaba atención. Le dijo, en coreano, que no se preocupara porque su burbuja de amor sería inquebrantable hasta el final. 

Luego le dijo, nuevamente, en coreano:

"Deseo besar tus labios, Jeon Jungkook, como no tienes idea." 

Jungkook lo dijo al mismo tiempo que Taehyung, pues se acordó de aquello en ese instante. El joven observó hacia su dirección, Jungkook se sorprendió pensando que le había oído, sin embargo, aquello no fue lo que sucedió.

— ¿Qué ocurre?

— ¿Has oído eso?

— ¿El qué?

— Un grito.

Al pasar por un túnel, todo se volvió oscuro. Jungkook se sintió confuso, y entonces, los vagones se llenaron de fuego, humo y explotaron logrando descarrilar el tren. El único movimiento instintivo de Taehyung fue lanzarse sobre Jungkook para protegerlo. 

Jungkook se tambaleó como si reviviera aquel suceso nuevamente. Gritó como un condenado, como si el fuego le abrasara, entonces Taehyung lo abrazó con fuerza para calmarlo. Cayeron juntos y fueron enterrados sobre los escombros. 

Jungkook se encontraba debajo de Taehyung, el joven le había protegido de ser apuñalado por unos metales que atravesaron su cuerpo y también le había cortado el brazo. Todo estaba tan oscuro que no podía verle. 

— Taehyung...

— No... te muevas... Yo t-t-te prot-t-tegeré... aunque sea... lo último que haga... escupió sangre que cayó sobre el cuello de Jungkook — Te amo...

A pesar de la oscuridad, Jungkook sintió las lágrimas de Taehyung sobre sus mejillas, aunque no podía saber si eran lágrimas o sangre debido a la herida que tenía en el rostro. Buscó con sus manos la cara de su amado e hizo un esfuerzo por levantar la cabeza y besar sus labios. 

Se había acabado, como si hubiera sido una obra de teatro que, cuando se bajaba el telón las luces se apagaban también, Jungkook lloró amargamente mientras abrazaba a Taehyung y este le apretaba contra su pecho para darle el consuelo que no pudo darle en aquel momento. Lo último que oyó Taehyung, fue la voz de Jungkook pidiéndole desconsoladamente que siguiera respirando: "¡Respira, respira, respira!"...

Taehyung, aquel día, le regaló el último suspiro de su corazón.

𝄐𝄒𝄑𝄢

Cuando la luz volvió, Jungkook y Taehyung se hallaban sentados en el mismo lugar donde se habían conocido. Mirándose con ternura y amor mientras la claridad del alba se hacía notar en el exterior. Tomados de la mano, aceptaron su destino; Jungkook aceptó que había muerto y Taehyung suspiró sabiendo que, por fin, podría abandonar el Silverpilen.

La leyenda de Silverpilen nació tras el ataque terrorista de 1965, donde muchas personas murieron. Taehyung fue una de esas personas que murió protegiendo a la persona que más amaba en el mundo. Jungkook sobrevivió gracias a él; estuvo sepultado bajo su cadáver y los escombros durante seis días y, al salir, siguió adelante en su memoria por más que hubiera deseado morir.

Se casó, tuvo hijos, nietos y bisnietos... Hasta volver a nacer en uno de ellos.

Taehyung decidió quedarse atrapado en ese tren, recibiendo a las almas de los muertos y llevarlas al Más Allá hasta que volviera a ver al alma de su amado para poder, finalmente, ser libre. 

— Lamento haber tardado tanto. 

Taehyung negó con la cabeza, se aproximó a Jungkook y besó sus labios con tanta pasión...

— No digas eso, yo te habría esperado aunque jamás hubieras vuelto a nacer. Eres la más hermosa primavera que he tenido jamás.

Jungkook no contestó, simplemente sollozó. Taehyung le abrazó y le dio consuelo.

Entonces, cuando el tren se detuvo, ambos se tomaron de la mano. Las otras almas se bajaron del vagón y ellos le siguieron. Jungkook se apoyó en el brazo de su amado y lo abrazó.

Se bajaron en Kymlinge. 

— Bara de döda stiger av i Kymlinge. susurró Jungkook.

Y se perdieron en la niebla. 

Fin.


¡Hola! Espero que estéis muy bien y también espero que os haya gustado el cuento de hoy. ¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? A mí me ha encantado escribirlo, aunque siento que la idea podría dar lugar a una historia más larga. 😋

Quiero daros contexto sobre el relato de hoy, por fis, leed hasta el final:

Primero que nada, quiero desearle un feliz cumpleaños a @http_k18 ¡Feliz cumpleaños, mi vida! Ojalá te haya gustado mucho mi regalito, lo escribí con mucho amor. Ojalá pudiera haberte dado más, quizás el año que viene. Espero que lo hayas pasado genial con tus amigos y con tu familia, te amo muchísimo. ~ 😘❤️❤️❤️

Segundo que todo, este cuento está inspirado en dos cosas: la primera, y principalmente, en la leyenda sueca de Silverpilen, un tren fantasma (fue un tren que estuvo en servicio durante la década de los 60, pero al ser visto pocas veces, surgió la leyenda de que era un tren fantasma. "Silverpilen" significa "flecha plateada"). Por cierto, Kymlinge es una estación de trenes fantasma, la frase que dice Jungkook en sueco, es una frase muy popular que significa: "Solo los muertos se bajan en Kymlinge".

La segunda, y no menos importante, esta historia está inspirada en una canción de La oreja de Van Gogh, llamada "Jueves" (está en multimedia) que, a su vez, fue escrita en memoria de las víctimas del 11M (un atentado terrorista en las estaciones de trenes de Madrid en 2003. Hubo 191 muertos y 2000 heridos)

Escribí la historia desde el respeto. 

Eso ha sido todo por hoy, nos leemos próximamente.

El siguiente relato estará inspirado en México. 😉

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