s e v e n !
El calor del día comenzaba a llenar el aire y hacer que todos aquellos que se encontraban trabajando bajo el sol o lejos del aire fresco de un ventilador o aire acondicionado comenzaran a transpirar. Y para infortunio suyo, Jimin era uno de los que no contaban con el privilegio de estar resguardado lejos del calor que comenzaba a sentirse.
Con su frente llenándose de perlas de sudor, Jimin con un rápido movimiento de su antebrazo las seco con la suave tela de su camisa, mientras seguía con su labor de lavar las papas; se encontraban ayudándole a NamJoon y a la pequeña Bonnie a lavar todas las frutas y verduras que se había cosechado esa mañana, para que estuvieran listas para venderse el día siguiente.
NamJoon a su lado lavaba las zanahorias y rábanos con movimientos rápidos y casi mecánicos, mientras que la pequeña Bonnie como cualquier cachorra de su edad trataba de entretenerse al mismo tiempo que lavaba todas las manzanas. Con entusiasmo desbordante no paraba de chapotear el agua, logrando varias salpicar a NamJoon o a Jimin. Y este último se le formaba una pequeña sonrisa y una que otra vez también salpicaba a la cachorra, lo cual estaba haciendo que el arduo trabajo se sintiera más a meno.
A medida que el tiempo transcurría el calor comenzaba a intensificarse y volverse más insoportable, pero el ánimo jovial de Bonnie y la forma en la que lanzaba salpicaduras de agua en él, hacía que las gotas de agua que tocaban su sudorosa piel lo refrescaran; lanzado otra pequeña salpicadura de agua a la cachorra, quien soltó una risa contagiosa, lo que a su vez provocó una sonrisa en NamJoon, aunque no apartara la vista de las zanahorias que seguía lavando con la misma rapidez y eficiencia.
—Oye, Jimin.—NamJoon dijo de repente. Su tono era despreocupado, pero con ápice de interrogación.—¿Cómo te has sentido en tu tiempo aquí en el campo? Digo..., llevas aquí tres meses, ¿no?—Jimin asintió. Habían pasado casi tres meses y medio desde su llegada.—Y a pesar de que he visto que te has adaptado bien, quiero escuchar de tu propia boca como te sientes.
Jimin dejó de frotar la papa en sus manos por un momento, sorprendido por la pregunta. Volteó a ver a NamJoon, quien seguía enfocado en su tarea, pero con una pequeña arruga en el ceño que delataba su preocupación.
—Me siento bien.—Jimin dijo con suavidad. Lo que causó que NamJoon frunciera aún más su entrecejo.—Sé que fui enviado aquí como un absurdo castigo. Pero, desde que aborde el avión hacia acá me prometí dar lo mejor de mí, para afrontar este castigo de la mejor manera.—continuó.—Y aunque al principio no fue fácil, puedo decir que mi tiempo aquí ha sido de mucha ayuda. He aprendido cosas de todos ustedes y todavía sigo aprendiendo, además me ha ayudado a alejarme de mi..., Quiero decir que me siento pleno estando aquí.
Para NamJoon no pasó desapercibida la forma en la que Jimin hizo esa pequeña pausa y cambió el rumbo de estás en cuestión de segundos. Sabía que el llega tenía una relación complicada con sus padres y que estaba tomando ese castigo como una forma de alejarse de sus progenitores por primera vez en su vida.
Y a pesar de que no conocía los detalles de la relación de Jimin con sus padres, realmente esperaba que una vez tuviera que regresar, Jimin se armara de valor y buscara la forma adecuada para alejarse de sus padres para siempre o al menos la forma en la que estos comprendieran cuán mal estaban en su rol con padres.
—Me reconforta escucharlo de tu propia voz.—NamJoon murmuró sin dejar de lado su valor.—Y creo que te tengo aburrido con esto, pero realmente tu presencia aquí es una bendición. Creo que cuando tengas que volver a Corea todos nos sentiremos triste y te vamos añorar.
—¿Todos?—la voz de bonnie se unió a la conversación.—Estoy segura que JungKook será el único que no va a extrañar a Jimin.
—¡Créeme que JungKook será quien más lo extrañe!—el alfa exclamó divertido.
