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t h r e e !

Los dias habían transcurrido con rapidez que sin darse cuenta ya se cumplía un mes desde su llegada al rancho. Sin embargo, las cosas no habían cambiado demasiado desde entonces. A Jimin aún le resulta difícil y algo molesto tener que despertarse aún cuando el sol no se asomaba por el horizonte y sobre todo aún no se acostumbraba al trabajo pesado. Pero no podían siquiera culparlo. Un mes no era tiempo suficiente como para dejar de lado las costumbres de toda una vida llena de comodidades y sobre todo de una vida en la que siempre se levantó un poco más tarde de las siete de la mañana o en su defecto después de la ocho.

Durante ese primer mes muchos acontecimientos habían tenido lugar. Pero los que más destacaba era el hecho de que había tenido el privilegio de poder entablar buenas relaciones con algunos de los trabajadores del rancho, y entre ellos se encontraban NamJoon, quien era un alfa un tanto torpe pero demasiado amable e inteligente, Seokjin quien era un alfa demasiado caballeroso, amable, divertido, pero sus únicos defectos era que sus chistes carecían de gracia y sentido, así como también el hecho de que era demasiado apuesto y era consciente al punto que muchas veces lograba ser un poco egocéntrico y vanidoso.

También había logrado descubrir que Seokjin tenía un omega del que estaba perdidamente enamorado, pero la única forma de tenerlo era verlo en secreto y que aceptaba esa condición. A Jimin le resultaba demasiado deprimente saber que Seokjin había aceptado ese destino cruel, pero no era nadie para recriminarle por no luchar por ese omega, cuando ni siquiera sabía el contexto del porque su relación era así de complicada.

Otra de las relaciones que destacaban era la que había entablado con un grupo de cuatro omegas—a parte de su relación con YoonGi.—, dos de esos omegas ya se encontraban felizmente enlazados con sus alfas, la tercera era una omega que estaba disfrutando de su soltería y la atención que los alfas le brindaban. Por último, estaba una pequeña omega de quince años, quien no era más que la nieta del viejo peter.

Bonnie era una hermosa cachorra de cabellos castaños, jovial y con un talento admirable para cumplir con rapidez cualquier tarea que se le asignara en el rancho. Y es que, a su corta edad, Bonnie amaba todo lo que tuviera que ver con la vida de campo y era por ello que cada tarde después de sus clases corría hasta el rancho, para que JungKook le asignara cualquier tipo de tarea, no importaba que tan complicada fuera, ella siempre la terminaba a la perfección; Jimin en serio la admiraba y creía que esta le había brindado su bonita amistad, cuando un sábado le ayudó a limpiar el establo.

Sin embargo, a pesar de esas buenas relaciones, Jimin era consciente de que tenía un par de relaciones que no daban frutos, sino que al contrario parecían empeorar cada día más. Y esa era la relación con los caballos, quienes no daban tregua con sus bromas pesadas—en especial Zeus.—Las gallinas quienes lo picoteaban cada que podían, pero sobre todo su relación con JungKook había comenzado a ir en picada.

¡Por la luna como odiaba a ese maldito alfa! En serio lo odiaba y las razones para hacerlo eran muchas. Aunque albergar ese sentimiento negativo era ir en contra de sus creencias, Jimin no tenía otra forma para describir lo que sentía por Jeon JungKook.  Y no era para menos el alfa no perdía ante la menor oportunidad para ahogarlo con trabajo, para luego burlarse en compañía de los demás alfas por sus movimientos torpes, pero JungKook no perdía ninguna oportunidad para molestarlo con la estupidez de que le mostrara las bragas. Aunque esto último siempre se lo decía cuando estaban completamente a solas, porque de lo contrario se sentiría demasiado humillado y sobre todo ultrajado.

Bufando y maldiciendo la existencia de JungKook, el omega continuó su labor de colocar agua fresca y limpia en los bebederos. Para su suerte era sábado, lo que significaba que una vez terminara su labor en los establos, su jornada laboral llegaría a su fin y por ende podría disfrutar lo que restaba de la tarde con libertad.

