La Puerta del Diablo.
Inspirado en la Puerta del Diablo.
Mito/leyenda salvadoreña.
"NO IMPORTA cuánto améis. No importa cuánto os preocupéis por lo que amáis; vuestra maldición hará que lo perdáis todo cuanto os importa".
Taehyung, mientras observaba al joven Jeon Jungkook desde su posición, recordó aquellas palabras que su padre le había dicho. No obstante, codiciaba las cosas como un hombre cualquiera, aunque él no lo fuera. Antaño codició lo más divino y celestial, algo que nadie nunca había hecho y perdió la batalla por obtenerlo. Fue arrojado al infierno pero eso no le impidió caminar sobre el suelo de los mortales para codiciar otros bienes ajenos.
Aunque, en aquella ocasión, su avaricia no lo llevó a tomar un imperio, robar oro ni rocas preciosas y hundirse en una gran fortuna o disfrutar tanto los lujos como los placeres mortales, no... Esa vez, codició a alguien; a un hombre, a un mortal tan bello que su propia divinidad se vio sometida. Taehyung nunca había visto un mortal con semejante gracia; con ojos tan cautivadores, piel seductora y labios comparables a la ambrosía.
Jeon Jungkook era el hijo menor de un mercader muy rico, a diferencia de sus hermanos mayores que heredaron el negocio de su padre, él pudo seguir sus sueños. A su corta edad, se había convertido en un tesoro nacional, su sublime talento en la danza lo llevó lejos y muy alto en tan poco tiempo; el joven Jeon, "el chico de oro", se convirtió en una estrella y en un bailarín muy famoso.
Corría el año 1906 cuando Taehyung y Jungkook se conocieron por primera vez. El bailarín había sido solicitado en la corte real para celebrar el cumpleaños del rey, que en aquel entonces, era Sunjong (quien años más tarde, se convertiría en el último rey del imperio coreano). Kim Taehyung era una persona importante para la corte, era el hombre más rico del país, incluso más que la familia real, por lo que le tenían respeto debido a su influencia.
Taehyung había ocultado su inmortalidad convirtiéndose en su propio abuelo, padre e hijo, y en el futuro sería su propio nieto. Década tras década, se cambiaba el nombre y asumía un nuevo rol. Solía manejar sus riquezas desde las sombras para no levantar sospechas de su nulo cambio físico a través de los años. De vez en cuando, se hablaba sobre su fortuna; ¿de dónde había salido? ¿Por qué era tan rico? ¿Por qué solía desaparecer con frecuencia? Pero quienes especularan acerca de su misteriosa forma de vida, recibían una maldición, por lo que pronto aquello se convirtió en un tabú social.
El joven Jeon Jungkook se presentó ante el rey, bailó una danza tradicional y fue aclamado por el público. Quien dijera que su baile no había sido cautivador, se convertiría inmediatamente en un ser falaz. Sin embargo, a pesar de la ovación de aquella noche, Taehyung fue el único que había sentido algo diferente. Algo más que codicia.
Se llevó la mano al pecho mientras el joven agradecía sus aplausos y la mantuvo allí cada vez que cruzaban sus miradas. Entonces, surgió en su mente una duda que le hizo ver el mundo de cierta manera... ¿Tenía el Diablo un corazón? ¿Podía el Diablo sentir más que soberbia y codicia?
Aquel día, fue el inicio de todo; de un amor tan intenso como verdadero, como el recordatorio de su, aparentemente, olvidada maldición.
Pero a Taehyung, a Lucifer, príncipe de las tinieblas, no le importaba aquello mientras no se cumpliera y pudiera desear a Jeon Jungkook más de lo que había deseado su libertad cuando en el reino de los cielos se encontraba.
Joseon, 26 de marzo de 1906.
Joven y estimado Jeon Jungkook;
Me complace en cantidades cósmicas haber presenciado vuestro talento hecho carne; la gracia con la que habéis bailado me ha conmovido el corazón.
He de decir que soy conocedor de muchas cosas bellas en este mundo después de haberlo visto todo, sin embargo, nada, hasta usted, ha logrado cautivarme en toda mi existencia.
Anhelo, de todo corazón, que pueda usted leer mi carta; aunque no espero respuesta, espero que no suene descarado aguardar por ella aun sabiendo que muchos de vuestros admiradores os escriben a diario.
Esperanzado en extremo,
Kim Taehyung.
