♥ Veintiuno ♥
-No sabía que tenías problemas personales y emocionales- contesté arrepentida- perdón.
-Tranquila- negó restándole importancia, y regresó aquel cigarrillo a su boca, aspirando nuevamente de ese aire dañino, a continuación lo liberó de manera lenta y sin un toque de brusquedad- no me conoces, era obvio.
Un minuto de silencio se instaló entre nosotros luego de mi asentimiento. Dudé mucho en preguntarle, pero al final terminé haciéndolo.
-Kim- lo llamé y me observó- ¿si te pregunto algo te enojas?- indagué, proporcionándole una sonrisa burlona de lado.
-Hablas conmigo como si fuera tu papá- comentó divertido- ya tienes uno, ¿acaso quieres otro?- bromeó.
-Te equivocas, Kim- negué seria y su mirada se tornó confundida sobre mí- no tengo papá- informé directamente, viendo cómo poco a poco su sonrisa desaparecía.
-No tenía idea, Finn- habló arrepentido- perdón.
-Tranquilo- resté importancia y estiré un poco mi mano hacia el cigarrillo, atrayéndolo hacia mis labios para así imitar su acción de unos minutos- no me conoces, era obvio- respondí, utilizando el mismo tono que él.
-No sabía que fumabas- comentó levemente sorprendido y le devolví su pertenencia.
-Y no lo hago- aclaré- pero quería sentir lo mismo que sentiste tú cuando me respondiste hace instantes.
Ausente de palabras, se limitó a observarme con intensidad. Buscando alguna respuesta en mis ojos, o expresión facial. Incómoda por su mirada tan fija opté por desviar mi vista hacia el lado contrario, proporcionándole una risa nasal.
-¿Ibas a preguntarme algo?- recordó.
-No- mentí.
-No pienso rogarte, pero no me dejes intrigado- pidió secamente.
¿Debería? Creo que sí.
Respiré profundo y proseguí.
-¿Por qué formas parte de esto?- interrogué directa y curiosamente.
Entrecerró un poco sus ojos y regresó su mirada hacia el frente sin decir una palabra, como ya era costumbre en él.
-No respondas entonces- resté importancia e imité su acción.
-Es una pregunta bastante fuerte cual respuesta prefiero callar- informó.
-Entiendo, pero tenía que intentarlo, Kim- comenté.
-Comprendo- afirmó- lo que no comprendo es porqué nos llamamos por nuestros apellidos y no por nuestros nombres- comentó levantándose de su lugar y posicionándose frente a mí. Copié su acción y alcé la mirada para verlo.
-Porque ya es costumbre- repliqué en tono de interrogación, representando confusión.
-Empecemos de nuevo- propuso y estiró su mano- Kim Taehyung.
-Mucha información me diste- hablé sarcásticamente para estrechar mi mano y juntarla con la suya formando un apretón de manos- Harmieh Finn, y a diferencia de tí yo sí daré un toque de información- expliqué.
-Soy todo oídos.
-Vengo de Londres. Vine por primera vez a Corea Del Sur cuando tenía once años, pero la mudanza no fue definitiva hasta cumplir los quince. Mi prima siempre estuvo de mi lado, y mi mamá nunca se rehusó a que cumpliera mi sueño por lo que no fue un problema. Mi padre murió cuando yo tenía seis años, y ese vacío quedó en mi corazón desde aquella noticia que me costó tanto asimilar. Es también una de las consecuencias de mis inseguridades y miedo; me niego a quedarme sola, aunque suene patético le temo mucho a la soledad- rompí el silencio, confesándole el origen de donde provenía mi mayor miedo y contándole detalles de mi vida.
-¿Por qué contarmelo a mí?- interrogó curioso.
-Es una información básica, y creo que somos parte del mismo grupo de amigos, por lo que deberíamos dejar de ser unos extraños y conocernos un poquito más, como ya conozco a los demás- expliqué.
Asintió abultando sus labios, gesto repentino que lo hizo ver tierno.
-Pero que sepas que esto no significa que somos amigos ni nada por el estilo- aclaró fríamente.
-Eso porque tú no quieres, yo no tengo nada en contra tuya, Taehyung- informé seriamente.
-Yo tampoco tengo nada en tu contra, pero la palabra confiar no forma parte de mi vocabulario- declaró.
¿Era normal molestarse al escucharlo?
-Tengo que irme- avisé enojada- de seguro me están esperando- me excusé para levantarme y caminar.
-Mientes- concluyó haciéndome frenar y voltearme hacia él.
-¿Qué dijiste?- pregunté dándole una oportunidad para arrepentirse, pero no lo hizo.
-Que mientes- reafirmó, se levantó y se acercó a mí, bajando la mirada para así apreciarme mejor- estás molesta- aseguró.
-No lo estoy- mentí.
-Sí lo estás, puedo notarlo en tus ojos- habló convencido.
-¿Ah sí? ¿Cómo?- indagué incrédula.
-En la ira, los párpados están tensos y los ojos parecen observar de manera dura y penetrante- explicó viéndome intensamente- de la misma manera en la que me estás mirando ahora.
-Dije que no lo estoy- negué desviando mi campo de visión hacia otro lado.
-Mírame una última vez y te lo confirmo- ordenó.
-No tengo porqué hacerlo, ya te dije que no lo estoy- contraataqué sin verlo.
Un chasquido de lengua se hizo presente por su parte, posteriormente tomó mi mejilla para hacerme girar el rostro encontrándome nuevamente con sus ojos, lugar donde me perdí por unos instantes.
Tanta dualidad existía en ese par de ojos café que podía desconcertar a la persona contraria.
Tan expresivos a veces, pero otras veces alcanzaban un punto de inexpresividad que podían llegar a parecer muertos.
Poseían ese carácter intimidante y serio que a cualquiera pudiera restarle las ganas de vivir, pero en ocasiones llegaban a relajarse, mostrando tranquilidad y transparencia.
Concluí con la idea de que sus ojos son diferentes; aprovechando el contacto visual para así observarlo detalladamente, me percaté de que uno de ellos presenta doble párpado, mientras que el otro es simplemente rasgado.
Tengo que admitir que es bastante lindo este pequeño detalle y que su mono-párpado lo hace lucir muy bien.
-¿Qué tanto observas?- preguntó alejándome de mis pensamientos, así que reaccioné fugazmente.
-Nada- me apuré en decir.
-¿Segura?- interrogó ladeando un poco su cabeza.
-Sí, Kim- afirmé harta de sus interrogatorios, aparté su mano de mi rostro y me di la vuelta para comenzar con mi andar, dejándolo con su soledad y lo que quedaba del cigarrillo.
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