Gonger.
Inspirada en Los resucitados de la isla Sylt.
Leyenda alemana.
HAY TANTAS LEYENDAS que cuentan los marineros cuando vuelven del mar; algunas hablan de sirenas que hipnotizan a los hombres con su cántico para hacerlos caer en una trampa mortal, otras hablan de marineros que se ahogan y vuelven del mar, con la misma ropa que vestían al morir, para anunciar su fallecimiento a sus seres queridos dejando un rastro de sal.
Y, justamente, esta es la historia de un Gonger como muchos otros que perdieron la vida en altamar y un enamorado que decidiría esperarlo todos los días del resto de su vida en la playa, cada atardecer sin falta, a que volviera a él y pudieran consumar su amor por la eternidad.
Jungkook vivía en Sylt, una isla al norte de Alemania, con Taehyung, su novio.
Habían huido de Corea del sur y de su familia por un futuro mejor para ambos porque los padres de Jungkook nunca permitirían que él viviera y compartiera su vida con un hombre de la manera que Jungkook quería hacerlo con Taehyung, y Taehyung huyó de su matrimonio arreglado para vivir al lado de su gran amor.
Antes de salir del país, Jungkook cambió su apellido por el de su enamorado, Kim, para que pudieran hacerse pasar por hermanos en Alemania. Huyeron por la noche con la ayuda de un amigo los trasportó en su vehículo hasta el aeropuerto. Como sería la última vez que se verían, ese amigo les había regalado dos sortijas de compromiso que había hecho él y en cuyos interiores, decía: "con amor, Jungkook" en el anillo de Taehyung y, "con amor, Taehyung" en el de Jungkook.
Taehyung venía de una familia acomodada, su padre era un militar muy estricto que siempre había influenciado a sus hijos el arte de la música y con Taehyung no había sido diferente; a parte de ser entrenado como un soldado, era el mejor pianista del país y tenía una popularidad internacional debido a todos los conciertos que había dado en nombre de su patria (con permiso diplomático para salir durante la dictadura, por supuesto). Jungkook no era diferente, él también era hijo de un político pero no tenía tanta fortuna como Taehyung. Jungkook formaba parte de la brigada que comandaba el hermano mayor de Taehyung, Seokjin; y debido al destino, se conocieron en una cena formal militar.
El amor en ellos surgió rápido; a primera vista. Ambos lo sintieron y no dudaron en conocerse mejor, en encontrarse a escondidas y amarse en secreto durante un buen tiempo. Nunca fueron descubiertos por sus padres pero sí por Seokjin, aunque por temor a lo que pudiera pasarle a su pequeño hermano, jamás había hablado.
Claro que el amor entre dos hombres era lo peor que podría pasarle a una familia y su honra, por eso sabían que jamás podrían estar juntos... Y cuando se había anunciado el matrimonio concertado entre Taehyung y una muchacha a la que nunca había visto, supieron que era momento de escapar e ir tan lejos como pudiesen. Seokjin los ayudó con la fuga; les dio dinero para que pudieran mantenerse, al menos por un tiempo, en el extranjero.
Jungkook y Taehyung llegaron a Alemania, concretamente a Sylt, una isla hermosa con una población reducida y tranquila. Taehyung conocía a una persona con la que había conversado y entablado una amistad durante sus giras como pianista en Europa, y esta misma persona les había ayudado a conseguir una casa en esa playa, cerca del mar, algo remota pero acogedora y preciosa.
Taehyung se quedó maravillado al verla. Era una casa pequeña si tuviera que comparar con la casa al estilo palacio coreano donde había vivido la mayor parte de su vida.
Tenía una sala, una habitación en la planta de arriba, dos baños, un comedor en la cocina, un estudio con una biblioteca pequeña y un piano para que Taehyung pudiera dar clases a los niños y jóvenes del pueblo o simplemente pudiera practicar.
A Jungkook, sin embargo, le pareció perfecto, pero no por fijarse en los detalles de su nuevo hogar como lo hacía Taehyung con mucho entusiasmo, sino porque su amado era feliz y él, definitivamente, lo sería también donde ambos estuvieran juntos y hubiera amor. Todo lo que Jungkook quería en el mundo, era estar al lado de Taehyung.