Era mentira que no esperaba respuesta; la esperaba y anhelaba más de lo que habría imaginado. Tanta era su impaciencia que comenzó a creer que estaba perdiendo la cabeza. Pero, ¿qué significaba perder la cabeza por un simple mortal para el ser más importante del universo después de su adversario? Significaba que no podía comprender qué clase de embrujo le había hecho un joven inocente, con el que ni siquiera había cruzado más de tres palabras durante la ceremonia real, para que no pudiera dejar de pensar en él. Jungkook vivía en su cabeza día y noche y cuando pronunciaba su nombre o pensaba en él una ráfaga de segundo, sentía que su pecho ardía tanto como lo hacía el infierno y que algo palpitaba severamente como si fuera a salir disparado de su cuerpo.
Entonces, tras unas semanas de duro sufrimiento, recibió una contestación.
Joseon, 20 de abril de 1906.
Estimado Señor Kim Taehyung;
Me congratula haber recibido vuestra carta. Mi corazón centellea de felicidad al saber que mi baile ha sido de vuestro agrado. Gracias por vuestra admiración.
Siempre respondo las cartas de todos mis admiradores, siendo usted quien es, ¿cómo podría haberos ignorado? Por favor, aceptad mis disculpas por la tardanza de esta respuesta.
Con mis mejores deseos,
Jeon Jungkook.
Pero aquella carta no había sido la última, como evidenciaba su fulguroso interés hacia el joven bailarín, el maestro de las tinieblas, Lucifer, se sintió hechizado por su gracia, su nobleza y su belleza. Aunque sabía que por él suspiraban todas las mujeres del reino, de todas maneras aceptó su destino y siguió con la correspondencia, esperando que, en algún momento, pudiera saciar su hambre de codicia.
¿Codicia?
¿Codicia o amor?
Taehyung no lo sabía; no estaba seguro. Aunque era verdad que se sentía atraído hacia el mortal, aquella atracción se sentía diferente de las otras anteriores cuando había codiciado otras cosas. Como rey del Infierno que era, aun estando por voluntad propia sobre suelo mortal, seguía sin ser libre.
Joseon, 25 de abril de 1906.
Joven y estimado Jeon Jungkook;
Es de mi más sincera dicha haceros saber cuan feliz me ha hecho recibir vuestra respuesta. Lamento haber mentido acerca de que "no esperaba respuesta", ya que de verdad guardaba esperanzas de obtener una, por lo tanto, estoy eternamente agradecido con vuestra merced por haberme dado la oportunidad de deleitarme con vuestra pulcra caligrafía, escrita por vuestro puño y letra.
Estoy sinceramente sorprendido de que vuestro trazo sea tan delicado y precioso al igual que vuestra danza; es decir, evidentemente esperaba que fuera de esta manera, pero la curvatura de cada letra que habéis escrito junto con vuestra poética redacción, han conseguido conmover aún más mi corazón.
Aunque desearía haberos conocido con anterioridad, agradezco al destino haberos puesto en mi camino en este tiempo; soy fiel creyente de que el destino existe, por lo tanto, si me permitís la osadía, os tomaré por mi destino en este momento; pues los hombres codician cosas bellas y yo soy un hombre cuya codicia solo es vuestra salud.
Eternamente agradecido de presenciar vuestra belleza,
Kim Taehyung.
Con el corazón que palpitaba como una bomba de relojería, Taehyung había entregado esa carta para que su amado lo leyera. Durante su espera había caído enfermo por primera vez en milenios. No presentaba fiebre ni tos, ni otros síntomas de peste o epidemia local, sin embargo, su rostro solía arder cuando pensaba en el joven Jeon y su apetito sexual se volvía grande aún sin tenerlo enfrente y cada vez que sucedía aquello, evitaba pensar de aquella manera en el muchacho, y se preguntaba, entonces, ¿por qué? ¿Por qué evadía su enorme apetito sexual cuando se trataba de él? ¿Por qué si lo que quería era hacerlo suyo en su cama y besar cada rastro de su cuerpo durante horas hasta saciar su insaciable vacío, no se permitía imaginarse haciéndolo con él?
Sin embargo, cuando la correspondencia llegó a su puerta semanas después, sus síntomas desaparecieron y su rostro se iluminó de la más sincera dicha.
Joseon, 12 de mayo de 1906.
Estimado Señor Kim Taehyung;
Vuestra manera de expresaros enriquece la dicha de mi corazón. He recibido tantas cartas de exponenciales confesiones de amor, de admiración y otras invitaciones que no son de mi agrado mencionar, pero ninguna me ha sacado una sonrisa como lo ha hecho usted, mi señor.
