♠ Cincuenta y Seis ♠
—¿Sientes que te duele algo?— cuestioné atentamente una vez terminada la acción.
—No, Tae, tranquilo— se acercó un poco más a mi cuerpo y colocó su cabeza sobre mi pecho— me encuentro bien.
Sonreí levemente al escucharla.
—Me gusta que me llames así.
—¿Tae?
—Sí. Y es raro ¿sabes? No me dejó llamar por apodos.
—Técnicamente no es un apodo, es tu nombre en abreviatura— aclaró.
—Tú me entendiste— resté importancia, haciéndola reír por lo bajo.
Con su mano derecha comenzó a dibujar suavemente figuras abstractas sobre mi cuerpo. Por mi parte, llevé mi tacto a su cabello oscuro dándole delicadas caricias.
Me encantaba estar con ella.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Anda— indiqué.
—¿Por qué tu apodo es "V"? ¿Qué significa?
Esa cuestión me tomó por sorpresa.
Respiré profundo para luego responder.
—V indica violencia.
Confundida, alzó su mirada para conectar nuestras miradas.
—¿Por qué violencia?
Suspiré pesadamente, indicándole que no quería hablar sobre ello. Pero su persona es bastante curiosa, y sabía que no se rendiría. Lo mejor era cambiar de tema.
—¿Y a tí por qué te llaman "princesa"?
—¿Estás diciendo que no soy una?— hizo un puchero fingiendo tristeza.
—¡Lo eres!— exclamé rápidamente— pero creí que había una razón en específico.
—Bueno.. quien primero me llamó por ese apodo fue Jungkookie, cuando éramos unos niños, él decía que yo era bonita como una princesa. Así que popularizó ese nombre para mí— explicó.
—Adorable— no pude evitar sonreír, imaginándolos de infantes.
Su amistad era única.
—Tae..
—Te escucho.
—¿Cuándo me contarás acerca de tí?
Quedé en silencio unos segundos, lo cual llamó su atención y regresó su mirada hacia mis ojos, esperando una respuesta convincente.
—Hoy no, princesa, hoy no— negué acariciando su mejilla delicadamente.
—Siento que nunca sabré la verdad, Taehyung.
—La sabrás, la sabrás. Pero entiéndeme, es complicado— realmente no sabía cómo decírselo.
—Mira, sea lo que sea que haya pasado, te seguiré aceptando, y viendo con los mismos ojos ¿vale?— aseguró.
Eso dice porque no sabe qué pasó.
—Pero te pido que por favor me cuentes.
No estoy muy seguro con lo que haré, pero Jimin tiene razón; si queremos que esto realmente funcione tengo que contarle sobre mi pasado. Es aterrador, y estoy convencido de que no volverá a verme de la misma forma, pero tengo una pequeña esperanza de que mi confesión fortalezca nuestra relación.
—Mañana, en la noche.
—¿Qué?
—Vayamos a pintar ¿quieres?
—Está bien.
—Te contaré— suspiré intentando alejar mis nervios— te contaré..
—Me alegra que estés comenzando a confiar en mí, Tae— comentó alegremente.
No respondí, simplemente continué con mis caricias sobre su piel, hasta sentir cómo su respiración comenzó a relajarse, indicando que podría estar durmiendo.
Levanté un poco la cabeza, confirmando mi teoría, y efectivamente, sus ojos estaban cerrados y no se movía.
Me sentía muy nervioso, no quería hablar sobre el tema, pero lo prometido era deuda y ya no había marcha atrás.
¿Cómo se lo tomará cuando le diga la verdad?
♠ 착한 마음씨 ♠
Caricias cálidas sobre mi cuello me hicieron despertar de aquel profundo sueño.
Sonreí sin abrir los ojos, y logré abrazar su cintura, apegándola más a mí.
—Buenos días— susurró.
—Días, porque bueno estoy yo— bromeé, abriendo los ojos.