—¿Por qué estas seguro de ello?—la cachorra cuestionó dejando de lado su labor y ladeando levemente su cabeza.—Jimin y JungKook se llevan muy mal. Es imposible que estén juntos en una misma habitación sin que terminen peleándose.
NamJoon soltó una pequeña risita divertida, haciendo que Jimin se sonrojara levemente.
—¡Es exactamente por eso que será quien lo va a extrañar más!—Bonnie miró al alfa sin comprender. NamJoon dejó levemente su labor, para mirar a la cachorra.—Veras, Bonnie,—comenzó NamJoon con una sonrisa cálida, inclinándose ligeramente hacia ella para captar su atención—A veces cuando dos personas se pelean mucho o discuten cada vez que se ven, no siempre significa que se odien de verdad. De hecho, puede ser todo lo contrario.
Bonnie frunció el ceño, claramente confundida, pero NamJoon continuó, tratando de hacer su explicación lo más simple posible.
—Cuando alguien está siempre en tu vida, aunque sea para discutir o retarte como Jimin lo hace con JungKook, te acostumbras a su presencia, a que esté ahí. Es como si tuvieran un lugar especial en tu día a día, aunque no te des cuenta. Y cuando esa persona se va, aunque antes te fastidiara, de repente sientes que algo te falta, porque te acostumbraste a que siempre esté allí.
Bonnie realmente no comprendía cómo un alfa como JungKook terminaría extrañando a alguien como lo era Jimin. JungKook siempre se quejaba hasta del más mínimo detalle en el omega y podía jurar que una ves este se marchara de una vez por todas, JungKook le daría gracias a la diosa luna.
Jimin por su parte sentía como el rubor comenzaba a colorear sus mejillas y todo gracias a las palabras de NamJoon. El escuchar que JungKook sería quien lo extrañaría tras su partida removía algo en él, pero sobre todo emocionaba a su tonto lobo el cual parecía estar obsesionado con JungKook. Y no podía culparlo, porque él también lo estaba y todo gracias a ese primer encuentro sexual que habían tenido tres semanas atrás.
Tres semanas habían transcurrido desde que ambos habían cruzado la línea y desde entonces algo había cambiado entre ellos. Su relación parecía ser la misma. No había día en los que ambos no terminaran discutiendo hasta por el azul del cielo, pero muchas de sus discusiones habían terminado en un explendido orgasmo incluso en un squirt. Jimin realmente no entendía cómo es que siempre terminaba enredando con JungKook de esa manera.
Y no era como si las peleas absurdas que tenían fueran una excusa para lo que ocurría después, pero sin duda alguna solo eran el inicio para ignorar las barreras que si mente intentaban imponer. Porque no importaba cuántas veces se dijera y prometiera a sí mismo que esa sería la última vez en la que terminaría teniendo sexo con JungKook, porque siempre volvía a caer, incluso se escabullía todas las noches hacia la casa de este, donde no hacía falta mencionar que terminaba saciados y con sus piernas temblorosas por los intensos orgasmos que el alfa le proporcionaba. Incluso en las noches que se obligaba a quedarse en su habitación era JungKook quien se escabullía hacia su habitación sin importarle que su tío pudiera descubrirlo.
Realmente era un milagro que su tío no los hubiese descubierto a ese punto o que tan siquiera sospechara de ellos, porque para el infortunio de ambos ya habían sido pillados en varias ocasiones en situaciones tan comprometedoras que no podían negar que se habían convertido en una especie de folla-enemigos. Bueno, no estaba seguro que ese término existiera, pero era la forma exacta para describir su relación; el primero saber que algo pasaba entre ellos incluso antes de que realmente cruzaran la línea era Seokjin, pero tanto JungKook como él habían usado a su favor el secreto de este para que no abriera la boca. El segundo había sido YoonGi.