Lamento, nuevamente, la tardanza de mi respuesta. No tengo excusa, es la primera carta que he llegado a leer el día de hoy desde nuestra última conversación y me complace que haya sido vuestra caligrafía impecable la cual mis ojos han podido ver en primer lugar. Gracias por vuestros buenos deseos, rezaré por vuestra salud de igual modo. Mi alma y mi corazón os agradecen la preocupación.
Mis mejores deseos,
Jeon Jungkook.
La dicha había sido genuina, como si algo llegara a estallar finalmente pero sin doler. El corazón de Taehyung no dejaba de bombear aquellos sentimientos de codicia y en un arrebato de emociones, tomó una pluma y un papel para responder a la carta de su amado. Quería plasmar todos sus sentimientos; confesarle cuántas noches había soñado que lo hacía suyo, o que él mismo se convertía en suyo. No obstante, no podía pasar; aunque era cierto que no era un pecado preocuparse del bienestar de alguien, Taehyung no era un ser cualquiera; era uno que acarreaba una maldición.
Pero aquel mortal, al que solo había visto una sola vez en toda su existencia, vivía — no solo en su cabeza ya — sino en cada rincón de su cuerpo. Era como un virus que se expandía; como una mancha sobre su piel de la cual no podía librarse con facilidad. Lucifer se sintió consumido. Tanta había sido su perdición por aquel hombre, que sentía la necesidad de arrancarse las alas que no se merecía y entregárselas a quien debería ser un ángel. Él, su ángel.
Joseon, 15 de mayo de 1906.
Mi joven y estimado Jeon Jungkook;
No debéis agradecer la preocupación de alguien que os ama; el amor no es algo del que se deba esperar "a cambio de". Sin embargo, si os complace recibir mi humilde gratitud, os la ofrezco toda la que soy capaz de dar.
He oído rumores sobre vuestro estado; he oído que no salís de casa y habéis dejado de comer. Sé que no me incumbe pero me preocupo aún más por usted; si no soy demasiado inoportuno, me gustaría saber cómo os encontráis, si vuestro dolor es físico o emocional. No nos conocemos las caras a la perfección, pero si puedo hacer algo que os ayude a sanar de cualquier forma, estaría encantado de hacerlo.
Preocupado en extremo,
Kim Taehyung.
Joseon, 23 de mayo de 1906.
Estimado Señor Kim Taehyung;
Mi alma se estremece debido a su bondad; estoy profundamente agradecido por su preocupación pero me temo que mi condición es incurable, pues llevo años lidiando con los estragos de mi alma y corazón.
Vuestro interés en mi persona me da la sensación de que trasciende a una admiración más allá de la relación entre un admirador y su ídolo. Usted también es soberano, sin dejar de tener en mente a Su Majestad. Haciendo oídos sordos de lo que la gente suele decir sobre usted, puedo deducir que no es nada de lo que se dice por ahí; pero lamento mi descaro si os he llegado a ofender mencionando los rumores.
Gracias por mencionar que me amáis, viniendo de una persona como usted, que es de admirar, realmente pone a mi alma dichosa. Vuestra generosidad no ha de pasar desapercibida, mi Señor, os prometo por los dioses que mi ánima y corazón han sentido la tibieza de vuestros sentimientos. Estoy en paz en este momento.
Agradecido en extremo,
Jeon Jungkook.
Joseon, 26 de mayo de 1906.
Mi estimado Jeon Jungkook;
Porque os amo no puedo ignorar el dolor por el que estáis pasando, ¿qué sería de mí si vivo sabiendo que vuestra alma sufre y vuestro corazón llora lágrimas silenciosas? Es bien sabido por cualquier persona que ande sobre este mundo, que el corazón no sabe oír, no sabe leer ni mucho menos obedecer las peticiones de los demás cuando se trata de lo que ama; y mi corazón os ama, querido Jungkook, os quiere más de lo que se quiere a sí mismo. Espero no faltaros al respeto, pero si hay algo que puedo hacer, por muy insignificante que os parezca, para aliviar vuestra tempestad, por favor, hacédmelo saber.
Vive usted en mi mente todos los días y noches también. Jamás he pensado en una persona; en un hombre, como pienso en usted desde que os vi danzar bajo la luna llena de aquella noche; por eso, mi queridísima pieza de arte encarnada, dejaros querer; dejad que os ame incondicionalmente; que os escuche si los demás no os oyen; que os observe si los demás no os miran y que os lea el corazón si nadie es capaz de leeros la mirada.
Espero no sonar imprudente, pero me gustaría quedar con usted algún día. No necesitáis esconderos más, no mientras esté yo para comprender vuestros sentimientos.
Esperanzado en extremo,
Kim Taehyung.