Jimin había estado tan sumergido en sus pensamientos y sobre todo en su labor que no fue consciente de la pequeña silueta que se adentró al establo, hasta que esta carraspeó su garganta para llamar su atención. Girando levemente su cabeza, fue capaz de visualizar a la pequeña omega.

—Hola, Bonnie.—dijo sin dejar de lado su acción de cambiar el agua.—¿Ya has terminado de cosechar la verdura para mañana?

—Hola, Jimin.—La pequeña saludó.—Si. Tuve la ayuda de Jeremy.—Jimin asintió.—¿A ti te hace falta mucho?

—No tanto.—respondió.—Solo queda cambiar el agua de Zeus y asegurarme de un par de cosas más.

Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Jimin ante la idea de tener unas merecidas horas de descanso después de terminar su labor en los establos. Tenía planes muy tentadores en mente. Primero, tomaría una larga y relajante ducha, dejando que el agua caliente recorriera su cuerpo y aliviara sus músculos adoloridos. Luego se daría el lujo de tumbarse desnudo sobre su cama, estirando sus miembros y dejando que su piel aún húmeda secara lentamente con la brisa que se colaba por la ventana. Y por supuesto, aprovecharía para explorar un poco más su propio cuerpo y tal vez evocar ciertas fantasías prohibidas que hacían arder sus mejillas. 

Hacia semanas que no se permitía darse un poco de placer a sí mismo y todo a que siempre terminaban tan agotado que a penas ponía a la cabeza sobre la almohada para caer profundamente dormido y en otras ocasiones aprovechaba a mirar uno que otro capítulo de la serie que había empezado antes de llegar al rancho. Pero ese día estaba decidido a complacerse a sí mismo y a su lobo.

—¿Jimin me estás escuchando?—la voz de Bonnie volvió a sacarlo de sus pensamientos.

—Lo siento, ¿Decías algo?

La pequeña omega rodó levemente los ojos.

—Sí. Te decía que JungKook te mando a llamar.

Jimin frunció su entrecejo, ¿Ahora que quería ese alfa estúpido? ¿Humillarlo más? ¿Ponerle más trabajo, para no disfrutara de su tarde libre? Fuera lo que fuera, Jimin podía asegurar que lo mandaría a freír espárragos.

Para la pequeña Bonnie no pasó desapercibida la mueca de castizo que Jimin formó ante la mención de JungKook.

—¡Vaya! Se nota que ni siquiera soportas la sola mención de JungKook.—Bonnie dijo.—¿Tan mal te cae?

—Decir que me cae mal sería poco, porque lo detesto con cada fibra de mi ser.

Jimin dejó escapar un largo suspiro, tratando de calmar el enojo que sentía cada vez que pensaba en JungKook. Sabía que no era correcto albergar tanto rencor hacia alguien, pero el alfa realmente lograba sacarlo de sus casillas con su actitud arrogante y sus constantes burlas.

—No debería hablar así de él, es solo que..., a veces me saca de quicio —admitió Jimin, con un dejo de pesar en su voz.

Bonnie ladeó la cabeza, observándolo con curiosidad.

—En otras circunstancias pensaría que JungKook te gusta.—Jimin formó una mueca de asco.—Ya sabes, por al dicho "los que se odian se aman en secreto"

Después de escuchar las palabras de Bonnie, Jimin no pudo evitar reírse levemente ante tal idea. Sacudió la cabeza con una sonrisa divertida en sus labios y le dijo a la pequeña omega:

—Oh, Bonnie, puedo asegurarte de que jamás me gustaría un alfa como JungKook. Mis gustos están muy por encima de alguien así.—la cachorra ladeó su cabeza.—Me compadezco de aquellos que puedan sentirse atraídos por él, pues claramente tienen un pésimo gusto.

Jimin habló con total franqueza, sin filtrar sus palabras. La sola idea de sentir algo más que desprecio por JungKook le parecía ridícula. El alfa era grosero, arrogante y disfrutaba humillándolo a cada oportunidad. En su opinión, esas no eran cualidades atractivas en lo absoluto.

