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chapter twelve. everybody moved on

𝐆𝐎𝐎𝐃 𝐋𝐎𝐎𝐊𝐈𝐍𝐆
꒰ ۫₊˚ɞ chapter twelve .˚ׅ🏹 ຊ ҂
❝ everybody moved on

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Todo esta en llamas, veo a mi madre sobre el suelo pero antes de que pueda correr a salvarla, el fuego la atrapa, haciéndola trizas en un segundo.

Escucho gritos como si fueran de ella, pero no es así, no son los de nadie, al menos nadie que esté cerca. Empiezo a toser cuando escucho la voz de mi hermana menor; Annie, quién grita mi nombre en ayuda.

—¿Annie?— me giro hasta encontrarla, a unos centímetros detrás de mi —Annie, estas viva.

La castaña con pecas niega.

Frunzo mi ceño —¿Qué? ¿Qué dices? Yo no...-

—¿Es que no lo entiendes?— inquiere, sin moverse de su lugar mientras yo niego —Tu lo hiciste, tu hiciste el fuego.

—No hice nada.

—Mientes, siempre lo haces— me da una sonrisa triste.

Mi respiración comienza a acelerarse cuando noto que el humo me ahoga. Toso alrededor de todo ese humo que aparece de la nada, mientras mi hermana desaparece entre la neblina gris.

—¡Annie!— llamo una vez más —¡Vuelve aquí!

—¡Esto es tu culpa, tu lo hiciste!

Es demasiado tarde, el humo llena mis pulmones y ahora me ahogo en la niebla, tengo que tirarme al suelo mientras tomo mi pecho con dolor.

Sin dejar de toser y ahogándome, como si mi garganta se cerrara y entonces...

Brincó de golpe sobre mi lugar, mirando al techo con mis manos temblorosas y la respiración agitada.

Aún puedo sentir el humo en mi boca, lo cual me hace levantarme de golpe y salir de la casa lo más rápido que puedo en pijama. Sigo agitada en la carretera, tanto que me encorvo para tomar todo el aire posible.

Me tiro al suelo, tal como en mi sueño, solo que esta vez es mi cabeza la que me engaña.

—¡Oye!

Escucho a algunos metros de mi, así que me giró a todos lados para mirar al causante.

—¿Todo bien?

«Oh, solo es Meredith sobre el techo de su casa a media noche»

Como puedo asiento con la cabeza, tosiendo aún un poco, entonces levanto mi pulgar como respuesta.

—Todo bien— aclaro mi garganta —¿Qué haces ahí? Son como las doce de la noche.

—Las tres, en realidad— ella encogió sus hombros —Estaba aquí, tomando algo de aire.

Colocó ambas manos sobre mi cintura, girandome a ella —¿Tu estás bien?

Ella asiente —Bien, sí, dentro de lo que cabe.

Formo una mueca, el sabor a humo no se va y juro haberlo visto en mis pies cuando me recuperaba pero creo que solo es niebla. Hace mucho frío afuera y apenas me doy cuenta que no llevo suéter.

—Yo... volveré adentro— señalo la casa de donde salí corriendo —Es mejor que no me dé un resfriado.

—Buenas noches— me doy media vuelta —Y oye...-

Me regreso —¿Sí?

—Cuando tengas pesadillas, bebe té de manzanilla, no es algo comprobado científicamente que yo sepa pero a mí me ayuda a calmar la cabeza.

Por un momento olvido totalmente pensar en qué hace Meredith sobre su techo a estas horas de la noche. Debe pasarla igual o peor que yo, no es algo normal pasar la noche en tu techo a menos que seas sonámbulo.

—Gracias— agradezco en voz baja, antes de darme vuelta otra vez.


Todos han avanzado, pero yo sigo ahí.

En aquella casa donde me había refugiado luego de Phoebe, en aquel lugar donde sigo en la ilusión de que nada de esto está sucediendo.

Todo ha pasado tan rápido que apenas me he dado tiempo de procesarlo y estar en esta comunidad me da más tiempo de pensar que antes. Suelo quedarme mirando por la ventana entre mis pensamientos, como ahora, mantengo mis ojos bien abiertos con la mirada perdida y pensando en qué haría Phoebe si estuviera en mi lugar.