Claro que los ahorros que tenían no eran suficientes para tener una buena vida para siempre. Tarde o temprano se acabaría esa tranquilidad. Pero mientras Jungkook pensaba en problemas mayores en el futuro, Taehyung le aconsejó que era mejor que tuvieran los anillos en el cuello como si fueran un colgante porque, definitivamente, aunque pudieron huir de Corea, nunca podrían huir de la sociedad.
Se hicieron pasar por dos hermanos huérfanos y contaron una historia trágica al pueblo para que pudieran empatizar con ellos y los integraran a la sociedad. Funcionó.
En su historia, ellos eran dos hermanos que huyeron de Corea del Norte con sus padres con la intención de llegar a Europa y huir de la dictadura, tanto norcoreana, como surcoreana. Taehyung era un gran pianista "autodidáctico" y militar, mientras que Jungkook era el hijo menor que estuvo a punto de entrar en la milicia cuando huyeron después de la ejecución de su padre pero perdieron a su madre en el proceso.
Una historia trágica, creíble y con la que cualquiera podría empatizar.
Taehyung no se sentía bien mintiendo pero tenía que hacerlo porque Jungkook había conseguido un trabajo importante unos meses después de que Taehyung hubiera abierto su academia de música.
— No tienes porqué hacerlo, mi escuela tiene buenos ingresos — intentó persuadirlo pero Jungkook, en el fondo, no se sentía bien sintiéndose como un inútil.
Con ternura, Jungkook cogió sus manos y las apartó de su rostro delicadamente, mientras le decía con los ojos que no tenía de qué preocuparse.
— Tendremos más ingresos y podré darte una vida mejor — le dijo Jungkook —. Probablemente echas de menos comer comida sofisticada y vestir ropa cara... Con este trabajo, te devolveré la vida que has perdido en Corea.
Taehyung negó con la cabeza.
— No lo entiendes... Lo único que necesito eres tú. Si piensas que me importaba cómo vivía antes, no habría lo abandonado para estar contigo — le robó un beso de los labios —. Por favor, consigue otro trabajo, puedes hacerlo... No quiero que te suceda nada malo.
— Nada malo me va a suceder, cariño — le dedicó una sonrisa, pero para Taehyung no fue suficiente.
—Te voy a echar de menos. Estarás mucho tiempo fuera.
Jungkook sonrió y lo abrazó con fuerza.
— ¡Así que ese es el problema! Eres tan adorable.
— ¡Jungkook! ¡Me asfixias!
— ¡Es que te quiero tanto! — le dijo... Y fue la última vez que se lo había dicho.
Al día siguiente, Jungkook partió al mar.
Taehyung fue a despedirlo. Lo sorprendió en la playa y le dio un fuerte abrazo, aunque lo que realmente quiso fue darle un beso en los labios. Jungkook le dijo que volvería antes de que comience a extrañarlo y Taehyung le creyó. Él siempre creía en él.
Taehyung vio cómo su amado zarpaba. Su barco se perdió en el horizonte del alba, la neblina marina lo cubrió hasta que se fundió con con ella y desapareció.
Sus ojos lloraron un llanto silencioso, una vecina trató de consolarlo diciéndole que no pasaba nada, que ellos siempre volvían y que su hermano volvería tan pronto como el viento del norte llegaba a tocar su piel en una mañana cualquiera de otoño.
Y Taehyung quiso creerle, de verdad que quiso... Pero cuando se dio la vuelta, la espuma y el sonido del mar que escuchó, no lo dejó tranquilo incluso en la soledad de la noche. El vasto mar del Norte se veía tan oscuro que la incertidumbre lo arropó la noche siguiente a esa, y la siguiente a esa, y a esa y a esa... Así sucesivamente.
𝄐𝄒𝄑𝄢
Era el quinto día y la cuarta noche que Jungkook pasaba en altamar. Después del ocaso, la tripulación debía descansar después de un largo día de pesca.
Como habían tenido tanta suerte de cazar un tiburón, decidieron que tendrían una pequeña fiesta en el camarote del novato del grupo, o sea, de Jungkook.
Jungkook no se acostumbraba aún, era tímido a diferencia de Taehyung, que era más extrovertido que él con las personas y podía sostener una conversación con ellas. Podría decirse que, en parte, se debía al idioma; Taehyung era más conocedor que él, Jungkook apenas estaba aprendiendo y pensó que convivir con los pescadores lo ayudaría a enriquecer su lenguaje.