Joseon, 30 de mayo de 1906.
Querido Kim Taehyung;
Sigo agradecido y profundamente conmovido por vuestra bondad y preocupación, aunque no es mi intención causaros lástima o pena, sinceramente os digo que no hay cura para este malestar. Pero también debo ser sincero con usted y confesaros que espero todos los días vuestras respuestas y sigo enviándoos cartas con la esperanza de leer vuestras palabras y sentirme mejor, aunque siento que es egoísta de mi parte, es usted la primera persona a la que respondo más de una vez una carta.
Os vi aquella noche, antes de que os acercaseis a decirme cuánto os gustó mi presentación; si existe realmente un vínculo entre usted y yo que trasciende más allá de una relación entre admirador e ídolo, os confío el secreto de que tampoco he podido dejar de teneros presente en mis pensamientos; día y noche también. Me emocioné en demasía cuando recibí vuestra primera nota y mi corazón se aceleró y latió con la misma frecuencia que las burbujas cuando hierve el agua.
Si no os incomoda, podemos quedar durante el nacimiento de la luna menguante de este mes cerca del río. Os invitaría a un sitio más frecuentado pero no tendríamos intimidad. Aguardaré vuestra respuesta como todas las demás, con el alma pujante de dichosa euforia de la que solo usted me puede dar.
Esperanzado en extremo,
Jeon Jungkook.
El corazón del Diablo latió con tanta fuerza e intensidad; ya no eran solo simples síntomas de un posible enamoramiento, pues se había enamorado verdaderamente. Desde que leyó su carta, no había dejado de imaginar estar cara a cara con el joven, quien se había adueñado de cada suspiro y de los latidos de su corazón.
Escribió su respuesta y se la mandó.
Joseon, 3 de junio de 1906.
Mi queridísimo Jeon Jungkook;
Mi amada alma inocente y única luz en esta era mía, por favor, nada me complacería más que encontrarme con usted sin importar el lugar que escogiérais. Todo sitio es ideal para recordaros y memorar nuestro encuentro como el día o la noche más feliz de mi existencia.
Os esperaré en el puente, ansioso de poder veros. Espero que podáis leer mi corazón cuando me veáis, ya que la pluma es incapaz de expresar mis sentimientos de amor bien.
Esperanzado en extremo,
Kim Taehyung.
𝄐𝄒𝄑𝄢
Taehyung observó la luna menguante cuando las nubes del cielo dejaron de ocultarla. La gente pasaba caminando sobre el puente, mientras que los amantes dejaban nenúfares en el río con linternas y un papel con sus deseos escritos, esperando que se volvieran realidad.
El joven Jeon Jungkook aún no había llegado, pero el noble Señor Kim Taehyung se encontraba ensimismado mirando el cielo. El tiempo corrió de prisa para él mientras aguardaba por su amado, sin embargo, en ese preciso instante, las palabras que su padre, Dios, le había dicho antes de expulsarlo al Infierno, resonaron con mucha fuerza en su cabeza.
Cerró los ojos tratando de mitigar aquellos pensamientos negativos, pero sintió que eran más fuertes que él. Jungkook llegó en ese momento, salvándolo de sí mismo.
— Mi señor, es un placer conoceros en persona — le dijo el joven Jeon Jungkook, vestía un hanbok tradicional y su rostro se suma bajo la sombra de su sombrero.
Taehyung, en cambio, vestía de una manera más occidental; como los ingleses de la embajada y como mucha otra gente influenciada por los projaponeses de la nación, no obstante, a Jungkook no le importó ese detalle; estaba concentrado en su mirada, en sus bellos ojos cafés que lo cautivaron aún más.
— El placer es todo mío, mi queridísimo Jeon Jungkook — respondió cortésmente.
La plática surgió de inmediato; fue como una chispa que se encendió provocando una hoguera. El mundo desapareció para ellos a su alrededor. Taehyung era tan elocuente y cálido con Jungkook, que el joven quedó prendado de su elegancia y su belleza, además de que le daba ese espacio que nadie más lo hacía. No le hacía preguntas indebidas, le dejaba contar todo cuanto quería y no hacía preguntas insistentes ni mencionaba los rumores que habían sobre él para saber si eran reales... o no.
Bajaron a la orilla del río y se quedaron observando la luna mientras seguían platicando. Jungkook sintió una gran confianza en Taehyung, casi como si pudiera confesarle todos sus secretos y confiarle sus inquietudes, aunque, sin darse cuenta, se había aproximado tanto hacia el cuerpo de su acompañante que el contrario se sintió agitado, pues estaba conteniendo los impulsos de besar sus labios.