¿Avanzaría sin mi? ¿Aceptaría que yo había sido quien murió en su lugar o habría ido a buscarme por todos lados? Sí, estoy segura de que hubiera hecho eso último.

Pero yo no lo hice, por alguna razón me acobarde y no la busqué, sabiendo que podría estar o no muerta.

—Tierra llamando a Bonnie— Maggie pasa su mano frente mis ojos.

Ni siquiera la he visto entrar.

—¿Pasa algo?— me pregunto con preocupación.

Ella asiente —Venía a hablarte sobre algo pero te veo algo perdida, ¿Estás bien?

Maggie siempre se preocupa por mí, me recuerda tanto a ella.

—Sí, me quede dormida con los ojos abiertos— miento —Aveces me pasa.

—Lamento haberte despertado.

Niego —¿Ya es la hora de la comida? Me muero de hambre, no literalmente.

La castaña asiente —Sí, a eso venía, pero puedo traerte la comida para que descanses un poco más.

—Eres muy amable, Maggs, pero estoy bien— sonrió —Además me necesitan en su comida o será aburrido.

Rio así como ella, notando el ambiente más ligero.

Bajo a comer luego de lavarme la cara. Cuando bajo las escaleras, veo a Glenn acomodarse sobre su lugar y sonreírme de lado a lado.

—Te estamos esperando— asegura él, aunque su plato medio vacío me dice otra cosa.

Aún así le sonrío —Gracias.

Me siento junto a Maggie, teniendo una bella hora de comida en silencio, donde la pareja comparte un par de cosas por hacer los próximos días aquí en la comunidad.

Maggie ha empezado a trabajar con Deanna, es como su aprendiz o algo así. Glenn, en cambio, está en el equipo que sale por provisiones junto al hijo de Deanna, Noah, Tara y un tipo más del que soltó un montón de obscenidades que no puedo repetir a mi edad.

—Ahora que lo recuerdo...— la castaña desvía la mirada de su esposo, quien casi echa fuego por las orejas —Te he dejado un vestido para la fiesta en el sofá, está limpio y planchado, Bonnie.

—¿Fiesta?— repito.

Ella asiente —Sí, habrá una fiesta de bienvenida para nosotros en la casa de Deanna está noche.

—¿La presencia es opcional?— me pregunto, bebiendo un poco de jugo de naranja.

Ella niega —Nos han invitado, tus amigos irán así que tu también.

—¿Cuales amigos?— frunzo mi ceño y entonces recuerdo —Ah, sí, mis amigos.

He olvidado lo que se siente tener amigos después de haber estado sola tanto tiempo.

Sin convivir con chicos de mi edad, solo adultos, que se comportan como adultos y piensan como adultos.

Supongo que me he pegado esa costumbre, pensar como adulto, no como niño, comportarse como adulto, no como niño. Aunque aveces también me comportó algo infantil.

Cuando me pruebo el vestido que Maggie me ha lavado y planchado, me queda a la perfección. Es de un color azul, es floreado y con mangas de hilos delgados que se amarran en un moño en mis hombros. Me llega hasta los talones así que es fácil andar en el, además de que no tiene ningún solo escote porque cubre todo mi pecho.

Maggie me deja el cabello suelto y sin peinarlo, solo pasa el cepillo un par de veces, y con mi rostro, decide no añadirle maquillaje debido a que aún soy algo menor para usarlo según ella, por lo que solo me añade labial que es casi transparente pero brilla, añade pequeños brillos plateados sobre mis párpados y así termina.

—Te ves muy bonita— menciona ella, al alejarse para guardar todo.

Pero yo sigo sentada sobre la silla frente al espejo del baño.

—¿Tu crees?

Ella asiente —Sí, tienes facciones muy ligeras, Bonnie.

Sonrio —Mi mamá solía decirme que me parecía a mí abuela.

—Si es así entonces ambas son muy lindas— extiende su mano hacia mi —Vamos, deben estar esperándonos.

Caminamos por las calles de Alexandria, donde más personas van llegando detrás y frente a nosotros. Yo todo el tiempo voy tomada de la mano de Maggie, como si eso fuese a protegerme de algún peligro que no existe.

Cuando Glenn nos deja pasar a ambas, miro a mi alrededor, hay música lenta en el lugar, personas comiendo y hablando entre si.

