♠ Sesenta Y Nueve ♠
Entre bromas, finalmente terminamos molestos uno con el otro. No pudimos hacer nada.
—¿Estarás molesto conmigo todo el día sólo porque no quise complacerte?— cuestionó incrédula, no respondí— vale, saldré afuera entonces— abrió la puerta y se retiró.
Blanqueé los ojos recordando lo ocurrido recientemente, y relajé mi cuerpo sobre la cama.
Toc toc.
Otra vez la maldita puerta.
—Taehyung no está— dije desde mi posición.
—Taehyung-ah..
Chasqueé la lengua rendido.
—Pasa, Jimin.
Mi mejor amigo abrió la puerta, adentrándose en el despacho, y tomando asiento a mi lado en la cama.
—Muy lindo este lugar.
—Definitivamente.
Bajó la mirada, aumentando la tensión en el ambiente.
—Tae..
—Te escucho.
—¿Tú y Har' pelearon?— indagó sin verme.
—Es una tontería, pero ambos somos orgullosos.
—¿Celos?— negué— ¿Entonces?
—¿Qué harías si SeeA te invitará a tener relaciones y luego te dejara frío a propósito?
Rió a carcajadas al escuchar mi cuestión.
—¿Qué quieres que haga? ¿Que la mate? Obvio no, Taehyung-shi— dió una palmada en mi hombro, transmitiéndome apoyo— además, recuerda que siempre puedes devolverle el favor— me regaló una sonrisa maligna— entiendo esa rabia que sientes, y créeme, no hay nada más placentero que verla pelear porque te desea más que nada, y tú te haces el duro— afirmó y se levantó de la cama— así que levántate y efecto boomerang con ella.
—Suena como si le fuera a hacer daño, Jimin.
—Tranquilo, eres tan amable que capaz termines aceptando por ella, en lugar de hacerle lo mismo.
Suspiré pesadamente.
—Vamos abajo— indiqué, comenzando a salir del despacho.
♥ 착한 마음씨 ♥
—Se molestó por esa estupidez— me quejé con Yechan, SeeA y Jungkook.
—Sí, creo que se excedió un poco— apoyó la pelicorta.
—Perdóname, cariño, pero eso verdaderamente no se hace— negó el varón.
—Creo que entiendo un poco a Tae, princesa— agregó la rubia— si Jimin me dejara caliente no lo dejo dormir conmigo.
Suspiré rendida.
—Está bien, iré a disculparme.
—¿Te disculparás por dejarlo ardiente?— preguntó burlonamente Chan.
—“Oh, Tae, perdón, no quería dejarte caliente”— imitó mi voz dramáticamente, el pelinegro, lo cual causó una risa por parte de ambas chicas.
—Ya, cosita, no la molestes— frenó.
—Perdón, Harmieh, te amo— remedió con una sonrisa burlona.
Negué con una sonrisa en mi rostro.
Noté cómo todos observaban algo detrás de mí, e inmediatamente se tornaron serias sus expresiones. La curiosidad me venció, así que giré el rostro, encontrándome con el chico que estaba molesto conmigo.
—Ven aquí— indicó.
—Estaba hablando con ellos— contraataqué.
—¿Es ese el problema?— dirigió su mirada hacia los demás presentes— ¿me la prestan un segundo?
Diablos, aquí vamos de nuevo.
—Toda tuya, hermano— afirmó Jungkook, ganándose una mirada fulminante por mi parte. El contestó con una sonrisa burlona.
No pude hacer nada más, me levanté y caminé hacia él. Quedando frente a frente decidí hablar.
—¿Qué?— cuestioné en mala forma.
Alzó una ceja, retándome.
—¿Así tratas a tu novio, cariño?
—Tú fuiste quien se molestó por una estupidez.
Volvió a dirigir su mirada hacia los demás, los cuales quedaban detrás de mí. Posteriormente, sus ojos quedaron posados sobre los míos, tomó mi mano, llevándome a rastras de vuelta al despacho.
—Taehyung, suéltame— ordené, mientras no dejaba de caminar.
Hizo caso omiso a mi exigencia, por lo cual comencé a forcejear.
—¿Puedes quedarte quieta?
—No quiero.
—Luego dices que el niño pequeño soy yo— reprochó y apretó más su agarre.
Mordí la pared interior de mi boca, dándome cuenta de lo infantil que estaba siendo.
Subimos las escaleras y abrió la puerta, dejándome pasar primero. Dentro de la habitación, me senté sobre la cama, cruzada de brazos y enfrenté su mirada.
—¿Qué quieres?
Sonrió de manera traviesa, lo cual me causó molestia, sencillamente sabe por dónde atacarme.
—Quiero pedirte perdón por mi actitud.
—Tarde.
—No, linda— se acercó lentamente, e hizo que me acostara en el colchón— no es tarde si la dicha es buena— susurró cerca de mi campo auditivo, provocándome escalofríos, pero no podía mostrarme débil.
—La dicha no es buena, sé que traes doble intención.
Liberó una risa sexy al escucharme.
¿Hasta cuándo tengo que contenerme por mi orgullo?