"Wie alt bist du, Junge?" El capitán le hablaba, era un hombre de cincuenta y pocos años, sus ojos eran azules como el zafiro. Era de pequeña estatura y cojeaba al caminar pero, a pesar de todo, era amable. Le preguntó cuántos años tenía, y Jungkook tardó un momento en responder.
Guardó la libreta que tenía consigo antes de responder.
"Vierundzwanzig..." Contestó. Estaba nervioso. Cuando se dio cuenta de que nadie dijo nada después de su respuesta, temió haberse equivocado pero un minuto después, los hombres se rieron y halagaron a Jungkook porque lo había pronunciado perfectamente.
Jungkook era el más joven de la tripulación, tenía veinticuatro años, pero había caído muy bien. Jungkook se sintió bien estando entre ellos, al principio tenía mucho miedo; la Segunda Guerra Mundial había acabado hace poco y temía que fuera excluido de la sociedad junto a Taehyung por motivos raciales, sin embargo, la gente de esa isla era cálida. La población no pasaba de los mil trescientos habitantes y eso la hacía acogedora.
Y es una ley no escrita que, cuando algo comienza a ir bien, debe torcerse para que exista un equilibrio.
Un chico llamado Johann, que tenía turno de vigilancia, bajó de la proa donde le gustaba estar y fue corriendo a los camarotes para advertir al capitán que se acercaba una tormenta y las olas del mar actuaban con violencia. Poco después de la advertencia, cuando Jungkook se colocó el chubasquero, el barco se sintió sacudido por un par de olas que lo elevó y lo balanceó.
Jungkook perdió el equilibrio durante un momento. Creyó que el vértigo lo había perdido en el segundo día, pero otro tripulante lo ayudó a recomponerse y le dijo que debía ser fuerte y apretar el estómago para poder ayudar. Después de aquello, Jungkook se mentalizó para salir... Pero primero guardó su libreta dentro de un plástico similar a una pequeña bolsa para que el cuaderno no se mojara; como no sabía si entraría agua dentro de los camarotes, no quería arriesgarse que sus maravillosas anotaciones se echaran a perder y por ello guardó el cuaderno en uno de los bolsillos de su chubasquero amarillo.
La tormenta fue inesperada. Habían pescado al tiburón hace media hora y todavía seguía en cubierta reposando sobre hielo porque era tan grande que en el almacén no cabía. El capitán le ordenó a Jungkook que ayudase en proa a elevar los ganchos y las redes de pesca. Como había estado en el ejército, resultó muy útil.
La escotilla del almacén estaba abierta, Jungkook quiso ayudar para meter al tiburón dentro y lo hizo. El barco se balanceaba sobre las olas furiosas y la torrencial lluvia apenas le dejaba ver con claridad.
Cuando la arboladura sufrió un pequeño percance técnico, Jungkook quiso ayudar a restaurar el mástil durante el tiempo que la tormenta le diera, pero el viento era feroz y no podía acercarse. El tripulante de mantenimiento seguía atascado sin poder, con sola su fuerza, redirigir la arboladura.
Pero el barco sufrió otra embestida del mar y el capitán perdió el equilibrio, resbaló y se golpeó la cabeza con fuerza. Alguien exclamó a gritos que el capitán había resultado herido y necesitaba ayuda para llevarlo a un lugar seguro.
Un relámpago, seguido de un trueno, iluminó el cielo. Jungkook trepó por la escala hasta la superficie del puente de gobierno, después subió al mástil para ayudar al técnico con la arboladura. Con la fuerza de ambos, y la de otra persona que consiguió llegar a ayudarlos, pudieron enderezar la arboladura y proteger las velas del barco.
Se apresuraron a bajar de allí, fueron primero el técnico y el otro muchacho. Cuando Jungkook saltó al puente de gobierno y se puso de pie, una fuerte ráfaga de viento le quitó la capucha del chubasquero amarillo y alguien gritó su nombre como si quisiera advertirle de algo.
El aparejo inferior de la arboladura se desencaja cuando un rayo alcanzó el mástil. Jungkook saltó hacia atrás debido al susto que le había provocado, pero cuando quiso volver en sí mismo, el extremo de la verga mayor del mástil que se había soltado lo golpeó tan fuerte que lo lanzó a babor hasta la proa del barco donde sufrió un traumatismo en la cabeza con tanta fuerza que murió en el acto, su cuerpo resbaló por la barandilla del barco y cayó al mar.
— Junge!! — exclamó el capitán que había recobrado el conocimiento y vio a su marinero morir. Se había impactado tanto... como todos los que estaban allí.