La forma en la que YoonGi lo había pillado fue de la manera más estúpida y divertida. Hacia dos semanas atrás en las que a plena madrugada se encontraba saliendo casi a escondidas de la casa de JungKook después de una deliciosa noche de sexo desenfrenado, cuando se topó a YoonGi saliendo de la misma forma saliendo de la casa de Seokjin. Al principio ambos se habían quedado pasmados bajo el sereno de la madrugada viéndose el uno al otro sin decir nada. Y una vez se animaron a emprender camino a casa, fuero conscientes que ambos tenían las piernas temblorosas y apestaban a sexo, así que a mitad de trayecto tuvieron una pequeña conversación en la que juraron no revelar el secreto del otro y sobre todo cubrirse las espaldas, pero claramente todo eso con la condición de después tener una conversación en la que hablarían con detalles la forma en la que habían llegado al punto de enredarse con ese par de alfas tontos.
El tercero en descubrirlos había sido NamJoon, quien tan sin gracia los había descubierto follando en el granero. El pobre alfa se había avergonzado tanto que había huido rápido del lugar y varias horas después los había buscado para disculparse con ellos por encontrarlos en semejante situación y también asegurarles que no hablaría con nadie de lo que había visto, porqué no era su asunto.
Y la última persona en descubrirlos había sido Jena. Todo había sido por la imprudencia y descaro de la omega, quien había entrado a la casa de JungKook como si fuera suya, lo que ocasionó que los encontrara follando en el sofá de la sala de estar. En lugar de sentirse avergonzado o de lanzar lejos a JungKook, lo que Jimin había hecho había sido envolver sus piernas alrededor de la cintura del alfa y a lanzarle una mirada a la omega para que se marchara. Y a decir verdad tanto su lobo como una pequeña y retorcida parte de él se sentían satisfechos con que Jena los encontrara follando tan salvajemente, porque le estaba demostrando a la omega que él no era un cobarde y que en lugar de quejarse por la deliciosa y gran polla de JungKook, él la disfrutaba en demasía.
Y aunque la omega jamás había sido mala o tan siquiera le hubiese hecho un desplante, su lobo interno no la soportaba por alguna extraña razón. Y en cuanto a él, Jimin trataba de ser lo mar cordial con ella, sin fraternizar lo suficiente, más allá de lo necesario.
Un pequeño hecho importante que a Jimin no le gustaba admitir era que no le gustaba ver a Jena cerca de JungKook y mucho menos ver a JungKook iniciar interacciones con ellas, pero trataba de ignorarlos o ocupar su mente en cualquier otra cosa, para no verlo y sobre todo, para no admitir que cada vez que los veía juntos se sentía celoso y posesivo a un nivel que él mismo desconocía y odiaba.
Jimin sacudió su cabeza, para centrarse nuevamente en su labor y en la conversación que Bonnie y NamJoon seguían teniendo.
—Dejemos de hablar sobre si JungKook me va extrañar o no.—dijo.—Mejor pongamos algo de música para amenizar más el trabajo y así podamos terminar antes del almuerzo.
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—Señor Min.—Bonnie llamó al omega que se encontraba sentado en el porche de la hermosa casona.
—¡Bonnie! ¿Ocupabas algo cielo?
—Si.—respondió dulcemente.—¿Ha visto a JungKook?—le preguntó.—Lo he estado buscando porque quedó de ayudarme con mi tarea de matemáticas y ayudarme a estudiar para mi examen de geometría, pero debo marcharme, porque mamá vendrá por mi.
YoonGu formó una pequeña mueca al escuchar a la pequeña. Era muy consciente de la mala relación que la cachorra tenía con sus madre, y no era para menos, desde que sus padres se habían divorciado, Bonnie había sido testigo del desamor y poco interés que su madre tenía hacia ella, lo cual no era muy diferente a lo que su padre le demostraba, y el único que parecía genuinamente interesado en su bienestar era el viejo Peter su abuelo; luego estaba JungKook quien se había convertido en el hermano mayor de Bonnie.
—Se encuentra en su despacho. —Bonnie asintió ante la respuesta.—Si ves que está muy ocupado y que por el momento no te puede atender, puedes marcharte y yo me encargaré de decirle que tuviste que irte, ¿Te parece?
La cachorra asintió.
—Si.—respondió con palabras.—Gracias, Señor Min.