—JungKook es un patán y no vale la pena perder mi tiempo pensando en él más de lo necesario —agregó Jimin, retomando su tarea de cambiar el agua de los bebederos. —Ahora, ¿no me dijiste que quería verme?

—Si.—respondió la pequeña.—Dijo que fueras al despacho una vez terminaras tus labores.

El omega de cabellos rosados rodó sus ojos con fastidio.

—Bueno más le vale que sea por una buena razón.—dijo con hastío.

Bonnie y él intercambiaron un par de palabras más sin importancia, hasta que la primera mencionada tuvo que marcharse, dejando a Jimin continuar con su labor.

‧₊˚🐎✩ ₊˚🩰⊹♡

Jungkook se encontraba en su despacho, revisando unos papeles sobre el escritorio. Bonnie estaba sentada frente a él, con un cuaderno abierto y un lápiz en la mano. Parecía estar batallando con algunos ejercicios matemáticos.

—Mira, lo que debes hacer primero es despejar esta incógnita —explicó Jungkook con paciencia, señalando uno de los problemas.

Bonnie frunció el ceño, concentrada en seguir las indicaciones del alfa. De repente, unos golpes en la puerta interrumpieron la lección. Jungkook alzó la vista.

—Pase —dijo con voz neutra.

La puerta se abrió, revelando la figura de Jimin en el umbral. El omega parpadeó, sorprendido al ver a Bonnie ahí y sobre todo que JungKook estuviera ayudándole con las matemáticas.

—Oh, no sabía que le dabas clases de matemáticas a Bonnie —comentó Jimin, enarcando una ceja.

—Siempre le ayudo con sus tareas cuando lo necesita —respondió Jungkook con naturalidad.

Jimin miró a Bonnie con incredulidad. ¿Jungkook ayudándola con las tareas? Eso sí que era inesperado. Y no podían juzgarlo, JungKook no er alguien que aparentaba tener la paciencia necesaria como para ayudar a una pequeña con sus tareas.

—Bueno, si necesitas ayuda con tus deberes, puedes pedírmela a mí también, Bonnie —ofreció Jimin—. Fui un alumno sobresaliente.

Bonnie negó con la cabeza.

—No creo que sea buena idea. Ni siquiera das la apariencia de alguien que pueda escribir sin faltas ortográficas, y mucho menos de saber matemáticas.

Jimin frunció el entrecejo, sintiéndose un poco incómodo por el comentario mordaz de Bonnie. No esperaba que su amiga lo juzgara de esa manera.

—Vamos Bonnie, ¿en serio crees eso de mí? —preguntó Jimin, tratando de disimular su molestia—. Puede que no lo parezca, pero en realidad soy muy bueno con las letras y los números.

La pequeña omega se encogió de hombros despreocupadamente.

—Es solo mi opinión basada en lo que he visto. No te lo tomes a mal —respondió con naturalidad.

Jimin desvió la mirada, reprimiendo las ganas de rebatir. Bonnie era solo una niña después de todo, y no valía la pena enzarzarse en una discusión por un comentario hiriente.

JungKook observaba el intercambio con expresión impasible, sin intervenir. De cierta manera le resultó demasiado grosero e irrespetuoso el comentario de la pequeña Bonnie, pero ya tendría la oportunidad para reprenderla. Luego de varios segundos carraspeó para llamar la atención.

—Bonnie déjame a solas con Jimin—demandó con una expresión seria en el rostro.

La omega estaba dispuesta a protestar, pero ni siquiera llegó a gesticular palabra alguna.

—No quiero protestas. Sal un momento, ¿de acuerdo?

La pequeña gruñó levemente al mismo en el que abandonaba su asiento, para encaminarse hacia la puerta. JungKook por su parte frunció el entrecejo totalmente consternado por la actitud de Bonnie, pero sobré todo no podía comprender porque había soltado ese comentario tan despectivo y desagradable, cuando esta jamás había dicho algo que pudiera hacer sentir mal a alguien, sino que, al contrario, Bonnie siempre se había caracterizado por ser un cachorra amable, educada y sobre todo respetuosa con sus mayores.