—Esto es raro— menciono a ambos adultos —¿Aún puedo arrepentirme?

Maggie sonríe y Glenn niega —Nop, vamos.

Suelto un pequeño quejido, dejándome llevar por el chico hasta la cocina y obligando que mi mano se separe de la de la castaña.

—¿Qué quieres comer?— ofrece el adulto.

Asomó mi cabeza entre ambos cuando Abraham se acerca junto a Rosita a tomar la primera botella de whisky que ve.

—¿Qué hay para comer?— inquiero, llevándome una mirada de ambos.

—Te serviré algo nutritivo— asegura Maggie y miro a Glenn con una mueca tan exagerada que lo hace reír.

—Vamos, Maggie, ya comió en la tarde algo nutritivo, deja que se divierta un poco— pide el chico y asentí, siguiendole la corriente.

—¿Cómo qué?

Ambos me miran y yo ataco el plato que tiene fresas con chocolate con la mirada.

«Las fresas son nutritivas, tengo que dejarme llevar»

Luego le echo el ojo a una serie de bombones cubiertos de chocolate que se encuentran muy cerca de mi alcance.

—Quiero esos— señalo con el dedo unos segundos.

No debí haber dicho eso, ni elegido. Es la mitad de la noche cuando estoy más que llena y fastidiada de tanto chocolate así que solo me dejo caer sobre el sofá junto a la ventana, y me quedo observando a las demás personas ir y venir, reír entre ellos, darse cumplidos o hablando de su vida pasada.

El sofá es tan alto que mis pies cuelgan, así que los muevo con lentitud en espera de que Maggie o Glenn decidan irse a casa. Entonces Carl aparece mágicamente de la esquina, algo desorientado, al verme suspira con alivio y se sienta junto a mi, así que lo observo curiosa.

—¿Por qué tienes las mejillas rojas?— inquiero.

Lleva las mejillas tan rojas, como si las hubieran estado pellizcando por una hora.

—Los adultos estaban encantados con Judith...— acaricia sus mejillas, en un intento de calmar el dolor —Lo cual estaría bien, pero me han atrapado a mi también.

Sonrió al conectar los cables —Entonces, ¿Estuviste media hora dejando que los ancianos de la comunidad te pellizquen las mejillas?

Él sonríe, así como yo a él. —Fue una hora en realidad.

Eso, por alguna razón, me hace carcajearme junto a él. El pobre sigue rojo de su rostro y adolorido, en ocasiones forma leves muecas o antes de hablar abre demasiado la boca.

—¡Ahí están!— la voz de Meredith nos hace brincar a ambos y ella se detiene —Uh, lo lamento, ¿Los interrumpimos?

—Solo queríamos jugar al uno ya que esta algo...— Mickey mira detrás de él para asegurarse que nadie lo escuche —Aburrido.

Asiento de acuerdo, a decir verdad, los únicos que se divierten aquí ahora son los adultos.

El juego empieza normal, risas y bromas pero todo se descontrola cuando Ron saca las apuestas y ahora todos somos pobres figurativamente ya que lo único que perdemos son las pocas pertenencias que tenemos.

Creo que ha ido demasiado lejos cuando llegamos a la ronda número doce.

—¡No les voy a dar mis cómics!— protesta Carl —¡Son preciados y los he cargado desde que era un niño! Bonnie, ayúdame.

Él me mira y yo a él —Carl, ¿para que los apostabas? Estas más salado en el uno que la comida que hago.

Los demás ríen y Carl también, lo cual me hace sonreír.

El chico asiente más de fuerzas que de ganas —Vale, solo en lo que los leen, de verdad son importantes para mi.

Mickey extiende su mano y Carl le entrega el único cómic que lleva con él por ahora, con la condición de que mañana les dará los demás.

Por mi parte pierdo unas tres veces en el juego, consistía en que si conseguías más cartas que los demás al momento de que uno gane perderías algo que apuestes al inicio, solo aposté un par de raciones de barras de granola que no sé cómo explicarle a Maggie que perdí.

Tendría que explicarle y estar de castigo quizá, no tengo idea pero tengo miedo.


Cuando finalmente me rindo en el juego, dejo que los demás sigan y me voy directo a la cocina, no a comer, si no por agua.

Tengo la garganta tan seca de reír y exigir que me paguen las partidas que gane. Se hizo todo un escándalo cuando Ron no quiso darme su videojuego por un mes.

