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𝟬𝟬𝟭 town full of problems

CAPÍTULO UNO:
CIUDAD REPLETA DE PROBLEMAS.




                    Margaret Bennett despertó en cuanto el despertador inundó su habitación con aquel particular sonido. Ella estiró los brazos para apagar la máquina antes de sentarse sobre la cama y estirarse. Suspiró antes de levantarse: hoy era su maldito décimo octavo cumpleaños.

      Después de haber tomado una ducha, la morena bajó con pocos ánimos a la cocina de su hogar, donde se encontró con sus padres desayunando y esperándole con un cupcake con una vela. En cuanto su madre la vio, le dedicó una sonrisa y encendió la vela.

      — ¡Feliz cumpleaños, cariño!—, exclamó la mujer, acercándose a ella y dándole un abrazo antes de tomar el cupcake de la mesa.

      Su padre rápidamente se levantó y abrazó a su hija —. No puedo creer lo rápido que has crecido.

      — ¡Pide un deseo!—, insistió su madre, extendiéndole el cupcake.

      Margaret cerró los ojos por unos segundos antes de soplar la vela. No había pedido ningún deseo en realidad, pero simuló hacerlo para contentar a sus padres. La chica tomó la jarra de café y llenó su vaso con el contenido.

      — ¿Ya te vas?—, inquiere su madre, con cierta tristeza.

      —Debo ir a trabajar, mamá.

      —Espera un momento, Maggie—, pidió su padre —. Estoy seguro que tu amigo entenderá que llegues unos minutos tarde. Aquí está tu regalo—, le tendió un llavero con un par de llaves.

      Margaret frunció el ceño, mirando a su padre sin comprender. Habían varias llaves, por lo que no entendía de qué se trataba. Si hubiera sido una, habría creído que se trataba de un auto. Su madre rió mientras miraba a su esposo con felicidad.

      — ¿Qué se supone que es?

      —Tu madre y yo hemos discutido, y creemos que eres lo suficiente madura como para tener tu propio departamento. Oh, y tu propio auto.

      La boca de Margaret cayó abierta, sin poder realmente creerlo. No era posible que todos sus problemas hayan sido solucionados con un chasqueo de dedos de sus padres. Aunque reconocía que ellos tenían una buena fortuna, ella creía que debería de encontrar los medios para conseguir un lugar donde vivir y un auto o, al menos, una motocicleta.

      — ¡Gracias!—, gritó antes de acercarse a sus padres con un salto y abrazarlos con todas sus fuerzas —. ¡Gracias, gracias, gracias! ¿Dónde queda el apartamento? ¡Ya quiero verlo! No, espera, ¿el auto está afuera?

      Su padre rió, mirando a su hija con cariño antes de responder —. Ese es el punto, tu departamento está en Point Place, Wisconsin.

      — ¿Wisconsin?—, repitió Margaret —. ¿No es donde vive Jackie?

      —Tu padre y yo creímos que sería una buena idea que ustedes dos volvieran a conectar—, contestó su madre, asintiendo —. Cuando eras pequeñas, eran inseparables. Recuerdo que todos solían creer que eran hermanas.

      —Me gustaría, pero eso fue hace mucho tiempo. Hace rato que no habló con Jackie, la última vez que hablé con ella fue para su cumpleaños.

      —Bueno, cuando ella te llame para desearte un feliz cumpleaños, ¡puedes darle las buenas noticias!—, aclamó su padre y Margaret rió.

      —Sí, eso creo—, mintió —. Ahora, ¿dónde está mi auto?

      —Afuera.




                    Las delicadas carcajadas de Jackie Burkhart y Maggie Bennett resonaron en la habitación mientras ambas dibujaban y escribían en sus respectivos diarios. Mientras que el libro de Jackie estaba repletos de brillos y dejaba mostrar que su futuro hogar sería un lujoso castillo con su propio príncipe, Margaret había dibujado un pequeño apartamento a mitad de Nueva York, mostrando una extensa colección de discos vynil y su propia batería.

      —Mi príncipe será tan hermoso que todos estarán celosos de mí—, canturreó Jackie antes de echar un vistazo al dibujo de su prima —. ¿No tendrás un príncipe en tu futuro perfecto, Mags?

      —No creo que sea necesario—, se encogió de hombros la niña —. No estaría mal salir con un sexy chico con barba, pero mientras que tenga mi apartamento en Nueva York y mis discos, seré feliz.

      — ¿Chico con barba?—, repitió Jackie, arrugando la nariz —. ¿Por qué no un guapo chico con piel de bebé y adorable sonrisa?

      — ¿Como Kelso?—, inquirió Margaret y Jackie sonrió abiertamente, asintiendo —. Mhm, no es mi estilo. Pero sin duda es el tuyo.

      —Michael y yo nos casaremos algún día—, suspiró la azabache.

      Margaret rió, asintiendo mientras cerraba su diario con llave —. Y yo seré la dama de honor, ¿no?