— Tengo algo terrible dentro de mí, mi Señor — dijo al final, Taehyung lo observó inmediatamente —... Algo que me persigue desde que tengo memoria, ¿y sabéis qué es lo más aterrador? No es que sea mi naturaleza, sino que... es un pecado tan grande que podría morir por ello, a manos de mi propio padre si llega a descubrirlo.
— ¿Cómo decís? ¿Qué puede ser tan horrible como para merecer la muerte? Dudo mucho que usted sea alguien merecedor del infierno, creedme, lo sé.
— Es difícil de comprender, lo entiendo.
— Podéis confiar en mí. Muy al contrario de lo que todos dicen, realmente sé guardar secretos.
— ¿De lo que todos dicen? — Jungkook sonrió — ¿Y qué es lo que dicen de usted, mi Señor?
— Que el Diablo lo sabe todo y lo utiliza a su favor para conseguir todo cuanto quiere.
— ¿Y es verdad?
— Antaño lo fue...
— ¿Y ahora?
— No... No estoy seguro.
— No creo que seáis un Diablo, mi señor. Al contrario, sois la persona más cálida que he conocido en mi vida. Vuestras palabras; todas vuestras cartas me han ayudado a sobrellevar mi dolor porque comprendí que no estoy solo en este mundo.
Lucifer, completamente rendido ante el amor que sentía hacia ese humano, decidió confiarle su oscura y pecadora alma con la esperanza de que él pudiera rescatarlo de su destino. No hubo un ritual complejo, simplemente acercó su boca hacia la del joven y le robó un beso de sus labios. Por supuesto, el joven no se lo esperó; le había parecido tan repentino que no pudo protestar o esquivar sus labios de los suyos, ¿por qué? Pues porque, muy en el fondo, él también quería que su Señor diera el paso, que lo besara y le prometiera un mundo donde pudiese vivir a salvo, a su lado.
— Esto se ha sentido prohibido... Lamento si os he faltado el respeto — dijo Taehyung cuando se separó de él.
Pero Jungkook no oyó nada de lo que dijo; en ese momento no le importó lo que fuera o no prohibido, solo quería sentir sus labios una vez más y que el beso se prolongara hasta que se sintiera despojado de aquella alma suya atada al mundo. Su gran secreto y el fruto de todos sus tormentos era que deseaba y amaba a los hombres como debería desear y amar a las mujeres, y sabía que sería un peso que, probablemente, no sabría si podría compartirlo con alguien más, hasta que Kim Taehyung había aparecido en su vida y, en ese momento, supo que no era el único como él, pues el Señor, soberano en su corazón, vestía la misma piel y tenía tatuado en su alma el mismo estigma.
𝄐𝄒𝄑𝄢
Reino Unido, 15 de junio de 1906.
A mi queridísimo Señor Kim Taehyung;
Mi alma a Kim Taehyung, lucero de todas mis mañanas. Si añoro día y noche sin descanso estar en la capital, se debe a que anhelo con tanto fervor los brazos vuestros que saben envolverme en el más cálido y sincero amor; si añoro retornar a mi casa, a pesar de toda la tristeza que me causa estar encerrado en mi habitación, es que sé, con certeza, de que vuestras palabras volarán con más rapidez y podré tener vuestro amor convertido en letras en mis manos y la vida recorriendo mis venas mientras oigo en mis pensamientos la profundidad de vuestra voz.
Es la primera vez que os escribo desde otra frontera, pero ruego a los cielos que lleguen mis sentimientos a salvo con usted. Recuerdo nuestro primer beso cada alba y antes de cada crepúsculo, puedo ver, incluso, vuestro rostro tatuado en la luna. Mi alma yace en paz; mi dolor, aunque no ha desaparecido, se ha vuelto más liviano. Os beso cada noche en mis sueños, mi Señor, espero que podáis sentirlos de alguna manera antes de dormir.
Mis mejores deseos,
vuestro Jeon Jungkook.
Joseon, 30 de junio de 1906.
A mi amado Jeon Jungkook;
He observado el cielo estrellado durante el tiempo que no habéis pasado a mi lado, y he de confesaros que ninguna estrella me ha parecido tan hermosa como lo es usted. También lo añoro, amor mío y busco calma en mis pensamientos tratando de recrear la idílica sensación de vuestros labios besando los míos, mas no he podido llegar a tal éxtasis. Me hacéis falta, como el agua; como el aire y las plantas a todos los mortales. Espero su vuelta para poder estrecharlo en mis brazos, pues no hay ningún otro ser ni otro hombre que se os asemeje; no hay ningún otro que haya podido adueñarse de mi corazón.