JungKook creía creer que tal vez a Bonnie no le caía bien, Jimin, pero por mucho que lo pensara era algo estúpido, porque ese era tampoco un motivo para haberlo humillado de esa manera y en especial, porque casi todos en el rancho—hasta él mismo.—creían que Bonnie había entablado una amistad con Jimin.

Cuando Bonnie salió y cerró la puerta tras ella, el alfa aclaró su garganta para llamar la atención de Jimin.

El omega quien había portado una expresión indescriptible en su rostro segundos antes, ahora tenía una pequeña mueca de fastidio.

—¿Para que querías verme?—Jimin preguntó tratando de que el alfa fuera al punto y no divagara en cualquier otra tontería.

—Seré lo más breve posible.—JungKook dijo mientras se aclaraba la garganta.—Por favor toma asiento un momento.—Jimin enarcó una ceja. Y ante esa expresión, JungKook volvió a hablar.—Venga, no voy a morderte..., no eres el tipo de omega al que mordería, si sabes a lo que me refiero, ¿cierto?

Jimin se burló levemente.

—Bueno, supongo que tenemos algo en común.—murmuró.—Tampoco eres el tipo de alfa por el cual me dejaría morder. Si sabes a lo que me refiero, ¿cierto?

Para el omega esas palabras no fueron más que eso, palabras, pero para JungKook fueron un duro golpe a su ego de alfa, que su maldito lobo gruñó con molestia. Inevitablemente su entrecejo se frunció más, pero se obligó a sí mismo a cambiar a una expresión neutra.

Tras dudar un par de segundos Jimin tomó asiento frente a JungKook, quien estaba sentado detrás de su pulcro escritorio. El alfa lo miró con una expresión seria, pero sin rastro de burla o desdén.

—Quiero felicitarte por tu arduo trabajo en los establos y los gallineros durante este primer mes —comenzó JungKook—. Sé que no ha sido fácil para ti adaptarte a las labores del rancho, pero has demostrado una gran dedicación.

Jimin asintió en silencio, sin saber muy bien qué decir. No esperaba recibir elogios de JungKook. El alfa entonces abrió una de las gavetas de su escritorio y sacó un sobre, extendiéndoselo a Jimin.

—Toma, esto es para ti —dijo con un gesto de la mano.

Jimin lo tomó con cautela, mirando a JungKook con una ceja enarcada.

—¿Qué es esto? —preguntó.

—Ábrelo y lo verás —respondió JungKook con un asentimiento.

Jimin hizo lo que le indicó y, para su sorpresa, encontró un fajo de billetes dentro del sobre. Contó rápidamente y vio que sumaban mil dólares. Miró a JungKook con los ojos muy abiertos, sin poder creer lo que veía. Una mezcla de emociones lo embargó: gratitud, sorpresa, incluso algo de orgullo por su propio esfuerzo.

—Este es tu sueldo por el primer mes de trabajo en el rancho —explicó JungKook—. Sé que no es una suma extraordinaria, pero es un sueldo inicial justo.

Jimin negó con la cabeza, aún atónito.

—No, no es eso... Es solo que... —Tragó saliva antes de continuar, las palabras casi se le atoraban en la garganta—. Este es el primer sueldo que he recibido en mi vida. Es más dinero del que hubiera imaginado.

JungKook lo miró con genuina sorpresa. No esperaba esa reacción de Jimin ante un sueldo que, para él, era bastante modesto. En especial porque hasta donde tenía entendido Jimin era un reconocido bailarín profesional y suponía que en ese ámbito los bailarines de alto nivel solían tener buenos salarios, incluso en obras de teatro y presentaciones independientes. La expresión de absoluta sorpresa y gratitud en el rostro de Jimin al recibir ese dinero lo desconcertó.

—Espera un momento —dijo JungKook frunciendo el ceño—. Eras un bailarín profesional antes de venir aquí, ¿cierto? ¿Me estás diciendo que nunca recibiste un sueldo o compensación por tus presentaciones y obras de teatro?