      —Eso es más que obvio—, asintió Jackie, alzando su dedo meñique —. Lo juro por mi meñique.

      La morena sonrió mientras cruzaban sus dedos. Se encontraban en un momento mágico, pero este pronto llegó a su fin cuando la madre de Jackie apareció en la puerta, anunciando que deberían de volver a Wisconsin.

      —Supongo que esta es la despedida—, murmuró Margaret.

      —No una despedida—, negó Jackie —. Sino que un "nos vemos luego"—, sugirió antes de abrazar con fuerza a su prima.

      —Nos vemos luego, Jackie—, murmuró Margaret a su oído.




                    Llegas tarde, princesa—, exclamó Jason Price en cuanto Margaret cruzó la puerta —. Aunque es tu cumpleaños, por lo que estás perdonada. ¡Feliz cumpleaños!—, agregó antes de abrazarla.

      —Créeme, no podría haber peor cumpleaños que este.

      Jason frunció el ceño —. ¿Qué sucedió ahora?

      —Mis padres me regalaron un departamento en Wisconsin. Creen que lograré reconectar con una prima a la que vi por última vez cuando teníamos quince años. Sin olvidar que no pensaron ni por un momento en todo lo que hice aquí.

      Jason se rascó la nuca, sus sentimientos aflorando y exigiendo ser expresados en aquel momento —. De acuerdo, en ese caso, creo que debería de hacer esto—, murmuró antes de besarla.

      Margaret se separó, aunque no lo suficientemente rápido como le gustaría admitir. La verdad era que le había correspondido la acción por unos minutos, pero en cuanto entró en razón se separó de inmediato.

      — ¡No puede ser cierto!—, masculló ella, mirando al chico —. Acabo de decirte que me voy a mudar, ¿y haces esto? ¿Acaso intentas convencerme para quedarme?

      —No, quiero que vayas y hagas tu propia vida. Sólo que no quería pasar el resto de la mía sin haber hecho esto una vez más—, explicó Jason, tomando a la chica de las mejillas y intentando unir sus labios una vez más, pero Margaret se alejó.

      — ¡No! Lo nuestro es historia, Jason, debes aceptarlo. Fue lindo mientras duró, pero ya no más—, negó la castaña antes de volver a marcharse del lugar, sin molestarse en tomar su salario mensual.



                          Margaret frunció el ceño cuando notó que la puerta de la residencia Forman estaba estaba abierta de par en par. Ella había ido directamente a la dirección que le habían pasado sus padres donde se suponía que vivía Jackie, pero nadie se encontraba allí. Por lo que procedió a llamar a su tía para que ella sólo le pasará la dirección de este lugar.

      La morena se acercó a la puerta, encontrándose con una chica esbelta rubia, un chico de gafas y una mujer de corto cabello rubio. La última le hablaba a un pequeño micrófono, grabando todo —. Una cosa más, Eric. ¡Steven se casó con una stripper!

      La chica golpeó la puerta, captando la atención de todos. El chico se sacó las gafas mientras la miraba de arriba a abajo —. ¿Quién eres tú? ¡No me digas que también me casé contigo!

      Margaret rió, suponiendo que él se llamaba Steven —. Lo siento, Steven, pero no eres mi tipo. Estoy aquí buscando a Jackie Burkhart, soy su prima, Maggie. Su madre dijo que probablemente se encontraba allí.

      —Oh, genial—, masculló Steve, volviendo a colocarse sus gafas y tirándose hacia atrás en el sofá.

      La rubia le dedicó una sonrisa a la morena —. ¡Hola! ¡Soy Sam!

      Margaret le dedicó una media sonrisa, sin querer realmente saber nada más que la ubicación de su prima.

      —Hola, Eric, es mamá de nuevo. La prima de Jackie acaba de llegar también, ¡di hola!—, la mujer acercó el micrófono a los labios de la chica.

      —Uhm, ¿hola? Realmente necesito saber dónde está Jackie—, insistió la morena, no queriendo en lo que sucedía allí ya que parecía bastante complicado.

      La mujer paró la grabación antes de girarse a la chica —. Sí, claro. Te llevaré con ella, querida. Soy Kitty, por cierto.



                    Diablos, Jackie, ¡debes contarme qué pasó!—, insistió Margaret en el cuarto de su prima, observando cómo sus ojos se volvían cristalinos.

      —No importa, ¿está bien? Realmente no quiero hablar sobre eso. Prefiero que me cuentes sobre tu vida, sólo quiero pasar de página y olvidar a ese chico—, pidió Jackie.

      Margaret hizo una mueca —. ¿Estás segura que realmente quieres eso? ¿No te gustaría soltar todo lo que tienes guardado? Siempre hablas, no es normal que hagas esto.

      —Por favor, Maggie. Realmente sólo quiero olvidarlo todo.

      —De acuerdo.

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