Aguardo ansiosamente vuestro retorno, con la salud y los malestares aliviados. El mundo es un lugar amplio, amado mío, si no encontráis cura para vuestro dolor físico en vuestras tierras, podréis hacerlo en otros sitios. En cuanto a la tristeza que sentís, prometo ayudaros a superarla; sé que no puedo curarla, pero os amaré tan intensamente que habréis dejado de pensar en ella en poco tiempo. No habrá hombre en esta era que os ama, ame o amará más que yo.
Siempre vuestro,
Kim Taehyung.
Reino Unido, 23 de julio de 1906.
Mi amado Señor Kim Taehyung;
En estos momentos desearía estar en casa, nuevamente, para poder conformarme con las respuestas cortas, pero cada vez vuestras cartas se retrasan con más frecuencia. Detesto que la distancia nos separe de esta manera, más aún cuando os necesito más de lo que he necesitado a una persona en mi vida.
Desearía, desde el fondo de mi corazón que os pertenece, que no me odiarais, pero me apena grandemente que no nos hayamos conocido en el pasado; que el tiempo no quiera darnos más de él; lamento con vergüenza no poder recuperar mi pasado y así estar más tiempo a vuestro lado. Amado mío, estoy enfermo...
Sé que esto no tiene nada que ver con mi naturaleza, o el dolor de mi alma, la soledad de mi vida o la incesante tristeza que me ha abrazado en mi lecho cada noche; no obstante, es otra desgracia que se ha colado en mi vida impidiéndome ser feliz al lado de quien amo; como lo fue mi melancolía en el lecho de muerte de mi madre, o mis triunfos debido al estigma de mis sentimientos por hombres como usted, como yo. Haber volado tan alto en tan poco tiempo ha tenido un cruel precio que no había previsto y, tal y como me ha ido en la vida, no debería haberme confiado pero bajé la guardia cuando os conocí y pensé que, finalmente, podría ser feliz.
Estaré volviendo a casa al final de este mes, esperanzado de ver vuestro rostro antes de que el cáncer consiga hacer metástasis con mi cerebro, tal y como dijo el médico que pasaría antes de otoño, pues no hay cura para este padecimiento aun en nuestros días.
Tal y como son las cosas ahora, solo puedo ofreceros mi futuro, el cual es corto porque estoy condenado a morir; pero si he de hacerlo, espero que sea en vuestros brazos tomándome en cuerpo y alma hasta que mi último aliento me haga expirar.
Sé que me habéis amado durante mucho tiempo, por lo tanto, juro retornaros vuestro amor porque nunca he amado a ningún hombre más de lo que os amo y jamás he deseado tanto a una persona como a usted.
Os amo, mi Señor.
Eternamente vuestro,
Jeon Jungkook.
Cuando Taehyung terminó de leer aquella carta, arrugó el papel, incrédulo. Negó rotundamente varias veces pero era devuelto a la realidad más veces de las que hubiera querido debido al dolor que estaba sintiendo en el pecho; sentía como si fuera a morir... Él, un ser inmortal... Sintiendo que perdería la vida porque su vida estaba condenada a morir.
Se arrastró apoyándose por la mesa, por las sillas y por las ventanas hasta que consiguió salir al exterior. El cielo estaba tan azul, tan brillante pero rápidamente los nubarrones aparecieron anunciando una tormenta venidera.
Taehyung presionó su mandíbula y observó al cielo con la mirada más iracunda que jamás había puesto; aunque no solo era ira, sino dolor; uno tan desgarrador que el Infierno tembló en consecuencia.
— ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué él?! ¡¿Por qué ha tenido que ser él?! ¡¡Responde!! ¡¡Responde, maldita sea!! Todo el mundo cree que eres el bueno de nuestra historia... ¡Pero no es así! ¡Eres egoísta, eres tan egoísta y caprichoso! — gritó a los cielos, tan fuerte que sintió que sus cuerdas vocales se irritaban pero no se debía a que su cuerpo mortal se estuviera deteriorando, sino porque el dolor de su alma se manifestaba de diferentes maneras — ¡¿No te bastó con empujarme al infierno?! ¡¿No te bastó con convertirme en el villano de la historia?! ¡¡Joder, joder!! ¡Joder, él no! ¡No puede ser él, por favor! Te lo ruego... Por favor... — se arrodilló, juntó sus manos y comenzó a orar mientras el dolor y las lágrimas no dejaban que dejase de temblar — Déjalo vivir... Déjalo vivir... Yo volveré al Infierno y juro que nunca más volveré a sentir algo por ningún otro mortal, pero... Por favor, padre, no te lo lleves lejos de mí; no tan pronto... Deja que viva, que cure su alma deprimida y logre seguir bailando. Me he enamorado de él sabiendo que pertenece al cielo y nunca más volvería a verlo una vez que muriera... Él es todo cuanto quiero, ¡¡es todo cuanto necesito; todo cuanto tengo!!