—Déjame levantarme, Taehyung.
—No— negó y encerró mis manos en las suyas, en un movimiento ágil e inesperado.
Quedé anonadada con su acción tan repentina.
—Perdóname, princesa— rogó.
—Ya te dije que no.
—No estarás molesta todo el día.
—Espera a que se me pase la incomodidad.
Chasqueó su lengua y no me permitió decir otra palabra, ya que juntó nuestros labios, creando un beso silenciador.
No pude contenerme ni un segundo más, tuve que corresponder.
El ambiente cada vez se sentía más cálido, por lo cual, fuimos sin rodeos a lo que queríamos. Pero..
No, no fue la puerta, esta vez fue mi celular.
Deshice aquel beso para así poder ver de quién se trataba, por lo cual Taehyung soltó un suspiro de frustración, haciéndome reír.
—No nos quieren ver felices, ¿verdad?
—Parece que no— leí el nombre del contacto y una gran sonrisa no pudo evitar salir de mis labios.
—Me pregunto quién te hace tan feliz— comentó celoso.
—Vamos a tener que esperar porque está llamada es importante— afirmé.
—No me importa quién sea, ya te advierto.
—Calla.
Levanté rápidamente la llamada.
—Hola, mamá— comencé a hablar.
♠ 착한 마음씨 ♠
—No me importa quién sea, ya te advierto.
—Calla— levantó la llamada— “hola, mamá”
¿Qué? Eso no es inglés, ¿verdad?
Me pregunto quién la llama que la hace tan feliz, aunque no me interesa, sólo quiero tenerla cerca, y hemos tenido suficientes interrupciones, así que quien sea que sea, que espere.
Ella se sentó sobre la cama, conversando animadamente con una voz femenina al otro lado de la línea, quizás sea una amiga suya. Tomé asiento detrás de ella, y acerqué mi rostro a su debilidad, donde dejé un beso húmedo sobre la zona, desestabilizando su voz de cierta forma.
No pudo evitar liberar un suspiro, al sentir aquel contacto de mis labios sobre su zona sensible. Se alejó rápidamente al darse cuenta de cómo podía levantar lad sospechas de estar haciendo cosas privadas del otro lado de la línea.
No me importa, que la persona note cuánto la quiero.
Llevé mis manos a sus senos, estrujándolos, sintiendo la lujuria invadir mi cuerpo.
Supe que le estaba transmitiendo placer cuando arqueó su cuello y cerró sus ojos.
Una sonrisa pícara apareció sobre sus labios, y desgraciadamente pudo contagiarla. Su voz se sentía entrecortada en medio de la llamada, lo cual me causó placer y satisfacción a la vez. Pero ella se negaba a colgar, parecía una llamada importante.
Subí la intensidad del momento cuando mordí su hombro desnudo, provocando que apretara sus labios, intentando contener un gemido. Deslizó su mano libre hacia mi nuca, encerrando un mechón de mi cabello en sus manos, como solía hacer cuando disfrutaba de mis caricias.
Frunció el entrecejo, y mordió su labio inferior. Le estaba costando demasiado contenerse.
Dijo unas palabras más y soltó el dispositivo, lanzándolo sobre alguna parte de la cama, restándole importancia a lo que pudiera pasar. Quería lo mismo que yo, y aunque sea orgulloso, no puedo evitarlo, la quiero, la quiero ahora.
Luego de colocarse en la posición de Tartaglia, acarició mis brazos y hombros, con la lujuria apoderándose de su cuerpo, y sus pupilas ya dilatadas.
No sabe lo sexy que se ve.
—Lo quiero— susurró excitada.
—¿Qué cosa?— quería escucharlo viniendo de su boquita.
Se movió hacia adelante, frotando su clítoris sobre mi pene –aún trayendo ropa–, lo cual hizo que mi cuerpo se estremeciera de una manera plácida.
—Esto quiero, “papi”.
Otra palabra nueva para el vocabulario.
—No sé qué significa, pero suena demasiado sexy.
Ella rió levemente y acercó su rostro al mío.
—Es español— susurró— lo mismo que “daddy”— aclaró.
Asentí comprendiendo, y sin soportarlo un segundo más quise atacar sus labios y..
Toc, toc.
—¡¡Maldigo una y mil veces quien sea que esté tocando la puerta!!
Harmieh no pudo evitar reír por mi reacción.
—¿Quién es el puto?— interrogó ella.
—Perdónenme, pero ahora saldremos todos y tengo que cerrar el despacho— indicó la dueña de la casa.
—Harin— hizo un berrinche desde mi posición.
—Harin ni mierdas, háganme caso y bajen, dejen eso para después— ordenó firmemente y bajó las escaleras.
No puedes ser más inoportunos, a veces realmente los odio.
—Tranquilo— llamó mi atención mi pequeña novia, posteriormente dejó un beso sobre mis labios— tenemos toda la noche para esto, “papi”— susurró sensualmente, y se levantó de la cama, caminando fuera del despacho.
Suspiré como el tonto enamorado que soy, y caminé tras ella.
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