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| 09 |

Los pasillos de Hogwarts eran un laberinto oscuro y silencioso mientras Hermione y Madison avanzaban con cautela hacia la biblioteca.

Cada crujido del suelo bajo sus pies parecía resonar como un trueno en el vacío del castillo.

-¿Crees que este encapuchado ya encontró lo que buscaba? -susurró Madison, su varita firmemente en la mano.

-No lo sé, pero si busca un Horrocrux, no debe estar solo. -Hermione miró a Madison de reojo, intentando ocultar su preocupación.

De repente, un grito desgarrador y fuerte resonó desde las profundidades del castillo, helándoles la sangre.

-¡Esa fue Ginny! -exclamó Hermione, con su rostro pálido.

Sin pensarlo dos veces, ambas corrieron en dirección al sonido. Las escaleras parecían interminables mientras corrían hacia los jardines, donde una escena aterradora las esperaba.

Frente al lago, Harry, Ron y Ginny estaban rodeados por mortífagos. La figura alta y siniestra de Voldemort destacaba en el centro, su rostro blanco como brillando bajo la luz de la luna.

-¡Harry Potter! -la voz de Voldemort era fría y escalofriante-. Tu resistencia es admirable, pero inútil. Dámelo, y tal vez les permita vivir un poco más.

Harry apretó los dientes, protegiendo un objeto envuelto en tela en su mano.

-Nunca.

Voldemort levantó su varita con una sonrisa cruel.

-Muy bien. Entonces morirán todos.

Hermione y Madison se detuvieron en seco, escondiéndose tras una columna cercana.

-Tenemos que ayudarlos -susurró Madison.

Hermione asintió, aunque su mano temblaba ligeramente al sostener su varita.

-Claro, los ayudaremos. Juntas.

Ambas salieron de su escondite, lanzando hechizos al unísono.

-¡Estupefacto!

El ataque tomó por sorpresa a varios mortífagos, quienes cayeron al suelo inconscientes. Harry, Ginny y Ron aprovecharon la distracción para unirse. El caos estalló mientras hechizos de luz roja y verde iluminaban el campo.

-¡Hermione, cuidado! -gritó Madison cuando un mortífago apuntó directamente a la chica.

-¡Protego! -Hermione levantó un escudo justo a tiempo, pero el impacto la hizo retroceder, tropezando y cayendo al suelo.

Madison corrió hacia ella, lanzando un Expelliarmus que desarmó al mortifago.

-¿Estás bien? -preguntó Madison, ayudándola a levantarse.

-Sí... no podemos detenernos.

Antes de que pudieran avanzar, la figura imponente de Voldemort se giró hacia ellas.

-¿Quiénes son estas insolentes? -murmuró, alzando su varita.

-¡Madison, corre! -gritó Hermione, pero Madison se plantó frente a ella, con su varita en alto.

-¡No te atrevas a tocarla!

Voldemort sonrió con desprecio.

-Qué valiente. Una pena que también seas tan ingenua.

Lanzó un Avada Kedavra, pero Madison se lanzó al suelo, esquivando la maldición por un pelo.

Sin detenerse, contraatacó con un hechizo explosivo que hizo tambalearse a Voldemort.

Mientras tanto, Hermione, con esfuerzo, apuntó su varita hacia Voldemort.

-¡Expulso!

El hechizo alcanzó el suelo bajo sus pies, levantando una nube de polvo que les dio tiempo para reagruparse.

-No podemos vencerlo, Madison -susurró Hermione, jadeando-. Tenemos que sacar a los demás de aquí.

-No te dejaré sola con ellos. -Madison la miró con preocupación.

-No lo harás, porque yo tampoco voy a irme sin pelear.

Las dos se lanzaron nuevamente al combate, pero la diferencia de poder era grande.

Un hechizo cortante de Voldemort alcanzó a Hermione en el brazo, haciéndola gritar de dolor mientras caía al suelo.

-¡Hermione! -gritó Madison, arrojándose sobre ella para protegerla.

Voldemort avanzó hacia ellas con una sonrisa triunfal.

-Qué conmovedor. Pero los actos de valentía no salvan vidas, niña.

Madison levantó su varita con firmeza, cubriendo el cuerpo de Hermione con el suyo.

-Tal vez no, pero al menos no me arrodillaré ante alguien como tú.

Antes de que Voldemort pudiera responder, un rugido ensordecedor llenó el aire. Desde el bosque prohibido, una figura gigantesca apareció: Hagrid, acompañado por un grupo de centauros y por Buckbeak.

-¡Atrás, Tom! -rugió Hagrid, lanzando una roca enorme hacia Voldemort.

La llegada de los centauros y Hagrid distrajo a los mortífagos, dando tiempo a Harry y los demás para juntarse.

-¡Todos al castillo, ahora! -gritó Harry, ayudando a Madison a levantar a Hermione.

Luego del caos de la batalla, lograron escapar hacia la seguridad de Hogwarts.

Mientras corrían, Madison se volvió hacia Hermione, quien sangraba pero seguía consciente.

-No voy a dejar que nada te pase, ¿me oyes? -susurró Madison.

Hermione, con una débil sonrisa, apretó la mano de Madison.

-Ya lo sé.

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