𝄐𝄒𝄑𝄢
A pesar de que Jungkook esperó una respuesta tras su última carta, no la recibió.
Al llegar nuevamente a Joseon, se enteró de que Kim Taehyung había desaparecido. Aquello le partió el corazón, pues pensó que lo había abandonado. Por supuesto, incrédulo a la idea de que había dejado de amarlo, intentó creer que huyó porque tenía miedo de responsabilizarse de una persona moribunda y Jungkook se culpó a sí mismo por ser una carga, tanto para su familia como para su amado.
De todas formas, no dejó de esperar por alguna carta que le explicara lo que había sucedido, pero no obtuvo ninguna. Aguardaba una excusa o la verdad más hiriente del mundo, pero una respuesta que justificara su abandono pero no llegó.
El corazón de Jungkook fue marchitándose poco a poco y agradeció que el dolor de la enfermedad fuera tan horrible porque, de aquella manera, podía dejar de pensar en el dolor de su pérdida, aunque cada noche lloraba por su amado y sentía tanto enfado que no podía soportarlo, hasta que un día, simplemente dejó de llorar.
Una noche de otoño, alguien se coló en la habitación de Jungkook. Aunque estaba bastante débil, se incorporó y trató de ver de quién se trataba; entonces vio los ojos rojos de Taehyung y suspiró atemorizado.
— ¿Qué... estáis haciendo aquí?
La ventana dejaba entrar la luz de la luna, por lo que Jungkook observó detenidamente la forma de su amado y no podía reconocerlo.
— Por favor, Jungkook... Tienes que venir conmigo.
— Os habéis marchado ¿Y ahora queréis que huya con usted?
— No... — Taehyung negó con la cabeza mientras las lágrimas se le escapaban de los ojos; su rostro se veía tan aterrador en la penumbra — No te he abandonado, estaba buscando una forma de que... pudiéramos estar juntos, mi amor... Yo jamás te abandonaría, yo te amo — le dijo tomando sus manos, pero sus dedos eran negros y sus uñas tan largas y afiladas que podrían atravesar el pecho de una persona y arrancar su corazón.
— ¿Y cuál es esa forma?
Lucifer no supo cómo responder, titubeó y se apartó un poco, adentrándose en la oscuridad de la habitación. Sus ojos se volvieron dos siniestros puntos rojos pero Jungkook no tenía fuerzas para asustarse.
— Tienes que venir conmigo... a mi hogar.
— ¿A... vuestra casa? — preguntó intentando mantenerse despierto.
— No. Al Infierno.
Jungkook sonrió con mucho esfuerzo y trató de ponerse de pie, pero al intentarlo, tiró las cosas de la mesa contigua a su cama, Lucifer trató de ayudarlo pero no se atrevió a tocarlo.
— Dijisteis que... alguien como yo no podía ir al... Infierno.
— Sé lo que dije — respondió —. Por eso debes morir ahí para que tu alma se quede... atrapada — respondió tragándose el llanto.
— ¿Vais a matarme?
— No... Pero ya no queda tiempo, morirás esta noche y nunca más volveremos a vernos. Tienes que venir conmigo, por favor... Ven conmigo.
— Al Infierno...
— ¿No quieres estar a mi lado?
— Quería vivir a vuestro lado y morir en vuestros brazos, pero...
Entonces, oyeron a los empleados y al padre de Jungkook acercándose a su habitación. El joven observó con pánico a su amado, al que seguía queriendo a pesar de lo que era. Le creyó cuando le dijo que no lo había abandonado, pero si era cierto que no era humano y que moriría esa noche, prefería hacerlo junto a él; incluso si solamente le estaba diciendo aquellas barbaridades para llevárselo con más facilidad.
— Llevadme con usted... — le dijo.
Cuando el padre de Jungkook llegó a la puerta de su habitación, lo vio moribundo, casi inconsciente, en los brazos de un monstruo que tenía ojos rojos, brazos negros y garras. Portaba una capa con la que cubrió el cuerpo del joven muchacho de la llovizna que había comenzado a caer.
— ¡¡Hijo mío!! — gritó con preocupación.