La tormenta hizo que el mar se tragara su cuerpo hasta el fondo del océano.
𝄐𝄒𝄑𝄢
Los días habían pasado. Taehyung sintió que se estaban retrasando más de lo que habían prometido, empezaba a añorar a Jungkook y temía que fuera a más.
Aquella semana se convirtió en dos, luego en tres y finalmente en un mes. Taehyung estaba preparando las clases de piano para mañana cuando bostezó por tercera vez. El café endulzado con miel no le hacía efecto, quizás había consumido tanta cafeína que ya no tenía poder sobre él.
Decidió dejarlo por aquella noche. Cubrió las teclas del piano con la tapa y cogió su taza para lavarla. Todo estaba en completa calma cuando oyó que la puerta principal se había abierto y cerrado bruscamente.
— ¿Jungkook? — su corazón se aceleró. Corrió hasta la puerta pero no vio a nadie.
En el suelo habían unas pisadas húmedas, como si las suelas de unos zapatos se hubieran sumergido en agua. Taehyung se asustó al verlas pero siguió pensando que se trataba de Jungkook. Pensaba que el muchacho no le había oído y que se había dirigido al baño porque el rastro se perdió allí.
Cuando Taehyung abrió la puerta, no encontró a nadie y la ventana del baño estaba abierta. El viento gélido ingresó despreocupadamente y Taehyung se desilusionó un poco... Realmente esperaba que fuera él.
Taehyung cerró todas las puertas, las ventanas, incluso la puerta de su dormitorio cuando se fue a dormir. Se cubrió con las sábanas hasta el rostro acurrucándose en su lado de la cama y cerró los ojos hasta quedarse dormido.
La puerta del dormitorio se abrió. El pestillo fue manipulado desde fuera aunque se cerraba desde dentro y el Gonger ingresó a la habitación.
El Gonger era Jungkook y vestía su chubasquero amarillo, sus pantalones oscuros y sus botas negras. Caminó dejando un rastro de pisadas mojadas en el suelo y observó detenidamente a Taehyung mientras dormía.
La piel de Jungkook tenía un tono verdoso y su rostro parecía reventado. Estaba húmedo y putrefacto. En el hueco del traumatismo, que se había hecho con la proa del barco al momento de morir, tenía algas y pequeñas conchas de mar incrustadas. Su cuerpo estaba cubierto de algas, sus labios eran de un verde oscuro casi morado. Sus ojos habían adoptado un tono azul claro verdoso y sus pupilas desaparecieron por completo, el resto de su esclerótica era de un tono amarillento como si tuviera larvas y de su cuello colgaba la sortija de matrimonio con el nombre de Taehyung en su interior. Era un cadáver viviente, pero también era un Gonger.
Apagó las luces que Taehyung había dejado encendidas, después levantó la sábana, metiéndose debajo de ella. Se acercó a Taehyung y lo abrazó por detrás... Su cuerpo estaba frío y húmedo, pero por alguna razón Taehyung no lo había sentido.
— Perdóname... Por no poder darte una vida mejor; por hacerte amarme y no cumplir mi promesa... — le dijo Jungkook, pero su voz ya no era su voz; era la de un espíritu del mar que había muerto en el agua; que jamás volvería... Y eso lo consumió peor en muerte que en vida.
El Gonger besó delicadamente la mejilla de su amado, quien se removió en sueños y sonrió después de murmurar el nombre de Jungkook pensando que había... vuelto.
𝄐𝄒𝄑𝄢
Taehyung despertó al día siguiente. Tenía la sensación de que Jungkook había pasado la noche con él porque creyó haber oído su voz... Pero cuando colocó la mano sobre el lado de la cama de Jungkook, sintió que estaba mojado y que sobre las sábanas mojadas habían rastros de sal.
El olor a pescado era insoportablemente nauseabundo. Taehyung tuvo que quitar el colchón al patio para poder limpiarlo junto con las sábanas para fregarlas. Pero aquel insoportable olor había infestado toda la casa e incluso a él.
Una chica que se llamaba Erika y que traía a su hija todas las tardes para que aprendiera a tocar el piano, se acercó a él. Taehyung sonrió al verla pero al ver su cara de desconsuelo y horror, su sonrisa se borró lentamente.