Sin decir más la cachorra entro pasos rápidos a la casa. Mientras crunzaba la sala de estar renegaba internamente el hecho de tener que compartir tiempo con su madre, quien seguramente solo la recogería para cumplir con las visitas estipuladas por el juez, lo que conllevaría a que no solo tendría que pasar tiempo con ella, sino también con su novio Trento. Una mueca de desagrado se formó en su rostro y en su interior un sensación de impotencia, así como también su pequeña loba se encontraba disgustada con la situación que tendría que vivir durante los próximos días, cuando lo único que deseaba era quedarse con su abuelo y seguir disfrutando de su vida en el rancho de los Min.
Mientras avanzaba en su trayecto hasta la oficina de JungKook, a su cabeza llegó la pequeña idea de pedirle a JungKook que hablara con su madre y la convenciera no llevarla consigo esta semana con la excusa que tenía mucha tarea y de paso un examen de geometría que tendría ese próximo martes, y que él planeaba ayudarle a estudiar para su examen. Sin duda era una idea brillante, y lo único que necesitaba era convencer a JungKook. Algo que resultaría fácil de hacer.
Cuando se encontraba a solo un par de pasos de la oficina, notó que la puerta se encontraba levemente abierta, pero lo que sin duda llamó su atención fueron las voces que provenían del interior de la oficina. No le tomó demasiado descifrar que se trataba de la voz de JungKook y sobre todo la molesta voz de Jimin.
Bonnie se acercó lentamente por el pasillo, guiada por las voces cada vez más audibles de Jimin y JungKook, que claramente estaban en medio de otra discusión. Sabía que no debía meterse en sus asuntos, pero su curiosidad fue más fuerte, y sin poder evitarlo, acortó la distancia hasta la oficina. A medida que se acercó, la voz de Jimin sonó claramente frustrada, y aunque no logró oír cada palabra, intuía que no era una charla tranquila.
Al llegar a la puerta, se aseguró de que estuviera lo suficientemente entreabierta como para mirar dentro sin ser notada. Se posicionó cuidadosamente, casi agachándose para tener una vista clara sin llamar la atención. Desde su posición, vio a JungKook sentado sobre su escritorio, relajado, con las piernas colgando despreocupadamente. Jimin, de espaldas a la puerta, tenía los brazos cruzados, sus hombros tensos como si estuviera aguantando su enojo.
—Ya te dije.—comenzó JungKook, su tono despreocupado, como si disfrutara molestando a Jimin—el único auto que te puedo prestar es la vieja camioneta azul.
Jimin bufó, girando la cabeza solo un poco para responderle.
—No pienso usar esa camioneta, ni siquiera sé manejar estándar.—replicó Jimin con irritación—En Corea casi todos los carros son automáticos. Mejor préstame tu camioneta.
Bonnie apenas evitó sonreír nerviosa al escuchar el tono que usaba Jimin. Sabía que esa petición solo podía terminar mal, y lo supo con certeza al ver cómo la sonrisa de JungKook se ensanchó, claramente disfrutando del momento.
—Ni en mi peor pesadilla te confiaría mi camioneta.—soltó JungKook con una risa burlona. Bonnie observó cómo la mandíbula de Jimin se tensó al escuchar la respuesta. La atmósfera en la oficina se cargaba más con cada palabra.
—Eres un idiota.—gruñó Jimin con un tono bajo pero amenazante, sin girarse del todo hacia JungKook.
Eso solo hizo que JungKook riera más fuerte, inclinando la cabeza hacia atrás por un segundo antes de devolverle una mirada maliciosa.
—Ser un idiota viene en el paquete cuando naces como alfa.—respondió JungKook, claramente provocando más a Jimin.
Bonnie observó la escena, contenida en su rincón, con el corazón acelerado. Aunque no quería intervenir, tampoco podía apartar la mirada. Jimin murmuró algo más, pero estaba tan cerca de la puerta que Bonnie no logró escuchar bien. Sin embargo, alcanzó a notar el cambio en la expresión de JungKook, que de alguna manera se suavizó, pero con una chispa peligrosa en los ojos.
—Me vuelves loco.—dijo JungKook, bajando la voz, pero lo suficientemente claro para que Bonnie pudiera escucharlo.