Rápidamente, ordenó a sus sirvientes que lo siguieran y a otro que le trajera la escopeta para darle caza al secuestrador. Lucifer llegó a la calle, donde un caballo negro con fuego en vez de herraduras en sus patas lo esperaba. Subió a Jungkook sobre el caballo y cuando lo vio escupir sangre, supo que no quedaba mucho tiempo, pues observó la tempestad del cielo y supo que su padre estaba enfurecido, por lo tanto, estaba matando a Jungkook con más prisa.
Una ráfaga de viento, tan fuerte como el de un huracán, se llevó su capa. La espalda de Taehyung fue descubierta y el padre de observó las dos grandes cicatrices que tenía, y pensó, por un momento, que parecía que alguien le había arrancado carne de la espalda, o... las alas.
Persiguieron a Taehyung y Jungkook hasta un cerro. Uno de los primeros disparos atravesó el hombro de Taehyung y, por ende, el de Jungkook, quien montaba el mismo caballo delante del Diablo. Lucifer gritó enfurecido cuando el cuerpo de Jungkook se tambaleó y creyó que lo había perdido, tras otro disparo, el caballo se detuvo ante un gran relámpago que iluminó todo el lugar haciéndole saber al padre de Jungkook que quien se llevaba a su hijo, era el Señor Kim Taehyung, aunque a sus ojos, era el Diablo encarnado.
— Oh, lucero de mi alba... Creo que voy a morir — le dijo Jungkook.
— No... No puedes hacerlo, ya falta poco... Aguanta, por favor — imploró.
Fue entonces cuando invocó un gran rayo que dividió la gran roca formando una profunda grieta, la cual era la entrada al Infierno.
Sin embargo, el padre de Jungkook, negándose a perder a su hijo, disparó una última vez y atravesó el corazón de Lucifer haciéndolo caer del caballo.
— ¡¡A por él!! ¡Rescatad a mi hijo! — ordenó y la muchedumbre avanzó para acorralarlo.
— Tae... hyung... — murmuró Jungkook con la herida de bala reciente en su brazo izquierdo.
— Debes... cruzar la puerta... Hazlo...
— No llegaré a tiempo... pero... puedo daros tiempo, mi luz...
— No... No pienso perderte para siempre, yo... no puedo pisar el cielo.
— Los suicidas no van al cielo.
𝄐𝄒𝄑𝄢
Cuando su padre llegó hasta donde se encontraba su hijo, a pesar del tortuoso camino, no encontró al caballo ni a su jinete, sino que lo vio cabalgando hacia los peñascos. Pero no le importó, pues Jungkook, a pesar de las heridas de bala que tenía, estaba en el sitio y sonrió aliviado de encontrarlo.
Jungkook estaba parado en el borde del precipicio dándole la espalda a su padre que se había acercado por detrás para abrazarlo tras haber sentido el mayor miedo que un padre podría llegar a sentir, sin embargo, Jungkook murmuró una frase que el mayor no pudo llegar a comprender y, unos segundos después, se lanzó al vacío.
Tras ese trágico acontecimiento, Kim Taehyung no fue visto nunca más. Aunque se crearon rumores sobre él y sobre el joven Jeon Jungkook; la gente contaba que Kim Taehyung era un demonio inmortal, el Diablo, y que había codiciado a Jungkook; lo había manipulado y enloquecido, también desorientado, y que, finalmente, lo raptó cuando estuvo indefenso, pero al ser acorralado por el padre del joven Jungkook y mucha otra gente, lanzó al joven desde un precipicio para poder huir.
Desde entonces, aquel sitio atrajo a muchos suicidas. La mayoría de la gente que frecuentaba el lugar buscaba acabar con su vida, pero quienes no lo hacían, aseguraban oír la voz de un joven hombre que susurraba desde la oscuridad...
"Mi lucero del alba... Seguís siendo el ángel más hermoso del cielo incluso enamorado de un mortal que solo os trajo en este mundo sufrimiento..."
¡Hola! Este relato está dedicado a SeChanie porque hoy es su cumpleaños, ¡te amo hermosa, pásalo genial! Espero que te haya gustado mi humilde regalo. Te deseo todo lo mejor del mundo 😭💘 eres lo mejor, estoy tan contenta de haberte conocido ¡TE QUIERO MUCHO!
La historia está basada en un mito salvadoreño sobre uno de sus atractivos turísticos y también sobre un caso de suicidio que sucedió en ese mismo lugar ¿Qué os ha parecido? ¿Os gustó?
Nos leemos en el próximo relato. 👻💘
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