—¿Se están divirtiendo?

Casi me atragantó con el agua cuando una mujer de cabello rubio se adentra con Judith en los brazos.

Termino de ahogarme disimuladamente y la miro. —Jessie, ¿Verdad?

Ella asintió, con una sonrisa de lado a lado —Bonnie, ¿Verdad?

—Esa misma— le devuelvo la sonrisa, mirando a la pequeña Jud mirarme —Hola, Jud.

La bebé balbucea, haciendo reír a la adulta.

—Y sí, nos divertimos— añado.

—Me alegro, no habíamos tenido tantos chicos en la comunidad en varios años más que ellos— responde, como si fuera un alivio para ella.

—Que suerte que llegamos— frunzo mi ceño un segundo al darme cuenta que he sonado como Rick cuando llegamos —Supongo.

Ella asiente, mirando a la bebé sobre sus brazos —Oye, ¿Sabes dónde está Rick? Tiene hambre, me parece y no sé sus horarios para comer.

Dejo el vaso sobre la mesa —No sé dónde está Rick, pero me sé sus horarios— miro el reloj sobre la pared, esperanzada a que tuviese la hora exacta y así es.

Ocho en punto, es hora de su cena y después a dormir. Extiendo mis brazos frente a ella y Judith no duda un segundo en venir hacia mi.

Es fácil alimentarla con un par de purés de manzana que comenzó a amar desde que Aarón le regalo cuando nos encontró en aquel granero. Se queda dormida después de comer, así de rápido me gustaría dormir a mi.

La fiesta había terminado entonces y ahora me encuentro de regreso a casa junto a Maggie y Glenn.

—Hogar, dulce hogar— menciona el adulto, cuando termina de cerrar la puerta detrás de él.

—¿Podemos llamarle hogar ahora?— me pregunto, deteniéndome en el primer escalón.

Él mira a Maggie y ella a él, un intercambio de miradas mientras yo los miro a ambos. Muchas miradas, pocas respuestas.

La castaña asiente luego de unos segundos, haciendome formar una sonrisa que oculte.

—Sí, ahora podemos llamarle hogar— asegura ella.

Mi sonrisa se vuelve ancha mientras me vuelvo a Glenn, así como él a mí, me devuelve una sonrisa.

—¡Hogar, dulce hogar!— celebró —¿Podemos adoptar un perrito ahora?

La chica ríe y Glenn niega —Sabes que le tengo miedo a los perros.

—¿Por qué? Son adorables.

—Sí, hasta que te muerden una pierna.

Rio ligeramente al imaginarme ese escenario, entonces me siento sobre el escalón.

—Vale, bueno, ¿Qué opinas de un gato?— inquiero.

—¿Quieres traer rasguños en todo el cuerpo?

Encogí mis homnros —No es diferente a estar allá afuera.

Ambos adultos se quedan en silencio, pensando en una decisión, sin embargo, hubiera querido quedarme callada pero mi boca no podía.

—¡Ah, ya se! Una gallina, ¿O una paloma? ¿Es más fácil atrapar una paloma, no?

—Un gato está bien— se apresura a responder Glenn —Cuando encontremos uno te lo puedes quedar.

Suelto un chillido, levantándome del escalón —¡Gracias! Prometo ser responsable cuando lo tengamos, lo trataré bien, como un hijo, le tejere ropa aunque no sé tejer, tendría que aprender pero no importa, aprendo rápido. Como sea, hasta mañana.

Me despido de ambos de un ademán, subiendo las escaleras con rapidez mientras Maggie me grita desde el primer piso: —¡No corras en las escaleras!— como recordatorio de lo que paso la última vez.

Me hubiera gustado dormir luego de ponerme el pijama y lavar mis dientes, pero estoy muy ocupada pensando en lo qué haré mañana, en mis planes para conseguir un gato.

Finalmente caigo en el sueño cuando voy por la mitad, imaginándome a mi paseando a dicho gato, pensando en un nombre adecuado para el.

Tenía muchas opciones, ¿pelusa? No, capaz no le gusta, quizá deba buscar algo entre Maggie y Glenn ya que también vivirá con ellos.

Pero de nuevo, debo dejarlo para mañana si quiero descansar bien.

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