Lo que ocurrió después la dejó completamente atónita. JungKook, sin perder el control que siempre parecía tener, se inclinó hacia Jimin, colocando ambas manos en su cintura. En un solo movimiento firme y seguro, lo atrajo hacia él, como si la distancia entre ambos hubiera sido una molestia que finalmente eliminaba. Jimin no resistió; su cuerpo, aunque tenso, cedió ante el tirón. Bonnie apenas tuvo tiempo de procesar lo que estaba viendo cuando, con una mezcla de sorpresa y desconcierto vio cómo JungKook acercó su rostro al de Jimin y lo besó.
El beso no fue casual ni tímido. Fue directo, apasionado, y con un sentido de urgencia que Bonnie jamás hubiera imaginado presenciar entre ellos dos. Todo sucedió tan rápido, pero también con una certeza que indicaba que no era la primera vez que algo así pasaba entre ellos.
Al principio, pensó que tal vez se trataba de una ilusión, algo que su mente había creado para atormentarla, pero cuando Jimin correspondió al beso, toda duda se esfumó. Sus labios se movían en sincronía, el uno contra el otro, y por unos segundos, Bonnie quedó paralizada, inmóvil en su lugar, observando el intercambio como si el tiempo mismo se hubiese detenido. Sentía cómo su corazón se rompía, fragmentándose en mil pedazos, y el dolor que le atravesó fue tan agudo que le costaba respirar.
Las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos, nublando su visión. Sabía que no debía seguir mirando, pero era incapaz de apartar la vista. Cada segundo que pasaba parecía un castigo, una herida más profunda, hasta que finalmente no pudo soportarlo más. Sintió cómo las lágrimas se derramaban por sus mejillas, tibias y llenas de amargura. El dolor en su pecho se hizo insoportable, y su loba interno aulló con una angustia indescriptible. Sin poder seguir observando aquella escena que la destruía, Bonnie se giró sobre sus talones y salió corriendo, las lágrimas rodando sin cesar por su rostro, mientras sus feromonas se tornaban agrias y llenaban el aire a su alrededor.
Cada paso que daba la alejaba más de la escena, pero no del dolor que la asfixiaba. Su mente se aferraba desesperadamente a una idea, una única razón que pudiera darle sentido a lo que acababa de ver. Jimin lo había seducido. Aunque sabía, en lo más profundo, que JungKook había sido quien había iniciado el beso, no podía, no quería aceptar que él sintiera algo por Jimin. Era más fácil culpar al omega, atribuirle la responsabilidad por haber capturado la atención de JungKook con sus feromonas, que enfrentar la posibilidad de que JungKook nunca la miraría a ella de esa forma.
A punto de salir de la casa, en su apresurada huida, chocó contra Jena, quien iba acompañada de alguien más, pero que poco le interesaba. La omega la miró con sorpresa, pero Bonnie ni siquiera se detuvo a disculparse. Ignorando cualquier gesto de cortesía, siguió corriendo. El desprecio que sentía por Jimin se transformaba en un odio amargo y cruel con cada paso que daba lejos de aquella oficina. Su pequeña loba aullaba de dolor, de celos, y de una frustración creciente. No podía aceptar la realidad que tenía frente a sus ojos.
Finalmente, llegó a su casa, tuvo la intención de correr a su habitación para esconderse y llorar hasta no poder más. Sin embargo, para su infortunio se encontró con su madre esperando por ella. Y al verla, la omega no tardó en informarle que solo tenía quince minutos para alistar sus cosas.
Importándole poco las palabras de su madre, Bonnie subió escaleras arriba, hacia su habitación, donde una vez dentro cerró la puerta tras de sí, con las lágrimas aún cayendo y su pecho oprimido. Se dejó caer en el suelo, abrazando sus rodillas, mientras su loba interno continuaba sufriendo. Porque, aunque no lo quería admitir, en el fondo, siempre había albergado una esperanza, un pequeño deseo escondido: que algún día JungKook la mirara como acababa de mirar a Jimin. Incluso se había hecho la tonta ilusión que una vez cumpliera la mayoría de edad JungKook podría verla como una omega digna para él e incluso que le pediría que huyera juntos..., pero todas esas ilusiones se desmoronaron por culpa de Jimin.
