Cayendo de un edificio, rápido y eterno a la vez. John Watson tuvo que presenciar cómo Sherlock Holmes, su compañero que creía que estaría junto a él por siempre, caía hacia su muerte. Ya las cosas que había querido decir no serían dichas, ya aquellos secretos y sentimientos que guardó jamás serían expresados, ya el tiempo se había acabado para aquellos dos residentes del 221B.

Con una agonía intensa intentó correr al lugar donde su mejor amigo caería, pero tropezó por estar viendo a su contrario caer. No podía creerlo, Holmes acababa de decir que era un fraude y se había lanzado del techo, es que siemplemente no era posible. Su amigo no era un fraude y absolutamente nadie le convencería de ello. Pero nada de eso importaba ahora más que levantarse y llegar con Sherlock, a quién una pequeña multitud ya lo había rodeado.

Apartó a la gente que pudo y tomó su brazo. Al tocar su muñeca sin pulso John sintió un vacío y una desesperación profunda e incomparable. Acababa de perder al amor de su vida, pero... Sherlock ya nunca lo sabría, pues su corazón ya no latía más.