Vio la sinceridad reflejada en los ojos de Jimin cuando éste negó con la cabeza lentamente.

—Bueno..., no lo sé.—dijo con incomodidad.—Mi madre era mi manager..., siempre dijo que lo único que recibía era una pequeña cantidad que servían para pagar mis clases en la academia o algunos costos..., supongo que eso no cuenta como salario. De cualquier manera, papá siempre me otorgaba una cantidad generosa mensualmente.

Al alfa le resultaba inverosímil que el omega no fuera siquiera consciente de que posiblemente su madre le hubiese estafado.

¡Por la luna! ¡Su propia madre lo había estafado y el muy ingenuo ni siquiera sospechaba!

Seguramente él en su lugar no habría dudado en demandar a ese omega y a exigirle una compensación de casi el triple.

—JungKook.—Jimin lo llamó.

—¿Sí?

—¿Por qué estoy recibiendo un salario?—cuestionó.—No soy un empleado del rancho, sino que soy alguien a quien mandaron como castigo al rancho de sus tíos.

—Sí. En eso tiene razón. No era un empleado.—JungKook concordó.—Pero, como te mencioné cuando te mostré el rancho, nadie trabaja gratis en este lugar. Todos reciben un sueldo. Modesto, pero justo.

Jimin asintió levemente, mientras formaba una pequeña sonrisa en su rostro.

—Supongo que gracias.—el omega dijo.—Y si no tienes nada más que decir, me retiró.

Jimin hizo el ademán de levantarse, pero JungKook lo detuvo haciendo una seña con su mano.

—Una cosa más.—JungKook dijo con una expresión seria.

—¿Qué?

—¿Recuerdas que también mencioné que todos nos turnábamos para hacer las comidas?—Jimin asintió levemente.—Perfecto. Durante este primer mes era imposible poder asignarte un día, porque ya teníamos una calendarización establecida, pero este mes pude integrarte...,

—Creo haberte mencionado que no se cocinar.—el omega interrumpió.

Jimin no mentía cuando decía que no podía cocinar. Él era un total desastre en la cocina. ¡Ni siquiera podía hacer una sopa instantánea!

No podían culparlo su inutilidad en la cocina, cuando su madre le había prohibido cualquier intento de aprender bajo la tonta excusa que a la menor oportunidad sería irresponsable y perdería la dieta. Así como también que nunca necesitaría estar dentro de una cocina, porque ella se encargaría de buscarle un alfa que brindara una buena servidumbre.

—Aprenderás. —JungKook dijo con simpleza.—Nadie nace sabiendo hacer las cosas. Así que, como todos aprenderás a cocinar..., tal vez, esto te sea beneficioso para cuando te toque atender a tu alfa.

Jimin formó una mueca de desagrado que no pasó desapercibida para JungKook, quien no pudo evitar soltar una pequeña carcajada.

—De cualquier forma este serán los días que te toquen hacer la comidas.—JungKook deslizó una hoja sobre el escritorio. Y tras darle un rápido vistazo, se dio cuenta que se trataba de un pequeño cronograma.—Los días que te toque realizar el desayuno tendrás que levantarte más temprano de lo habitual.

El alfa continuó explicando un par de cosas más, pero Jimin no presto atención a ninguna de ellas, puesto que su mente se encontraba divagando sobre el hecho que debía cocinar y todo el esfuerzo que tendría que hacer para que la comida no se le quemara, pero sobre todo su mente trataba de recordar alguna receta fácil, pero era totalmente en vano, puesto que no conocía ninguna receta que no fuera tomar una rebanada de pan y colocarle un poco de aguacate.

¡Por la sagrada luna estaba condenado!

—Eso sería todo.—la voz de JungKook lo sacó de su letargo.

Por inercia Jimin asintió, para levantarse de su lugar para caminar hasta la salida. No obstante, antes de que si quería pudiera cruzar el marco de la puerta, la voz de JungKook lo detuvo.

—Recuerda que el miércoles te toca preparar la cena.

¿Miércoles? ¿Hablaba del miércoles de la semana que venía? ¡Joder! ¡Estaba totalmente acabado!

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