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Besar a Jimin era como beber agua de un oasis en medio de un caluroso desierto, como estar dentro del paraíso. No había forma correcta de describir lo mucho que le gustaba tomar los pomposos, suaves y dulces labios de Jimin contra los suyos. Desde que ambos compartieron su primer y abrasador beso, JungKook se había vuelto adicto a ellos, incapaz de tener suficiente.
Lo que más lo volvía loco era la forma en la que Jimin se volvía una masa moldeable ante sus besos, sus feromonas liberándose sin control, llenando el aire con ese irresistible olor a frambuesas. JungKook sentía cómo con cada inhalación su alfa se volvía más posesivo y territorial, un instinto que no podía controlar, mucho menos cuando Jimin, sin darse cuenta, lo provocaba de esa manera tan natural.
JungKook presionó sus labios con más fuerza contra los de Jimin, hundiendo sus dedos en la delgada cintura del omega, como si intentara marcarlo, dejar claro a quién pertenecía. Era imposible resistirse al instinto feroz que despertaba el olor a frambuesas que emanaba de Jimin. Cada respiración estaba impregnada de ese aroma dulce que lo llenaba de una necesidad casi salvaje de protegerlo y reclamarlo al mismo tiempo.
Jimin, aunque al principio intentaba mantenerse firme, poco a poco se fue rindiendo al contacto de JungKook, sus brazos envolviéndose alrededor de su cuello. Su cuerpo reaccionaba antes que su mente, cediendo al poder que el alfa tenía sobre él, mientras su lobo interno aullaba en reconocimiento.
Las feromonas de Jimin se intensificaban con cada segundo que pasaba, y JungKook podía sentir cómo el omega se entregaba completamente, vulnerable y abierto, algo que lo hacía sentirse invencible.
Con un gruñido bajo, JungKook rompió el beso, solo lo suficiente para mirar a Jimin a los ojos. Su respiración estaba agitada, pero no podía evitar mostrar una sonrisa cargada de satisfacción.
—¿Ves lo que haces? —murmuró con una voz ronca, sus manos aún aferradas a la cintura de Jimin—. No puedo controlarme cuando estás así. Tan lindo con tus mejillas sonrojadas.—Jimin jadeo levemente y sintió un cosquilleo en su vientre.—Quiero follarte y hacerte mío aquí mismo. ¡Joder! No eres bueno para mi cordura...,
Sus palabras se vieron interrumpidas por unos leves golpes en la puerta.
—¿Quién es?—JungKook preguntó al mismo tiempo en el que abandonaba su lugar y trataba de recobrar un poco la compostura.
—JungKook...,—la voz inconfundible de Jena llegó a los oidos de ambos. Y Jimin por su parte a escuchar la voz de la omega gruñó con molestia.—¿Puedo pasar?
Para el alfa no pasó desapercibido el pequeño gruñido del omega tras escuchar la voz de Jena, pero no era algo que pudiera abordar en ese momento. Así que tras cerciorarse de que tanto él como Jimin se encontraban lo más presentable posible, tomó una bocanada de aire antes de indicarle a Jena que entrara. Y tan pronto como sus palabras fueron pronunciadas la omega abrió la puerta e ingresó.
El rostro de Jena se mostraba impasible. Sin embargo, él sabía que había algo que le estaba causando incomodidad o que le molestara. Podía verlo en sus ojos.
No obstante su expresión facial cambió drásticamente cuando notó la presencia de Jimin.
—Lamento interrumpir.—Dijo con un deje de culpabilidad en su voz.—JungKook hay alguien que ha venido porque quiere hablar contigo.
JungKook frunció el entrecejo.
—¿Quién?—realmente no se le ocurría nadie que deseara hacerle una visita, porque deseaba hablar con él.
Sin embargo, la respuesta llegó a él antes de que Jena siquiera pudiera responderle.
—Yo.—una tercera voz se unió a la pequeña conversación.—Lamento que esto sea una visita inesperada, Jeon.
JungKook casi gruñó cuando sus ojos captaron esa voz tan conocida y la forma tan abrupta en el alfa interrumpía en su oficina, pero reprimió sus instintos con el fin de mantener las cosas de la manera más civilizadas posibles.