Ella le preguntó, primeramente — y en alemán —, que qué estaba haciendo y Taehyung le respondió que la cama se había mojado con agua marina y que había rastro de sal sobre sus sábanas por lo que debía lavarlas, pero que seguía siendo un misterio la manera en que había llegado eso allí, pero le mencionó las pisadas de agua que halló y sospechaba que alguien se había colado en su casa durante la noche.
El rostro de la muchacha fue de terror. Taehyung no lo entendió, entonces ella le contó la leyenda de esa isla; sobre los resucitados de las islas de Sylt.
Le contó que los marineros que morían en el mar volvían a tierra firme como Gonger.
El Gonger sale del mar con la ropa que vestía al morir y visita a sus seres queridos dejando un rastro de agua salada sobre las sábanas para anunciar su muerte y despedirse.
El corazón de Taehyung dio un vuelco y perdió el rumbo... La muchacha le dijo que en el barco, durante la tormenta, Jungkook había sufrido un accidente que le costó la vida pero que el mar se había llevado su cuerpo y no pudo ser rescatado.
Quizás aquel rastro de agua salada era de Jungkook. Quizás él vino a despedirse de él anoche...
Taehyung no lo supo, simplemente se sentó en la arena de la playa y abrazó sus piernas hasta llorar. Lloró desconsoladamente hasta que el ocaso se hizo presente y la marea subió hasta tocar la punta de sus pies.
El agua arrastró una libreta que fue a parar a un lado de Taehyung. Estaba envuelto en un plástico que adquirió un color verdoso por el placton del mar. Taehyung la reconoció al instante, se trataba de una pequeña libreta que Jungkook había traído de Corea y tenía las hojas amarillas con el dibujo de una mariposa en la parte inferior derecha de la tapa.
Cuando sacó la libreta del plástico, leyó el contenido y siguió llorando.
Allí yacía anotado todo el dinero que supondrían los gastos para que Taehyung pudiera vivir una vida como la que solía tener en Daegu.
Además, habían diversos y pequeños dibujos en los costados de las anotaciones, junto a notas en letras pequeñas que servían para darle ánimo a Jungkook y que no se rindiera en el proceso.
Pero en la última página, en las últimas anotaciones que había hecho, realmente era una carta para Taehyung y decía lo siguiente:
Sylt, 5 de octubre de 1956.
Querido Taehyung, dueño de todos los sentidos de mi vida:
El señor Fischer dijo que podríamos enviar cartas cuando llegáramos al siguiente puerto. ¿Lo escribí bien? ¿"Fischer"? Creo que significa "pescador", ¿curioso, no?
Taehyung lamento haberte mentido, en realidad no sé cuánto tardaremos y por eso te escribo esta carta, porque sabía que si te decía que estaríamos más de una semana en altamar, te habrías opuesto... Pero esto es realmente importante para mí. Sé que tú me amarás incondicionalmente aunque solo tuviésemos pan y agua para sobrevivir, pero yo quiero darte más; quiero que seas feliz y tengas la oportunidad de ser un gran artista. Sé que, también, te enfadarás cuando leas esto pero siempre recuerda que te amo y hago esto por amor.
Si un día o dos me extrañas, solo ve a la playa, al mar... Mira las olas, la espuma y siente la arena bajos tus pies y recuerda que, mientras esté en el mar, soy parte de él y donde haya mar, también estaré. Nunca te abandonaré, siempre estaré volviendo a ti como las olas del océano se mueven hacia la costa y besan las rocas.
Cada alba, cada ocaso y crepúsculo, estaré volviendo a ti.
Siempre tuyo,
tu enamorado Jeon Jungkook, quien te ama a morir.
Taehyung abrazó la libreta y lloró, aceptando que nunca más volvería a verlo... Pero que siempre lo esperaría en la playa... Porque si Jungkook le había dicho que ahora era parte del mar, debía ser cierto y él le creería, porque siempre había creído y siempre creería en él.
Este primer relato está dedicado a mi alma gemela, Spring__Breeze porque la quiero tanto que también esperaría su regreso todos los días sentada frente al mar. 💗
Como pudisteis leer al comienzo del cuento, esta leyenda urbana es alemana. El Gonger es el fantasma de alguien que ha muerto en el mar y retorna para despedirse de sus seres queridos.
¿Qué os ha parecido la historia? Ha sido sencilla pero le puse mucho amor. ☺️ Espero que haya sido de vuestro agrado, nos leemos en las siguientes partes. Chaiii ~
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