—Ojalá pudiera confirmarlo— acarició mi pecho— pero creo que sí.
—Confía en mí, es un sí— afirmé sonriente, comenzando a estirarme levemente.
—Bien— se levantó de mi encima— creo que ya deberíamos arreglarnos para irnos, ya dormimos demasiado— indicó.
—Está bien— imité su acción para proceder a volver a ser personas.
♠ 착한 마음씨 ♠
—Adiós— agitaba su mano, despidiéndose de sus amigas— cuéntenme todo más tarde.
—Lo haremos— aseguró la pelicorta antes de cerrar la puerta del vehículo y partir.
Mi chica de giró hacia mí, con una sonrisita inocente.
—¿Vendrás a por mí?
—Nos vemos a las ocho horas de la noche, señorita— indiqué.
—Convincente— giró sobre sus talones, quedando frente a la puerta principal. Sacó las llaves para abrir y cuando pensé que iba a adentrarse en la vivienda, se detuvo— nos vemos en la noche.
—Nos vemos— me acerqué a su oído para susurrarle— princesa.
Ella desvió su mirada hacia mis ojos y me encogí de hombros inocentemente, pero mi sonrisa me delataba. Sin más, comencé a caminar de vuelta a mi casa, asegurando volver a verla en la noche.
Me aterraba la noche.
♠ 착한 마음씨 ♠
8:38PM
Llevamos media hora juntos, pero no habíamos encontrado un lugar indicado para pintar hasta hace poco.
Pintaba sobre la pared de una parada de autobuses, ya habíamos rellenado cualquier espacio libre de color.
Pero aún así, el ambiente entre nosotros era tenso.
—Tae..— bajó el envase y me observó.
—¿Sí?
—¿Eres un mafioso?
—¿Qué? ¡No!
Y ahí va de nuevo, no se rendirá hasta saberlo.
—¿Qué es lo peor que pudo haber pasado? Dijiste que me lo dirías aquí— reprochó.
Tragué en seco antes de pronunciar una palabra.
—Harmieh yo–
El sonido de una sirena interrumpió nuestra conversación, rápidamente alcé mi mirada viendo acercarse aquella patrulla.
—¡Vamos!
Tomé su mano derecha y corrimos lo más rápido posible. Aunque ella intentó seguirme el paso, lamentablemente no pudo hacerlo, por lo que dió un tropezón y casi cayó al suelo.
—Sube— indiqué, haciéndola subir sobre mi espalda, se agarró fuerte y continué.
Corría, corría y corría. Ni siquiera me detuve a mirar hacia atrás.
Nos detuvimos al doblar una esquina, escondidos en un pequeño interior donde no se escuchaba sonido alguno.
Bajé a Harmieh y la examiné.
—¿Estás bien?
Asintió y envolvió mi cuerpo con un abrazo fuerte, al cual correspondí inmediatamente.
Deshicimos aquella muestra de afecto para unir nuestros labios en un suave beso, el cual disfrutamos, sin importar la corta duración.
—Iré a ver si ya se fueron, espérame aquí.
—Cuidado, Tae.
Asentí y caminé hacia afuera, percatándome de que aquellos policías esperaban atentamente nuestra salida.
Mala idea.
Una luz cegadora impactó contra mis ojos en el momento justo en que salí, y detrás de podían apreciar dos cuerpos masculinos.
—Jóven, acompáñanos— ordenó uno de ellos, haciéndome entrar en el vehículo.
—¡No lo lleven!— gritó Harmieh desde atrás, pero los señores hicieron caso omiso a su petición— ¿¡No me escucharon acaso!?
—Tranquila, lindura— resté importancia, ayudándola a tranquilizarse— estaré bien.
Ella se veía nada convencida, pero sabía que si añadía una palabra más complicaría el asunto, así que ambos callamos y me adentré completamente en el vehículo.
Princesa, nos vemos en unas horas.
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