—Que alegría ver que nos honra con tu esperada visita, Christian.—JungKook dijo sorna.—¿Gustas algo de tomar?—pregunto por simple cortesía.
El alfa soltó una pequeña carcajada que solo aumentó la molestia en JungKook.
—No te preocupes. Esto será rápido.—JungKook enarcó una ceja.—He venido porque como bien sabes en un mes se llevará a cabo nuestra feria anual y el consejo ha pedido que participes este año en la cabalgata y el rodeo.
—No.—JungKook respondió sin pensarlo.—El año pasado fui claro cuando dije que sería la última vez.
—Tienes razón.—Christian dijo.—Sin embargo, los motivos que diste en ese entonces fue que el alfa de YoonGi se haría cargo de la granja para estas alturas y no ha sido así. YoonGi sigue sin formalizar su relación con el hijo de los Anderson y sobre todo sin portar su marca...,
—Eso ha sido porque los Anderson no están en condiciones de para financiar el compromiso y mucho para que su hijo tome a un omega. Eso es conocimiento de todos.
—Y por lo tanto tú sigues siendo el alfa a cargo del rancho Min.—JungKook maldijo internamente.—Asi que, es por eso que el consejo pide que estés presente este año. Incluso que lo hagas, hasta que YoonGi y Phillip se emparejen.
JungKook odiaba sentirse acorralado en situaciones así, porque no tenía forma de negarse sin dar la imagen de que el rancho no estaba teniendo una buena racha ese año, lo cual era totalmente lo contrario, porque estaban tan bien que casi eran considerados uno de los mejores ranchos de toda la zona. Y otras de las razones era porque no quería dejar en mal a los omegas Min.
Frustrado con la situación soltó un profundo suspiro, para seguidamente dedicarle una dura mirada a Christian, quien tenía una sonrisa socarrona en su rostro que indicaba que era consciente que había cumplido su objetivo.
—Está bien. Voy a participar.—JungKook cedió a regañadientes.—Pero dile al consejo que ya conoce mis condiciones si quiere que sea parte del rodeo.
—No te preocupes. El consejo ya se ha preparado para ello.—Christian dijo.—Ahora si no hay nada más que hablar, me retiro, tengo cosas que hacer y supongo que tú también.
Mientras el alfa se preparaba para marcharse, miró una última vez a JungKook y a Jena antes de que su atención se desviara hacia Jimin. Con una sonrisa coqueta en los labios, dirigió una pequeña reverencia al omega, quitándose el sombrero en un gesto de despedida que resultó demasiado galante para el gusto de JungKook. Jimin, por su parte, frunció el entrecejo ante la mirada y gesto de Christian, claramente incómodo, pero sin decir nada.
Una vez que Christian se fue, el ambiente en la oficina se sintió un poco más relajado, aunque la tensión en JungKook persistía. Mientras ajustaba su postura, los tres permanecieron en silencio unos instantes, hasta que la voz de YoonGi resonó desde el exterior, llamando a Jimin.
—Bueno..., parece que me buscan —dijo Jimin, lanzando una última mirada a JungKook antes de salir.
JungKook apenas tuvo tiempo de asentir, observando cómo Jimin se marchaba sin más. Cuando él y Jena quedaron solos en la oficina, ella suspiró pesadamente, como si hubiera estado conteniendo algo durante todo el encuentro. Justo cuando se disponía a irse también, Jena se detuvo en la puerta, como si acabara de recordar algo importante.
—Por cierto, antes de venir, me encontré con Bonnie —murmuró, su voz cargada de un tono de preocupación—Estaba corriendo con lágrimas en los ojos... parecía muy afectada.
JungKook frunció el ceño al escuchar eso. La imagen de Bonnie vulnerable y abatida, despertó en él una mezcla de curiosidad y preocupación. No podía evitar preguntarse qué le habría pasado para que Jena la encontrará en tal estado.
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nta: solo quiero decir que este capítulo estuvo centrado en cositas que se vienen en los próximos.
lamento la tardanza y espero que el capítulo les haya gustado. nos leemos en el próximo capítulo. 🫶🏻
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